Los sueños son caprichosos y tienden a rehuir nuestra memoria una vez que abrimos los ojos. En ocasiones, se aferran al subconsciente y regresan como un vago recuerdo o una conexión delirante. Quizá fue eso lo que le pasó a Muriel.
—¿Alguna pregunta más? —preguntó el sheriff.
El plano general que nos mostraba a las Expertas y al sheriff comienza a hacer zoom hasta un primerísimo primer plano de los ojos de Muriel, que parpadea.
Cuando vuelve a abrir los ojos, un zoom out nos revela ahora a una confusa Muriel paseando cerca del puerto. El mar está embravecido y una densa bruma le impide ver más allá de un par de pasos. A lo lejos, oye el grito de un hombre de mediana edad que proviene de una de las pequeñas calas de Brindlewood Bay.
En el trascurso de lo que lo que parecen segundos para Muriel, ésta se persona en la pequeña playa, donde ve a un pálido y demacrado Albert Krause arrastrándose fuera del agua. Lleva un caro aunque empapado traje italiano, aunque la Experta se fija en unas marcas que tiene en el cuello. ¿Se trata acaso de un tatuaje?
Trata de ayudar a Albert como puede, pero el mar parece reclamarlo para sí. La mirada de Muriel vuelve a fijarse en el cuello del empresario. Ahora parecen venas palpitantes a punto de reventar.
Parpadea.
Los tatuajes son ahora tentáculos de tinta retorciéndose.
Parpadea.
Muriel está ahora de vuelta en la librería. Ha disociado durante apenas unos instantes. Alguien le ha hecho una pregunta, pero su voz suena lejana. Ahora recuerda que aquella visión era un recuerdo del sueño que ha tenido esa misma noche. Ahora, al contrario que esa mañana al despertar, la pesadilla amenaza con aferrarse a sus recuerdos como aquel tatuaje al cuello de Albert.
Vuelven a preguntarle. Es una de sus compañeras. Esta vez lo escucha claramente.
Motivo: Pista del Vacío
Tirada: 1d6
Resultado: 3 [3]
Vale, explicación:
Salvo que las Expertas se separen, no vamos a tener escenas ocultas. La idea es que todas podáis aportar ideas aunque vuestros personajes no hayan visto algo en concreto, como es este caso —a menos que Muriel quiera compartir lo que ha soñado—.
Lo que acaba de recibir Muriel es una Pista del Vacío. En principio no tiene por qué estar conectada con el misterio principal, aunque podéis relacionarla si queréis. Este tipo de pistas son para dar sabor y dar pequeños indicios (foreshadowing) de la conspiración oculta en Brindlewood Bay.
Esta en concreto la ha conseguido gracias a su Movimiento de Experta.
La Pista del Vacío es:
Extraños tatuajes que parecen cambiar de posición cuando los vuelves a mirar.
Luna se mantuvo en silencio, escuchando las palabras del sheriff con la atención tranquila que la caracterizaba. Sus ojos verdes, brillantes y serenos, observaban con interés la dinámica entre el sheriff y sus amigas. Cuando mencionó la posibilidad de visitar el yate y hablar con la familia Krause, Luna asintió suavemente. Sentía que la energía del lugar donde había ocurrido el incidente era crucial para comprender lo que realmente había pasado. La forma en que el sheriff explicaba los detalles también le parecía significativa: nueve personas en un espacio cerrado, una noche oscura, un hombre al agua y un misterio en cada esquina del barco. No podía evitar preguntarse qué emociones se habrían agitado a bordo en esas horas de incertidumbre. Cuando el sheriff terminó de hablar, Luna se inclinó un poco hacia adelante, mostrando su interés con una ligera sonrisa.
-Gracias, sheriff. Aprecio su confianza en nosotras, aunque se note que le cuesta un poco admitirlo -dijo con un tono suave, pero lleno de calidez, buscando suavizar cualquier posible tensión- Siento que hay muchas emociones en juego aquí, no solo por la muerte de Albert, sino también por las relaciones dentro de esa familia. A veces, los lugares donde ocurren estos eventos trágicos pueden conservar una huella de lo que sucedió, una vibración que nos puede guiar hacia la verdad.
Luna se tomó un momento para respirar profundamente, casi como si estuviera meditando, conectando con el espacio alrededor de ella y las energías que sentía en el aire.
-Me gustaría hablar con cada uno de los que estaban a bordo, si es posible. No solo para entender lo que vieron o escucharon, sino también para sentir sus emociones. A menudo, nuestros corazones revelan más de lo que nuestras palabras están dispuestas a admitir. -Volvió a sonreír, esta vez con un brillo de entusiasmo en sus ojos, como si ya pudiera vislumbrar el comienzo de un nuevo misterio a resolver- Creo que deberíamos ir cuanto antes, antes de que la tensión en el yate se convierta en algo más difícil de manejar. A veces, el simple hecho de estar presente puede ayudar a calmar las aguas y abrir caminos hacia la verdad.
Muriel prestaba atención a lo que el Sheriff les relataba acerca de lo que sabía del incidente, o al menos lo que quería compartir con ellas, y en ello estaba cuando de repente, una visión le cruzó la mente. Si alguien la observaba la vería con la mirada perdida, sin fijarla en ningún punto, pues estaba, efectivamente perdida en su mente.
Cuando volvió a sentir que estaba sentada, y constató que su perrita seguía allí dormida y sus compañeras también, incluso el Sheriff, respiró más tranquila. La visión la había dejado con el corazón un tanto desbocado, ya no estaba para aquellos trotes, pensaba. Sin embargo, en su cabeza había algo... que se había quedado, ¿era acaso ese supuesto tatuaje en el cuello de la víctima algo que debía investigar? No podía pasarlo por alto, así que tenía que ver el cadáver, de eso ahora estaba más que segura.
Tosió, simplemente por el hecho de aclararse las ideas, y despejarse la cabeza.
- Sí, deberíamos ir a hablar con la familia y ver al fallecido si puede ser, cuando queráis queridas - añadió mientras iba a coger una pasta por quitarse el mal sabor de boca de aquella pesadilla que acababa de sentir, cuando se lo pensó mejor, no quería sentir nauseas, le había quedado mal cuerpo, y aún tardaría un rato en reponerse. Estuvo tentada de compartir la experiencia, sin embargo, prefirió esperar a que el hombre se marchase, pues no tenía ganas de contarlo en su presencia.
¡Excelente aportación! ^^
Gracias! La visión ha molado mucho jeje
Mr. Pickles se quedó embobado mirando un punto fijo; a veces lo hacía y durante años Agnes se preguntó por que; hasta que en la novela de Amanda Delacourt "El amuleto de Tut Ankh Jamón" explicaban que los gatos son puertas hacía otro mundo y ven cosas que el las personas ignoran. Y ahora miraba fijamente a Muriel "Acaso la ha poseído el espíritu egipció? No creo, seguro que solo está pendiente de esa miga de su boca".
La propuesta de Agnes de dividirse pareció caer en saco roto y el agente tenía razón; la familia empezaría a estar nerviosa y quizá lo mejor sería ir a hacerles una visita antes de que alguien más se arrojase por la borda.
-Deberíamos ponernos en marcha queridas, ya sabeis lo que dicen 'A quien madruga, centrifuga!'- La mujer se puso en pie con más agilidad envidiable para su edad, cualquiera diría que tener un caso la hacía rejuvenecer 10 años. Se acercó al sheriff y se agarró a su brazo -Ayúdeme a bajar las escaleras joven... aix, si yo tuviera 20 años menos y usted 20 años más, no sería Sabrina quien echaría chispas en su cama jiji.
—¿Podemos ir a ver el cadáver antes? —le preguntó al shérif recogiendo la propuesta de Muriel.
Millie sabía que cuando Muriel se quedaba en ese estado y daba alguna idea era porque había presentido alguna cosa. Mildred era muy terrenal, al contrario que Muriel o Luna, pero los años y las experiencias juntas le habían hecho aprender a fiarse del instinto de sus amigas. Y además, la sonrisilla que se dibujó en su rostro reflejaba que la idea de hacer esperar a los ricachones un rato más le agradaba. A veces no estaba de más que ejercitaran la paciencia, cosa que no habían hecho en su cómoda vida, pero lo que Millie pensaba es que si se tomaban las cosas con calma no solo la familia perdería la paciencia, también el asesino, y eso podría llevarle a cometer algún error y delatarse. El tiempo jugaba a su favor en ese caso.
—Nos ayudará a tener más información antes de entrevistar a la familia —argumentó para terminar de convencer al shérif.
Rosa se puso un poco triste por no tener tiempo para hornear un rico pastel con esencia de bosque, pero entendió que había prisa. Se percató de que Muriel estaba teniendo uno de sus momentos especiales, y luego vio el interés por ir a ver el cadáver. Posó como toda una modelo, una pose que le pareció muy épica, y exclamó: ¡a inspeccionar el cadáver! Ya se sentía detective, qué ilusión. Luego le dolió la espalda por la pose, y se tuvo que sentar. Y ya que estaba, se terminó el té.
Pero luego por fin se levantó, y repitió su grito de guerra con una sonrisa rosa: a inspeccionar el cadáver. Esta vez sin pose, solo empezó a caminar con esfuerzo, pero con gracia.
El sheriff se sonrojó por el comentario de Agnes, al que trató de responder con un carraspeo mientras se levantaba.
—Bien, llamaré a Etienne para informarle de que van a echar un vistazo. Recuerden que se trata de un cadáver, eso sí, procuren no manosearlo mucho. ¡Y no se entusiasme tanto, señora Pinkman!
Wyman dirigió una última mirada a Luna antes de empezar su descenso hasta la planta baja de la librería.
—Sé que tratarán el asunto a su manera, pero no se encariñen tanto con los Krause. Si nuestras sospechas son correctas, puede que alguno de ellos sea un asesino.
La cámara se alejó lentamente hasta salir por la ventana, grabando la fachada y el letrero que rezaba The Candlelight. El misterio acababa de comenzar.
La aventura continúa en La lonja.