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Red Victorian Hotel

Bienvenidos al Red Victorian *** [Prólogo]

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03/08/2013, 21:52

Cerca de la monumental abadía de Westminster, entre el parque St. James y el rio Támesis, se alza este antiguo hotel del siglo XVII, diseñado para dar servicio a sus clientes de una forma lujosa y moderna sin perder el toque tradicional que sus muros guardan. El Red Victorian es famoso por sus asombrosos tesoros artísticos, que incluyen la colección privada de pinturas antiguas más valiosa del mundo, entre ellas algunas de Leonardo da Vinci, Rafael, Tiziano, Van Dyck o Rubens.

Piedra, maderas nobles y mármoles de primera son los elementos esenciales de su construcción, unidos a una exquisita decoración renacentista. Sus instalaciones ofrecen más de 100 habitaciones completamente equipadas. Puede reservar una de sus estupendas suites, en donde todos los detalles son rigurosamente cuidados; amplias camas, baños con griferías de oro, minibares provistos de los mejores licores, un servicio altamente personalizado, vistas directas al Buckinham Palace, por si le apetece tomarse un té con la mismísima Reina Victoria…

Entre sus instalaciones debemos destacar la gran piscina al aire libre, rodeada de unos espectaculares jardines, el gimnasio o el lujoso balneario que ofrece unos tratamientos exclusivos de belleza, así como masajes y baños turcos de vapor.

Para todos los amantes de la buena gastronomía, en su restaurante de 5 estrellas podrán degustar los mejores platos regionales así como de su cocina de autor. No solo los platos les deslumbrarán, ya que la arquitectura del lugar como su decoración son factores claves en el éxito de este hotel.

Sean bienvenidos, esperamos que disfruten de su estancia.

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08/08/2013, 05:51

Las parejas fueron llegando al Hotel de una en una durante todo el trascurso de la tarde. Ningún matrimonio llegó siquiera a ver a otro mientras pasaban por la recepción a llenar el libro de registros y recibir la llave de su habitación. Todos se encontraban extenuados por el viaje, por lo que no tenían otros planes más que el de disfrutar de la privacidad de las lujosas residencias hasta el día siguiente.
Al caer la noche, los seis flamantes matrimonios se encuentran inmersos en una atmósfera romántica y cargada cada vez más de un creciente erotismo. Para algunos, ya no existen trabas a la intimidad gracias a que la institución matrimonial santifica sus relaciones delante del Todopoderoso, mientras que otros tan sólo ven despertar ante el exquisito ambiente del Red Victorian impulsos a los que no tenían por costumbre resistirse, aún mucho antes de pasar por el altar.

 

 

Pero los apasionados cortejos son interrumpidos repentinamente por un desgarrador grito que proviene de la planta baja; tal es su intensidad que llega audible hasta el tercer piso. Se oye tan desesperado que todos se sobresaltan; los varones se visten rápidamente y se disponen a bajar de inmediato, ordenando antes a sus esposas que conserven la calma y no salgan por ningún motivo de la habitación. Los hombres se van encontrando en las escaleras mientras las bajan con celeridad, llegando antes a la escena aquellos alojados en el primer piso.
Los gritos provenían del imponente salón de baile. Al atravesar la entrada, los caballeros detienen su acelerado paso para continuar acercándose con mayor lentitud a aquella figura femenina que profería las aterradores voces desde el centro del salón. Se encontraba de pié, inmóvil y de espaldas frente a lo que parecían ser dos cuerpos que yacían en el suelo. Abraham Novotny, Dorian fake y Bastian Prideux son los primeros en llegar a la espaldas de aquella mujer que, a juzgar por sus vestiduras, se trataba de una de las camareras del hotel. Dorian le habla, pero la mujer no cesa de gritar sino para recobrar el aliento, por lo que Abraham la toma por el hombro derecho y la gira sobre sí misma. La camarera se calla instantáneamente, permaneciendo con la mirada perdida y tan inmóvil como siempre. Los caballeros no reciben de ella ninguna respuesta, se muestra completamente imperturbable.

La atención de los tres señores se dirige a aquello que había provocado el terror de la sirvienta. A medida que el resto de los varones desciende, se incorporan a la expectación del dantesco cuadro: El director del hotel y su esposa yacían muertos sobre el fino mármol del suelo, con las ropas rasgadas y ensangrentadas. Sus cuerpos presentaban lo que parecían ser mordeduras en las zonas del cuello, muslos y muñecas, mientras que las expresiones de sus rostros se mostraban indescriptiblemente aterradoras; era evidente que habían muerto sufriendo de una forma espantosa.
Mientras contemplaban atónitos los detalles, John Malkovich señaló lo que parecía ser un libro sobresaliendo de debajo del brazo derecho del difunto director. El coronel Miller se puso en cuclillas para tomarlo; era una ejemplar de la recientemente publicada novela "Drácula" escrita por Bram Stoker, de la que tanto se oía hablar en Londres últimamente.

 

 

Súbitamente, la hasta entonces inerte camarera comienza a caminar hacia fuera del salón, llamando la atención de los caballeros interrumpiendo los pensamientos que giraban en torno al extraño hallazgo. Sin hacer ningún caso a los vanos intentos de Novotny por comunicarse con ella, la enajenada sirvienta continúa su paso dirigiéndose hacia la recepción del hotel mientras todos la siguen, extrañados. La mujer se detiene frente al mostrador para tocar la campanilla reiteradamente, con absoluta indiferencia hacia el cadáver del recepcionista que yacía tumbado a un lado sobre la misma mesa. Los caballeros quedan perplejos al observar cómo el hombre parecía haberse abierto la cabeza golpeándose repetidamente contra el duro roble. La sangre cubría la mitad del mostrador y aún goteaba al suelo.
Derek Henry toma el brazo de la sirvienta deteniendo las compulsivas pulsaciones a la campanilla, al tiempo que advierte que el libro de registros estaba completamente carbonizado.

 

 

La camarera se voltea hacia los presentes y, esbozando una extraña sonrisa, pronuncia: -Ellos están entre vosotros- Dicho aquello, comenta en un tono completamente vacío de expresión: -Qué desastre es todo esto, me encargaré de hacerlo limpiar en seguida. Por cierto, caballeros, olvidé presentarme: Mi nombre es Gertrudis y me encuentro enteramente a su servicio.- Los hombres contemplan con desconcierto cómo la sirvienta va en busca del personal de limpieza; señoritas que presentaban todas la misma extraña mirada vacía que Gertrudis. Ninguna responde a los acalorados cuestionamientos que en vano les hacen los cada vez más abrumados señores; Alexander Morley entra en cólera abofeteando a una de ellas en un intento de hacerla reaccionar, pero estaba claro que nada iban a conseguir. Solo ellos parecían ser los únicos que mantenían la cordura. Ellos y sus esposas...

 

Mientras todo aquello acontecía en la planta baja del hotel, las señoras habían recibido todas una extraña visita a su alcoba; una espeluznante figura oscura, de rostro pálido y voz distorsionada, que acercándoseles con una rapidez sobrehumana impedía por algún efecto hipnótico que las indefensas mujeres abrieran siquiera la boca para pedir ayuda. -El día será tu muerte, la noche será tu vida -les decía a cada una mientras permanecían sumidas en un profundo trance, con la mirada fija en unos escalofriantes ojos completamente negros  -Cuando vuelva tu hombre le seducirás y os devoraréis en lujuria, y también él morirá en el día y vivirá en la noche. Secreta ha de ser vuestra unión, oculto vuestro lazo; reveladlo y horrores que no veríais ni en el propio infierno os atormentarán a ambos por siempre -Mientras pronunciaba esas palabras las damas recibían visiones terroríficas en sus mentes, tan traumatizantes que se ahogaban en un llanto silencioso mientras que el corazón casi se les salía del pecho. Cuando acababa de darles esas órdenes, la misteriosa figura se alejaba con la misma velocidad con la que había irrumpido en la habitación.

 

 

Los señores, al comprender que nadie del personal del hotel parecía mostrar signos de cordura, se disponen a volver a las habitaciones preocupados por sus respectivas mujeres. Debían informarles de lo acontecido y alistarse inmediatamente para volver a empacar y largarse lo antes posible de ese hotel repleto de locos donde moraban también peligrosos asesinos. Pero al encontrarse con ellas, notan cómo sus mujeres se comportan de una extraña manera. No parecen hacer caso siquiera a los nerviosos discursos de sus maridos; mientras hablan acalorados sobre el cadáver del director y del recepcionista o del delirante accionar del personal del hotel, sus mujeres los seducen de una forma tan eficaz que cada uno acaba por ceder a sus irrefrenables impulsos carnales. Todos los horrores que habían presenciado se esfuman temporalmente entre sudor embriagante, caricias frenéticas y arrebatados gemidos de placer.

 

 

El día despunta, y los matrimonios que aún no duermen caen sumidos en un profundo sueño que durará hasta entrada la noche. Al despertar, las mujeres han salido del trance en el que permanecían la noche anterior, pero recuerdan con perfecta nitidez a la aterradora figura y a cada una de sus palabras... También aquellas horrorosas imágenes que quedarían por siempre grabadas en sus mentes. "Secreta ha de ser vuestra unión, oculto vuestro lazo", se repite una y otra vez como un eco en sus oídos. Los cónyuges se ponen al día; los hombres informando a sus mujeres de lo que habían presenciado y las damas relatando lo que el oscuro visitante les había dicho y enseñado. Estaba claro que no había mentido, durante todo el día nadie había despertado.
Las señoras ruegan a sus esposos que por nada en el mundo revelasen su unión matrimonial al resto de los huéspedes, accediendo ellos sin dudarlo; ya habían visto suficientes horrores como para creer en las amenazas de quienes estén detrás de tales calamidades.