Partida Rol por web

Los ojos de Tlaloc

III. Tierra a la vista

Cargando editor
27/05/2022, 10:23
Comodoro

No sin miedo en el cuerpo, llegásteis los tres a vuestro destino, que eran los cabos colgantes de la Liebre Parda, hasta trepar por ellos y subir a cubierta. Mark había luchado con fiereza contra el Mar (y una vez arriba se puso a disparar a aquellas criaturas junto a otros compañeros);  Hernando las pasó canutas mientras uno de los bofos le rozó el tobillo, pero se repuso y pudo seguir avanzando en el mar hasta llegar a la corbeta, y finalmente Fink imitó sus hazañas juveniles y nadó y nadó hasta hacerse también con el barco.

Los bofos, que ya habían irrumpido en el agua, trataban de nadar hasta la Liebre Parda; muchos lograban flotar en la superficie, otros no. Y sencillamente los más ágiles, quienes lograban nadar contra las marea costera hacia vosotros, eran abatidos a tiros por los ya preparados piratas de la tripulación...

Cargando editor
27/05/2022, 10:24
Bertrand Barbeau

¡¡Soltad los cabos de una maldita vez!! -Manolito se asustó ante la voz aparecida en mitad de cubierta, y subió volando hasta el palo mayor, en la cofa. Era el capitán Barbeau-. ¡Stone, quita esos barriles de ahí y despeja el paso! ¡Dramberg, todo a babor! ¡Y vosotros, perros de agua dulce, levantad a esos tres valientes antes de que su corazón estalle! -se refería a vosotros, que ahora os habíais recostado junto a la barandilla de cubierta, descansando de la tremenda carrera-.

En pocos minutos, la Liebre Parda comenzó a virar a babor, con sus enormes velas desplegadas. Entonces, una vez puestos en marcha y con los pies puestos fuera de esa isla, el capitán se acercó a vosotros.

¿Qué ha pasado ahí? ¿Dónde están los demás? ¿Dónde está el contramaestre Malayedra? -entonces le explicásteis lo de los bofos, lo de la vuelta al campamento y cómo éstos habían arrasado a los que quedaron allí, contramaestre incluido, y cómo habíais encontrado un mausoleo con un orbe, junto a la pérdida de Gunther en una trampa...

¡Maldición! ¡Esta isla es de Lucifer, seguramente! -se lamentó por la pérdida de marineros-

Sin dar más detalles de momento, le enseñásteis el orbe encontrado; éste brillaba levemente en manos del capitán y Barbeau se quedó mirándolo como extasiado un instante.

¿Esto es uno de esos ojos... de Tlaloc, como decía Chiczahuila? -os preguntó-. Tras contarle que sólo encontráteis uno, y que sabíais de buena mano que el otro no estaba (de momento omitísteis lo del espectro aparecido, pues no era de buen fario hablar de fantasmas en la mar ni poner a la tripulación en aquel conocimiento, dada la superstición que pudiera formarse). Incluso que alguien llamada Read (o Mary Read, o algo así), una capitana de barco al parecer, se había adelantado en su obtención y se había llevado uno-. 

¿Mary...? -el capitán fijó su vista, entonces, al infinito, al horizonte, cerrando su boca y apretando sus mandíbulas, reforzando la expresión de su mentón. Tragó saliva al mismo tiempo, y supísteis que algo tenía que ver él con ese nombre... ¡Timonel! Rumbo a la niebla de nuevo... ¡Tenemos que recuperar el otro orbe de inmediato!

¡Sé donde encontrarla...! -murmuró pasa sí-, sé donde suele esconderse.... Espero que aún me recuerde... -esto último sólo lo pensó-.

Acto seguido, el capitán se irguió; carraspeó un poco y os miró, ya levantados.

¡Señores!, es hora que alguien sea el nuevo contramaestre; además, alguien tiene que custodiar el orbe mientras yo dirijo el barco -sonó una carcajada general de los allí presentes, pues esto lo decía con cierto sarcasmo, con el típico humor francés que le caracterizaba-. Y allí, delante de un corro de piratas de la corbeta, dijo en voz alta:

¡Fink! ¡Venid aquí, viejo lobo! -Fink se acercó al capitán-. ¡Honrosamente te alzo como el Contramestre Queeney, de la Liebre Parda, la mayor y más rápida corbeta de los Siete Mares! 

¡¡EEEAAAA!! Un pequeño estruendo en alta mar, favorecido por los gritos y ánimos de los testigos, provocó un momento de emoción en los presentes tras tanta tensión y peligros.

- Tiradas (1)
Cargando editor
27/05/2022, 10:35
Manolito

Mientras tanto, Manolito chasqueaba apoyado en las alturas de la cofa una gran moneda que había tomado de un bolsillo de Hernando, seguramente su porción del pastel. Aquel loro, sin duda, había vivido más historias y peligros que ningún otro. Finalmente, el rumbo del navío se encaminó hacia una porción de niebla que había estática en medio del mar, justo la misma por donde habíais accedido a aquella isla. No tardásteis mucho en llegar hasta allí y atravesar aquel portal extraño, no sin antes echar un último visazo a la isla de Tlaloc.

Y es que aún no habíais terminado la empresa de Chiczahuila.

Cargando editor
27/05/2022, 10:46
Comodoro

EPÍLOGO.

El barco hostil en alta mar: “el Portugués”, también conocido por algunos como “el capitán Traidor”, se trataba de una sucia rata mercenaria dedicada a capturar a otros piratas, que ostentaba una infame reputación en el gremio y en todas las naciones del Caribe. Ni siquiera tenía cabida en Tortuga, hogar pirata por excelencia. Se rumoreaba que tenía su guarida en la isla de Madeira, más allá del Atlántico, y en ciertas ocasiones regresaba al Mar Caribe para saquear a otros piratas y hacer engordar sus arcas. Por el momento nadie ha conseguido darle caza, o mejor dicho, nadie se ha atrevido a hacerlo (aunque al parecer el capitán Barbeau algún encuentro de cierta índole ha mantenido con él).

La tumba de Malinalli: La tumba de Malinalli, conocida como Marina o la Malinche, poseía una doble función: guarecer los ojos de Tlaloc, dios yucateco de la lluvia, y servir como descanso eterno a ella. Sin duda, quien decidiese enterrar allí a la mujer debía admirarla y quererla demasiado. Tal vez lo hicieran los conquistadores españoles (Cortés, su marido, quizás), aunque no era lógico que éstos construyeran trampas, guarecieran allí un tesoro que precisamente anhelaban y además conservaran la pagana figura esculpida de Tlaloc en su interior... Y menos aún cuando la entrada en la isla rotatoria (ya que ésta giraba sobre sí misma, razón por la que en el campamento no encontráseis a la Liebre en la costa) no era accesible para cualquiera. Misterios de los nativos del Nuevo Mundo.

Sobre Chiczahuila: ...

Continuará...