| BATALLA |
Me alegré cuando conseguí escaparme de aquellas manazas tan repugnantes. Me escondí detrás de un árbol, aprovechando la confusión que reinaba entre mis dos contrincantes, y me concentré al máximo. Si me convertía en alguno de los líderes muertos podía tener suerte y convencerles de que dejaran las armas. Eso podría suceder si ninguno de los dos había muerto morir a dichos líderes. Pero tenía que intentarlo... Eso o morir, ya que mi cuerpo cada vez solicitaba un pequeño descanso.
Tirada: 1d20(+10)
Motivo: Transformarse
Resultado: 16(+10)=26
| RESOLUCIÓN DE TIRADAS - JUGADA MASTER |
Kantorias, herido gravemente por aquella daga en el estómago, consigue lanzar una última llamarada. Al mismo tiempo, Fistandantilus aparece a su lado y lanza un rayo al caballero con el rostro oculto. El fuego y el rayo consiguen acabar de una vez con el enemigo, que se desplaza unos metros hacia atrás antes de caer al suelo, ardiendo. Su cuerpo se fue consumiendo, aunque no sufrió. Fistandantilus acabó con su vida antes de que lo hicieran las llamas.
Dis Pater atacaba los barcos, de los cuales seguían descendiendo tripulantes a trompicones. Unos orificios en los cascos consiguieron que se fueran hundiendo, impidiendo así su avance. Una vez en el mar, Melpénome y los suyos hicieron su trabajo. En cuestión de segundos, los barcos desaparecieron bajo el agua y con ellos sus tripulantes. Los espectros, después de aniquilarlos, se dirigieron hacia los tripulantes que ya estaban en tierra firme, atacando a los soldados de Miles y a los elfos.
Mientras tanto, Falathar intentaba levantarse de nuevo tras sufrir aquel golpe tan grave que podría haber sido mortal. Farilynn le ayudó a ponerse en pie, pero lo retuvo con sus brazos. A pesar de lo preocupada que estaba, sabía que su hijo tenía el mismo espíritu luchador de su padre.
- Falathar... Entiendo que quieras seguir luchando y no te lo voy a impedir, pero te ruego que pares unos segundos... Has sufrido un duro golpe y no podrás mantenerte en pie mucho tiempo. Serás más vulnerable- le decía la reina de los elfos, rodeando a su hijo por la espalda para ayudarle a no caerse.
Elvie, que sobrevolaba en esos instantes los cielos, intentó proteger a sus compañeros y a ella misma después de sentir que la magia volvía a recorrer todo su cuerpo. Sin embargo, no logró hacerlo. Únicamente pudo hacer aparecer una burbuja alrededor de su propio cuerpo, que la protegería de cualquier ataque aunque, en esos momentos, nadie se había percatado de la pequeña hada y eso podía tener sus ventajas.
Shera, a pesar de que había sido capturada por dos de los tripulantes enemigos, utilizó su maestría para trazar un plan que pudiera liberarla. Con gran inteligencia, utilizó su don para crear una ilusión en sus enemigos. Inmediatamente, se giraron y se miraron mutuamente.
- ¿Qué has dicho? ¿Que soy un inútil?- preguntó uno de ellos, mientras su respiración se agitaba considerablemente.
- ¿Qué dices? ¡Tú eres el que me has llamado hijo de mala madre!- respondió su compañero. Se miraron con una furia incontrolable y comenzó una pequeña batalla entre ellos. Finalmente, uno acabó muerto por un hachazo en la cabeza y el otro malherido por una herida grave de espada en el estómago. No opondría resistencia a un nuevo ataque, porque su resistencia estaba bajo mínimos. Era la oportunidad de Shera.
Lëilyn, aprovechando que había conseguido escapar de las manos de sus captores, utilizó su don para transformarse en alguno de los dos líderes muertos. Por suerte, aquellos dos tripulantes eran ajenos totalmente a lo que sucedía a su alrededor. Únicamente estaban concentrados en apresar a la joven, así que no notaron la diferencia cuando una Lëilyn transformada en el misterioso caballero de rostro cubierto salió de detrás del árbol.
La lucha que mantenían Nacilë y Dana contra aquella hechicera estaba bastante complicada. Los rayos volaban entre ellas, algunos impactando y otros no. La que peor salió parada fue Nacilë, que en uno de los impactos cayó de bruces contra el suelo, inconsciente. Dana aprovechó el momento y, con un movimiento de su mano, lanzó el último rayo que desplazó a la hechicera hasta el mar. Melpénome y los suyos la arrastraron hasta el fondo donde ya no tenía tanta libertad de movimientos. Las sirenas acabaron con su vida y destruyeron su cuerpo hasta quedar reducido a la nada. Dana corrió de inmediato hasta su hermana Nacilë, pero ya era demasiado tarde. Había fallecido. La adivina sintió un dolor muy profundo en su pecho y comenzó a llorar, pero no sintió una pena exagerada. Ella y su hermana nunca se habían llevado bien y nunca había aceptado que Dana fuera la heredera, pero al fin y al cabo eran hermanas. Nacilë había olvidado todas sus rivalidades con Dana para acudir a la guerra y ayudarla. Lo había conseguido pero a cambio de un precio muy alto.
Los espectros se ocuparon del resto y en cuestión de minutos acabaron con los tripulantes que quedaban. La batalla estaba ganada, aunque habían sufrido algunas bajas. De inmediato, los elfos se dispusieron a curar a los heridos más graves, entre ellos Kantorias, que no aguantaría mucho más. También fueron hasta Shera, liberándola de las cuerdas y comenzando ya a curarle la herida provocada por la daga, obligándola a tumbarse en la hierba. Otro elfo fue hasta Lëilyn, transformada de nuevo en ella misma, y le obligó a sentarse para curarle la herida del muslo. Todos fueron atendidos. A Elvie le ofrecieron una infusión cuando hubo descendido de su vuelo, para que pudiera reponer las fuerzas perdidas durante la batalla y a Drum le ofrecieron otra. Cinco elfos fueron corriendo hasta Falathar, que se encontraba aún con Farilynn, y comenzaron a inspeccionar al príncipe de los elfos.
Todos estaban felices. Todo había terminado por fin y mientras los heridos eran atendidos, Farilynn se acercó a los espectros. Había hecho un pacto con Dis Pater, aunque para ella seguiría siendo siempre Jairon. Esperó a que todos se reunieran con ella, en especial Jairon. Sonrió.
- Gracias por ayudarnos... Sin vosotros no hubiera sido posible llegar hasta aquí. Hemos sufrido muchas bajas, pero hubieran sido muchas más si no hubiera sido por vosotros- dijo Farilynn, mirando los rostros de cada uno de los espectros que la escuchaban con atención-. Os he prometido liberaros de vuestra condena... Me habéis jurado lealtad y juntos hemos logrado la libertad para la Tierra Media. Estáis en paz con el mundo. Se os perdonan todos los pecados por los que fuisteis condenados. Yo os libero- anunció Farilynn e, inmediatamente, todos los espectros desaparecieron excepto Jairon, que se materializó. Se convirtió en un hombre alto y delgado, con melena castaña oscura y unos ojos del mismo color. Farilynn se acercó a él-. Bienvenido de nuevo... Ellos ya se han ido a sus hogares, pero tú sigues aquí porque tu familia somos nosotros. Puedes quedarte o marcharte... Pero esa decisión deberás tomarla después de que nos hayas llevado hasta el escondite que utilizaba Victoria-.
- Sí, hay gente que nos estará esperando- dijo Dana desde el suelo, aún al lado de su hermana. Dirigió una fugaz mirada a Lëilyn y Drum. Sus padres pronto serían liberados.
[Tras la batalla]
En cuanto cayo el hechicero, Kantorias se derrumbo en el suelo por sus heridas y quedo semiinconsciente hasta que le curaron los elfos
Cuando recupero la consciencia la batalla había acabado y Farylinn liberaba a los espectros. Cuando hablo de ir a la guarida de Victoria el enano intento incorporarse, ahogando un quejido de dolor
-yo también voy, un rasguño no me dejará atras-
| ISLA |
Sonreí aunque hacía muecas de dolor. La herida provocada por la daga escocía al contacto de los remedios naturales que estaban utilizando los elfos para curarme. Dirigí la mirada hacia Drum.
- ¿Has oído eso? ¡Vamos a buscar a nuestros padres!- dije, eufórica, llena de felicidad. Tanto tiempo pensando en ellos, tanto tiempo deseando tenerles a nuestro lado y, ahora que había terminado todo, íbamos a poder volver a verles. Estar juntos para el resto de nuestros días...
| NOTA MASTER |
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