En la pequeña aldea de Lomallana la gente no está precisamente contenta: desde hace dos semanas más o menos, las ovejas de los prados del norte han empezado a desaparecer. El primero en fijarse en la perdida de varios de sus preciados animales ha sido Bill Heren: durante sus tardes de pastoreo observó que cada vez menos ovejas regresaban al redil. En un primer lugar pensó en haber sido objetivo de alguna manada de lobos bajada de los montes antes del invierno, pero cuando llego a contar que faltaban entre quince y veinte descartó la posibilidad, pues hasta los lobos tenían de sobra con tres o cuatro de ellas.
Johan Brend también dijo que tres de sus terneras habían desaparecido al traerlas a la cuadra tras haberlas dejado pastando cerca del río y aún a pesar de haber estado buscándolas durante el día siguiente, no logró encontrarlas.
Cuando un corral de las afueras de Lomallana perteneciente a la señora Lotis Ueran fue desvalijado completamente, dejando tras de sí una valla derribada y plumas de gallina desperdigadas por todas partes, todos dijeron al unísono que alguien se estaba dedicando a robar los animales de los demás. Antes de que les arruinasen, deberían encontrar al culpable y hacerle pagar por sus crímenes.
Partida corta de D&D 3.5 para 4 jugadores de nivel 1 con posibilidad de enlazar con otra. Los jugadores deben hacerse la ficha, requiriendo un conocimiento mínimo del juego.