Partida Rol por web

Hubiese preferido no poner música, no me sentía feliz como para sentirme a gusto con ella, pero después del sacrificio que hacía el hombre por mi, lo último que se me ocurriría era decirle que la quitara.

- Señor Fordman no diga eso… - el hombre estaba muy negativo en cuanto a sus esperanzas de supervivencia, quizás había opciones hasta de herir a Zachia y de que no muriese nadie, por no hablar de Erika, oh, Erika ¿Cómo estará? Cuanto la echo de menos…

Arranqué el coche y le di unas palmaditas en el hombro – Espero que todo salga bien, sea optimista hombre…

Emprendimos el viaje, unos minutos después pensando ya en lo que haríamos le dije – el viaje lo haremos de tal forma que lleguemos de día, así podremos organizarlo todo para el momento del rescate…

El viaje transcurrió tranquilo. Nadie los interrumpió y los hombres pudieron compartir el silencio, la música y sus propios pensamientos. Antes del anochecer, Ben ya estaba aparcando frente a la Iglesia del padre José. Fordman miraba los movimientos del hombre con total atención. Sin embargo no reflejaban miedo sus ojos, quizás aceptación, desesperanza, duda, pero no miedo. Eso era bueno.

Ben salió y se fijó primero si el padre José estaba. Efectivamente, después del segundo golpe, alguien abrió la puerta de la Iglesia. Era Marita que recibió a Ben con un abrazo.

Turnarnos al volante y un camino que conocía el doctor nos ayudó a llegar antes de lo esperado, sabía que estaba cerca el momento del desenlace y me encontraba nervioso, me había pasado el viaje imaginando posibles desenlaces diferentes, parecía difícil el rescate o el cerebro me jugaba malas pasadas.

Por fin llegamos a aquella iglesia, era curioso, habíamos ido de una iglesia a otra, tras aporrear la puerta por dos veces me encontré con la anciana, que sinceramente me alegré de ver – Hola Marita… ¿Esté el padre José?

El padre José sale a recibirlos y los hace pasar.

-Señor Ben, un placer ver que es un hombre de palabra. Aunque no lo dudé ni un momento. Señor Fordman, puede descansar un poco, usar el baño y esas cosas. Marita, termina eso tan delicioso que estabas cocinando, hija mía, que estos hombres van a necesitar fuerzas dentro de poco.

José los hace bajar luego hasta la cocina pequeña que tiene la Iglesia. Allí, una vez que todos estáis sentados, y mientras la anciana termina de cocer un guisado que huele delicioso, José les dice algo importante:

-Sé dónde tienen a la chica, por algo muy simple, yo conozco a esa perra de Zachia.

La mirada de Fordman se oscurece, Ben lo nota.

- Encantado de verle de nuevo, padre – estreché su mano

- Está delicioso señora – le dije a Marita tras el primer sorbo, noté la reacción de Fordman – Padre… Zachia era hija del doctor Fordman… - creí conveniente que lo supiese, aunque usé el termino “era” a propósito pues ahora era una infectada – Y dígame padre… ¿De que conoce a Zachia? – al principio no tenía hambre pero con las primeras cucharadas se me abrió el apetito

-Siento entonces mis palabras, señor Fordman. Pero no he tenido buenas experiencias con ella.

Miró a Ben antes de continuar, se sirvió un poco de vino, lo mismo que a los demás y dijo:

-Es la sangre de Cristo, no puede hacernos mal. -sonrió. Su sonrisa era dura, se notaba que no estaba acostumbrado a ella.

-Esos días que usted se fue, yo investigué la casa de Marita. Encontré pistas y las seguí. De día llegué a un edificio muy particular. Tres pisos, ventanas tapiadas en cada uno de ellos. Me quedé escondido hasta el anochecer. Y entonces la ví. Traían a otro prisionero, era un hombre de unos 35 o más. Estaba bastante malherido. Zachia lo recibió.

Fordman trago la copa entera al oír ese nombre.

-Zachia tuvo un encuentro conmigo hace seis meses. Casi perdí la razón debido a sus "métodos". Pude escapar sólo por voluntad de Dios. Ella es terriblemente inteligente, no es como los otros.

El padre comió un poco más y luego concluyó.

-Ella debe ser matada o tomada prisonera, más me inclino por lo segundo. Si la matamos no saldremos con vida...

Cuando el padre dijo lo del vino probé un poco, estaba bueno, pero debido a las circunstancias no me apetecía beber mucho. – Bien sabemos en que edificio están, eso es bueno…

- ¿A sus métodos? ¿Qué ocurrió padre? – estaba interesado en aquella historia, toda información sería bienvenida

Yo también proseguí comiendo, ya casi finalizando mi plato – A mi también me gustaría tomarla prisionera y más sabiendo que el doctor la puede… la puede curar, pero no se me ocurre cómo… si tuviésemos munición… esa que se una para dormir a los animales…

- Pensaba en hacer una especie de “Intercambio” y en el último momento uhir todos, el doctor incluido, aprovechando que el padre tiene armas a distancia, pero aún así es arriesgado…

-Yo he pensado que hay algo que no debe quedar librado al azar en la negociación, y es que tiene que ser hecha en terreno neutral. Tú vas con la cabeza de Fordman hasta un sitio en donde solamente Zachia te encuentre. Algo así como en las películas de batallas, en donde los dos generales se encuentran en el medio del campo, lejos de los soldados de cada bando. ¿Entiendes lo que te digo?

José habla entusiasmado, Fordman escucha paciente.

-Yo estaré en otro lado, con el rifle. Podemos ponerle un dardo tranquilizante. Tengo de esas cosas. Ni tengas a Zachia de rehén las cosas estarán a nuestro favor.

El padre alza los hombros y aclara:

-Al menos eso espero...

- Si, si, le entiendo – me daba miedo que Zachia no aceptara las condiciones, pero la idea era genial – me parece buena idea y además con dardos tranquilizantes… - los nervios no me dejaban sonreír mucho, pero la idea era esperanzadora

- ¿Pero que le ocurrido, Padre? ¿Lo llegaron a atrapar? – No me había respondido, ¿No lo querría recordar o se le había “pasado”?

- Bien, entonces tendremos que preparar algo que parezca una cabeza, quizás una piedra envuelta en ropa o una calabaza… algo así…

Fordman interviene por vez primera en toda la conversación.

-Si creen que Zachia no pedirá ver la cabeza antes de caminar hacia tí, es que no la conoces. No caerá ante nada que no sea lo real.

Todos lo miran, incluso Marita, con mucha atención y entonces él agrega:

-Llévame a mí, vivo. Podemos crear unos moretones con maquillaje. Díle que sabías que si estaba vivo tenía mayor valor para tí, para que, en caso que ella no cumpliera su promesa, tú podrías librarte de la tuya.

Fordman toma un sorbo de vino.

-Sí no soy yo verdaderamente, no creo que ella caiga.

- Esa era la idea inicial que yo tenía… y tiene que estar un poco lejos de ella, para que no lo pueda matar de un disparo… una vez lo vea le diré que deje el arma en el suelo, entonces el padre José… disparará el tranquilizante – miré a ambos hombres, parecía que la idea iba tomando forma

- Y el coche tiene que estar cerca, o quizás lo puede traer el padre José, Marita que esté dentro del coche ya al fin y al cabo nos tendremos que ir todos de este sitio, ¿no? Deberíamos de volver a la Iglesia del doctor, con su hija… - yo ta terminé de cenar, no tenía apetito

-Sobre tu otra pregunta, de cómo conozco a Zachia, no lo diré por respeto a su padre aquí. Sólo diré que es una enemiga poderosa, nada más.

El sacerdote prende un cigarro y ayuda a Marita con los platos. Como la cocina es muy pequeña, puede seguir planeando sin temor a que no vayan a oírle.

-Yo voy a estar en un edificio cercano. En la terraza, al menos del lugar que creo que servirá de punto de encuentro. En el coche no puedo estar. Zachia no es tan estúpida. Estará mirando al auto todo el tiempo. Básicamente tienes que esperar que se acerque, yo disparo, la tomas y entre tú y Fordman la meten en el auto.

José empieza a lavar los platos.

-Marita se queda acá, es muy riesgoso. Es más creo que no deberíamos conducir hasta Manhattan. Conozco un refugio cerca.

José mira a Fordman y parece que hay algo entre los dos, algo de información, que a Ben se le escapa.

- Bien… lo importante es que no falle ese disparo con el tranquilizante… - una vez Zachia inconsciente no tendríamos mucho tiempo pero esperaba que algo sí… - ¿Creen que cabremos todos en el coche? Somos seis contando a la infectada, aunque supongo que a ella la podemos meter en el maletero, sería lo más seguro para todos

Después de varios intentos ya habló de cómo la conocía, bueno, habló para no decir nada, comencé a pensar en si el Padre José era de fiar… ¿Pero qué opciones tenía? Si no era de fiar todo estaba perdido.

- Bien, pues cuando quieran comenzamos a prepararlo todo… - me sudaban las manos de los nervios

La vieja responde, ante las palabras de Ben.

-Somos cinco, hijo. Yo me quedo en esta Iglesia. El padre sabe que no vendrán por mí... estará muy muy ocupados siguiéndoles.

Marita se sienta y saca una bolsa de galletitas.

-¿Quiere alguno? El azúcar es buena para el cerebro, y y van a necesitar todo el cerebro del mundo para este plan.

- Que usted… ¿Se queda? – Miré al Padre José esperando ver en su rostro si estaba conforme

- Gracias Marita – Tomé una de esas galletas y la comencé a comer.

- Bueno, repasemos el plan, primero voy sólo sin nadie y hablo con Zachia para tratar como haremos el intercambio, le diré que tenemos que ir los dos, ella con Erika y yo con el doctor, no tiene que haber nadie más y ha de ser en terreno neutral (cerca de la terraza donde esté el Padre apostado con su arma). Hasta aquí la primera parte del plan – mordí la galletita

- Digamos que en una hora después del primer encuentro se produce “la entrega”. Antes de que se acerque mucho Zachia le digo que ambos dejemos las armas en el suelo, entonces ambos comienzan a caminar en dirección opuesta, yo llevo al doctor hacia Zachia simulando que lo obligo y Erika (y si viene la nueva persona) va hacia el coche y tiene que ser justo en ese momento cuando el padre ha de disparar el tranquilizante a Zachia, , llevaré un cuchillo escondido por si acaso… Entre los tres la metemos en el maletero, el padre baja a toda velocidad, nos metemos en el coche y nos largamos– miré el rostro de todos para ver si estaban de acuerdo