Partida Rol por web

Calvin intentó esperar que las fútiles advertencias hicieran mella en sus descompuestos sospechosos. Algo le olía mal desde que abandonaron aquella sala donde escucharon el ruido, pero esto ya era un nivel totalmente distinto. ¿Esos hombres estaban muertos? Sea como fuere el caso, debían cumplir las instrucciones reglamentarias y reducirlos cuanto antes al no obedecer las ordenes que les daban y encima por su posición de reos.

Levantó el arma y jaló el gatillo para intentar derribar a sus objetivos. Luego tendrían tiempo de investigar más a fondo acerca de su curiosa naturaleza.

Aquellos hombres no caían pese a los impactos de bala que recibían… ¿Hombres? Más bien criaturas sacadas de una película de terror. Ninguna persona normal y corriente aguantaría de pie sin estremecerse y sin mostrar signos de dolor. Los dos seguían avanzando de un modo torpe y lento, pero inexorable, hacia nosotros. Me doy cuenta de que estoy perdiendo la concentración y de que Calvin se encuentra en la misma tesitura, lo que nos hace fallar disparos que en otras ocasiones no fallaríamos… Joder, si es que estamos disparando a civiles, aunque sean presos. No imaginé llegar hasta este punto cuando accedí a realizar la misión.

Respiro hondo, conteniendo la respiración, y apunto al que está más cerca, intentando tener mejor puntería esta vez. Como falle, estaremos jodidos.

Calvin se mantuvo atónito observando como aquellos hombres una vez vivos se habían convertido en unas auténticas esponjas de balas. Aquello no era natural, no estaban disparándole a personas si no a algo mucho más retorcido y Calvin no dudó en que a ese ritmo podrían quedarse sin recursos muy rápidamente. En su mente se iba trazando un plan a toda velocidad conforme su compañero iba agujereando más a su blanco.

Levantó la pistola una vez vio como, efectivamente, dejaban de luchar después de sufrir el daño suficiente y advirtió a su compañero antes de jalar el gatillo.

—¡No les des al torso, intenta derribarlos! ¡Apunta a las rodillas o a la cabeza, son reos por el amor de Dios!

Entonces accionó la pistola y dejó que las balas detonaran para salir disparadas en dirección al otro reo que se acercaba cada vez más.

Tres disparos, necesité tres disparos para batir a aquel hijo de puta. Ninguna persona sobreviviría a los dos primeros, pero no fue hasta el tercero que definitivamente cayó a plomo como si fuera una marioneta desmadejada. La cabeza de aquella cosa estalló como una calabaza cuando la bala la atravesó, salpicando de sangre y sesos todo el suelo. Calvin se encargó del otro de la misma manera, con un disparo en la cabeza. Vuelvo la vista al resto del comedor, abarcando con la visión un campo más amplio, vigilando por si alguno más decide levantarse de entre los muertos. "¿Qué demonios está ocurriendo? Nunca he visto nada parecido."

-¿Qué cojones ha sido eso, Calv? -le planteo a mi compañero con gesto de estupefacción mirando los dos cadáveres abatidos-. Ha sido como… como si solo se rigieran por sus instintos primarios, sin responder a los estímulos del dolor o a nuestras advertencias. Como si fueran unos putos animales -zanjo finalmente recargando la Beretta-. Son duros esos cabrones -afirmo señalando lo que antes eran sus cráneos-. Parece que si no les vuelas la cabeza no se detienen… debemos tener cuidado para la próxima y apuntar bien. ¿A dónde vamos ahora?

En cuanto la puerta [8] se abrió ante ustedes apareció una habitación no demasiado amplia pero con una iluminación bastante escasa.

Lo que primero os llamó la atención es que todo estaba recubierto de telarañas: el suelo, las paredes, el mobiliario. De hecho, dicho mobiliario fue fácilmente reconocible para ustedes; era una especie de taller, seguramente allí los presos dedicaban horas para canalizar su represión en forma de chapuzas metálicas que quizás podrían servirle a alguien. El lugar a simple vista no tenía nada de especial, pero requeriría un examen más exhaustivo para intentar encontrar alguna pista o detalle de interés.

Para vosotros era todo un enigma el saber qué había pasado allí más que nada porque si fuese el descuido el detonante de aquel panorama se debería haber repetido también en el resto de salas. Con un rápido vistazo detectasteis algo que resultaba curioso, se trataba de una máquina de escribir también recubierta de telarañas que tenía aún un folio puesto tras el rodillo, tenía algo escrito pero desde vuestra posición y con aquella pegajosa hebra por doquier era bastante complicado tener una idea clara.

Noto que Calvin está muy callado, alterado y con los nervios a flor de piel. Y eso no me gusta. Suele ser una persona totalmente distinta en la comisaría pero parece que el lugar le está cambiando. A mí me ocurre parecido a él. Dejamos atrás el comedor lleno de cadáveres y nos dirigimos a otra sala. Al entrar en ella, veo que está todo tranquilo, aunque me llama la atención que haya tantas telarañas y polvo. Por eso, me mantengo alerta y no cambio de posición con ambos brazos totalmente extendidos hacia delante, cogiendo el arma con las manos a la altura de la cara y centrada a su vez con la cabeza, quedando los brazos paralelos al suelo y ambos, a la vez, perpendiculares al tronco. 

-¿Qué cojones? Es como si este lugar llevara años sin haber sido limpiado -digo inspeccionando la estancia-. ¿Y esto? -pregunto acercándome a la máquina de escribir que reposa sobre una mesa. Por lo visto había algo escrito en el folio. Seguramente no fuera de interés, pero por comprobarlo, no perdíamos nada.

En cuanto Kennedy observó el lugar pudo ver horrorizado como una gigantesca araña yacía escondida entre las telarañas. La criatura no dudó en desprenderse del techo para palpar con sus ocho patas el sueño. Aquella monstruosidad podía pesar más de 80 kilos perfectamente y la mostraba como culpable del estado de dicha habitación.

Aquella situación demostraba que no era normal lo que se estaba viviendo en aquel centro penitenciario ¿cual era la verdad que encerraba todo esto? ¿cómo podía existir una criatura así? ¿sería la culpable de la llamada de auxilio?

Sin que pudiese verlo venir, Cox comprobó abriendo los ojos de par en par como aquella gargantuesca araña gigante se abalanzaba sobre él, aplastando su pecho con el antinatural peso del arácnido.

Entre gritos y pedidas de auxilio, Kennedy vio de primera mano como el monstruo clavaba sus colmillos con violencia en el cuello de su compañero, matándolo en el acto y dejando a nuestro protagonista solo ante el peligro.

Él era un profesional, así que debía mantener la sangre fría de hacer frente a la amenaza y seguir adelante. Más tarde habrá momento para el duelo.