Al comenzar un nuevo día deberás hacer un post narrando las impresiones de Matt tras despertar, sobre todo en relación al sueño.
Después te pondré las opciones sobre qué hacer en el día para continuar con la mecánica.
Dormir. Descansa mi mente. Sabía que eso era fundamental para mantenerme cuerdo y, aunque al principio era muy reticente a tomarme aquellas malditas pastillas, había acabado por rendirme a la evidencia. De poca ayuda le sería a Daphne si yo no me mantenía ágil física y mentalmente.
Además, había descubierto que con las pastillas mi mente permanecía en un estado neutro. Ni malos sueños ni imágenes que me atormentaran, simplemente se quedaba en un estado de quietud, en un limbo donde nada parecía afectarla. Hasta esa noche en que la sensación que había tenido era tan vívida que logró sobrecogerme.
Los recuerdos se habían hecho fuertes y luchaban contra ese estado mental en el que me sumía cada vez que tomaba una sola de esas pastillas. Y estaban ganando la batalla.
Recuerdos que habían quedado grabados a fuego en mi ser y que volvían de nuevo para mostrarme el camino recorrido. Después de haber ido ese día a la oficina era normal que dichos recuerdos comenzaran por las dos únicas personas que apreciaba, y me apreciaban, de aquel lugar.
No pude evitar sonreír al recordar algunos momentos. La sinceridad del jefe y, sobre todo, la incondicional amistad que Frank me había mostrado desde el primer momento, sin importarle la indiferencia de los demás.
Fue precisamente ante el recuerdo de Frank y sus palabras que me di cuenta de algo que creía olvidado. El lago… ¿Por qué recordaba en esos momentos el lago y los tréboles?
Mientras me daba una ducha y antes de tomar mi primer café no dejaba de darle vueltas a ese detalle. ¿Por qué? ¿Por qué en medio de esos recuerdos ha salido a relucir el lago?
Pero por más que quisiera buscar una explicación no la encontraba. Algo en mi subconsciente parecía estar dándome una pista, o por lo menos así lo quería ver yo, y me aferraba a esa idea con uñas y dientes.
Sin embargo mis intenciones eran una cosa y lo que acababa ocurriendo otra muy distinta. Estaba ante un nuevo día con todas las horas por delante y pocas ideas de qué hacer con ellas.
¡Comienza el día 2!
Al igual que en el día 1, deberás elegir dos localizaciones. Recuerda en un principio escoger solo 1 (y después ya eliges la 2ª)
Detalles importantes:
Ahora aparece como destino "hogar", que implica quedarte en casa.
Se puede elegir una localización que hayas elegido el día anterior. Cada día es independiente.
No tienes que interpretar nada si no quieres, con elegir la localización te pongo el post :)
El primer café de la mañana fue una carga de energía para mí y, con el segundo que bebía casi de golpe, las dudas que había sentido mientras me duchaba desaparecieron de golpe. Mientras me vestía dispuesto a comenzar un nuevo día lejos de las cuatro paredes que tanto me agobiaban, repasaba los lugares a los que podía ir esa mañana.
El desánimo al que me había dejado arrastrar la noche anterior había desaparecido y, nuevamente, comenzaba el día decidido a encontrar esas pistas que me llevaran junto a Daphne y que se empeñaban en rehuirme una y otra vez.
Volver a la oficina era una pérdida de tiempo, al igual que lo sería presentarme en la comisaría. Esos dos lugares los rechacé nada más que su imagen apareció en mi cabeza, la cual seguía dándole vueltas al sueño de esa misma noche y, sobre todo, a las palabras de Frank.
¡El lago! Dejándome arrastrar por una intuición me acercaría hasta el lago y buscaría en el campo de tréboles. No sabía porqué estaba tan convencido de que allí encontraría algo, pero hasta allí iría. Si encuentro un trébol de cuatro hojas se lo llevaré a Frank.
Con ese pensamiento en la cabeza terminé de vestirme con unos vaqueros, una camiseta negra y un jersey gris. Cogí mis pertenecencias, entre ellas las llaves del coche y el teléfono móvil y me dispuse a ir hasta el lago con la esperanza de que por fin algo encontraría allí.
No sé si se va en coche o no, por si acaso puse lo de las llaves ;)
Transcurrido el tiempo necesario, abandonaste el núcleo urbano para irte a las afueras. El lago simbolizaba para los locales el lugar perfecto para evadirse del día a día. No era un espacio excesivamente grande, tampoco estaba tan bien cuidado como un parque natural, pero ofrecía la dosis suficiente de naturaleza para que los más demandantes de un espacio verde obtuviesen justo lo que necesitaban.
La única pega que tenía el lugar era su acceso. O lo hacías a través de un vehículo propio o no tendrías como ir hasta él. Por suerte eso nunca fue un problema para ti gracias que tenías vehículo propio.
Cuando aparcaste en el improvisado parking de tierra, avanzaste hasta llegar al lugar mejor adaptado para que las familias y las parejas pudiesen descansar ante unas vistas muy cautivadoras.
Inmediatamente te evocaron recuerdos de cuando conociste a Daphne. En vuestras primeras citas empezasteis a frecuentar este lugar, siempre por recomendación de ella. A ti te parecía un lugar tosco, alejado y aunque tranquilo no lo suficientemente bonito como para coger el coche teniendo un parque mejor abastecido en el centro de la ciudad, pero ése era el poder de Daphne, era capaz de conseguir convencerte para hacer cualquier cosa a través de su sonrisa.
Si algo caracterízo este lago fue el ser el escenario de tu pedida de matrimonio. Fue tras un picnic que parecía improvisado pero que estuviste planificando durante meses, una maniobra sencilla pero perfecta: tal y como definías tu relación con ella.
Cierto era que el lago actualmente estaba aún más descuidado que por aquel entonces. La cada vez menor afluencia de visitantes a la zonas comunes del lago y la falta de fondo provocaron que poco a poco cayese en decadencia pero para ti este lugar siempre tendrá un lugar especial en tu corazón, era tu santuario para apaciguar la mente y las ideas...
No sabías si fue fruto del sueño que tuviste recientemente, pero te dio por buscar concienzudamente el parche donde debería haber una plantación de tréboles.
Te bastó tan solo unos minutos para encontrar tal manto verde. Quizás no era tan amplio como imaginabas, pero parecía casi un milagro encontrar en él un trébol de cuatro hojas.
Inmediatamente tu mente te traicionó e imaginó a Daphne sujetándolo y colocándoselo en el pelo, como si ese hallazgo lo hubieses compartido con ella ¿era realmente tu imaginación o un recuerdo del pasado que yace oculto en el subconsciente?
Una lágrima corrió por tu mejilla, te la secaste y todo volvió a su estado normal. Tener aquel trébol en tu poder te hizo aún más vulnerable que de costumbre.
Debes narrar tus impresiones y elegir la 2ª localización del día :)
A medida que la distancia entre la ciudad y el lago se iba acortando, los recuerdos empezaron de nuevo a agolparse en mi cabeza, pero fue hasta que aparqué el coche y caminé unos metros hasta detenerme en una de las mesas de madera acondicionadas para comodidad de los visitantes, que dichos recuerdos no comenzaron a golpearme con fuerza.
Me senté encima de la mesa mirando el descuidado paisaje. Hacía tiempo que no iba por allí y me impresionó ver lo abandonado que estaba todo, tan distinto a cuando Daphne me convencía con una de sus típicas sonrisas para pasar un tranquilo día de picnic. Como el día que me declaré a ella.
A pesar de ser un dulce recuerdo que consiguió arrancarme una sonrisa, no pude evitar sentir también un fuerte puñetazo en el pecho cargado de angustia y dolor. Estar allí solo, sin la tranquila y cariñosa compañía de Daphne era un duro trago que quería que pasara cuanto antes.
Me estaba flagelando, provocándome un intenso dolor del que sólo podía salir rabia y frustración. Cada hora que pasaba sin tener noticias de ella era una tortura para mí, aunque más suplicio era sentir mis manos atadas y no poder hacer nada por encontrarla.
No sabía por dónde empezar, no sabía a quién acudir, ni siquiera llegaba a recordar los últimos días. Vivía a base de recuerdos que iban poblando mi memoria, a veces poco a poco, otras veces en tromba que conseguían alterarme demasiado.
Bufé por lo bajo cargado de frustración antes de bajarme de la mesa para buscar la plantación de tréboles. A pesar de la maleza y las altas hierbas que poblaban el lugar, no me resultó difícil encontrar el pequeño arriate de un verde más intenso que refulgía en la tierra. Me acerqué a paso lento hasta allí y, quizás debido a la conversación con mi compañero o simplemente el destino que quería mandarme algún tipo de mensaje esperanzador, mis ojos se encontraron casi sin quererlo con un pequeño trébol de cuatro hojas.
Me agaché a recogerlo, sonriendo al pensar que quizás iba a tener por fin un golpe de buena suerte. Cuando lo tuve entre mis dedos una alegre imagen apareció en mi mente y cerré los ojos para retenerla. Era capaz de ver a Daphne dando vueltas sobre sí misma con tréboles en el pelo, sonriendo feliz y repartiendo esa felicidad a todo el mundo.
¿O quizás era un nuevo recuerdo que me golpeaba de lleno con toda la fuerza del pasado?
Suspiré resignado al darme cuenta que allí tampoco encontraría ninguna pista que me llevara directamente hacia mi amor. Cogí la cartera que llevaba en el bolsillo trasero de mi pantalón y guardé con cuidado el trébol en su interior, antes de dirigirme de nuevo al coche.
No sabía qué hacer. No tenía ni idea dónde podía ir. Tenía la sensación de ir dando tumbos de un lugar a otro como un pelele… Aunque quizás eso era lo que era. Un pelele en manos de un destino empeñado en llevarme de un lado a otro buscando sumirme en la locura.
Con un fuerte manotazo, igual que si estuviese espantando una mosca, aparté esos lúgubres pensamientos de mi cabeza y arranqué el coche pensando que quizás tomarme una copa me vendría bien.
Sí, sin lugar a dudas el bar era un buen lugar para terminar la jornada y quizás así esa noche no necesitaría pastillas para quedarme dormido.
Llegaste con facilidad al bar, hacía bastantes días que no te pasabas, no te sentías con ánimos después de todo lo ocurrido con Daphne ¿por qué ahora sí? ¿necesitabas contacto social? ¿echar un trago? ¿cambiar de aires?
Aquel lugar era un santuario para muchos, también incluso para ti. El local no era excesivamente moderno, pero tampoco era un antro. Tenía su mesa de billar, su barra reluciente, su televisión poniendo las noticias locales durante todo el día y además una camarera atractiva que estaba sobreexplotada ya que echaba allí más horas que el sol.
En cuanto entraste se hizo el silencio, te sentiste observado. Tu historia fue, es y probablemente será la comidilla del pueblo durante al menos varias semanas más, hasta que ocurra otra desgracia que sustituya la vivida por ti, así eran las personas.
La camarera te sonrió, aunque aparentaba ser joven, sabías que tenía más edad por pequeños detalles como las arrugas de las manos o su propia sabiduría.
- Vaya... hacía días que no te veía por aquí. Me alegra que te hayas animado - te dedicó otra de sus características sonrisas. La realidad era que estar allí te relajaba, era una especie de anestésico de la realidad.
- ¿Qué tal estás? ¿Cómo te encuentras? - mientras preguntaba aquello notabas que se iba a la zona de las botellas. Escogió una Spencer, una cerveza negra belga que te encantaba degustar lentamente. La abrió delante de ti y te la sirvió.
- Ésta invita la casa - no sabías si era generosidad, interés o puro marketing para que volvieses a enganchar a la rutina de ir al bar.
- No tienes porqué hablar ¿eh? ya sabes que te dejo a tu aire - volvió a dedicarte aquella sonrisa y se puso mientras a hacer otras cosas para así no presionarte a charlar, si algo te gustaba de ella es que sabía respetar tu espacio, cosa que no todo el mundo saber hacer.
Perdón por tardar, ultimamente solo saco hueco para postear tranquilo los fines de semana XD
Centrarte en mantener una conversación con Lilly
Centrarte en la televisón y las noticias
Centrarte en beber y despejarte
No era estar rodeado de gente lo que buscaba cuando entré en el bar, simplemente quería desconectar del mundo, de la vida misma, que el alcohol me hiciera olvidar durante unas horas la falta de Daphne a mi lado. Y sabía que Lilly no me agobiaría con charlas inútiles y que sólo hablaría conmigo si yo me abría… Esa mujer era un auténtico encanto y no entendía qué hacía en ese lugar aguantando, más horas de las que debía, borrachos y solitarios como yo en esos momentos.
Intenté no prestar atención al silencio y las miradas que me siguieron en mi recorrido hasta la barra. En un pueblo tan pequeño que una mujer estuviera desaparecida no dejaba de ser la comidilla de todo el mundo. La monotonía y la falta de incentivos llevaba a esa gente a hablar de cualquier suceso que le ocurriera a sus vecinos por pequeño que fuera el acontecimiento, y la desaparición de Daphne no era precisamente algo leve.
Saludé a Lilly con un gesto de cabeza y una sonrisa cuando me puso la cerveza ante mí. Le di un largo trago disfrutando de la intensidad de su sabor y la densidad de su textura. Me encantaba esa cerveza y agradecía el detalle de la mujer al recordar cuál era una de mis preferencias.
No fue hasta que no dejé de nuevo el vaso sobre la barra cuando me decidí a hablar con ella. Lo bueno que tenía Lilly era su discreción, además de un algo que incitaba a la gente a confesarse con ella. Por ese motivo no me importaba mantener una conversación con la mujer y, junto a la cerveza, quizás me sentara bien desahogarme un poco.
—Gracias —dije ante la invitación. Respiré hondo antes de decidirme a contestar a su pregunta—. A ti no se te puede engañar Lilly —volví a sonreír pero estaba vez con una sonrisa que mostraba la tristeza que sentía— estoy hecho mierda. Sin Daphne me siento tan perdido… Y el no tener ni una pista ni una noticia que me calme un poco me está matando. Es una tortura no saber qué ha pasado de verdad y lo peor es que no soy capaz de recordar —volví a dar un trago a la cerveza, aunque en esta ocasión fue mucho más corto—. Y encima todo el mundo observándome, juzgándome, condenándome, como si yo hubiera sido el culpable de su desaparición. Todos creen que yo le hice algo a mi mujer… No entienden que yo sería incapaz de dañar a Daphne… —miré a Lilly a los ojos, quizás buscando en ellos alguna confirmación de que el resto del mundo estaba equivocado y que ella, por lo menos, me apoyaba y creía en mí.
La camarera te escuchó atentamente, incluso detrás de la barra procuró acercar su cabeza a ti lo máximo posible para que el entorno fuese más seguro, más discreto: justo lo que necesitabas.
Notabas que a aquella mujer no le importaba compartir su espacio personal contigo, cosa que no hacía con otros. No eras tonto, sabías que a ella le gustaba tratar contigo.
- Que estés hecho mierda significa que sigues en este mundo, que sigues siendo humano y no una roca sin sentimientos ¿eso es bueno para empezar, no? - seguramente tu psicólogo te habría dicho algo parecido pero repleto de tecnicismos y expresiones que justificasen su sueldo.
- A pesar de que ahora creas que estás viviendo una pesadilla, ésto no es más que la vida misma poniéndote a prueba. Cuando sucede una desgracia solo puedes hacer dos cosas, o derrumbarte o seguir adelante. Tú eres de los fuertes, sé que eres de los fuertes - te dedicó una sonrisa afable, aunque sus ojos denotaban tristeza.
- Todos te van a juzgar hagas lo que hagas... da igual que sea una nimiedad o el delito más grave. Da igual que seas culpable o inocente... vivimos en un pueblo de mierda ¿lo recuerdas? la gente no tiene nada mejor que hacer. Tú no eres un monstruo, jamás le harías daño a nadie. Eso sé verlo, lo dice tu mirada, lo dicen tus gestos. La gente solo juzga en base a lo que considere que generará un rumor más jugoso para hacer menos tristes sus vidas - después pasó su fría mano sobre la tuya.
- Lo que debes hacer es buscar algo a lo que aferrarte... o a alguien. Algo que te de fuerzas para seguir buscando... o que te permite mantenerte lo suficientemente cuerdo para que el tiempo diga qué ha pasado - hizo un silencio y apartó la mano.
- ¿Podrás? - se centró de nuevo en sus quehaceres detrás de la barra.
Seguir hablando con Lilly
Marcharte del Bar
Sabía de sobra que Lilly siempre había sentido una especial predilección por mí, nunca entendí el porqué pero siempre había sido así. Y yo siempre me había sentido muy cómodo con ella, sobre todo en nuestras conversaciones ya que la mujer mostraba una sensatez y una filosofía de la vida que encajaba perfectamente conmigo. Pudiera ser que influyera también el hecho de que jamás me había insinuado a ella y mucho menos le había faltado al respecto como muchos otros, y quizás ahí estaba la clave de esa preferencia hacia mí.
Escuchaba sus palabras mientras le daba tragos a mi cerveza con un brillo divertido en mis ojos. Le dediqué una sincera sonrisa como hacía mucho tiempo que no le dedicaba a alguien, más concretamente desde que Daphne no se encontraba a mi lado y, después de dar un largo trago que dio por finiquitada mi bebida, le guiñé un ojo a la morena con complicidad.
—Creo que debería despedir a mi psicólogo y contratarte a ti —dije, mientras arrastraba el vaso en su dirección con la clara intención de que me pusiera otra.
Lo único que me hizo fruncir ligeramente el ceño fue su insinuación de que buscara a alguien que me sirviera de punto de apoyo con la realidad. Tal vez no debiera interpretarlo mal, pero me había parecido una clara indirecta sobre quién pudiera ser ese alguien y yo, en esos momentos, lo último en qué pensaba era en sustituir aunque fuera de manera pasajera a mi querida Daphne. Eso sin contar con la cantidad de habladurías que habría y que, para el resto de la pequeña comunidad en la que me había tocado vivir, significaría un claro indicio de que yo era culpable de la desaparición de mi mujer.
Pero ese sentimiento duró poco pues, en el fondo, sabía que Lilly era una buena persona que sólo pretendía no dejarme caer en el desánimo.
—No sé Lilly, no sé si seré capaz de mantener las fuerzas y mucho menos la cordura —aseguré, tamborileando impaciente mis dedos sobre la barra—. Soy incapaz de recordar muchas cosas, me siento demasiado desorientado sin saber hacia donde tirar. Si tuviera alguna pista a la que agarrarme, algún hilo del que tirar. Pero nada.... —cerré el puño y pegué un puñetazo de rabia encima de la barra—. No tengo nada.
Por unos instantes me quedé con la mirada perdida en la superficie de la barra mientras Lilly se ocupaba de sus quehaceres, entre ellos servirme la segunda cerveza que le había pedido.
—Disculpa mi arrebato Lilly —me disculpé ya que ella no tenía la culpa de mi estado de ánimo—. Últimamente me resulta difícil mantener el control —una pequeña luz en mi cabeza se encendió. Era una tontería pero a esas alturas era capaz de agarrarme a un clavo ardiendo—. ¿Cuándo fue la última vez que viste a Daphne? ¿Notaste en ella algo raro, algo que no te encajara en su forma de ser?
Decidiste que quedarte un rato más charlando con Lilly, algo que parecía evidente cuando percibías que realmente era una persona que se centraba plénamente en ti, sin responder frases hechas o contestaciones monosilábicas, cosa que odiabas.
- ¿Contratarme a mi como piscóloga? Estoy segura que mis tarifas son más competitivas y... ¡la cerveza saldría gratis! - rió contigo, una risa que en el fondo era contagiosa. Después se tornó seria.
- Recuerda todo lo que has sufrido y hasta donde has llegado. Tu cordura permanecerá intacta si sabes elegir bien qué es lo que más te beneficia en una situación así. No puedes permitirte caer en un pozo de desesperación ¿lo entiendes, verdad? - intentaba tranquilizarte.
- Piensa que no eres ni policía ni detective privado... sé que quieres encontrar la solución por ti mismo pero... eres un tío normal ¿vale? un tío normal y encantador, pero no tienes los recursos para llevar por tu cuenta una investigación. Céntrate en mantenerte de una pieza, que no es poco. Muchos habrían sucumbido ya a la desesperación y tú no vas a ser uno más - se centró en escuchar todo lo que decías, a mantenerse paciente, expectante a tu reacción.
- Aquí nadie se disculpa por nada, no vas a ser menos - atendió rápidamente a un parroquiano que pidió una pinta.
- La última vez que vi a tu mujer estaba contigo ¿te acuerdas? nos vimos en el parque que coincidimos mientras paseabas con ella y yo iba a toda prisa al bar - aclaró. Te vino a la memoria ese día. Fue pocos días antes de que desapareciera, aparentemente un día normal.
- Ella estaba como siempre, tampoco tengo una relación con ella como la tengo contigo... ya sabes, a ella no le gusta mucho este bar. Pero estoy acostumbrada, soy la enemiga número uno de las parejas de los clientes habituales - rodó los ojos.
- Pero tu mujer sé que no es como el resto, que yo sepa no llegó a prohibirte venir por aquí nunca - rió.
- No como al resto ¿me habéis escuchado? - habló para el resto de clientes. Algunos ni respondieron, otros alzaron el brazo "confirmando" esa realidad.
Notabas que se iba haciendo tarde y que quizás le habías robado demasiado tiempo a Lilly. Puede que fuese un buen momento para regresar a casa.
Lilly ha seguid charlando con Matt, pero es buen momento para regresar a casa. Deberías narrar como acabas tu visita al bar y llegas a casa para descansar y dormir lo que te deje el cuerpo.
La charla con Lilly, aunque no me había mostrado ninguna pista ni hilo del cual poder tirar, algo por otra parte que ya esperaba, me había resultado muy gratificante y, a pesar de haber estado recordando a Daphne y la última vez que habíamos tropezado con la camarera, no me resultó tan doloroso como en otras ocasiones.
Era la gran cualidad de Lilly, se podía hablar con ella sin problemas de cualquier tema sin sentirte continuamente juzgado. Además de saber dar buenos consejos, algo que creía era inherente a estar detrás de una barra. La mujer tenía que estar más que acostumbrada a escuchar quejas, problemas y declaraciones de todo tipo y tenía un don especial para lidiar con todo el mundo. Tal vez por ese motivo me caía tan bien y, algo en lo que no debería pensar en esos momentos pero que reconocía que alimentaba mi ego, yo era uno de sus clientes favoritos.
Y no. Daphne nunca había sentido celos de Lilly, o por lo menos nunca me demostró lo contrario.
Apuré la cerveza dándome cuenta de lo tarde que era y, con un gracias por la charla y una sonrisa sincera como hacía tiempo no le dedicaba a alguien, me alejé del bar para refugiarme una vez más en casa junto a los recuerdos y el dolor que causaban.
Por el camino no pude evitar pensar en que Lilly tenía en cierta forma razón. No era un policía ni un detective pero sí era un periodista, aunque solo fuera gráfico, y estaba acostumbrado a la investigación y a buscar los mejores indicios para sacar un buen reportaje.
Cuando llegué a casa y sin ganas de cenar, tras un escueto aseo me metí en la cama no sin antes tomarme una de las pastillas que me había dado el psicólogo, aún dándole vueltas a mi conversación con Lilly. Quizás lo que debía hacer era enfocar el asunto como si de una noticia se tratase. Olvidarme, aunque eso iba a ser muy difícil, de quién era la desaparecida y tratarlo como haría si hubiera sido una desconocida.
Sí, quizás ese debía ser el nuevo enfoque para conseguir de una vez por todas averiguar la verdad. Y con esas ideas en mente poco a poco fui cayendo en una inconsciencia y en una negrura sin sueños, sin dolor y sin emociones.
Cerraste los ojos como de costumbre, dejando que tu cuerpo se relajase después de un día de experiencias y vivencias con el objetivo ya no solo de seguir adelante con tu vida, sino de arrojar algo de luz a todo lo sucedido desde la perspectiva que consideraste más adecuada.
Cuando volviste a tener el control notaste la adrenalina corriendo por tus venas a gran velocidad, una velocidad tan alta como la que estabas alcanzando con el coche. Notaste algo húmedo corriendo por tu mejilla, abandonaste el volante con tu mano izquierda durante unos segundos para comprobar que varias lágrimas se deslizaban por tu cara.
Un nudo en el estómago y una tristeza enorme asolaban tu cuerpo. Era un sentimiento horrible ¿culpabilidad? no lo tenías del todo claro ya que todo era confuso y sabías que si te despistabas lo suficiente podrías sufrir un accidente con el coche.
Segundos más tarde sentiste algo diferente, esta vez no era dolor o impotencia. Era algo más cálido, más profundo... ¡era rabia! sentías rabía y no sabías el motivo. Te aferraste al volante y a la vez apretaste los dientes con furia. Un torbellino de emociones se apoderaba de ti mientras contemplabas las líneas discontinuas de la carretera pasar una tras otra como un ejambre de balas en mitad de una guerra.
Miraste al asiento del copiloto y allí no había nadie. Normalmente la persona que protagonizaba aquel asiento era Daphne, pero allí no había nada, no había nadie. Estabas solo al volante con una lluvia torrencial que acabana de entrar en escena para hacer la conducción aún más complicada.
Ves algo pasar, un cartel indicativo, pasa demasiado rápido por tu derecha ¿era el cartel que mostraba que estabas tomando el rumbo al lago? estabas prácticamente seguro. A esa velocidad llegarías al lago de las afueras en unos minutos.
Despistarse durante unos instantes por intentar ver el cartel casi te provoca un accidente con un camión que venía en el carril de enfrente. Por fortuna reaccionaste a tiempo para desviarte de nuevo a la derecho evitando así una colisión directamientras el caminero hacía tocar el claxon a modo de protesta.
Detuviste el coche, el latido de tu corazón sonaba como exageradamente fuerte, casi como si fuesen golpes. Pero algo no iba bien ¿estabas escuchando golpes de verdad? provenían del exterior ¿o era del interior?
Bajaste del vehículo para comprobar que el sonido provenía del maletero. ¡Estaban golpeándolo! ¿Es que había alguien dentro?
Te dirigiste a gran velocidad a abrirlo, instante en el cual abriste los ojos para encontrarte mirando al techo de tu habitación, repleto de sudor, con el ritmo acelerado y las manos sudorosas.
Jadeaste ante aquella mala pesadilla, hacía tiempo que no te sentías tan mal después de un sueño.
Por suerte, era un sueño.
Continuamos en el día 3 :D