Partida Rol por web

Turno 1.

Las paredes son de metal bruñido y brillante, y grandes galerías muestran una pradera verde mecida por el viento. A tu alrededor se distribuyen varias mesas con probetas rellenas de líquidos de colores, y algunos terminales situados junto a las paredes muestran datos estadísticos pasando a toda velocidad, verde sobre negro. La única puerta es una placa corrediza de metal, también aséptica, blanca y brillante, bajo la luz halógena.

Todo es mentira, y lo sabes. La pradera que se ve a través de las ventanas está a seis mil kilómetros de aquí, y las ventanas no son ventanas, sino pantallas de alta definición. Estás bajo tierra, en un complejo en el que se realizan experimentos demasiado peligrosos como para ver la luz del día. Tú eres uno de ellos.

Algo pasó durante la última misión, y recordaste tu vida anterior durante un fugaz momento. Sabes que has cometido tremendas atrocidades, y que has puesto tu entrenamiento de combate al servicio de Umbrella. No podías hacer otra cosa. Te tienen mentalmente controlado. Y el responsable es el hombre que, frente a tí, teclea un pequeño pad. Varios trodos pegados a tu frente y a tus sienes con adhesivo transmiten lo que él teclea directamente en tu cabeza: está terminando de borrar lo que recordaste. Vuelve a convertirte en una máquina.

Paralizado por órdenes subconscientes provenientes del pad, solo puedes ver cómo el científico se gira hacia dos colegas, y les enseña la pantalla del aparato.

(Sigue...)

"Observen, caballeros", dice con orgullo mirando a sus dos acompañantes, "lo que puede hacer mi programa con la mente de un hombre. Esto que ven aquí son ecos de ondas cerebrales. Con esto bloqueamos los neurotransmisores, y conseguimos inhibir un recuerdo. Acabo de borrar el último cumpleaños de su hija. Ahora, el rostro de su mujer. Es fácil, aunque no permanente. De alguna forma, la mente logra recordar lo que es importante para el sujeto: estamos trabajando en ello".

Un piloto flota momentáneamente en la pantalla, y el doctor alza una ceja, como sorprendido, y lo hurta a la visión de sus compañeros. "Ahora, vigilen las señales del sujeto desde esos monitores", dice.

(Sigue...)

Ves como su rostro, preocupado, se fija en la pantalla del pad. Los otros dos científicos se ponen a estudiar con atención el flujo de datos sobre tu sistema nervioso que aparecen en los monitores junto a la pared, mientras el Dr. Isaacs enciende algo en su Pad; una cámara de seguridad que muestra una habitación pequeña, con un tubo de cristal en forma de hélice, que contiene un líquido azul, roto en el suelo.

Visiblemente alarmado, Sam guarda su pad en el bolsillo de su bata, y deja la tarea de borrado de memoria por la mitad. Sale corriendo de la sala, aunque antes de salir te lanza una mirada entre divertida y diabólica, y pulsa algo en el pad de su bolsillo. La puerta se cierra, y una luz de bloqueo aparece en el panel junto a ella.

En ese momento te das cuenta de que estás libre. Puedes moverte. La confusión reina en tu cabeza, pero sabes que te han utilizado. Sin embargo, todavía tienes los trodos pegados a la cabeza y podrían volver a controlarte fácilmente. Los dos doctores en la sala se miran extrañados, sin prestarte atención. "¿A qué viene tanta prisa?", pregunta uno. "¿Y por qué coño ha cerrado con llave?", dice el otro. Mientras tanto, tú puedes quitarte los trodos, (tirada de Músculo dificultad 6, necesita 2 puntos de éxito), intentar hablar con ellos o engañarles, abrir la puerta por la que ha salido pitando Sam Isaacs o lanzarte como un lunático para arrancarles la cabeza a los dos científicos que tienes delante.

Es tu turno.

Una furia hervia en la cabeza de Hunter. Lentamente se palpa el rostro tratando de reconocerse, aun tiene algun retazo de lo que ha pasado y se siente humillado, abusado y sobretodo, cabreado.

Aprovechando la distraccion de los cientificos se arranca los electrodos de la cabeza antes de que vuelvan a darle otra descarga que le haga olvidar.

Casi sin hacer ruido se acerca hasta la espalda del mas cercano de los cientificos y colocandole las manos en la barbilla y el menton realiza un rapido movimiento tratando de segar su vida.

Turno 2.

Todavía en pie en la aséptica sala, alzas tu mano y arrancas con facilidad los trodos pegados a tu cabeza. Los dos científicos están ahora frente a la puerta, mirándose un tanto atónitos y charlando acerca de las razones que pueden haber llevado al director de proyecto a encerraros a los tres en el habitáculo.

Por eso no se percatan de que te has quitado los trodos, ni de que te acercas a ellos. Con violencia, agarras a uno por el cuello y le retuerces la cabeza con alegría, (voy a aplicar tu bono de apuñalar aunque no lleves un cuchillo). Su cuerpo cae convulsionándose al suelo, con el cuello en un ángulo muy extraño y claramente incompatible con la vida.

Su compañero, con un grito agudo bastante poco masculino, salta hacia los monitores en la pared y comienza a teclear rechinando los dientes para volver a paralizarte. Sin embargo, tras pulsar el intro con un fuerte "clic", se da cuenta de que los trodos están por el suelo y levanta las manos indefenso; "¡No!, ¡Yo solo trabajo aquí!, ¡No me mates!", grita cobardemente.

Hunter, con la mirada de asesino que ellos le habian creado, agarra por el cuello de la bata al cientifico y le lanza un puñetazo en el menton que seguramente le haya hecho ver las estrellas.

- Ese es el problema.

Turno 3.

El primer científico permanece tirado en el suelo con la cabeza del revés, y el segundo recibe un tremendo puñetazo que lo lanza contra una de las "ventanas", cuyo cristal se astilla con el golpe; la imagen de la pradera mecida por el viento se pixela e inmoviliza, dejando claro que se trata de un televisor. Malherido, el agredido cae al suelo y empieza a gatear patéticamente lanzando lastímeros gemidos, y termina acurrucándose en una de las esquinas de la habitación.

Los dos terminales de control siguen escupiendo datos de color verde en sus pantallas, la puerta continúa cerrada y el panel que está a su lado sigue con su luz roja. Junto a tí hay un par de mesas con probetas y líquidos de colores, bañados por la luz halógena del techo.

El científico superviviente no parece una amenaza. ¿Qué harás ahora?. ¿Acabarás con él?. ¿O te dedicarás a intentar salir del lugar?.

Hunter se acerca al cadaver del segundo cientifico y le quita la bata aprovechando para vestirse el mismo.

- Ayudame a salir de aqui y viviras, la otra opcion es que te deje mirando a Massachusetts -dice señalando al cadaver- literalmente.

Mira por encima de la mesa buscando su equipo o cualquier cosa util.

Turno 3.

La entrevista ha terminado.

A pesar de su entrenamiento de campo, Gregor lleva bastante tiempo haciendo labores burocráticas en el departamento de Personal. A pesar de trabajar bajo tierra, el curro no está mal. Él solo tiene acceso al nivel superior, dotado con menos seguridad que los demás, y además ni siquiera se nota que las oficinas sean subterráneas. Iluminadas con luz difusa y halógena proveniente del techo, los paneles de alta definición que tapizan las paredes muestran los rascacielos de Manhattan, dando la impresión de que se trabaja en un edificio muy alto. El aire acondicionado es de una calidad apabullante, y la IA del complejo se encarga de que todo sea comodidad.

Jorge ha sido el entrevistado, y no lo ha hecho mal. Gregor, el entrevistador, ha decidido que es un tipo al menos tan competente como él mismo, (unos 20 puntos, vamos). El Español nunca había visto algo como la Colmena, y se ha sorprendido de los avances médicos que esconde este impresionante subterráneo; viene directamente del Cesic, y sus instalaciones comparadas con estas parecen las cuevas de Altamira. Menos el despacho del Director, claro. Era primo del Secretario General de Ciencia y Tecnología, y el suyo es mejor que cualquier despacho que pueda existir en toda la Colmena. Pero eso es otra historia.

Ha habido buena sinergia durante la entrevista, y Gregor y Jorge esperan junto a los ascensores para salir del complejo. La jornada de Gregor ha terminado, y Jorge empieza mañana. El descansillo, de paredes blancas y asépticas, tiene tres puertas de ascensor y algunos cuadros de arte abstracta colgados en las paredes. Otro trabajador espera el ascensor para salir del complejo, y os mira a través de unas gafas de sol.

(Sigue...)

"Eh, hola colegas", os saluda el hombrecillo de las gafas. "¿Cómo va?". Al acercarse, percibís el olor a cerrado habitual en los empleados del departamento de informática, cultivado tras horas y horas de machacar tecla encerrados en pequeños cubículos.

"Yo he tenido un día de locura, tíos... creo que necesito unas cañas, ¿sí?, ¿os apuntais?, ¡conozco un bar en la zona baja de Raccoon que os va a molar un montón!". Jorge no conoce al sujeto, y Gregor solo de vista, pero está claro que necesita compañía; no debe tener una vida social muy boyante.

(Sigue...)

En ese momento aparece en el descansillo un auténtico pez gordo, con una identificación de código Rojo en la pechera de su bata, (lo que indica que se codea con el Consejo de Administración y que manda más que la Reina de Inglaterra). El científico, agitado pero controlado, parece tener algo de prisa y pasa entre vosotros sin miramientos justo en el momento en el que se abre la puerta del ascensor.

"Asunto interno de Umbrella, esperen al siguiente", os dice mostrándoos la identificación mientras se cierran las puertas. Cuando lo hacen podéis ver que pulsa el botón que lleva el elevador a la salida, y luego pulsa varias teclas del panel de contraseña en el ascensor. En el mismo momento en el que las puertas se cierran y la cabina sube, los tres ascensores resuenan con un "ping", y muestran una luz roja de fuera de servicio.

(Sigue...)

"¿eh?". El informático parece indignado, (aunque cuando pasó el pez gordo parecía más acojonado que un muñeco de nieve bajo la lluvia). Intentando parecer enfadado, da un puñetazo al ascensor. "¡Cacho cabrón!, ¡nos ha deshabilitado los ascensores!", grita.

Tras mirar alrededor por si acaso hubiera algún otro jefe, sigue con su fingida valentía sindical; "Ahora tendremos que ir a otro punto de salida, joder... ¿qué coño está pasando?. ¡Hasta los huevos, estoy de esta empresa!".

(Sigue...)

¿Qué haréis ahora?. Podríais caminar hasta otro punto de salida junto a vuestro nuevo y oloroso amigo, buscar a alguien de seguridad para preguntar qué coño está pasando, esperar a ver si ha habido algún error y los ascensores de salida se desbloquean solos, o bien liaros la manta a la cabeza e intentar hackear los controles de los ascensores para habilitarlos vosotros mismos sin permiso de los administradores.

Vuestro turno y vuestra decisión.

Turno 3.

Sarah y Ted trabajan como personal de seguridad en la Colmena, y no es un trabajo tan malo como podría parecer. Sí, es un subterráneo, pero está permanentemente iluminado por los halógenos instalados en los techos, y miles de pantallas de alta definición muestran hermosos paisajes, de forma que parece que en lugar de bajo tierra se encuentra uno en un alto edificio de oficinas, o en un paraje remoto de salvaje naturaleza.

Chuck, Buzz, Montana, Kenny, Ted y Ellen-Sue, los compañeros habituales de Ted, se encuentran en otra parte del enorme complejo; él y su compañera Sarah están uniformados y encargados de la seguridad en uno de los departamentos más inexpugnables de La Colmena, la planta de Investigación Biológica Avanzada, en la que se trabaja con todo tipo de virus y armas biológicas. La mayoría de los trabajadores de la planta son personal científico, pero no todos.

De hecho, un muchacho vestido con el traje de ejecutivo se acerca al puesto de seguridad, una cabina estanco con dos cómodas sillas en su interior, y se planta frente a la galería de cristal a través de la cual veis una de las entradas al IBA. Sin embargo, en lugar de hablar con vosotros parece más interesado en hablar por el móvil.

(Sigue...)

"Ajá, ajá", afirma mientras descarga su cuerpo en el poyete de vuestra cabina. "Ai, no, mira darling, tengo un plan mejor; este fin de semana vamos a un after hour que conozco, ¿sabes?, o sea, tú te pones tu vestido chic, ya sabes, ése total black, y nos plantamos en la zona alta de Raccoon para unas copas, ¿sabes?, que tengo entradas... o sea, sí, genial... vale... o sea... muaks, muaks... hasta pronto, darling...".

El joven cierra su móvil con un "clic" y os mira por debajo de unas pestañas muy metrosexuales con la misma mirada que podría dirigir a un par de vacas de campo. "Eh... disculpen... he pasado hace un momento frente a uno de los labs, ¿saben?, y he visto que había algo en el suelo, ahí todo sucio. O sea, somos una compañía puntera y tenemos un buen servicio de limpieza, ¿no?. A lo mejor tendrían que avisar a alguien, no sé", os comenta.

(Sigue...)

Vosotros, con una inteligencia práctica y una formación en seguridad que le faltan a vuestro interlocutor, os dais cuenta de que si hay algo tirado en el suelo de uno de los, (normalmente), impolutos y laboratorios del IBA, es que hay algo que no va bien. De hecho, un profesional vistazo a vuestras cámaras de seguridad os sirve para observar que uno de los rectángulos en blanco y negro no da señal. Precisamente, uno de los laboratorios.

¿Qué haréis?. ¿Os acercaréis los dos para ver qué es lo que hay tirado en el suelo de laboratorio?. ¿Irá uno de vosotros?. ¿Os quedaréis metidos en vuestro compartimento a ver qué pasa?. ¿Dejaréis que el ejecutivo se marche por la puerta tras dar el aviso, o le pediréis que os lleve hasta el labo en cuestión?.

Es vuestra decisión, y vuestro turno.

(Sigue...)

Había sido un día largo, entrevistar a cada uno de los candidatos en búsqueda de los más aptos no fue tarea fácil, nada fácil. Apostaría lo que fuera a que muchos de ellos no sabían ni siquiera en donde se estaban metiendo. La sensación de estar encerrado en una jaula pese a tener ciertas comodidades era agobiante, principalmente los primeros días hasta que uno se pudiera acostumbrarse.

Al menos uno de los aspirantes parecía capaz, apto para el cargo, un tal Jorge. Le expliqué todo lo que tenía que saber, y por supuesto las condiciones de su contrato, sin descontar especificar sus funciones en la empresa. En la llamada Colmena. Por suerte mi ardua tarea finalizó, y tenía que admitir que el resultado fue mejor de lo que esperaba. Llegué a temer a qué todos los susodichos les dijera que no. No era fácil pero alguien tenía que hacer, y me había tocado a mí. Como no

Recogí mis cosas, listo para salir a la superficie con la esperanza de sentir aire auténtico. No es que estuviera mal en mi oficina, pero ciertas cosas se echan de menos. Agotado, me dirigí al ascensor dispuesto a salir y me encontré a un…¿compañero?. No recordé su nombre, al fin y al cabo éramos tantos que memorizar los nombres y asociar a quién le pertenecía era prácticamente imposible.

Hola. – Saludé no muy entusiasmado. Francamente tenía ganas de salir y despejar la cabeza que la tenía un poco cargada. - Suena bien.– En aquel momento el plan me pareció un buen plan así que acepté.

Le iba a preguntar al nuevo si le apetecía venirse cuando un doctor apresurado cogió el ascensor, al fijarme bien mis ojos se abrieron como platos, era ni más ni menos que el doctor Isaacs, una de las figuras más importantes de la colmena, y de la empresa. Lo reconocí pese a que nunca había intercambiado palabra alguna con él. Ni siquiera un miserable hola.

Sin duda tenía prisa, mucha prisa, tenía que ser importante, se marchó en uno de los ascensores bloqueando el resto. Las opciones que tenía a mi alcance eran pocas, si no podíamos salir de allí de forma tradicional habría que buscar alguna forma. - Será mejor que pregunte a seguridad para ver que diablos pasa. Con suerte podremos salir. 

Busqué a algún miembro del personal encargado de seguridad, la idea era pedirle que desbloqueara el acceso, o que al menos pudiera informarnos de la situación y qué podríamos hacer hasta mientras durara.

El dia habia comenzado mejor de lo que podia imaginar. La colmena era incluso mejor de lo que podria haber imaginado en mis mas rocambolescos sueños estando en Madrid, y para colmo el sueldo , el coche de empresa y un larguisimo etc habian hecho que casi me dieran ganas de besar al entrevistador. Ni siquiera el gesto grosero de ese extraño ejecutivo me iba a molestar.

-Me parece una buena idea lo de ir a seguiridad. Le sigo sr. Mcoy.- dijo el español en un ingles cuya pronunciacion denotaba a la legua que era de academia.

En cuanto los que conocian el terreno empezaron a andar, él los siguio contento por poder ver mas de ese extraño complejo y sus peculiaridades.