Partida Rol por web

-Gracias Albahaca... no es que no supiera... como se llamaban...pero me parece...complicado...pez feo.. es mas fácil...e igual de...adecuado.

Dudel notaba que iba a desfallecer en cualquier momento, aquello se estaba volviendo mucho mas complicado de lo que en su cabeza se había formado.

-Si...Estamos en ello...pero no dejan de moverse...y de multiplicarse.

Dijo, dándose cuenta de que comenzaba a ver doble por el cansancio.

Sin embargo, no pensaba dejar que aquel Sahuagin volviera a tocar a su querida prima Lye.

-Maldito... ven aquí.

Lanzo una estocada a la criatura, que increíblemente le dio.

"Increíblemente, de eso nada, soy un gran guerrero, solo que ellos hacían trampas"

Pensó corrigiendo al narrador

Aurelio aviso de lo que se venia encima.

-Quizas...sea momento...de correr... para luchar... otro dia.

Dijo evidentemente agotado.

- Rápido, corred a los botes - dijo Orégano mientras atacaba con su rapier al cangrejo que tenía a Dudel. 

Aquella criatura no se amedrentó cuando le lancé la flecha y pronto volvió a atacarme. Por unos momentos, vi todo borroso y estuve a punto de desmoronarme, pero luego volví a sentir la magia del clérigo. Esa me había salvado de que el sahuagin me rematara. 

Parecía que en aquel momento no íbamos a poder hacer nada más, pues allí había demasiados enemigos y muy pocas personas que hacerles frente, así que sí, Dudel tenía razón en eso de que una retirada a tiempo no siempre tenía que significar una derrota. 

Orégano fue más práctico, muy en su estilo y decidí que su idea era de mi agrado. 

Así, me moví con cuidado para que el mierdas verde ese no me volviera a golpear y en cuanto pude eché a correr hacia uno de los botes. De todas maneras, porque lo hice sin pensar, ya que meterse en un bote era casi tan malo como quedarse en aquel lugar. 

Albahaca echó a correr hacia los botes, no quería quedarse tan atrás, no obstante estaba más concentrada en el último de los saguajines, si moría, es posible que los cangrejos se comportaran como animales y volvieran al lecho del mar. Pero correr y conjurar no era el fuerte de Albahaca, y la campana se movía violentamente alrededor del bastón que le hacía las veces de componente y foco... 

Matando Dudel al sahuagin que atacaba a su compañera no les fue difícil tomar distancia del cangrejo gigante y el resto de criaturas que corrían hacia ellos gritando y agitando sus rústicas armas. Los aventureros echaron a correr junto con el clérigo por el muelle hacia el barco desde donde los marineros les gritaban y daban ánimos para que pudiesen subir a bordo antes de que les atrapasen los monstruos marinos. Lo consiguieron finalmente, poniéndose a salvo en aquel barco mercante que comenzó a navegar en el mismo momento en el que pusieron sus pies en él.

La Isla de Flora casi había desaparecido por completo entre las olas y Palma Flora se veía cada vez más pequeña en el horizonte a medida que el Cazaolas, que era como se llamaba aquella carabela, se alejaba atravesando las agitadas aguas del océano Lucidiano. Varios refugiados de la aldea estaban acurrucados en la cubierta mientras la tripulación se ocupaba del barco.