Partida Rol por web

Esther gritó con todas sus fuerzas mientras sentía cómo la mutilaban, lenta pero inexorablemente. Ethan ni podía imaginar el dolor y el sufrimiento por el que debería estar pasando, pero desgraciadamente tenía otras cosas en las que centrarse en el momento. Mientras pasaba a su lado, actuando como cualquier otro enfermo, de repente dejó de gritar, y sus ojos se encontraron con los del enfermero. 

Instantes después, la cabeza de su compañera caía flácida a un lado, mientras el resto de enfermos se afanaban en su actitud tan repulsiva. Había perdido el conocimiento. A Ethan le pasó por la cabeza el grotesco, pero acertado pensamiento de que aquello era lo mejor. Probablemente nunca más despertara, y cuanto antes dejara de sentir aquella cosa tan horripilante que le estaban haciendo, mejor.

Con la mira puesta en su propia supervivencia, y nada más, continuó caminando, pasando desapercibido junto al resto de personas que allí se encontraban. Ni siquiera se había molestado en limpiarse un poco de sangre que había chorreado de la comisura de su boca. Apenas tenía la mente para mucho más, de hecho. 

Continuó caminando, pasando al corredor principal. Delante de él se encontraba la puerta de salida. Sin embargo, Brianna aún seguía allí dentro. ¿Qué haría Ethan? ¿Qué le esperaría afuera? La última vez que pasó por allí, hacía ya unas cuantas horas, el ejército parecía estar fuera, vigilando. ¿Cuál sería su decisión?

Ethan ya había llegado a la salida, solo le quedaba dar un último paso y salir de allí. Estaba harto de dar vueltas, de ver el sufrimiento de la gente y de sentir que su vida y su cordura cada vez tenían menos valor. Rebuscó por sus bolsillos, en busca del móvil que había usado hace no demasiado para grabar un pequeño vídeo en el que salían tanto él como Brianna. ¿Aquello había sido real? ¿O había perdido el móvil en algún momento? Se sorprendía a sí mismo, de lo poco que le importaba ya haberse arrastrado por el suelo, de haber comido incluso del suelo.

Se intentó asear lo máximo posible antes de salir, si habían militares a fuera esperándole, quería parecer lo más humano posible. Se metió la camiseta, o más bien, lo que quedaba de ella, por dentro del pantalón, se intentó limpiar con sus manos desnudas la sangre que pudiera tener al descubierto y con aquél móvil que no sabía si era real o parte de algún delirio en la mano, decidió salir con los brazos estirados hacia arriba, a un paso lento.

Si al salir se encontraba con militares apuntándole, dejaría el móvil en el suelo y se pondría de rodillas, a la espera de que lo ejecutaran o quizá, algo peor.

Nada más salir, un foco iluminó su rostro con un potente rayo de luz. Los ojos le dolían al estar acostumbrados a la penumbra, y el enfermero tuvo que cerrar los ojos con fuerza, aunque asegurándose de que mantenía las manos en alto. 

«¡Al suelo, joder, al suelo!» Una voz gritaba a lo lejos frenéticamente, y el sonido de un disparo de advertencia tronó en la noche. Ethan soltó el móvil en el suelo lentamente, agachándose primero, y después tumbándose en el suelo. El sonido de botas resonó, acercándose a él. 

De repente, sintió un tirón de ambos pies. Ethan giró la cara para ver a un grupo de enfermos tirando de él para meterlo de nuevo dentro, todos ellos sonrientes y con rostros desencajados. El enfermero gritó del terror, pensando que volverían a arrastrarlo adentro, pero los disparos inundaron el aire, dejando en pocos segundos nada más que una pila de cuatro o cinco cadáveres a las puertas del hospital psiquiátrico. Ningún enfermo más vino a por él.

«¡NO TE MUEVAS!» La misma voz de antes, ahora mucho más cerca de él. El sonido de pisadas alrededor se detuvo, por lo que Ethan dejó de recibir más estímulos sensoriales, a excepción del frío del suelo y las escaleras frente a sus ojos. Por temor, no quería moverse lo más mínimo, ya que con ello probablemente ganara una bala en la cabeza.

De repente, sintió algo en su cuello, un dolor leve pero agudo, y antes casi de darse cuenta de que le habían inyectado algo, sus ojos se cerraron como cortinas de metal, su cuerpo quedando muy pesado.

Ethan despertó en una mullida cama de hospital. Poco a poco abrió los ojos, notando la luz artificial de una sala de hospital al instante. Poco a poco alzó la cabeza, notando un leve dolor en el cuello y la cabeza. Por primera vez desde hacía... ¿horas?, apenas sí sentía el dolor de cabeza y de cuello. De su brazo colgaban unas vías enganchadas a diversos medicamentos, aparte de suero. Notaba la boca pastosa, y le resultaba difícil centrar la vista en un sitio concreto, pero parecía estar relativamente bien. Entonces, notó la presencia de alguien más.

A su lado, había un hombre entrado ya en los cuarenta, ataviado con un traje de protección biológica. Se encontraba en aquellos momentos resolviendo lo que parecía ser un crucigrama en un periódico de papel, pero en cuanto se percató de sus movimientos, dejó este en el suelo. «Parece que ya ha recobrado la consciencia.» El hombre le hablaba con una voz suave a la par que grave, transmitiendo un tono de tranquilidad casi de forma natural.

«No se precipite por moverse, si yo fuera usted me quedaría reposando en la cama.» El hombre se cruzó de brazos, mirando fijamente a los ojos del enfermero. «En un rato vendrá alguien capacitado para atenderle adecuadamente, pero antes... tengo algunas preguntas que hacerle. Dígame... ¿qué cree que ha pasado en Mensvour?»

Todo había ocurrido muy rápido, pero al abrir los ojos nuevamente pronto descubrió que había salido de allí con vida. Miró al tipo que parecía estar interrogándolo, tenía claro que no era un doctor y que las palabras que eligiera Ethan ahora iban a determinar su futuro y si seguía con vida. - Yo... - sonaba confuso, se agarró la cabeza. - Creo que se escapó un gas anestésico de la reserva y todos empezamos a tener ciertas alucinaciones... Está todo muy borroso. ¿Podría decirme usted que ha pasado oficialmente? - pero antes de esperar la respuesta de aquél tipo, recordó que tenía gente por la que preocuparse. - ¡Oh! Me acabo de acordar, hay una mujer, Brianna. Era una paciente, estaba en el hospital, pero antes de poder salir conmigo se desmayó. ¿Está bien? ¿O no lo saben?

Ethan intentó mantener la calma, recordaba todo con bastante claridad y dijera lo que dijera aquél tipo, seguramente no se lo creería, pero lo que tenía claro es que no había pasado por todo aquello para morir ahora... O acabar ingresado en algún hospital psiquiátrico... Aunque tendría gracia, de enfermero, a paciente.

«Así que un gas anestésico...» El hombre miró a Ethan fijamente, frunciendo el ceño. Sin embargo, su rostro permanecía impenetrable, escrutando al enfermero. «Bueno, siento decírselo de esta forma, pero si aquella persona de la que habla estaba dentro, es altamente probable que no haya escapado. En cuanto a mí, creo que se equivoca conmigo. Verá, no soy más que un funcionario del Estado, nadie tan importante, así que los detalles del suceso en Mansfield me son desconocidos. Lamento no poder arrojar más luz sobre su desconocimiento.» El hombre se encogió de hombros con naturalidad, negando con la cabeza. 

«Si me permite decirlo, siento fascinación por usted, Ethan. Lo cierto es que salir de aquel lugar con vida, después de todas aquellas horas... Es encomiable el valor que habrá tenido que tener para poder salir de aquel sitio. Oh, por cierto, disculpe mis malos modales, aún no me he presentado. Me llamo Stanley, aunque puede llamarme Stan si le es más cómodo.» El hombre se presentó con una sonrisa en el rostro.

«Veamos, dice que se liberó un gas anestésico... Entonces, ¿no sabe nada de la explosión?»

Ethan empezó a hacer memoria. Pronto recordó lo de la explosión, pues después de todo ocurrió casi al principio. - La explosión... Si, ocurrió casi al principio de todo. Explotó algo que hizo que se tambaleara todo el edificio, fue entonces cuando se liberó el gas anestésico. - se apoyó la barbilla en su mano momentaneamente. - Aunque claro, si explotó una de las calderas... Se mezclaría dicho gas con el gas que solemos usar para calentar las cosas... De ahí las alucinaciones.

Una vez terminó de explicar, Ethan no se iba a rendir tan fácilmente con su compañera. - Brianna... La escondí en un lugar seguro, para evitar que los pacientes que ya estaban bastante mal por dicho gas, no le hicieran daño. Debe seguir dentro y bien, espero. Intenten entrar a buscarla cuando puedan, por favor. - intentó poner cara de pena, aunque no sabía cuanto tiempo había pasado desde que salió del hospital. Quizá ya habían encontrado a Brianna, quizá ya era realmente tarde.

Miró fijamente a aquél hombre a los ojos. - Dígame Stan ¿qué va a pasar conmigo ahora? Imagino que me habrán hecho algunas pruebas para ver mi actividad cerebral y habrán visto que es, relativamente normal, porque después de la experiencia es normal que esté bastante agitada. - bajó sus cejas, mostrando cierta pena. - Solo quiero ir a mi hogar e intentar descansar y recuperarme de este desafortunado accidente.

Stanley atendía al enfermero en silencio, sin emitir un solo sonido. De cuando en cuando asentía, mostrando interés en lo que Ethan le estaba contando, pero más bien parecía estar pensando en todo momento.

«De nuevo, lo siento mucho por su compañera, pero es imposible que haya salido de allá con vida. La situación ya está controlada, y se han hecho las búsquedas pertinentes. Después de todo, ha pasado más de una semana, señor Ethan. Creo que no es consciente de su propia situación.» El hombre parecía mirar al enfermero con algo de... ¿pena? «Verá, digamos que... su situación es crítica. Podrá parecer que está bien aparentemente, pero al parecer sufre usted de una infección muy potente.» El hombre calló, sin embargo. «De todas maneras, el personal sanitario está haciendo todo lo posible por salvarle la vida, eso se lo puedo asegurar.»

El hombre sacó como si nada un fajo de papeles metidos en una bolsa hermética. Aquellos papeles Ethan ya los había visto antes. «Esto estaba en su bolsillo, Ethan. ¿Sabe lo que son estos documentos? ¿Ha compartido con alguien estos documentos, o el contenido de los mismos?»

¿Una semana? Joder... - suspiró. Había perdido las esperanzas de pronto. Sin embargo, debía seguir luchando por vivir, sabía que aquél tipo y aquello de una infección... Era una mentira, una mentira para quizá, justificar que acabaran ahora con Ethan. - Estoy... Ligeramente confuso con mis recuerdos. Sí que recuerdo que el director del hospital me pasó esos documentos, también recuerdo que me los guardé enseguida. La persona con la que puede que los compartiera fue Brianna, la compañera que os digo, pero... Si ya no está entre nosotros, supongo que da igual. De lo que si estoy seguro es que nadie más los recibió, no lo compartí con nadie.

Miró fijamente a aquél tipo a los ojos. - ¿Podemos dejarnos de rodeos? Quiero que me diga que quiere de mí y yo le diré lo que quiero de usted. Le voy a decir lo que quiero, quiero irme a casa y recuperarme de este terrible accidente con gases provocado por culpa de una lamentable explosión, causada también por accidente. Seguramente la prensa quiera entrevistarme, después de todo lo que he vivido, pero todo lo que he vivido, es solo un accidente ¿verdad? - asintió con la cabeza mientras decía aquello. Ethan quería que se supiera la verdad... Pero si ya había pasado una semana y tanto Brianna como Esther habían pasado a mejor vida... ¿Valía la pena perder su vida por nada? Lo tratarían como un loco, en el mejor de los casos y experimentarían con él. Sabía que era mejor callar y decir la verdad que aquél hombre le dijera, al menos, mejor para él mismo.

El tipo miró a Ethan, algo sorprendido por la reacción del enfermero. Había sido directo y conciso, y aquello había pillado de imprevisto a aquel hombre. Por un momento echó un vistazo al monitor de constantes vitales, y después volvió a mirar a Ethan. «Dijeron que tenía fiebre... Es imposible que no lo sepa.»

El hombre parecía realmente confundido. Estaba buscando una respuesta en concreto en Ethan claramente, pero al parecer no se la había dado. Sin embargo, no tardó apenas unos instantes en volver a recomponerse. Parecía sonreír. «Bien, sí. Supongo que será el efecto del gas sedante del que habla, que está pasando. Le diré lo que quiero, Ethan.»

«Quiero que se vaya a casa, se recupere, y busque otro trabajo. Nada de entrevistas a la prensa, nada de indagar donde no le llaman. Me ha costado mucho trabajo salvarle la vida, señor Ethan, estaba usted muy grave cuando lo ingresaron, lo crea o no. No lo eche a perder, ¿está bien?» Stanley dio un par de cachetadas "amistosas" en el rostro de Ethan, sonriente. A través del tejido del traje antibiológico, el gesto se sentía frío. Como una serpiente disfrazada de conejo, acechando a su presa.

Stanley se levantó, poniéndose en camino a la salida de la habitación. «Buena suerte para recuperarse, señor Ethan. La necesitará.»

Ethan simplemente asintió con la cabeza, aceptando aquello que le había dicho aquél hombre. Entonces cerró los ojos y dejó pasar el tiempo... Habían pasado tantas cosas, que no sabía que había sido real del todo y que no. ¿Quizá aquellos hombres de negro le hubieran dejado vivir por algo en especial? Porque a algunos enfermos que salieron nada más empezar aquella locura no dudaron en dispararles nada más verlos...

Solo el tiempo diría donde acababa Ethan, pero ahora necesitaba relajarse un poco y recuperarse.

Después de la partida de aquel extraño hombre, Ethan quedó de nuevo en la sala, reposando como habían dicho que debía hacer. Los días después de haber despertado fueron complicados, puesto que pudo comprobar con horror que sufría de múltiples alucinaciones, donde veía todo tipo de terrores que le helaban la sangre: arañas saliendo de las paredes, espectros sorbiendo su energía vital, enfermeros experimentando con su cuerpo, utilizando largas agujas para atormentarlo con placer; viendo cómo las paredes se cerraban sobre él, como si de una caja de un metro apenas se tratara... 

En sus breves momentos de lucidez, podía ver a médicos y enfermeros tratando con él, vestidos de igual forma con trajes de seguridad al igual que Stanley, hablando con tono relajado para calmarlo, aunque también pudo ver a un hombre trajeado en el fondo de la sala, vestido igual que Clint, observándolo con plena atención, sin mover un solo músculo. Ethan no sabía por qué aún estaba vivo, y probablemente la única razón de que lo hubieran dejado vivo era porque parecía no saber nada.

Al parecer, sí que estaba enfermo de verdad. Stanley no había parecido mentir, o al menos no en eso. No sabía por qué estaba enfermo, ni de qué. ¿Quizá aquellos documentos tuvieran algo que ver? Sin embargo, después de otra larga semana, luchando entre la vida y la muerte, peleando contra las alucinaciones, finalmente Ethan comenzó a sentirse mejor. Estaba cansado, abatido, exhausto, como si lo hubieran apaleado. Pero seguía vivo. Su tobillo había sanado también, por suerte, en todo el tiempo que había pasado en cama.

Un médico apareció al fondo de la sala, acercándose a Ethan con una sonrisa, y pronto el enfermero pudo saber por qué. Había conseguido superar la enfermedad, y al día siguiente, después de unas pruebas para asegurarse de que la infección había desaparecido por completo de su cuerpo, podría volver a casa.

Ethan puso un pie fuera del hospital, al día siguiente. Su ropa había sido lavada, aunque presentaba un pobre aspecto debido a todo lo sucedido en el hospital psiquiátrico. Olía muy fuertemente a productos de limpieza y desinfectantes, pero por lo demás, seguía de una pieza aquella ropa. Por fin, después de aquella tortura, era libre. ¿Quizá podría rehacer su vida? ¿Podría volver a casa, y hacer como si nada de aquello hubiera pasado? ¿Qué haría a continuación?

Aquello había cambiado completamente a Ethan por dentro. Las duras sesiones del hospital, aquella extraña enfermedad que había pasado, lo del hospital psiquiátrico... Pero iba a cumplir con lo prometido, no hablaría con la prensa y si lo hacía porque le pillaban por banda, sería de forma elusiva, evadiendo dar información relevante o incluso mintiendo de ser necesario. No quería que aquellos tipos de negro fueran tras él.

Pero aunque cumpliera su palabra de no decir nada a nadie, nunca dijo que no fuera a investigar por su cuenta. Intentó rehacer su vida, fingiendo haber dejado atrás todo aquello del hospital. Siguió haciendo su programa para desmentir cosas fantasmales e incluso se buscó alguna novia que fuera tan extraña como él. Cualquiera que lo viera, pensaría que jamás pasó un accidente, pero en secreto, por las noches, rebuscaba y rebuscaba información por la red, se acercaba a otros hospitales psiquíatricos alegando hacer una visita, todo con tal de descubrir la verdad.

No se lo contaría a nadie, pero necesitaba saber que demonios le habían hecho, por qué tuvieron que morir Esther y Brianna y por qué, con lo peligroso y jodido que era, seguirían haciéndolo.

Con aquellas investigaciones, Ethan pudo sacar más bien poca información. En ningún lugar al que iba parecían saber nada del incidente, y de lo poco que sabían, solo eran rumores que Ethan ya conocía. Después de toda esa búsqueda, solo pudo sacar algo en claro, y es que esa infección había sido provocada a propósito, por alguna razón. Quizá fuera algún estudio de un arma biológica, quizá fuera otra razón completamente distinta, puesto que los enfermos parecían totalmente idos y presentaban comportamientos sumamente extraños, más que presentar una muerte rápida.

Pudo saber que las alucinaciones eran producto de la misma infección que sufrió él, por lo que quizá eso tuviera algo que ver también. Además, estaba el hecho de que habían experimentado con Brianna, y probablemente con muchos más. Sin embargo, en ningún momento parecía saberse todo esto que el enfermero sí sabía, e Ethan sabía que no podía revelarlo. Hasta entonces, parecían haberlo dejado en paz, pero siempre tenía ese miedo latente por si un día se hartaran de él, y fueran a silenciar su boca con una bala. Mientras quedara callado, sin embargo, lo dejarían en paz.

Así que eso hizo, al fin y al cabo. Vivió su vida, sabiendo que nunca sabría la respuesta completamente, pero quizá eso mismo es lo que le había salvado la vida. Saber menos, en este caso, era lo mejor que le podía haber pasado para mantenerse con vida.