Partida Rol por web

Helen quedó muy impresionada ante el rumor de Theo y asintió ante sus palabras convencida. Si de verdad había algo ahí escondido y ambos lo descubrían, sería todo un hallazgo, ganarían mucho dinero y su empresa sería reconocida a nivel mundial. Bueno, echemos un vistazo, dijo pensando en que no le interesaba tanto volver con la parejita. Al fin y al cabo ella también se había separado del resto, aunque lo cierto es que no le habían dado más remedio.

Ahora estabas de nuevo en la sala del foso. No había mucho más que debatir: el obstáculo tenía que ser sorteado de nuevo.

Ahora existía un inconveniente, el medallón que habías cogido (sin ninguna consecuencia al parecer) pesaba y eso implicaba que quien lo portase tendría que hacer un esfuerzo extra por superar el salto.

Varios minutos más tarde entrasteis en una nueva sala (4) cuyo interior olía extraño. No olía a putrefacción pero tenía un aroma dulzón que os hizo sentiros muy desconcertados.

Cuando entrasteis por completo ocurrió algo inesperado. La puerta de piedra que os brindó acceso se cerró tras vuestras espaldas sin motivo aparente. Aquello generó unos segundos de confusión ¿qué había pasado? ¿Se trataba de una trampa?

Pocos segundos pasaron hasta que el olor dulzón se volvió más y más intenso… incluso provocaba que vuestros ojos tuviesen un escozor repentino.

El medallón se movía en las inquietas y temblorosas manos de Evelyn. Esperaba, de un momento a otro, que el techo comenzara a desplomarse, y que lo único que quedara de ella fuera un amasijo de huesos rotos y músculos hechos puré. Pero no hubo reacción por parte del templo. Ah, pues qué bien. Muchas películas he visto, me parece a mí. Una vez se supo a salvo, observó más de cerca la reliquia, y pasó la mano por el relieve, sintiendo las piedras preciosas azules (¿zafiros?) y el ave tallada. 

Sin nada más que hacer allí, se despidió de la mujer de piedra, y volvió a la sala del foso. Evidentemente, allí no había crecido ningún puente de piedra, ni nada de nada. Si quería volver (y quería), tendría que saltar de nuevo. Pero esta vez contaba con el peso del medallón, que no era ligero. Podría dejarlo aquí. Pero, para qué. Esto estaba aquí escondido. Para algo servirá. A lo mejor es el sol que hay que llevar. Así que no había nada que discutir. Como había hecho anteriormente, cogió carrerilla y saltó para volver a la seguridad que le otorgaban los brazos de Brenny. 

Un curioso olor se combinó de pronto con un fuerte dolor de cabeza. Helen no terminaba de comprender qué era lo que estaba pasando en esa sala. ¿Qué era esa extraña sensación que sentía? ¿Theo estaría sintiendo lo mismo?

Evelyn regresó a la posición inicial tras saltar de nuevo el foso con éxito a pesar de las dificultades.

Theodore olisqueó el ambiente, extrañado. Nunca antes había olido un olor como aquel, que le resultaba muy dulzón y llegaba a provocar un inexplicable escozor en sus ojos.

Tosió, con los ojos entrecerrados, mientras se dirigía a su compañera.

-¿No huele un poco raro aquí? -le preguntó a Helen, extrañado.

De repente. Sin que entendierais qué había pasado realmente, la puerta que os dejó encerrados regresó a daros libertad.

-Helen, creo que deberíamos volver con la parejita -propuso el egiptólogo, desconcertado-. Lo más probable es que Evelyn ya haya terminado en la otra sala. Vamos, no hay mucho que podamos hacer en esta sala. -Pasándose una mano por la cabeza, recordando el extraño olor, aún se muestra confuso por lo sucedido-. Espero que eso no haya sido veneno...

Brendan abrazó fuertemente a su mujer, la beso en los labios y la volvió a abrazar.

-Me alegro tanto de que estés bien, cariño. Theodore se fue antes, dijo que iba a estirar las piernas. Al poco, Helen le siguió- luego bajó el tono de su voz hasta convertirlo en un susurro- Algo me escama de ellos. Este lugar es muy peligroso, ¿por qué iba alguien a querer irse solo? Vamos a acercarnos a la entrada de la puerta y a escuchar.

Helen se encogió de hombros sin saber si su colega le volvería a dejar tirado o no. Quizá quisiese encontrar él solo el tesoro. Pero si tan bueno sería, no entendía por qué no quería compartirlo. En cualquier caso, no expresó sus dudas en voz alta y se limitó a dirigirse hacia la sala donde había dejado a sus clientes.

Los cuatro os topáis en la entrada de la sala del foso. Justo Helen y Theodore estaban entrando en la estancia.

¿Qué encontraste, Helen? Pregunto la guía a su cliente con intención de saber qué es lo que había al otro lado del foso.