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1969, el año del amor.
La guerra fría entre los Estados Unidos de América y los países del Eje mantiene al mundo temeroso de una nueva Guerra Mundial. Con Inglaterra fuera de juego, Francia ocupada por los alemanes y Japón convertida en una nación pacifista, nadie se atreve a aventurar que rumbo tomará el mundo. Salvo que será uno sangriento. ¿No lo es siempre?
En mitad de la tensión, Otto Fahrenheit, el mejor agente del Eje, ha decidido seguir las indicaciones de su führer para encontrar la clave que desestabilice la balanza a favor del creciente imperio nazi. Fallaron al encontrar el Arca Perdida de la Alianza, el Santo Grial se les escurrió de las manos. No pasará lo mismo con la lanza de Longinus. El führer asegura que el arma se encuentra cargada con el poder de Dios y que cualquier ejército que marche con ella será invencible. Ese cabrón se agarraría a un clavo ardiendo si pensase que eso pudiera darle la victoria.
Por desgracia, esta vez ni el Dr. Jones ni el otro Dr. Jones podrán impedir que los malvados planes se cumplan. Los héroes también se hacen viejos. Tienen un indicio de donde puede encontrarse la lanza, pero necesitan alguien que les haga el trabajo sucio; personas (o casi) a las que no les importe mucho su pellejo y quieran lanzarse a una carrera contrarreloj contra el mejor agente de la inteligencia alemana.
Recorrerán el mundo desvelando misterios, enfrentando las fuerzas del Eje, del mal y quien sabe que más. Para esta aventura se necesitan redaños, capacidad para aceptar la letalidad absurda del mundo y abrir la mente a lo imposible, porque si el objetivo es detener una futura guerra buscando una reliquia bíblica, todo es posible.
Simios con armas semiautomáticas, la posibilidad de pilotar toneladas de metal con grandes cañones, maldiciones de antiguos dioses, alocados avances científicos, portadas repletas de mujeres de siluetas imposibles con poca ropa y hombres atléticamente perfectos, munición infinita para uso y disfrute ¿Quién da más?
Las fuerzas del Eje no ganaron la guerra. Tampoco la perdieron. Tras la masacre de Pearl Harbor, Estados Unidos golpeó con dos bombas nucleares; Nagasaki e Hirosima. La sed de sangre del imperio nipón por poco les costó su supervivencia, llevando al límite a sus soldados en una guerra prácticamente suicida. Japón se retiró de la guerra cuando su ejército regular quedó diezmado en un noventa por ciento.
Alemania aprovechó la feroz contienda entre Estados Unidos y Japón para afianzar sus tropas sobre Francia y devastar Inglaterra. Los italianos se expandieron por África mientras que Rusia se replegó, rechazando participar en una guerra que tuviera como aliado a unos monstruos como los americanos, capaces de asesinar a población civil mediante sus armas nucleares.
El monstruo de la guerra se fue devorando a si mismo hasta que dos cabezas predominaron sobre las demás; la Alemania Nazi y el ejército de la Libertad de los Estados Unidos. Ambos monstruos se miraron uno al otro y decidieron pactar un alto el fuego, conocedores de que, de seguir adelante, ambos bandos quedarían totalmente destruidos.
Desde 1948 impera una paz falsa. Las naciones se vigilan con recelo. Invierten su dinero en investigar nuevas armas, en reforzar sus ejércitos, buscando el punto fuerte que los haga prevalecer sobre su rival. Los monstruos fingen dormir, pero en verdad están maquinando, conspirando. En 1948 terminó la Segunda Guerra Mundial. Empezó la Guerra Fría.
El mundo se ha desarrollado desde entonces. El motor de combustión se ha dejado de lado, obsoleto, siendo las máquinas de vapor o las bobinas de Tesla, las fuentes de energía principales. En tiempos de paz la creatividad ha florecido, trayendo al mundo todo tipo de ingenios, como armas blásters de repetición (que requieren cargar de una pesada mochila con una bobina de inducción cuántica a la espalda), visores de rayos-x capaces de ver que hay al otro lado de una pared de medio metro de grosor (y el color de la ropa interior de las chicas también), robots capaces de juntar más de dos sílabas cargados con armamentos pesado, chicles con sabor a natillas. El día del mañana es hoy.
El mundo está cambiando a pasos agigantados. Y mientras el progreso, y los científicos pervertidos y sus gafas especiales, se abren paso, un ojo está puesto en el pasado, en el la magia, los mitos y la religión. Todo vale con tal de ganar la guerra. La cuestión es ¿Tomarás parte en ella o te quedarás en casa leyendo cómics y comprando por catálogo?
Ambientación: No es como si fuera a coger la última película auténtica de Indiana Jones y juntarla con Metal Slug para hacer una historia Pulp. Eso sería una gilipollez, claro.
Palabras clave: Distopía / Retrofuturismo / Pulp / Épico / Aventura / Ocultismo / Un buen puñado de balas / Acción / Macarra / Militar /
Ritmo: 1 turno cada 4-5 días.
Sistema: Narrativo, con apoyo de Rápido y Fácil. Recalco lo de narrativo.
Calificación: +18. Vamos a desfasar un poco.
Reclutamiento: Leer todos los apartados abiertos de la partida. Si estás de acuerdo, envía un MP. Si ya te conozco, con eso me vale. Si nunca hemos jugado, dime ¿Por qué te gusta el rol narrativo? ¿Qué esperas de una partida así? ¿Cómo te tomas tener que enfrentar una amenaza que supera claramente las habilidades de la ficha de tu personaje?
Requisitos: Buen rollo. Aceptar lo inesperado, absurdo y estrambótico como norma, pero dentro de la seriedad que exige una historia en la que un mono con ametralladora uzi está dentro de lo considerado normal. Tener sentido del humor tampoco está mal.
"—...es todo lo que necesitas para ser un hombre de acción; determinación, un coche veloz y armas. Cuantas más, mejor.
—Te olvidas del amor, querido. Y del tabaco..."