El sefardí no paraba de moverse, agacharse y en general concentrarse en no convertirse en un tambor objeto de todos los garrotazos. A esto se limitaba su tendencia innata, a esquivar el peligro.
Motivo: Esquiva
Habilidad: Competente (+2) (2)
Dificultad: Normal (+1) (1)
Tirada: [0] [1] [0] [-1] = 0
Resultado final: Competente (+2) (2), Éxito
Sigo esquivando en acción completa... lo siento, Lato, soy un animal social...
El vasco, viendo que no quedaba mas solucion que la espada, opto por empezar a dar estocadas al que tenia enfrente.
Motivo: ataque
Habilidad: Bueno (+3) (3)
Dificultad: Mediocre (0) (0)
Tirada: [-1] [0] [-1] [-1] = -3
Resultado final: Mediocre (0) (0), Éxito
vaya mierda de tiradas por dios
Los estibadores estaban dando muchos problemas a los recién llegados. En el puerto la muchedumbre no paraba de gritar, exclamar y pedir a gritos la llegada de la guardia.
Diego de Guzmán se abrió paso entre la gente para encontrarse con el pastel: Asier y Rodriego pasánolas canutas, el vasco con la espada desenvainada y lanzando tajos a diestro y siniestro superado en número por unos matones que hacían lo posible por darle un garrotazo.
Diego, puedes actuar. Si desenvainas recuerda aplicar un -1 a tu acción.
¿Estás en casa, Lato? Hoy respondes mucho.
tengo a padres y suegros en el hospital, sumado a niños malos, me he cogido el dia libre.
El joven irrumpe en la escena con una teatral voltereta y por la espalda de los estibadores. Espera aprovecharse de la sorpresa mientras desenvaina su reluciente sable y entra en la contienda.
Trata de apartar a los rufianes de sus compañeros, si es necesario hiriendo gravemente alguno para demostrar que no está bromeando.
-¿como osáis atacarnos, pillastres?-aulla bravuconamente.
Pero lo atropellado de su aparición en la liza no parece augurar nada bueno...
Motivo: armas
Habilidad: Competente (+2) (2)
Dificultad: Mediocre (0) (0)
Tirada: [-1] [0] [-1] [0] = -2
Resultado final: Mediocre (0) (0), Éxito
he aplicado el -1 a mi +3 en weapons
Diego hiere en el hombro a uno de los estibadores, que suelta el palo con un grito. El escándalo en el puerto de Valencia ya es desmesurado. los testigos presenciales empiezan a apartarse y aparce por fin la guardia.
-¡Quieto todo el mundo!- ordena el alguacil al cargo de la patrulla. Los maleantes se detienen de inmediato. Alguno de ellos aprovecha para retirarse discretamente y disimular, como si hubiera intervenido en la refriega.
-Acompáñenme- pide a los recién llegados y a algunos de los estibadores mientras sus corchetes les rodean discretamente.
-que remedio queda -gruñe el joven Diego mientras envaina el sable y agacha la cabeza.
-¿que querían estos bribones? ¿robaros?-susurra a sus compañeros mientras les conducen por entre el gentío.-Parece que me equivoqué y el viajero aquel tan solo respondía a una pregunta de estos rufianes y les indicaba quiénes éramos..
Pardiez, la travesía ha empañado mi entendimiento, susurra Rodriego a su recién aparecido compañero. No sé qué ha pasado, ya nos informará Asier...
Y dirigiéndose al alguacil, saluda cortésmente. Alabado sea el señor, gracias le doy por su intervención... estos bellacos pretendían molernos a palos, mi buen oficial...
- el hombre al que perseguiamos - dijo mientras entregaba su espada a la guardia - ha enviado a estos matones contra nosotros Rodriego. Sin duda debiamos ser mucho menos discretos de lo que pensabamos.... Diego ¿has conseguido algo?
La guardia os conduce hasta una pequeña oficina junto a la lonja. El olor a pescado es casi insoportable aquí. Ahí estáis todos apelotonados: viajeros, estibadores y corchetes, gritando todos a la vez y dando varias versiones distintas de los hechos al alguacil que, sentado detrás de una pequeña mesa, está empezando a perder la paciencia y amenaza con encerrar a todo el mundo durante unas horas para que se bajen los humos...
Si bien es cierto que Asier no llevaba mucho tiempo con sus nuevos amigos, al menos los conocía suficiente como para saber que la mejor manera de salir de aquella situación era la verborrea de Rodriego, así que le hizo un gesto con la cabeza invitándole a que tomara cartas en el asunto antes de que se terminará de desmadrar.
Diego, impaciente y nervioso, no paraba quieto en el sitio. Miraba alternativamente a Asier y a Rodriego como un niño revoltoso.
Le agobiaba el cautiverio y apelotonamiento. A menos que la cosa se aclarase en breve, soltaría un par de patadas en espinillas y entrepiernas para intentar abrir una brecha por la que poder escapar con sus compañeros...
Rodriego se aclara poderosamente la garganta, y se prepara para intentarlo de nuevo; la confusión es el momento adecuado para aturullar la mente del oficial, aprovechándose de que debe estar sobrecargada y esperando una solución al problema; seguramente lo único que quiere es irse a comer o tomarse un vino en la taberna portuaria más cercana.
Estimado y buen alguacil, funcionario de esta nuestra ciudad, dice Rodriego en Valenciano, alzando la voz, no deseaba interferir en vuesa labor, pero el tiempo apremia; mi amigo, el Marqués del Turia, ya debe estar preguntándose dónde está su enviado, el que debía acudir con sus sirvientes, enfatiza, refiriéndose a Diego y Asier, para comunicarle cómo se gestionan sus negocios de ultramar... nada me placería más que decirle el nombre del diligente alguacil que me escoltó a la entrada del puerto para que pudiéramos, raudos, acudir a su bien hallado hogar.
El alguacil, claramente, no quiere líos, así que le basta escuchar a Rodriego para decidirse a soltaros a todos y que cada uno vuelva a lo suyo. No quiere más problemas en el puerto al menos mientras sea su turno.
Una vez fuera de la oficina tenéis nuevamente a Valencia a vuestra disposición, si bien permanecéis atentos a nuevos problemas y a viejas incógnitas. ¿Por qué os atacaron esos estibadores?
Diego , en cuanto se quedan a solas, interroga a sus compañeros.
-¿que querían esos matones? ¿os dijeron algo?...-se rasca la barbilla- quizás podríamos buscarles en el puerto para averiguar quien es su pagador y aclarar las "cuentas pendientes".
- la clave no eran los matones - dijo el vasco - si no el tipo que les dijo que vinieran a por nosotros. Amigo Diego, antes de averiguar nada, tenemos una desagradable noticia que dar a una viuda.
-Si, es cierto amigo Asier-asiente el joven.-... luego podemos volver y ocuparnos de esos rufianes-añade ilusionado cual chiquillo.
-No perdamos más tiempo. Ocupémonos del encargo y luego.. ¡pongámos Valencia patas arriba!
Mira a Rodriego buscándo su beneplácito.
Rodriego había escuchado con interés la plática de sus compañeros.
Sí, marchemos prestos; lo que sí es cierto es que, de alguna manera, alguien sabía que llegábamos al puerto, o que no quería ser descubierto y por eso azuzó a esos rufianes... cualquiera de las dos posibilidades me preocupa.
Mirando la concurrida calle, se puso en marcha.