Y la saeta de Paulinho Do Santos atravesó el cuerpo de Lola como si la joven se tratara de una mariposa clavada por el alfiler de un cazador.
Los pasos que habían llevado a ese final eran largos y complejos, ¿pero qué importaban ya? ¿qué importaba que Paulinho la hubiera amado, como todos? ¿que importaba que esta fuera la segunda vez que intentaba cazarla o que la otra vez el arrepentimiento hubiera salvado la vida de la joven pero la hubiera condenado, durante años, a unas pesadillas que no podía soportar?
La saeta de Paulinho Do Santos atravesó el cuerpo de Lola, y la joven se estremeció en un estertor que presagió la muerte. Y luego murió.
De nada sirvió el intento del sacerdote Roger Sanchez por evitarlo. En ese momento el lugar donde se encontraban, perdidos en esa especie de infierno, no desapareció. ¿Cómo podría? El laberinto de rosales, de setos, de niebla, no estaba construido por la infortunada Lola, sino por el ser que se había hecho con su alma, y su espíritu. Era un laberinto que estaba hecho de jirones de sueños rotos, de dolor, de tristeza, de la sensación de vacío que había ido llenando su alma hasta ocuparla por entero. Pero no era de Lola sino del ser que poseía a ella. Sin embargo ese ser, que justo en ese momento estaba a punto de apoderarse de Francoise, Rodrigo y Ayberk Kaplan, en el mundo material en el que ya no se encontraban ni Roger, ni Paulinho, sí se vio afectado por la muerte de la mujer de la que se había apoderado y por la que, hasta cierto punto, se encontraba en el mundo.
Desapareció, para aparecer en ese laberinto, y empezar a buscar a Roger, a Paulinho, y al alma de Lola. Mientras, en la casa, la decrepitud sobre la que las ilusiones se habían cernido, volvía a llenar las habitaciones, los libros, todo. En algunas de ellas, Francoise, Rodrigo y Ayberk, intentan recuperarse de lo ocurrido.
Mientras en un laberinto de setos, rosas, espinas, humo y pesar, Paulinho y Roger intentan escapar a ese ser que se acerca hacia ellos, lento, inexorable, y terrible.
Francoise, Rodrigo y Ayberk, tirada de voluntad para ver cuantas secuelas sufrís por la aventura.
Roger, Paulinho, podéis hacer una tirada para intentar salir bien de donde os encontráis, describid lo que intentáis hacer, lo que entendéis que debéis tirar, y hacer la tirada. Atendiendo lo acertado de vuestra descripción, y el resultado de la tirada, os diré lo que os ocurre.
Por cierto, perdonad por el enorme retraso de este post, para ser sincero, tras no poder terminarla en las jornadas, me sentí un pelín decepcionado, y no he encontrado un momento para hacer este post con el que poder terminar la partida.
Motivo: Tirada de voluntad
Tirada: 1d20
Dificultad: 13-
Resultado: 2 (Exito)
Motivo: Tirada de voluntad (penalizador 4)
Tirada: 1d20
Dificultad: 12-
Resultado: 1 (Exito)
Motivo: Ego
Tirada: 1d20
Dificultad: 11-
Resultado: 16 (Fracaso)
Motivo: Voluntad
Tirada: 1d20
Dificultad: 16-
Resultado: 17 (Fracaso)
Motivo: Voluntad
Tirada: 1d20
Dificultad: 10-
Resultado: 9 (Exito)
La sensación (aunque no era una sensación, era más bien un hecho incontestable, algo que todos sentían como cierto, una losa sobre su espíritu) que algo irreparable había ocurrido les sacudió a todos, cada uno en su forma. También, junto a esta, el sabor agridulce que, sin duda, las cosas podían haber sido mucho, muchísimo peores.
Al ver el lugar totalmente arruinado, quemado, perdido, la locura apareció en los ojos de todos los implicados. No fue posible, por mucho que lo intentaron, encontrar los cadáveres de Rafael ni de Maica. Tampoco el de Lola, la entrañable, deseable, querida, pequeña, Lola.
Pero ninguno era capaz de dudar que habían muerto, y que su sufrimiento no había terminado en esa muerte. Ese conocimiento les sacudió a los cinco, aunque de una forma distinta a cada uno.
Paulinho huyó con el sigilo del cazador de ese laberinto de setos y de flores muertas, evitando lesionarse demasiado con las espinas, y escapando del ser que quería darles caza. Se sentía culpable, y mal, sentía remordimientos... pero también estaba convencido (aunque no fuera cierto) que su opción había sido la mejor posible. Se repitió esa mentira suficientes veces como para poder creer que era verdad. A media mañana del día después del momento en que las ilusiones habían caído, logró aparecer en el umbral de la destruida mansión, sintiendo como los recuerdos de donde estaba, y de lo que había ocurrido, empezaban a desdibujarse en su mente.
Por su parte, el sacerdote Roger no tuvo tanta suerte. Aterrado por lo ocurrido, trató desesperadamente de salvar, sin saber muy bien cómo, el alma de Lola, y sólo sirvió su esfuerzo para encontrarse con el ser que les perseguía. Le destrozó el alma, aunque no pudo apropiarse de ella. El dolor hizo que Roger saliera del laberinto, pero con terribles secuelas*. También él apareció en la mansión, pero casi tres días después, confuso y desorientado.
Poco entendieron o recordaron de lo sucedido Francoise o Rodrigo, intentaron olvidar ese fin de semana, esos días. Ambos tenían sus propios problemas, sus propias tragedias, que en ningún caso se habían visto mejoradas por los aterradores sucesos. De algún modo, consiguieron hacerlo.
Ayberk Kaplan** para conseguir lo mismo, tuvo que acudir a las drogas, convirtiéndose a los pocos meses en un adicto.
Nunca volvieron a reunirse.
* Roger, como consecuencia de la partida ganas la desventaja de pesadillas.
** Ayberk Kaplan gana la desventaja de adicción.
Dejo la partida abierta una semana por si alguien quiere poner algo antes de colocarla como terminada.