Partida Rol por web

MdD - La Orden de Atenea

El Camino del Inmortal

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12/04/2012, 17:35
James Johnson

Prólogo: Bienvenido al mundo.

En el mundo existen los humanos normales, los dioses y también los inmortales, sí, los dioses... y sí, también los inmortales. ¿Pero qué son los inmortales? No, mejor dicho: ¿Qué somos los inmortales?

Mmmm, ¿cómo explicarlo? Bueno, lo intentaré. Algunos somos famosos, otros no tanto; algunos somos artistas; otros, conquistadores; otros, políticos; otros, guerreros y también podemos ser matemáticos, filósofos, médicos, profesores, científicos... Os estaréis pensando que eso lo puede ser cualquier humano, pero es que somos humanos, tanto como tú, el desconocido que está leyendo este libro. No creo que tengas las ideas más claras que antes, por lo que me veo obligado a contarte mi historia, sí, la de un inmortal.

Pero te aviso, ¿esta historia puede parecerte fantástica? Sí, es fantástica, o eso pensaría yo antes de haberme convertido en lo que soy. ¿Inventada? No, no es inventada, todo lo que os voy a contar es real, ha pasado en este mundo, la Tierra.

¿Qué quieres continuar? Pues muy bien, no puedo evitarte que lo hagas, pero ya estás avisado, querido lector.

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12/04/2012, 19:11
James Johnson

Todo empezó cuando murió mi padre, viudo de mi madre, que murió al nacer yo. Mi padre había muerto cuando yo tenía doce años, y siempre me habían dicho que había sido en un accidente de coche.

Un día como otro cualquiera, un dos de marzo estaba yo en clase de ciencias, a punto de derrumbarme sobre mi libro de ciencias cuando entró el director de mi instituto en clase.

La clase era aburrida de por sí, era sobre las capas de la Tierra, que llevaba dando desde los diez años. La mitad de la clase se estaba quedando sopa, era un día de mucho calor en New York y se hacía insoportable. El efecto que causó la entrada del director en el instituto solo lo comprenderá aquel al que le haya pasado lo mismo. Fue como si explotara una bomba, todos nos erguimos en la silla como si tuviéramos un resorte.

Normalmente el director no interrumpía las clases, solo cuando era un caso de importancia, y lo último que esperaba oír ese día era:

-Señor Johnson, ¿puede venir un momento? - palabras que justo estaban saliendo de la boca del señor Rose - disculpe por todo señorita Adams - le dijo a mi profesora, bastante joven.

Cuando escuché tal cosa solo pensé que era inocente, y que mi tío Mike me castigaría. Yo vivía con mi abuelo, que curiosamente se llamaba Platón. Sí, Platón, como el filósofo aburrido que aparece en tu libro de historia, o a lo mejor en el de matemáticas. Mi abuelo estaría por motivos personales en Grecia un mes, y yo me había quedado con mi tío, que casi nunca estaba en casa y volvía borracho cuando yo me marchaba para clase.

Pensaréis: "¡Qué guay, un tío borracho, puedes hacer lo que te dé la gana!". Pues no, el tío Mike tenía una curiosa habilidad para enterarse de todo lo que pasaba en casa y en el colegio en su ausencia. En lo que llevo del mes con él ha hablado tres veces con mi tutora. No me extrañaría que no hubieran hablado sobre mí, ya que mi tío Mike se mantiene en forma y la Señorita Jackson es bastante joven.

Acompañé al director a su despacho y me dijo, con una voz amigable pero manteniendo las distancias:

-Siéntate James - me dijo el Señor Rose.

Me siento en una silla de su escritorio, quedando cara a cara con el director, que me mira y me dice:

-Bueno, no sé como explicarle esto, señor Johnson - empieza, con una sonrisa - pero su tío Mike me ha llamado explicándome que se cambia usted de instituto.

Cuando escucho eso me quedo anonado. ¿Cambiar de instituto? ¿Por qué? ¿Qué coño hace este viejo borracho? Miro al director y asiento.

-Bueno, estamos en la última clase de hoy, aproveche para recoger sus cosas y en la salida despídase de sus compañeros - me sugirió, me miró un momento y me tendió la mano - Suerte James - fue la primera y única vez que me llamó por mi nombre de pila - suerte, disfrute de la vida, como puede ver pasa volando - dice con una sonrisa. Impresionante, el Señor Rose acaba de hacer un chiste.

Salgo del despacho del director, me dirijo a mi taquilla, introduzco la clave al candado, 6412. Abro la taquilla, en ella hay unos pantalones de deporte rotos, varios libros, algún que otro bolígrafo sin tinta, un par de fotos de mis padres, una foto de mi equipo de fútbol, Los Leones, unos caramelos caducados y un póster firmado por LeBron James, de una vez que mi abuelo me llevó a ver un Knicks - Heat, de la NBA, que se jugaba en el Madison.

Metí todo en la mochila, me dirigí a la cafetería, compré una Coca-cola, fui hacia la entrada del instituto y esperé, tenía que despedirme de mis amigos, por suerte había contado con mi última novia hacía un mes y no tendría que pasar por una despedida extra-emotiva.