-¿Un mago poderoso? ¿usted? bueno tome pergamino y tinta -dice sacando unas hojas de un cajón.-A ver que fórmulas apuntas... tengo curiosidad.-
No te responde a lo de señora o señorita, no tiene pinta de saber como clasificarte te mira como evaluándote y al final suspira.-Mire joven, si con alquimista te refieres a alguien con educación clásica que domina los elementos y la magia, me temo que te has equivocado de sitio.- Te mira desde los pies a la cabeza...-Si quieres un remedio para la sífilis que te han pegado de las chicas del burdel, componentes para tus "poderosos" conjuros, remedios, antídotos o que cure a un amigo tuyo, algo podré hacer.-
El papel, el pergamino y la tinta valen aquí el doble que en el manual :( pero es que es una ciudad pequeña (menos de los 5.000 habitantes que necesitas para poder comprar cualquier cosa) y los objetos que no sean comida o bebida simples valen más (los mercaderes hacen su agosto).
- ¿Y por qué no iba a serlo? - dice agarrándose las solapas de la túnica.
Después hace gesto de estar un poco decepcionado. Suspira y se quita el pelo de la frente con los hombros un poco hundidos.
- Supongo que imaginé que usted,... - pero se para y se vuelve a levantar. Mueve las manos constantemente. - Pues, la verdad es que estamos de paso y estaba preparándome para partir. Seguramente vayamos a los bosques y tenga que preparar remedios como cicatrizantes de heridas, protectores térmicos o neutralizadores de venenos. ¿Cree que puede ayudarme con eso?
En ese momento coge la pluma y el pergamino y lo coloca delante de él. Juguetea con el dedo, mientras mira a la herbolista.
Mientras te vas refiriendo a los diversos útiles sanitarios, Laurel va sacando unas redomas, unas botellitas y unas vendas.
-Desde luego que puedo ayudarle con lo que usted me pida, aquí tengo todo lo que comenta, si en vez de eso quiere los componentes también los tengo-
-El bosque es peligroso, si tiene intención de ir, vaya en grupo con guardaespaldas fornidos o redacte antes testamento, por favor.- dice con una última nota de humor negro.
Al ver los botes que saca dice.
- No, no - niega con la cabeza mientras la sujeta con una mano, suspira y mantiene un gesto contrariado. - ¿Está tratando de engañarme señorita?
Levanta las manos en señal de paz.
- No se ofenda, pero no quiero tratar venenos de serpientes. No sé si me explico. Es decir, ¿Sólo tiene esto? Yo,... pensaba que,... pero claro, usted no tiene conocimientos mágicos, dudo que sus compuestos tengan la intensidad y la fuerza que yo requiero. Creo que me he equivocado de sitio, perdóneme.
Le deja el dinero que vale el pergamino y la pluma, las guarda, y hace el amago de darse la vuelta para marcharse por donde ha venido.
Si ella no reacciona, me voy... ya pensaré en algo por el camino.
Y si tengo que tirar algo para que reaccione avisame...
-Bueno-dice turbada-Suerte en el bosque... pero mis remedios no están tan mal... a la gente le sirven...-comenta algo deprimida por tus últimas palabras.
No te preocupes que aquí volveréis...
Marnan se acercó a la puerta.
Mierda, me voy a ir sólo con un pergamino en blanco y una pluma...
Giró la cabeza, poniendo un gesto como dándole una última oportunidad. Pero el alma le podía, y la cara de la mujer le ablandó el corazón, por mucho que ella fuera un poco irrespetuosa y seguro que tan vil como aparentaban el resto de las personas de ese pueblo.
- Tranquila, lo que busco no es fácil de encontrar, a decir verdad, sorprende que tengas tantas cosas en un lugar tan remoto. Enhorabuena. - Y se dió la vuelta para marcharse.
Lo que la mujer no había descubierto del todo, es que desde que habia entrado, Marnan buscaba el posible lugar donde escondía los libros, puesto que su objetivo era conseguir copiar la receta del anti-veneno.
Tirada: 1d20
Motivo: Percepción
Resultado: 12
Lo único que alcanzas a ver es un enorme libraco, situado encima de la repisa de la chimenea. Igual es ahí donde guarda la receta.