Lo que ví me dejó sobrecogido. No había visto tanta sangre en mi vida y esta era de Eneko. Sabía que era tarde para el.....y quizás para mí. Todo en mi interior me decía que saliera corriendo pero no podía irme sin saber que era aquello que mató a Obeko. De modo que pongo la rodilla alsuelo, bajo el candil y con el cuchillo siempre delante miro lo que ha hecho esto. Maldigo mi curiosidad, pero no puedo resistirme a ella.
Motivo: descubrir uso suerte
Tirada: 1d100
Dificultad: 30-
Resultado: 8 (Exito)
Curiosidad del gato, quién me mandaba a mí cogerme este defecto XD
En realidad, dada tu vergüenza curiosidad del gato, deberías tirar por templanza antes de mirar bajo la cama, para ver si te resistes a ello...
El Descubrir con resultado 8 lo guardo para algo que en breves verás, pero has de tirar por Templanza para frenarte a tí mismo.
Cuando me estaba arrodillando me lo pensé mejor y eché a correr escaleras abajo, no quería acabar como Eneko devorado por el perro-cosa del infierno. Ya era demasiado para mí y quería salvar el pellejo y poner pies en polvorosa. Que una cosa era afanar unas cuantas monedas y otra muy distinta jugarse el cuello por ello y pudrirse en el infierno.
Motivo: Curiosidad del gato, templanza
Tirada: 1d100
Dificultad: 50-
Resultado: 48 (Exito)
Motivo: Correr
Tirada: 1d100
Dificultad: 70-
Resultado: 36 (Exito)
Tiro correr para ver si gano al bicho en velocidad y no me pilla.
Se me había olvidado que por curiosidad del gato podía tirar ;)
Tirada oculta
Motivo: Sigilo Ente
Tirada: 1d100
Dificultad: 60-
Resultado: 58 (Exito)
Motivo: Correr
Tirada: 1d100
Dificultad: 65-
Resultado: 61 (Exito)
En breves actualizo. La tirada oculta era para algo que ya te dije que te iba a guardar.
Cuando te agachaste para ver qué había debajo de aquellas colchas verdes (qué diantres había arrastrado a esa mano al interior), te detuviste debido a que por el rabillo del ojo veías una figura que salía de la penumbra de la habitación... ¡¡¡ERA UNA TERRIBLE BESTIA!!
Una bestia semejante a un lobo (aunque te cercioraste que no era tal cosa), tenía el hocico ensangrentado, y sus fauces marfil había tornado rojo carmesí. Corriste como alma que llevaba el diablo, y sólo Dios supo cómo no te resbalaste mientras bajabas de tres en tres los escalones de la torre... Sentías cómo aquella criatura de enormes fauces y pelaje negro, corría tras de tí, dispuesto a apresarte, en medio de la negrura de aquel palacio.
Y cuando llegaste a la entreplanta, donde estaba la otra escalera que conducía al zagúan, ¡¡esperaba delante de tí otra criatura!!
La bestia que venía tras de tí se paró en seco, y ahora tenías una a la espalda y otra al frente... no había rastro de Obeko.
Haz una tirada de IRR. Pierdes 1d10 de IRR (Y ganas de RAC), si no superas la tirada.
Tira luego Iniciativa: 1d10+AGI. Es un combate.
Corro como si no hubiese mañana cuando veo a la bestia.....y es posible que no lo haya. De repente aparece otra de esas criaturas justo enfrente mío. No hay lugar para pensar, me echo a un lado para no dar la espalda a la otra criatura y que tengan que venir las dos de frente y aferrando con fuerza mi cuchillo me preparo para lo que sea que el destino me tiene preparado.
Motivo: irr
Tirada: 1d100
Dificultad: 50-
Resultado: 35 (Exito)
Motivo: iniciativa
Tirada: 1d10
Resultado: 7(+20)=27
Me muevo de tal forma que no le doy la espalda a ninguno de los dos. Si hay una puerta detrás doble esquiva y preparo la huida. De lo contrario esquivo y me lanzo a melé con uno de ellos.
Diste un par de pasos hacia atrás, magistralmente hacia la puerta que tenías casi a tu espalda (y que daba, por un lado, al comedor donde robaste las doblas de oro, y por otro, a otra sala que no llegaste a ver). Entonces los dos lobos se fueron juntando poco a poco, sin dejar de mirarte y bufar contra tí, a punto de saltar contra tu persona. Entonces lo hicieron...
(nota: irías por la flecha de arriba, la que apunta a la puerta abierta).
Motivo: Inis criaturas
Tirada: 2d10
Resultado: 10(+20)=30, 5(+20)=25 (Suma: 55)
Motivo: Ataques de C1 (2 Mordiscos) (visibilidad reducida -25%)
Tirada: 1d100
Dificultad: 40-
Resultado: 78 (Fracaso)
Motivo: Ataques de C1 (2 Mordiscos) (visibilidad reducida -25%)
Tirada: 1d100
Dificultad: 40-
Resultado: 54 (Fracaso)
Motivo: Ataques de C2 (2 Mordiscos) (visibilidad reducida -25%)
Tirada: 1d100
Dificultad: 40-
Resultado: 93 (Fracaso)
Motivo: Ataques de C2 (2 Mordiscos) (visibilidad reducida -25%)
Tirada: 1d100
Dificultad: 40-
Resultado: 4 (Exito)
Motivo: Esquiva contra C2 (visibilidad reducida-25%) Necesitas crítico.
Tirada: 1d100
Dificultad: 60-
Resultado: 82 (Fracaso)
Motivo: Esquiva contra C2 (visibilidad reducida-25%) Necesitas crítico.
Tirada: 1d100
Dificultad: 60-
Resultado: 24 (Exito)
Iniciativas:
Criatura 1: Te ataca dos veces
Tú: Maniobra de Huida (dos esquivas)
Criatura 2: Te ataca dos veces
Como siempre hago, y para agilizar el juego hago yo las tiradas.
Nota: La huida te permite, como sabes, dos esquivas. He tirado por las dos, y la segunda es éxito. No obstante, ese 24 de resultado no es un crítico (y lo necesitas debido al crítico de la dentellada contra tí). Antes de narrar los hechos, y dado que hago yo las tiradas y eso pierde la emoción del juego en mesa, te dejo que (si quieres) declares Suerte para llegar a una tirada de Equiva crítica y evitar el mordisco. Confírmamelo y continúo narrando.
Me parece que la tirada de esquiva va a la mitad. Entonces la sacaría. El crítico es para parada y que no se escape el arma.
Una de las dos bestias se lanzó hacia tí y midió mal el salto. No veía del todo bien en aquella oscuridad, y se golpeó contra el dintel de la puerta que estabas atravesando. Otra logró alcanzarte, pero lo que sus fauces mordieron fueron tus ropas, y no tu carne, y te arrancaron un pedazo de tela de los pantalones... Te habías librado por poco, de momento. Atravesaste la puerta y el pasillo iba a izquierdas (salón) y derechas (otra sala).
Cierto, es la parada.
Pues tu dirás hacia dónde giras (sigues corriendo, tienes ahora una ligera ventaja).
Estaba más que asustado y no sabía que hacer. De modo que volví a la sala en la que encontré las monedas cerrando la puerta tras de mí. Coloqué una silla para atrancar la puerta y ganar algo de tiempo y abrí la ventana rezando para que no tuviera barrotes. Si los tenía estaba muerto. En mala hora me había metido en esta historia y Eneko, el pobre Eneko estaba dentro de una de esas criaturas. ¿En qué estarí metido el tal Braulio para tener a dos canes del infierno custodiandole la casa? Ni lo sabía ni me importaba, lo único que quería era salir con vida de esta.
Cuando colocaste la silla, una vez que cerraste a todo trapo la puerta, un tremendo golpe y luego otro notaste desde el otro lado. Los lobos intentaban entrar, y la puerta comenzaba a crujir. Miraste a través de la ventana, que podía abrirse sin problemas y no tenía reja, y supiste que había unas seis o siete varas de altura... Viste entonces, que un par de tipos estaban en la puerta de la vivienda, allá abajo. No asomaste mucho más para que no te descubrieran. Entonces descubriste que eran... alguaciles de la ciudad.
Las craituras seguirán golpeando.
Estaba entre la espada y la pared, los alguaciles o los perros del infierno. La solución me pareció obvia. Bajé por el muro intentando que no me vieran, ya habría tiempo de salir corriendo. Una vez abajo me oculté en las sombras y esperé a que se fueran.....si la cosa se ponía muy fea saldria corriendo y me la jugaría a una carrera, yo contra ellos. Si me pillaban perdería el dinero y puede que la mano. Así que mejor que no me pillaran.
Motivo: trepar uso suerte
Tirada: 1d100
Dificultad: 70-
Resultado: 62 (Exito)
Motivo: sigilo uso suerte
Tirada: 1d100
Dificultad: 70-
Resultado: 58 (Exito)
Sigilo para esconderme.
¡Eh tú! ¡Detente, rataaa! -Bajaste por el muro como un gato trepando por una tapia baja, es decir, muy ágilmente. Eso sí, bajar por la fachada del palacio sin que se dieran cuenta los dos alguaciles que estaban observando la puerta era difícil. Mientras uno comprendió que la casa-palcio de la Tenebregosa había sido asaltada (la puerta estaba abierta), y ya se interba adentro para comprobar qué ocurría, otro elevó su cabeza ¡¡y allí que te vio*!!
¡Detente, he dicho! -entonces agarró con fuerza la lanza que tenía en una de las manos, y se lanzó contra tí dispuesto a hacerte detener-.
Motivo: Descubrir A1
Tirada: 1d100
Dificultad: 45-
Resultado: 77 (Fracaso)
Motivo: Descubrir A2
Tirada: 1d100
Dificultad: 45-
Resultado: 13 (Exito)
*El segundo alguacil gana su Descubrir contra tu Sigilo, por diferencia de valores con respecto a los %. Te ve, vaya.
Haz una tirada de Iniciativa (1d10+AGI). Si deseas huir deberás hacer la maniobra de huida otra vez. El tipo utilizará la lanza contra tí a modo de hasta, para golpearte, no clavártela. Eso sí, pierde una acción al colocársela en ambas manos, con lo tendría una única acción en este turno.
Tú dirás qué hacer.
Me habían pillado, bueno o lo iban a intentar-¡insensatos cerrar la puerta!¡Dos canes del tamaño de un caballo hay ahí dentro!-No iba a decirles que eran engendros del infierno. Pero si se escapaban podía ser una noche de San Juan muy movida. Intenté esquivar el ataque de mi agresor y me preparé para salir corriendo-
Esquiva completa(+50%) y preparo la huida
Ok, dos esquivas y preparo la huida
El alguacil levantó su lanza, que ningún esfuerzo parecía en hacerlo, y luego la descargó contra tí. Pero Dios vió aquella noche, tal vez el único, cómo éste golpeaba con la puenta en el suelo, cuando su intención no era sino azotarte en las costillas para hacerte caer. Sin embargo, el rechinar de la punta y la vibración de la lanza hicieron tambalear al alguacil, momento en el que aprovechaste para huir. Corriste cómo sólo un ladronzuelo sabe hacerlo, semiagachado, cubriéndose en los recovecos de esquinas y muros, en medio de la noche. El segundo alguacil, que había entrado en la casa, salió al oir los gritos de su compañero, pero tú ya estabas lejos, muy lejos, casi al final de la Tenebregosa.
A lo lejos veías los humos de algunas hogueras en la noche de San Juan.
Motivo: Ini (+10 por lanzas en primer turno)
Tirada: 1d10
Resultado: 10(+25)=35
Motivo: Ini Tomás
Tirada: 1d10
Resultado: 8(+20)=28
Motivo: Ataque Lanza (golpeando como palo)
Tirada: 1d100
Dificultad: 55-
Resultado: 92 (Fracaso)
Huyes tras fallar él el golpe de lanza.
Ahora añadiré el prólogo. Terminamos aquí.
EPÍLOGO.
¡¡¡ZASSSS!!!
Cerraste la puerta de tu casa, en el barrio de San Pedro.
Habías huido de la ciudad, atravesando la puerta de San Martín, la misma por la cual tus pasos te llevaron esa noche hasta la casa de Don Braulio. Te apoyaste en la entrada, jadeando y recordando lo que habías vivido y visto. Y no lo creías. Aquellas dos bestias habían arruinado toda lucidez que habías tenido hasta la fecha. ¿Existían los monstruos y bestias del diablo que la Iglesia tanto se afanaba por procurar su desaparición? El caso es que tu pensamientos volvieron a tu primo Obeko. TU PRIMO. TU PRIMO SEGUÍA ALLÍ, y lo cierto es que desde que os separásteis nada más entrar en aquel palacio, candil en mano, no lo habías vuelto a ver. ¿HABRÍA HUIDO COMO TÚ?
Tras sentarte en una silla pensaste en todos los factores posibles, la Tenebregosa, los alguaciles, y hasta el simple hecho de si había reconocido tu cara de otras veces (pues habías probado el sabor de los calabozos burgaleses alguna que otra vez).
Y con éstas dudas en tu mente te tumbaste en el jergón de paja que tenías en tu vivienda, y aún sin quitarte las botas quedaste mirando el techo de madera de la casa.
* * *
A la mañana siguiente oías ruido en el exterior. Era el vaivén, muy temprano, de algunos de tus vecinos. Varios de ellos estaban hablando en la calle con un tipo. Era un alguacil. Miraste por la ventana, y hasta pensaste en huir, pero pudiste oir aquello de lo que conversaban. Por lo visto, el alguacil de la ciudad, preguntaba si habían visto algo raro aquella noche, si habían también dado cobijo a algun tipo de maleante. Supiste entonces que tenías que hacer algo arriesgado, y no era sino salir a ver qué ocurría (como todo vecino parecía estar haciéndolo) y cuestionarse así, de igual manera, las preguntas que el alguacil formulaba. Tú hacías lo que tus vecinos de San Pedro: poner cara de extrañeza y negar todo suceso de no se qué cuatro muertos...
No podías creer lo que estabas escuchando.
Aquel alguacil, lanza en mano y capacete sobre la mano, informaba que ante cualquier peligro o sospecha de maleantes por el barrio dieran parte al alguacil de turno. Por lo visto, en la calle Tenebregosa, muy cerca de la judería, alguien se coló y asesinó a don Braulio. Además, un tipo algo orondo, con la misma descripción de tu primo Obeko había aparecido apresado de igual manera, muerto en toda su variante: ambos habían sido dentelleados en el cuello, y numerosas garras les habían sido propinadas. Para más inri, dos alguaciles habían aparecido en esa misma casa, también asesinados en las mismas circunstancias. Se supo que el crímen había sido hacía unas horas, pues tales dos alguaciles tenían guardia.
El alguacil que informaba a los vecinos de tu barrio, expresaba claramente, y por orden concejil, que no dieran tampoco cobijo a judíos, y si vieran a alguno por las inmediaciones, que también avisaran. Y es que estando tan cerca la aljama de aquellos infieles los primeros acusados y a los que se veía como responsable eran ellos.
Eso sí, de lo que no dijo nada aquel alguacil fue de las terribles mutilaciones que sufrieron los cuatro tipos, ni tampoco de la brutalidad con que habían perdido la vida. Ni siquiera la sangre, que bañaba cuantiosas habitaciones, había sido descrita, y todo ello por no alertar más de la cuenta a los vecinos de la ciudad. Además, aún se seguía investigando ese cuadro.
Aquella imagen de una especie de lobo que, posando como si fuera persona y colgada en la alcoba principal del palacio, estaba tan llena de sangre como el suelo donde descansaban las víctimas. ¿Quién habría podido rociar de férreo líquido aquella pintura? Sin más dilación corriste, sin apenas comer nada hacia la calle de la Tenebregosa.
Una vez allí, volviendo a la escena de tus fechorías, vístes que desde el comienzo de la aljama hasta el final de la calle la gente de la ciudad se agolpaba. Contaste hasta seis curas y docena y media de alguaciles. Un suceso así no tenía cabida ni nunca se había dado en la ciudad. Pareciera que de mercado se tratara. Y que apilados delante del gran palacio, los cuatro cuerpos encontrados en el interior ya descansaban a la vista de todos: tu primo Obeko, un tipo que rondaba la cuarentena (don Braulio) y los dos alguaciles que entraron en la vivienda tras perderte de vista...
Aquella escena te sobrecogió. Los guardias allí presentes hacían todas las averiguaciones posibles pero sólo Dios sabía qué explicación iban a darle a semejante muerte, cuando no había sido persona el causante, sino demonio vil y mortífero como aquellos cuadrúpedos sin alma. Y de entre todos la multitud, por pura casualidad te fijaste en un tipo que había entre ellos, más allá, casi en la esquina norte de la casa. Era el único en la vía que reía, que esbozaba una sonrisa. Cruzásteis miradas, y antes de lo que un gallo cantaba, torció su gesto a serio y se dío la vuelta.
Y huyó.
Huyó al igual que tú lo hiciste horas antes.
La auténtica verdad
Braulio de Castrohernán, un acaudalado comerciante afincado en Burgos, heredó de una prima lejana el palacio de la Tenebregosa, y logró reformarlo a precio de ganga (como buen charlatán que era). De igual forma se hizo con una plantilla de seis criados a los que explotaba día y noche, tratándolos de la peor manera posible. Ante tal panorama, uno a uno hubieron de marcharse, pero el último, antes de desaparecer, le entregó un lienzo enmarcado, diciéndole que era un regalo que alguien había dejado en la puerta de su palacio.
Al contemplarlo, el comerciante vio la bella silueta de un lobo pintado sobre un fondo paisajístico. Lo que no sabía don Braulio es que esa pintura estuvo una vez colocada en el salón de un ya arruinado castillo y que, en las noches de San Juan, salía del cuadro con la única intención de matar a todo ser vivo que encontrara, volviendo al lienzo antes de que volviera a amanecer.
FIN
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