Partida Rol por web

Tan ensimismado en tus pensamiento empiezas a subir cuando de repente piensas - Mierda, era en la -4 (menos 4.

No pulso inmediatamente la -4. Dejo que el ascensor llegue a la 4 y, si nadie se sube en esa planta, pulso la -4 y bajo solo. Si se sube alguien, tendré que bajarme en la 4 y pulsar el botón de llamada otra vez, hasta que el ascensor esté vacío.

- Ding - Se abren las puertas del ascensor en la planta -4, ves una pequeña estancia con sillones y al fondo una puerta batiente doble con cristales lechados.

 Me acerco con paso decidido, a la puerta y toco con los nudillos. Espero a que me den permiso para entrar.

Al golpearla la puerta se mueve con un vaiven.

Cuando atraviesas la puerta ves como una mujer sale de uno de los numerosos despachos que recorren el pasillo que hay frente a ti.

- Señor Anderson, verdad? Señorita Comb. Sigame, por favor.

Te guia hasta uno de los despachos donde te invita a sentarte en una silla frente al escritorio que lo preside.

- Espere un minuto, no tardará.

Y vuelve a salir.

 Un poco extrañado ante el nombre que acaba de nombrar la Sta. Comb, decide no sentarse y le replica:

-Perdone, Sta. Comb. Aquí debe haber un error con la cita. Puede que el Principe Julian esté esperando a otra persona. Yo soy Anderson.

- Eso dije.

 Anderson se sienta, un poco extrañado. ¿Podría ser que esta señora tuviese la maldición de los malkavian en la sangre? Un trastorno bipolar tendría como síntomas lo que acababa de ocurrir.

-Bien. Le esperaré aquí, si no le importa.

 Me levanto de la silla con objeto de acercarme a saludar a este hombre.

-Siento decirle que no he sido informado aún -le alargo la mano esperando la suya para estrecharla- John Anderson.

- O´nefis. - Te responde mientras se mira unas manos llenas de llagas supurantes que vuelve a colocar sobre la mesa sin estrechartela. - Tengo una reunion por lo que intentaremos que esto sea lo mas breve posible, de acuerdo? Suponemos que estará al tanto del golpe que el Sabbat pretende dar en nuestra ciudad, ¿me sigue hasta ahi?, bien, como parte de la camarilla, USTED, juega un papel. Conforme?

 -Entiendo la situación. Sin embargo... -recalculó las frases que iba a decir en una centésima de segundo- no se si será consciente de mi casi nula aptitud para el combate. -y juntando las manos en posición relajada continuó- Soy diplomático, Sr. O'nefis. Y la diplomacia no es con lo que se combate al Sabbat precisamente. -se reincorpora en el asiento para añadir enfasis a su siguiente frase.- Dicho esto, debe saber que estoy a la entera disposición de la camarilla, Señor.

- Pensaba que alguien de su nivel seria mas sutil, que le hace pensar que todos los movimientos se realizan en combate? Bien en cierto que en epocas de guerra, matas o te matan, pero hay momentos en los que todos debemos colaborar con nuestras habilidades particulares, no esta de acuerdo?

 -Totalmente deacuerdo, Señor. -y acompañó su frase con un asentimiento con la cabeza- Me sentiré satisfecho de poder realizar una labor util para la camarilla.

Después, frunciendo el ceño, prosiguió:

-¿De qué se trata? ¿En qué puedo ayudaros?

- Nos alegra oir eso. Formara parte de un grupo enfocado a dar jaque al ataque Sabbat, aunque como ya hemos comentado tendras una funcion particular dentro del grupo, mantener la mascarada a salvo, en caso de que consideres que se está poniendo en peligro su secreto, deberas solucionarlo dentro de lo posible, e incluso avisarnos. Entendido?

 -Estupendo. Entiendo cual es mi papel y lo llevaré a cabo con la mayor diligencia posible.

Dicho esto, espera unos instantes mirando a los ojos a su interlocutor, como esperando más ordenes o una despedida.

- Me alegra oir eso, ahora, si es tan amable, encontrara en la sala de en frente la sala de reuniones generales, alli se esta reuniendo el grupo y en breves momentos se les daran nuevas ordenes.

Es una sala algo mayor que la que acabas de abandonar, presedida por una mesa central rodeada de trece sillas, algunas ocupadas por una curiosa variedad de vastagos.

 Entro, caminando despacio pero decididamente. Intento evaluar a los sentados mientras me presento:

-Buenas noches. Mi nombre es John Anderson y, si me lo permitís, voy a tomar asiento.

Agarro la primera silla libre que encuentro (siempre que no intuya que es la que usará el principe en caso de aparecer) y me siento en ella y cruzo mis manos y continuo:

-Bueno -comienza la frase con tono desenfadado, para romper el hielo- ¿con quién tengo el placer de compartir mesa?