Una vez que Wendell agarró la lanza, intenté tirar de ella, aunque más bien me concentré en sujetarla solamente, y evitar ser arrastrado al fondo del agua jodeeeeeer, como tiras. Parece un caballo, cagón toooo justo cuando dije esto, una ventosidad se escapó, haciendo que aflojara un poco y mirara a mi alrededor, aunque por suerte nadie había yo que tú metería la cabeza dentro del agua le decía sonriendo a Wendell, aunque éste parecía más preocupado de no tragar agua y respirar, fuera lo que fuera.
Una vez fuera del agua, me senté a su lado dándole una palmada en uno de sus hombros lo hemos conseguidoooooo. Mira la cabeza de ese cabrón. Podemos mearnos en ella o hacernos un cenicero señalaba con la cabeza el lugar donde Uffrin había decapitado al legado, mientras seguía segando cabezas a diestro y siniestro.
Una vez recuperado, y todos los orcos decapitados, o aplastados por la furia de Hikra, me acerqué cuando Uffrin llegaba a preguntarle por su odio, asintiendo a la pregunta
Si, por favor, cuéntanos cómo llegaste aquí, como te hiciste parte de esto, cómo te aliaste con la resistencia, o ellos contigo. ¿Cuál es tu historia? porque todos tenemos un pasado doloroso gracias a Izrador y sus putas tropas.
Pero espera que recoja un poco todo esto, que nos vendrán muy bien. Usaremos las armas de nuestro enemigo contra ellos mismos, será una buena jugada. Ayudadme, venga, que yo solo no podré hacerlo digo moviendo las manos para alentar a todos, incluso al mismo Hikra hagamos un montón y lo llevaremos bueno, vosotros quiero decir, hasta donde tengo mi carro.
Jonad ayuda a Girolamo a amontonar todo lo que van a cargar luego. Tras eso se sienta listo para oir a su fomidable aliado. Estan alli sentado recuerda sus adoradas setas y que crecen cerca del agua. De modo que pasa de charlascharlas, se levanta y se va a buscar aquello que le mantiene un poco mas cuerdo.
Las palabras del mediano tranquilizan, por lo menos en parte, a Wendell - No se si un cenicero, pero no me molestaría darle un par de puntapiés para que incluso muerto se acuerde de nosotros - acota ante sus bromas mientras sacude su cuerpo, deseoso de sacarse la mayor cantidad de agua que resulte posible.
Como sus compañeros, el también está deseoso de escuchar el motivo de la furia de Hikra, pero no por ello deja de pensar en su estado físico, por lo que le propone a Girolamo - Podemos llevar esas armas y objetos, e incluso los que vimos en la cueva hacia Koln, donde tienes tu carreta, pero será un viaje difícil. Es mucha carga - le explica - Así que antes de salir creo que deberíamos descansar un poco en este lugar. Las aguas del lago antes resultaron beneficiosas, así que probablemente ahora también lo sean. Y lo cierto es que, habiendo acabado con todos los orcos no tenemos necesidad de salir corriendo. Es bueno poder aprovechar un poco de calma. No es algo que suceda con frecuencia -
Tras pensarlo un momento le propone - Quizás podamos hacer unas cuantas angarillas para poder llevar tantos objetos a la vez- aclara antes de sonreír al tener una nueva idea - Incluso quizás podamos encontrar el caballo que tenía el legado para que lleve parte de la carga. Así será aún más sencillo hacerlo. Incluso podríamos... No. No se si quedarnos con ese animal será seguro - finaliza dudoso, sabiendo que son pocos los propietarios de animales que no son siervos de la sombra.
- Pero podemos decidirlo después de escuchar a nuestro héroe - dice mientras señala al enorme elemental - Sin su ayuda no hubiéramos podido hacer lo que hicimos -
Por mi, primero escuchar historia de Hikra
Después descansar (y recuperar PG!)
Más tarde cargar el botín (Sigue pendiente por parte de Wendell tomar, si nadie la quiere, la capa restante)
Finalmente ir al pueblo llevando todo, incluso el caballo. Es un tema a discutir si nos lo quedamos o no.
– La sombra ser destrucción, ser corrupción – soltó el elemental en la lengua del comercio ante la pregunta del enano. – Hikra ha olvidado mucho, el tiempo es eterno, pero Hikra no ha olvidado al dios oscuro Izrador. No ha olvidado la gran batalla al final de la segunda era, ni el dolor de la derrota. Hikra ha perdido mucho, y poco le queda. Solo Aryth sobrevive, solo Aryth persiste. Hikra vive para Aryth, ha hecho un juramento que no romperá aún cuando los enanos y los hombres hayan desaparecido. Hikra seguirá luchando contra Izrador – explicó diciendo mucho y poco a la vez.
Mientras Hikra hablaba, el enano no perdía el tiempo y daba cuenta de los orcos moribundos que se resistían a caer por completo en la oscuridad que le ofrecía su oscuro amo. – Descansad, ya llegar problemas solos, pronto o tarde, siempre venir aquí – exclamó Hikra dando su consentimiento para que descansarán allí, al menos aquella noche. – No hablar hoy del pasado, heridas abiertas. Mañana quizá, la vida fluye en el manantial, avances las palabras brotar por si solas – respondió a la insistencia de contar su historia.
– En cualquier caso – exclamó Fríamente Arvin – no podríamos cargarlo todo esta noche, descansemos y mañana podremos viajar. Pero mejor será viajar hacia el territorio enano, pues sería ridículo poner ahora en riesgo al poblado. Podemos viajar y traer la carreta y de allí partir y reunirnos con la rebelión, a fin de cuentas ya estamos metidos en esto. Quizá Manfred y otros quieran dar la vuelta, yo no, si ya llegué hasta aquí, quiero ver que más hay en las montañas y si es posible, matar a uno que otro legado más. Yo también tengo una deuda que saldar del pasado – dijo a sus compañeros, dando por sentado que aquel combate la había forjado el deseo de unirse a la lucha plena contra Izrador.
– Manantial puro. Corrompido ahora. Impureza debe ser borrada. Orcos ser llevados al pantano. Hikra no poder salir del manantial. Ustedes ayudar ahora. Aryth lo exige – interrumpió el elemental dejando las palabras soñadoras e interrumpiendo las ideas de los héroes sobre el botín conseguido. Y es que ciertamente aquellos cadáveres podrían levantarse en cualquier momento como caídos. Y si eso fuese ya un problema, tenían una deuda con Hikra, pues sin el no habrían triunfado, lo menos que podrían hacer sería limpiar su hogar de toda aquella podredumbre.
Todos: Decidan cuantos días se quedan, y no olviden dejar en claro (en notas) que cosas del botín toman para uso personal, lo demás, según entiendo, ira a la carreta. Aunque hay que checar la capacidad de esa carreta que creo que ya llevaba algunas cosas encima.
Todos: Si se quedan más de tres días allí, tienen derecho a hacer tiradas de diplomacia para forjar amistad con el guardián del manantial. Quizá tengan suerte y les cuente algunas cosas más.
Todos: Solo para no dejar cosas vagas, abajo está el corcel del legado atado a la entrada de la cueva, alguno de ustedes lo verá tarde o temprano.
Todos: Mika anda por allí.
Todos: Ayudad al pobra Hamil.
Todos: Y claro está, ¿Que harán con el collar de la familia Greatmill?, de momento lo tiene Manfred pero el jugador ha desaparecido.
Todos: Prolongaré un poco la escena para cerrar el arco, noten que voy dando pie a su unión a la rebelión algo a lo que están de cierta forma obligados, pues como bien saben ya, este trasfondo va de héroes a lo “Señor de los Anillos”. Pero igual podemos platicarlo si tienen una buena idea al respecto para ir atándolo todo.
Mientras el elemental hablaba, Wendell revisó las armas y armaduras que los orcos y el legado, no necesitarían más. Sus ojos, entrenados revisaron la calidad de las mismas sin detectar nada reseñable "Mi padre podía hacer armas mejores que estas" no puedo menos que plantearse, mientras recordaba el tiempo que había pasado con él en la fragua
- No es mala la idea de traer aquí la carreta - reconoció el defensor antes de dirigirse a Girolamo - Siempre que estés de acuerdo, por supuesto - Tras una pausa emitió su opinión profesional - Las armas no son gran cosa, he visto mejores. Pero tampoco son de mala calidad. Si realmente continuamos hacia territorio enano es probable que a ellos les interesen -
Como cada vez que expresaba una idea medianamente compleja observó a Ulfrin para ver si lo había entendido e intentó repetirlo en su propio idioma. Sabía que era incapaz de hablar su lengua, pero así como había aprendido, en algún momento, unas palabras de mediano que le permitían una comunicación básica con los miembros de esa raza, estaba determinado a conseguir lo mismo con los enanos
- Armas... no malas. Creer enanos querer? - chapurreo más que habló en lo que el creía que podía pasar por idioma enano. Su pronunciación era, a todas luces, espantosa, pero tenía la esperanza de que fuera inteligible para su compañero.
Sin embargo, ni su mente ni su lengua eran capaces de mantener una conversación en ese idioma, por lo que casi sin darse cuenta volvió a la lengua del comercio - Aunque necesito descansar, creo que Hikra tiene razón, antes que nada deberíamos sacar a los restos de estos orcos y lanzarlos al pantano. Luego podremos decidir que hacer -
- Me gustaría, de cualquier manera, ser uno de quienes vayan al pueblo, por lo menos en cuando se cierren algunas de mis heridas - comentó - Hay un amuleto que debemos devolver. Y quizás podríamos llevarles parte de las provisiones que había en la cueva. Seguramente las necesitarán -
Tras una pausa añadió - Y deberíamos llevar al pequeño. Después de todo es su hogar -
Mi subida de nivel incluirá Enano a nivel dialecto, así que empiezo a "intentar hablarlo"
Objetos para Wendell: La capa de calidad, (no las botas)
Si entendí bien, por ahora el manantial no sigue curando por estar infectado por lo orcos, no? Si es así (y considerando que ya sería nivel 2) Wendell necesitaría por lo menos 4 días de curación (o 2 si no hace nada). Podemos esperar 1 día; ir hacia el pueblo, entregar la comida (que llevaríamos en el caballo que "encontraríamos" al sacar a los orcos de la caverna) y el collar y volver con la carreta Y el caballo. Y luego esperar otro día antes de cargar el resto de los objetos e irnos.
Pregunta, Más allá de que está claro que habría que sacar a los orcos muertos del lugar, el enano les está cortando la cabeza; con eso no alcanza para que no "despierten" como caídos?
Respecto a Hamil, Wendell no está demasiado preocupado. Si alguien lo cura no lo va a impedir, pero lo considera demasiado caprichoso como para ocuparse "personalmente" de el.
Cuando mi tarea de acabar con los heridos ha terminado, me acerco nuevamente al cuerpo del Legado atraído por el brillo de su símbolo sagrado. Lo recojo de él y lo miro con rabia. Escupo sobre él pero luego lo guardo pues será un buen recuerdo para demostrar que acabamos con uno de estos hijos de puta, a la vez que deseo poder acumular muchos más de estos.
"Sería una excelente colección, saber que porto uno de estos por cada Legado asesinado y que son cada vez más. Bueno, para eso, hay que empezar con el primero."
Entonces escucho a Hikra y lo que dice es cierto, pues hay que sacar de acá los cadáveres de los orcos, pero no solo eso:
- "Tambem Resistencia muerto. Deber quemar digno."
Digo mientras les recuerdo a aquel miembro de la Resistencia que se quedó y murió en nuestros brazos. El pobre no merece terminar en un pantano despertándose como un Caído. Merece un funeral apropiado para un guerrero justo.
Lo que dice Arvin no es mala idea, aunque ir donde mis hermanos enanos solo volverá a aflorar el dolor que siento por mi pérdida y no sé si merezco pararme a su lado otra vez. Simplemente no lo sé y temo el juicio que me diga que no.
"No tengo el honor que un enano debería tener. No quiero sentir sus ojos sobre mí estando en vergüenza."
Pero la verdad es que es mucho más sabio que seguir pasando penurias en las tierras de los humanos, hostiles a mi raza. Recojo un vardatch y lo sopeso antes de guardarlo. Justo entonces Wendell me habla en un tosco enano antiguo, por lo que le sonrío (por primera vez desde que me conocen) y le respondo en Lengua del Comercio:
- "Buen metal, harto. Hacha muchas salir de estos. Metal bueno pra guerra y guerra nunca acabó pra nos."
En este mundo no hay una moneda, por lo que portar los materiales, como el metal sobre todo, es la mejor manera de conseguir algo de valor. Para los enanos, la guerra contra la Sombra no acabó en estos cien años sino que sigue día a día, por lo que cualquier metal con la que forjar un arma es algo valioso.
Me dispongo a ayudar a sacar los cuerpos para disponer de ellos mientras opino del plan:
- "Deber descansar después de cuerposes sacar. Curar heridos, Hamil. Despúes, volver pueblo buscar carretra, devolver niño y medalla, pero yo quí quedar. Peligrosio pra mí y Koln, mejor quí quedar-mi. Proteger esto en ausencia sua."
Con ya todos los planes listos, me pongo mano a la obra, sabiendo que la primera y más desagradable tarea debe ser cumplida y mientras antes se empiece, antes se terminará. El cuerpo del Legado también debe ser sacado para que así no contamine estas sagradas cuevas que, tarde o temprano, espero le vuelvan a servir de refugio a quien se atreva a luchar contra la Sombra.
Me quedo entonces, de la pelea final, con:
Todo eso es para uso personal. Aparte de eso, unas cuantas Vardatch para negociar, lo que me alcance antes de andar sobrecargado.
Mientras Hikra nos cuenta su historia, asiento a sus palabras de dolor. A pesar de mi raza, también había sufrido, tanto mi familia como yo, pero por fortuna habíamos sabido buscarnos la vida gracias a que la sombra nos aceptó como un mal menor. Sin embargo, a mi paso, siempre veía el dolor que había dejado la sombra a su paso, y el que seguía dejando allá donde iba.
De acuerdo con el resto, ayudé como pude a sacar los cuerpos de los orcos de la caverna estos harán una buena pira para asar morcillas digo mientras intento tirar de uno de los pies del orco como puedo. Finalmente, opté por llevar las cabezas, más fácilmente transportables.
Qué, cabronazo, ya no eres tan temible ¿eh? le decía a la cabeza del que había sido el jefe de los orcos subiéndola hasta la altura de mi cara con una sonrisa
Tras un rato moviendo cuerpos, y nuevamente en la caverna estoy de acuerdo en que nos quedemos unos días más para recuperarnos del todo. Aunque no me guste, finalmente luchó por nuestra causa, y creo que debemos intentar que sobreviva comento mirando a Manfred y Jonad, quienes habían destacado, uno por su causa samaritana y el otro por sus dotes de sanación
Luego haremos lo que ha dicho Uffrin, iremos al pueblo a devolver al niño, el colgante, dar las buenas nuevas y recoger nuestras cosas. Una vez de regreso podríamos ir a visitar a mis tios Krommar e Idara. Creo que mi primo se había unido también a la resistencia, y mi prima Caerwyn se había casado con un enano del clan, Lodbrog.
No tenía demasiado claro cuáles serían las intenciones del resto, pero andar por las montañas sin rumbo fijo no lo veía como una buena idea. De esta forma tendríamos un destino fijo y ya, desde allí, podrían informarnos de la situación y ya ver qué hacer.
Y debían de hacer la pira en honor al rebelde que dio su vida por proteger el lugar, claro.
Raciones (las que el grupo me permita xD)
Son 22 raciones. Se dividirán y ya está, para que todo el mundo tenga las suyas. Si somos 6 tocamos a 3 y sobran dos, para hamil si sobrevive.
Aparte de eso, unas cuantas Vardatch para negociar, lo que me alcance antes de andar sobrecargado.
Supongo que todo eso lo llevamos en un fondo común para poder negociar luego con todo.
Por cierto, yo me quedo la ballesta ligera y lo cambio por el arco corto.
El mediano llego frustrado a donde estaba el resto sin encontrar lo que buscaba. Empezaba a preguntarse si no sería mejor dejar aquellas setas ¿cuanto llevaba sin tomarlas? ¿todavía estaba bajo sus efectos?... Miro a sus compañeros, al elemental, a todos los orcos y el legado muertos. Quizá ya no las necesitaba. Las tomaba para evadirse del dolor, pero con este grupo, luchando contra la sombra... Había logrado también ese efecto.
Hamil seguía herido y puesto que él lo había atendido en un primer momento se acerca para "levantarlo".
Jonad se arrodilla junto a él y uso las mismas palabras con las que había curado ya a varios. -Sanar. El poder de esas palabras en sus labios había quedado demostrado. No lo dejaría como nuevo, pero quizá si podría moverse.
Uso curar heridas menores sobre Hamil.
Cuando DURGHALL llegó junto al Legado (en parte escapando también un poco, si bien inconscientemente, del imprevisible carácter de su aliado elemental), este se encontraba ya tumbado en el suelo, completamente inmóvil y a merced de la certera hoja del enano.
Aquello había causado estupor en el norteño. Pues había podido observar con sus propios ojos como el enemigo se derrumbaba sobre sí mismo, completa y repentinamente inconsciente. Y sin que nadie más lo hubiera tocado siquiera. Recién ahí cayó en la cuenta el dornita de que había unos cuantos orcos en aquel mismo estado. Como sumidos en un trance que los había abrumado de repente, y del que no podían despertar.
Con las prisas y la tensión del combate, DURGHALL no había prestado atención a aquel portento. Y había dado por sentado que los enemigos abatidos eran el resultado simplemente de los certeros ataques de sus compañeros. Particularmente, de aquellos que tenían armas arrojadizas, o que lanzaban todo tipo de proyectiles a distancia.
Sin embargo, ahora que el silencio volvía a posarse sobre la caverna, el bárbaro pudo por fin echar un vistazo a su alrededor para analizar la situación. Y cuando la comprensión irrumpió finalmente en su mente, no pudo más que dejar caer la grotesca clava que sostenía en su callosa manaza y derrumbarse sobre sus propias rodillas.
Algo absolutamente extraordinario había ocurrido allí. Algo que no alcanzaba a comprender del todo, y que en cierto punto, lo llenaba de desconfianza. Pero junto con aquel nuevo misterio, llegó también la certeza de su triunfo. Pues aún pesar de todo, de su debilidad y de lo apurado de su situación, del poder y la fuerza de sus enemigos, habían acabado hasta con el último de ellos. Y quizás más importante, habían logrado sobrevivir otro día...
Observando la muerte y la sangre a su alrededor, DURGHALL no pudo evitar que su mente vagara por aquellos días lejanos, cuando victorias como aquella todavía podían festejarse de tanto en tanto. E inmediatamente después, sin que pudiera contener sus emociones, las imágenes de sus seres queridos acudieron a su memoria.
La visión de su amada Kylee lo asaltó de repente. Todavía llevaba al pequeño Quinn en brazos, pero una serena sonrisa iluminaba su rostro. Ormond y Dunstan también estaba allí. Y la pequeña Lyall llevando consigo un enorme ramo de flores azules, que seguramente había juntado del pequeño claro que frecuentaba junto al lago.
Todo era tal cual lo recordaba. Tal cual había sido, antes de que la Sombra oscureciera su espíritu, volviéndolo amargado y solitario... derrotado. Bueno, todo, excepto Connor. Pues al rudo norteño le costaba recordar las facciones de su hijo mayor. Sin embargo, antes de que pudiera indagar más en aquel misterio, un ruido brutal y desagradable, como el de un melón maduro estallando contra el suelo, lo sacó abruptamente de sus ensoñaciones.
Al alzar la vista, DURGHALL pudo ver al enano incrustando su hacha entres los sesos del Legado. Y continuar luego repitiendo aquel mismo procedimiento en cada uno de los orcos que aún yacían inconscientes en el suelo de la caverna. Aquello terminó por despabilarlo. Pero el fornido bárbaro ya no tenía fuerzas para nada. Así que simplemente se recostó sobre las irregulares paredes de la cueva y permaneció allí tendido un buen rato, con una amarga sonrisa en el rostro, pero una extraña y renovada luz en la mirada.
Aquel amanecer no fue del todo victoriosa. No por que la batalla no hubiese sido gloriosa, digna antaño de un cantar entonado por los mejores poetas, o digna de una gran fiesta; la cuestión era que no solo era inviable festejar, sino que tendrían que pasar el resto de la noche y la madruga siguiente llevando todos los cadáveres de los orcos, Konut, Tolmer y el propio legado fuera de la cueva, hasta el pantano, para arrojarlos allí y dejar que se pudran lentamente, alimentando a la ponzoña que allí moraba.
Aquella misma noche, Jonad había usado sus capacidades sobrenaturales otorgadas por Aryth para sanar al maltrecho Hamil, el cual pudo levantarse un par de horas después de terminada la batalla mientras los héroes cargaban uno a uno a los orcos. En un principio estuvo muy herido como para hablar y simplemente aceptó ser llevado hasta el manantial más arriba para que sus heridas fueran sanando con el pasar de las horas. Más tarde, su orgullo lo obligó también a callar, pues había sido derrotado de forma humillante no una, sino dos veces ya, y en ambos casos se habían obtenido formidables victorias en las que el había sido un inutil. Quizá, como dijeran algunos de aquellos héroes, Hamil no estuviera listo para aquello, pero no iba a decirlo, no iba a aceparlo; y menos aún iba a decir que había sentido miedo, tanto miedo que, si más de un orco hubiese cruzado la orilla de la poza durante la batalla, no habría dudado en pasarse al otro bando y traicionar a los héroes por la espalda. Nada de eso diría, ni en aquella noche ni en ningún otro día, no mientras su vida durase. Y así, el resentimiento a aquellos héroes iban naciendo en su interior sin que el propio Hamil fuese verdaderamente consciente de ello.
Por su parte, el pequeño Mika permaneció toda la noche junto al manantial al cuidado de Hikra, a pesar de que este mismo había insistido a Manfred el no separarse de ellos. Pero las reacciones de muchos, ya cansados de que el mozalbete no parece de estorbar, obligaron a Manfred en ser firme con el y obligarle a quedarse atrás.
Con la llegada de la madrugada, el sol radiante pero oscurecido por el poder de Izrador dio paso al día, y con el las labores habían terminado. Los héroes, más cansados aún que durante la propia batalla, descansaron allí junto a Hikra; permaneciendo con el varios días, hasta que sus heridas estuvieron sanadas y pudieron partir, hasta aquel momento, sin un rumbo fijo.
Paso a dar fin a la partida. Quizá doy un corton de golpe al final sin dejar de desarrollar los eventos, pero realmente no era mi intención meterme de lleno en la historia del prologo, si no más bien preparar a los personajes para una gran campaña, allí si prometo que podrán desenvolverse mucho con el trasfondo más allá de un combate y una persecución.
Un par de días después de permanecer en el manantial, descansando y disfrutando de uno de los pocos lugares de Aryth que aun mantenían su belleza impoluta, el grupo tuvo que partir a Koln para devolver tanto a Mika como para entregar el amuleto de la familia Greatmill, los ancestrales gobernantes de aquel poblado. Allí no solo dejaron a Mika, sino también a Hamil y a Manfred. El primero habría de partir, sin un rumbo declarado, o que le interesase a alguno de los héroes. Manfred por su parte, decidió hacer allí su vida, pues le había tomado cariño tanto a Mika como a aquel poblado y a su familia gobernante. Manfred creía que sería más útil allí como sanador que buscando una aventura en las montañas combatiendo contra la sombra.
Y es que, el resto de los héroes, tras hablar con Hikra durante dos noches sobre Aryth y su poder, habían entendido ya que el mundo mismo se oponía a Izrador, y que si este dios oscuro tenía sus legados, Aryth tenía sus héroes elegidos para enfrentar a la sombra, y ellos mismos eran algunos de esos elegidos. Aryth los había llamado a luchar por la libertad en contra de Izrador y todos ellos habían aceptado.
A su regreso, tras transportar alimentos al poblado y recoger la carreta de Girolamo con sus pertenencias, el grupo regreso hasta las cavernas de la lagrima caída para pasar varios días más con Hikra, aprendiendo de él sobre los espíritus del mundo, atrapados tras la ruptura. Tras tres días más de estadía en el manantial, el grupo partió con la convicción firme de unirse a los rebeldes. Aunque quizá harían algunas visitas en el camino, pues Girolamo parecía conocer a varias personas por la zona. Pero al final, su meta era clara, derrotar a Izrador, y solo el tiempo diría si lo conseguirían, aunque sin duda alguna, sus vidas se llenarían de gloria, y sus batallas serían cantadas por generaciones y recordadas por muchos.
Jonad y todos: No hago mención a Jonad por que si bien ya no continua en la historia, tampoco es que no sea un gran jugador de esta partida. Creo que el mismo puede darle el final que guste a su personaje considerando que, lo más lógico es que no acompañase a los demás a las montañas.
Todos: Ganan la amistad de Hikra, pueden considerarlo su aliado hacia el futuro, nunca se sabe que vueltas de la vida.
Todos: Les invito a poner sus reflexiones finales para sus personajes. Consideren que marchan hacia las montañas con el fin de unirse o bien a los rebeldes o bien a la lucha contra Izrador. Y que llevan con ustedes todas sus pertenencias para comerciar con los enanos en cuanto tengan oportunidad.
Los días habían pasado más rápido de lo que Wendell creía posible. No solo le habían servido para perfeccionar, o por lo menos comenzar a entender algo del idioma enano bajo la tutela de Ulfrin, sino para ocupar el tiempo en entrenamiento de combate.
Tras horas de práctica, sus golpes resultaban más precisos y sus movimientos más ágiles. No solo había aprendido a mover su cuerpo más rápido, hurtándolo de las espadas de madera que utilizaron durante el entrenamiento, sino a acercarse hasta la retaguardia de sus amigos a una velocidad que sus propios compañeros estimaban imposible. Incluso hasta sus saltos recorrían más distancia y su equilibrio, naturalmente muy bueno, había mejorado.
Incluso, para su sorpresa y las de sus compañeros, había perfeccionado la técnica que alguna vez le habían enseñado y realmente nunca había comprendido, de imprimir a sus golpes una potencia que aturdía momentáneamente a quien los recibía. Claro que quienes fueron objeto de sus golpes de práctica no se lo habían agradecido.
Sin embargo, más allá de su desarrollo físico, lo que realmente había cambiado en el defensor eran sus objetivos. Hasta el momento había combatido a los orcos y sus legados solo por venganza. Después de todo, se trataba de quienes habían torturado a su padre hasta que el mismo se vio obligado a darle muerte. Ahora entendía que la venganza no alcanzaba. Que la presencia de Izrador y sus servidores era algo malo por si mismo y no solo por el daño que causaban a sus semejantes. Que combatirlos era algo que merecía ser un objetivo por si mismo y no solo para compensar el dolor que sentía por la muerte del viejo herrero que lo había criado.
La idea de ir a los montañas lo atraía cada vez más. Después de todo los enanos siempre habían sido una espina clavada en el corazón de la maldad y conocerlos y si resultaba posible, ayudarlos en su tarea era un objetivo lo suficientemente noble y heroico como para llenar sus sueños. Sobre todo ahora que, gracias a la presencia de su compañero era capaz de hablar con ellos... o, por lo menos, hacer algo parecido a conversar.
Jonad pasaba las horas escuchando al elemental. Guardaba tanta sabiduría que el mediano quedaba mirándolo boquiabierto oyendo sus historias. Se estaba fraguado una amistad entre ellos. El pequeño comenzaba a considerarlo como un ser de adoración del que no quería separarse. Por eso se pasaba las noches dándoles vueltas a la cabeza sopesando posibilidades... Hasta que una mañana la decisión estaba tomada.
Se puso frente a todos a la hora del desayuno y hablo en la lengua del comercio. -Amigos. Eso sois para mí. Veo fuego en ojos, como en los míos. Luchareis. Os rebelareis. También yo... Su cara mostró pena por primera vez en días. Estaba "limpio" por primera vez en meses. -Pero ahora solo ser estorbo. Yo quedar. Hirak enseñar. Caminos cruzar. Sonrió sabiendo que eso último era poco probable.
El mediano tenia los ojos llorosos. De verdad le costaba separarse de los que consideraba sus amigos, pero a partir de ahora se volvería más peligroso y el no estaba preparado, debía ser honesto, al menos no todavía. De su cuello se quita un *colgante artesanal, echo por el mismo. -Gracias amigo. Siempre estuviste ahí para escucharme. La barrera del idioma fue dura, pero siempre te tuve ahí cuando más aislado me sentía. Dijo en mediano. Continuo. -Quiero que tengas esto. Entrego el colgante a Girolamo. -Te dará suerte.
El mediano se aleja entonces del grupo, no quería más despedidas ni verles partir. Si lo hiciera quizá se arrepentiría de dejarles.
*El colgante ya queda a criterio del marter si tiene alguna propiedad que realmente de suerte o solo es un objeto decorativo. No lo describí para que le deis la "forma" que mejor os parezca.
Los días pasaron en las cavernas, mientras el grupo se reponía del cansancio y las heridas de la batalla. En esa relativa calma, no solo pudimos mejorar nuestras relaciones y conocernos un poco más, sino también a Hikra, el extraño y poderoso guardián del manantial, quien nos habló de cosas que muchos de nosotros ni siquiera imaginábamos y que solo es una muestra más del daño que Izrador causó en el mundo, granjeándole aun más enemigos de los que esperamos.
Hamil estuvo callado en todo ese tiempo pero, más allá de que no soy una persona demasiado conversadora, le hice ver mi opinión antes de verlo partir hacia pues yo decidí esperar en las cavernas en vez de arriesgarme nuevamente en las tierras de los humanos:
- "Tú... puedes serr un guerrero del bien... si lo deseas. Ya hiciste lo más difícil, que es oponerrte a la Sombra y enfrentarr... enfrentarrla. Caer derrotado no importante... no es importante. Lo importante es lucharr y no rendirrse. Mi pueblo tiene un viejo dicho: "Solo el que se rinde es derrotado realmente. Aquel que muerre luchando, gana por siempre". Tú tienes años para mejorrarr tu técnica, pero el valor de levantarrte ante la injusticia ya lo tenerr... tienes. No lo pierrdas nunca, Hamil."
Después de harto entrenamiento, mi soltura con la Lengua del Comercio mejoró lo suficiente para hablar sin mucho miedo a no ser entendido, solo debiendo hacerlo más lento y no perdiendo el cargado acento de la lengua enana, que vuelve más intensas mis erres.
Esas palabras fueron mi despedida hacia él, de quien guardo buenos sentimientos pues luchó y eso es más de lo que la mayoría de los humanos cobardes de este mundo hacen. Me habría gustado que fuese con nosotros, quizás hasta le habría enseñado a luchar para que fuese más útil, pero eso no sucederá pues el chico decide buscar su propio destino. A Mika solo le dediqué una sonrisa. Siempre sentí que el niño no debía acompañarnos hasta las cuevas pues corrió más riesgo que si hubiese vuelto solo al pueblo por un camino que ya habíamos despejado. Ahora, en cambio, ha pasado varios días alejado de su familia y conoce secretos que le ponen en grave riesgo.
"Pero no es culpa suya, sino del blando de Manfred."
Cuando este último nos dijo sus intenciones de quedarse en Koln, asentí y le ofrecí la mano. Es un buen aliado y su magia fue imprescindible para vencer pero su carácter no está hecho para la lucha contra la Sombra y es mejor que use sus habilidades para ayudar a otros sin tener que tomar decisiones difíciles.
Esperé a que volvieran con la carreta del pueblo, mientras me ocupaba en hablar con Hikra y mantener un estricto entrenamiento con mis armas, evitando así el oxidarme y volverme más estorbo que aporte. Muchas habilidades son útiles en la guerra que sostenemos pero al final, siempre es el cruce de acero el que determina al vencedor.
Cuando estuvieron de vuelta, ayudé a cargar las cosas en la carreta y estar listo para el viaje, momento en que Jonad nos da la mala noticia de que decide quedarse. Quizás la guerra ha sido mucho para él y desea quedarse para desarrollar sus habilidades hasta ser más útil. Me acerco a él y le ofrezco la mano con un semblante serio pero amigable:
- "Amigo, si es nuestro destino, nos volveremos a ver. Que los ancestros te guarden por siempre."
Es cierto que no fue el mejor luchador pero, a igual que Hamil, fue un grito de libertad que se dejó resonar con la fuerza de una voluntad. Su ánimo, sus sanaciones y verle a pesar de su pequeño tamaño enfrentando a la Sombra es todo lo que necesitamos para continuar nuestra lucha. No dudo que en un futuro será un elemento de gran valor en la rebelión, pero eso será cuando él lo decida, no nosotros. Hasta entonces, nos iremos con sus buenas intenciones y él viajará con nuestros buenos deseos.
Me despedí de Hikra, también con muy buenos deseos, agradecido de su gran capacidad para el combate y todo lo que nos ha enseñado así como el manantial que ha sido tan útil para vencer y sobrevivir. Finalmente, viajar hacia las montañas, a las tierras de mis hermanos para unirnos a la guerra de verdad, parece ser el destino apropiado para quienes ya no se contentarán con victorias menores y en quienes la verdadera llama de la esperanza se ha encendido.