Partida Rol por web

La experiencia enseña. Lucius ha aprendido a no comprar nunca mas balas a nadie que se haga llamar "el Honrado"...

Le apunta al viejo Russel y dispara

Michael apunta, dispara... y su legendaria puntería falla por poco cuando un movimiento inesperado de Russell le aparta de la trayectoria de la bala.

Ese mismo movimiento le libra de recibir un disparo, esta vez mejor apuntado, de Lucius.

Turno del viejo Kane, que apunta Russell, dispara y falla.

Quedan por actuar Zamara y Emmett.

Sin tiempo para pensar en las balas que sobrevuelan su cabeza, Emmet tapona las heridas de sus compañeros caídos, impidiendo que mueran antes de tiempo.

Finalmente, y manchando su arma con la sangre de los heridos, realiza otro disparo hacia donde cree que hay otro enemigo, sin demasiada fe en acertar.

Los diapros resuenan tanto en su cabeza ,mientras apunta al viejo russel ,tratando de acabar d euna buena vez con esto

La bala de Zamara impacta en el pecho del viejo Russell que se tambalea, pero increíblemente sigue de pie.

Fin del turno.

Quinto asalto: atención los que tengan revólveres de cinco tiros, que se acaba la munición.

Empieza como de costumbre el viejo Russell, que sigue emperrado en cargarse al viejo Kane, y esta vez le da en el hombro izquierdo.

Turno para Hezekiah, que ha recuperado la puntería que le hiciera legendario en varios Territorios. Coloca un buen disparo en el brazo izquierdo de Skins McGregory, que es todo lo que este necesitaba para desplomarse.

Como quiera que actuaban ambos a Iniciativa 21, el disparo de Hezekiah es simultáneo con el de Skins, que parece que se quiera despedir a lo grande, colocando un balazo en el hombro derecho de Hezekiah, que se duele pero no cae.

Michael, tu turno.

Apunta y le dispara al viejo russel

Michael respira hondo, decide que ya es hora de acabar con este desmadre y, pese a sus heridas, coloca un buen disparo en el hombro derecho del viejo Russell, suficiente para que éste rinda su alma ante el Creador.

Skins McGregory, al ver caer a su jefe y hallarse solo, decide que la guerra ya no va con él y sale corriendo.

Os miráis a las caras, incrédulos. No ha pasado ni medio minuto y con el plomo que ha volado se podría fundir un ejército de soldaditos.

Lucius rie entre dientes. Esto si que no se lo voy a explicar yo a Morgan...
Casi morbosamente, mira hacia abajo. El agujero no tiene buena pinta, ahora con la calma llega la conciencia del dolor y duele que no veas. Y para colmo, hay otros que tambien estan sangrando... asi que se pone a ayudar en lo que puede a taponar heridas a la espera de salir con urgencia hacia la consulta del doctor.

Poco a poco vais recuperando el pulso normal, y atendéis a los heridos, mientras llegan a la carrera el sheriff y sus ayudantes por un lado y el doctor Smith por otro.

Smith hace improvisar parihuelas para trasladar a los más graves, y pronto su consulta parece un hospital de campaña tras la segunda batalla de Bull Run.

En un aparte, el viejo Kane os llama y os da un papel doblado. Dentro, de su puño y letra, hay un texto equivalente al de un pagaré, por un importe de 5.000 $. No puede hablar mucho, pero balbucea: Buen trabajo.

Visto que ya os han curado y que hay heridos más graves, os habilitan habitaciones en el Lazy A. Al cabo de un rato estáis entre sábanas limpias.

Al ver caer a su enemigo suspira profundamente mientras se sienta en el piso a descansar de sus heridas eh... wesley ¿esto merece mas que una botella de whiskey verdad?

Tras las curas, Lucius se sorprende de que todos sigan vivos. Durante un rato pense que me quedaba... Pero esta cansado y quiere descansar. Las discusiones, charlas y festejos pueden esperar a mañana, asi que se retira con un ligero 'Nasnochesss.

Luego cansado, quemado, herido y magullado, Lucius va a su cuarto. Se deja caer en la cama boca arriba, terriblemente agotado, desenfunda un pacemaker apunta al techo y dice bang!. Acto seguido, rompe a reir hasta dormirse.

Bien hecho Michael ... bien echo ... se sienta tambaleando de dolor mientras suspira un momento pensando en la recompensa y en lo que hara con ella

continua semiinconcisnte mientras mira en camara lenta como la atienden y llevan al hotel

Ha estado cerca. Muy cerca.

De todas formas, la herida en el pecho no duele tanto como ese agujero abierto, supurante, que le ha quemado el orgullo.

La fiebre no le deja dormir, y entre la niebla en la que parece estar sumida aquella habitación, casi puede volver a oler la pólvora que no llegó a salir de su arma, a oir los gritos de dolor que no llegó a provocar, a ver la sangre saliendo por la boca del tipo al que no llegó a disparar...

Sabe que fué Emmet quién le salvó la vida, pero no puede recordar su rostro. ¿Así es como pasa?. ¿Todo se reduce a...esto?.

Un disparo. Una bala. Un muerto.
Siempre fueron otros. Ahora le tocó a él.

Sudoroso, se revuelve en la cama. Aprieta los dientes y en mitad de un febril ensueño, maldice a Dios por permitirle seguir respirando.