Volvías de finalizar un trabajito en tu almacén a las afueras de Chicago. Junto a tu chófer y tu guardaespaldas esperabas dentro del coche a que se levantase la barrera del paso a nivel de las vías del tren.
Pero antes de darte cuenta, otro vehículo más pesado te empujo hacia las vías. La mala suerte hizo que el expreso de las 8:20 pasase a su hora, y se llevase tu coche por delante. Tan sólo quedaron tres cuerpos sin vida en un amasijo de hierros.
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