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Internado Wittenham - Exterior

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18/12/2014, 02:31
- Director -

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18/12/2014, 02:43
- Director -

El sol brillaba y el cielo estaba despejado, anunciando un glorioso y espléndido día. El inicio de un nuevo año escolar podía ser una tortura para muchos estudiantes, pero no para los estudiantes del Internado Wittenham (O la gran mayoría, claro). Un año más el prestigioso instituto abría sus puertas para los jóvenes y afortunados estudiantes que asistían. Estudiantes orgullosos de sus apellidos, de las tradiciones y los largos legados y riquezas de sus familias. Otros, en cambio, son afortunados de estar en el lugar, quienes han ganado la oportunidad de estar allí gracias a sus grandes dotes y talentos que Wittenham les ofrece perfeccionar dentro de las paredes del establecimiento.

Un colegio con renombre, historia y excelencia. No son pocos los estudiantes que han atravesado sus estudios primarios y secundarios dentro de Wittenham y han logrado terminar en importantes puestos de trabajo. Hay quienes lograron la fama y el reconocimiento, quienes gracias a su beca en Wittenham han logrado crear su propio imperio, quienes han triunfado en el ámbito del deporte, del arte o empresarial.

Wittenham es un sueño, sí. Y hoy se abre un nuevo capítulo en la historia del instituto, pero ciertamente un capítulo diferente al de todos los otros. Este año se respira diferente, muchos lo presienten, aunque no pueden definir si será mejor o peor. Pero el entusiasmo de reencontrarse con sus antiguos compañeros o conocer a los nuevos es aún mayor y hace que apenas noten el cambio. ¿Qué nos traerán los brillantes e ilustres estudiantes del Internado Wittenham? Será cuestión de tiempo para saberlo.


Un desfile de coches de alta gama y limusinas iba pasando lentamente frente a las puertas del Internado Wittenham, mientras sus pasajeros se bajaban momentáneamente. Primero bajaba el chofer, abría las puertas, bajaba el resto de la familia (Se podía identificar a los padres y uno o dos hijos vestidos con el uniforme de Wittenham), los padres se despedían de sus hijos, el chofer bajaba el equipaje y se lo entregaba al personal del internado, mientras los hijos se dirigían dentro del edificio para reencontrarse con sus compañeros, compartir sus experiencias y sus vacaciones a aquel destino exótico de moda, si es que no se han encontrado allí.

El proceso se repite varias veces hasta que todos los estudiantes del Internado Wittenham llegan al lugar. Aunque claro que hay excepciones. Algunos estudiantes llegaban en autos destartalados con familias numerosas pero alegres, se despedían con efusividad de ellos mientras cargaban con sus propias maletas haciendo malabares con ellas, hasta que un empleado se dignaba a ofrecerles ayuda. Otros llegaban en taxies o en grupos. Se podía ver a simple vista que aquellos estudiantes eran la mayoría de los becados.

Dominique, a diferencia de muchos estudiantes, venía sentada sola en el fondo de la limusina. Su padre y sus abuelos habían quedado atrás en Inglaterra, Rory no podía acompañarla hasta Estados Unidos ya que tenía asuntos de su trabajo que atender. Pero eso no le afectaba mucho a Dom, estaba acostumbrada a la ausencia de su padre, y más aún pasando su adolescencia en un internado.

Aún no sabía qué motivo había tenido su padre para enviarla a Wittenham, del otro lado del océano, en donde no conocía a absolutamente nadie. ¿Qué lo había motivado para cambiar a su hija de institución? Dom hizo un repaso mental, no, no se había comportado de mala manera. Su padre no le había dicho que se tratara de un castigo. Sólo le dijo que "Era una buena oportunidad para cambiar, renovarse y ver las cosas" ¿Ver qué? Era todo un misterio para Dominique.

Finalmente la limusina se detuvo frente a las puertas del Internado Wittenham, abiertas como en señal de bienvenida. Desde sus vidrios polarizados, Dominique pudo observar a varios estudiantes subiendo por las escaleras, reencontrándose y abrazándose con efusividad. Suspiró en silencio, empezar de cero iba a ser difícil, pero no complicado.

El chofer abrió la puerta y los rayos de luz inundaron su rostro, haciendo que tuviera que parpadear un par de veces hasta acostumbrarse a la luz solar. En Inglaterra no tenían tantos días soleados como hacían en Estados Unidos.

Pudo ver como unos empleados de Wittenham intercambiaban unas palabras con el chofer y se llevaban su equipaje dentro. 

-Puede ir entrando, señorita Lynch. Allí le darán indicaciones - Le informó el chofer, antes de subir a la limusina y retirarse por donde había venido.

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18/12/2014, 03:34
Dominique Lynch

Después de un suspiro, Dominique bajó de la limusina. Lo cierto era que no se sentía lista para otro año escolar, y menos en un establecimiento tan exigente como el que tenía enfrente. 

Estaba llegando al internado más extravagante que había visto hasta ahora, a pesar de que estaba acostumbrada a esta clase de lujos. Su padre esta vez se había lucido, pero lo cierto era que cuanto más lujoso; más exigente. 

Arreglándose su sweater gris, se decidió a entrar por fin al dichoso lugar. Observaba a los estudiantes que después de el largo receso vacacional, se saludaban animosamente. Sin embargo, por alguna razón Dominique se sentía acostumbrada a la soledad que en ese momento la acompañaba.

Siguió caminando por el extenso camino hacia el edificio, entrando con mucha seguridad cuando por fin llegó. Los arcos de mármol pulido, las pinturas de famosos y antiguos artistas (quien sabe si las originales) y la impetuosa alfombra de colores bordó y verde. El hall podría ser un sueño para los que no están acostumbrados, pero inclusive a alguien como Dominique le maravillaba. Apreciando el lugar, y mirando hacia todos lados, se puso a esperar si alguien se acercaba a ella a darle las indicaciones que esperaba.

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18/12/2014, 04:35
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23/12/2014, 17:54
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