A juzgar por el color de su piel y algunos de los ornamentos que llevaba puestos, la mujer que acababa de entrar era de ascendencia hindú. Su apariencia y sus movimientos indicaban una procedencia de alta alcurnia. Estos últimos eran a su vez gráciles, de una agilidad casi felina. Como felina e indomable era su belleza.
En cuanto apareció en la habitación, todos se volvieron hacia ella, pero la mujer se dirigió con una sonrisa tan grande como sincera a los recién llegados. En ese momento todos pudieron ver la única marca que mancillaba su inmaculada hermosura. Una cicatriz que ocupaba todo la parte derecha de la cara, pero sin llegar a dañar el ojo.
– Me alegra mucho poder darles la bienvenida a la logia de los Exterminadores de Londres. Si me hacen el favor de acompañarme a mi despacho.
Diciendo esto se giró y volvió a entrar en la habitación de la que había salido. El variopinto grupo la siguió en parte intrigado, en parte sin poder resistirse al magnetismo que desprendía aquella mujer.
Se sentó en un sillón de cuero, tras una mesa de también de caoba, pero algo más pequeña que la que habían visto en el salón. En las paredes que no estaban ocupadas por armarios o estanterías había algunos cuadros. Máscaras, vasijas y otros objetos claramente antiguos decoraban la habitación.
– Mi nombre es princesa Akshara y dirijo esta logia. – comenzó para continuar yendo directo al grano –. Supongo que Lord Aidan les ha informado acerca de quienes somos y de cual es la meta que perseguimos. Ustedes han tenido la mala suerte de pasar por una experiencia sobrenatural que preferiría hubiera podido serles ahorrada. Pero este ya no es el caso. Ahora conocen una verdad que no esta abierta a los ojos de todo el mundo.
Se echo adelante y apoyó los codos sobre la mesa. Entonces continuó.
– Existen muchos motivos por los que la gente decide unirse a nosotros en la lucha contra las pesadillas que habitan la noche. Algunos lo hacen de manera altruista, por que quieren salvar a los suyos. Otros lo hacen queriendo adentrarse aún más en un conocimiento oculto al que acaban de tener acceso. Los hay que buscan protección en un grupo, sabiendo que por separado nunca saldrán con vida de los enemigos que les persiguen.
>> Sea cual sea el motivo por el que ustedes barajan la posibilidad de seguir el camino que les ofrecemos, quiero que sepan que es peligroso. Supongo que esto es algo que ya saben, pero es deber recordárselo antes de pedirles dar el paso que les convertirá en un Ripper de pleno derecho.
La sonrisa que lucía, muy contraria al gesto serio que mostraba habitualmente Lord Aidan, contrastaba con el mensaje que les estaba transmitiendo.
– Pero antes de preguntarles si están dispuestos a jurar su pertenencia y lealtad a nuestro grupo y sus integrantes, ¿hay algo que aún quieran saber?
Cuando entraron en la lujosa vivienda y llegaron a aquella sala de estar, a Seamus casi se le escapa una carcajada, aunque una sonrisa socarrona afloraba en su rostro. Miraba alrededor con expresión divertida, quizás esperando a que de repente apareciera un ama de llaves para ofrecerles un té con pastas. Pero su equivocada impresión terminó pronto pues Huxtable tenía aún sorpresas que ofrecerles, en este caso, tras un grueso muro de piedra que escondía una entrada secreta.
—Ah, joder, pero qué bien os lo montáis —reconoció a Lord Aidan, palmeando su hombro. Había oído hablar de salidas secretas, sobre todo en tabernas y lugares clandestinos, pero nunca había visto una en vivo y en directo, y le gustó mucho. Tener una puerta donde sólo tú supieras que estaba tenía un sinfín de posibilidades.
Cuando llegaron al verdadero corazón de la logia, el irlandés se quedó a un lado y observó todo con detenimiento. Muchas esquinas, gente desconocida que les miraba con expresión ceñuda y armas cargadas preparadas para ser usadas. Sin embargo, allí no hubo amenazas ni gestos que pudieron interpretarse como peligrosos. Sólo gente charlando amigablemente sentados en lo que a ojos de Seamus era claramente como uno de esos clubs elitistas donde los ricachones bebían coñac y fumaban puros tan caros como la vida de un hombre. Y libros, y pergaminos, y más libros. Joder, a esta gente le encanta leer. ¡Incluso tenían mierdas en tarros de cristal! Estaba convencido de que a su hermana ese sitio le iba a encantar. A él no tanto, le faltaba una barra y algo de música, pero seguro que podrían arreglar algo.
Entonces la puerta se abrió y apareció aquella belleza exótica con apariencia felina y unos ojos que podrían convencer a un hombre de hacer lo que quisiera. La situación había mejorado hasta volverse casi perfecta.
—Pero mira qué tenemos aquí —dijo a nadie en particular en un tono bastante sexual. No le importaba lo más mínimo la cicatriz que cruzaba su rostro. De hecho, dejaba claro que era una mujer de armas tomar. Si la princesa había escuchado al irlandés, no dio muestras de ello y les invitó a su despacho, donde dejó claro que era quien mandaba en aquel lugar. La verdad es que no le importa por qué estamos aquí, sino lo que podemos ofrecerle. Veamos a ver hasta dónde puedo indagar— Sí, señorita princesa. A ver si me puede aclarar una cosa para quienes no vivimos en casas con puertas secretas. Con todo esto de salvar al mundo han empezado a soltar nombres y no me queda claro. Aquí el sajón nos ha dicho que sois... destripadores, encantador. Y usted dice que son... exterminadores. Que no es el nombre que yo le pondría a mi hijo pero suena así... acojonante. ¿Me explica? ¿Es lo mismo? Y otra cosa... ¿no hay nada que beber aquí?
Anthony avanzaba siguiendo al grupo, observando con poco interés aquel hogar tan común que luego resultó ser una perfecta fachada que escondía lo que debía ser la verdadera base de operaciones a la que accedían a través de un pasadizo secreto.
Y aquello era otro ambiente, casi parecía un club de caballeros pero sin toda la pompa y el paripé que muchas veces solía acarrear el estatús y la posición social y que tanto solía despreciar, con las consecuentes malas miradas o murmullos que no iban a más por tratarse del mayor de los Sutton.
Y así estaba Anthony, mirando a los distintos grupos allí reunidos, dándose cuenta que podría llegar a disfrutar de aquel ambiente, cuando aquella mujer, tan exótica como sensuall, salió a recibirles.
Majestad. - reaccionó instintivamente saludándole con una reverencia formal aunque optó por no acercarse a realizar el besamanos aunque no por falta de ganas.
Asintió cuando Lady Akshara se aseguró que Lord Aidan les había informado sobre la organización y les tanteó sobre sus posibles motivaciones.
Esa pertenencia y lealtad juramentada que nos propone, ¿qué contrapartida por nuestra parte conlleva, majestad? - Anthony sabía que nadie regalaba libras a chelines y que esperarían algo de todos ellos, por lo que prefería dejar clara esa parte del contrato verbal que al parecer iban a formular. Sabía que, de esa forma, evitaba posibles sorpresas a futuro.
La decepción que se llevó el boxeador estuvo acordé a la de sus compañeros, no se esperaba para nada que una logia secreta tuviera una vivienda similar a las de alrededor. Pero Lord aidan no había terminado, sin apenas darse cuenta un agujero apareció en la pared para dar lugar a un pasillo que efectivamente llevaba a lo que todos esperaban.
- Así si, joder, esto es otra cosa.
Una vez entraron Alexander saludo a los allí presentes y nuevamente se sorprendió al ver aparecer aquella mujer, que resultó ser la jefa de todo aquello. Les explico todo lo que faltaba por explicar y luego dio paso a las preguntas, pero sus nuevos amigos fueron más rápidos por lo que se mantuvo en silencio en todo momento, observando sutilmente la cicatriz de la que sería su futura jefa, le recordaba a las que el mismo portaba.
La vivienda no se diferenciaba del resto ni tan siquiera en su interior. No hasta que un boquete enorme les hizo saber que, definitivamente, la organización sabía ocultarse.
Eilish guardó la compostura tanto al abrirse su escondrijo como al adentrarse en él. Cuando no pudo guardarla es cuando vio la cantidad de libros, papiros, mapas, frascos y objetos raros que se disponían en las numerosas estanterías. Su cara se iluminó como si fuera una niña y sonrió abiertamente sin darse cuenta y sin contenerse en absoluto. Deseaba acercarse a los distintos grupos y conversar con ellos, escuchar y aprender. Las personas allí reunidas se fueron girando al paso del grupo, por lo que ella fue saludando a los integrantes fijándose en cada uno de los detalles de cada mesa y lo que tenía encima. Incluso hubo un momento en el que se quedó rezagada y se desvió mínimamente para observar los frascos con restos de cuerpos. ¿De qué especie serán? Por descontado, no son humanos.
Prácticamente no se dio cuenta cuando la princesa hizo su aparición. Simplemente siguió las pistas. Todos los allí presentes se giraron para mirarla, por lo que ella simplemente hizo lo propio. Al volverse se maravilló junto al resto de la belleza de la que en seguida descubrirían era la líder de esa organización. Al escuchar el tono y los modos que Seamus usó al dirigirse a tan distinguida mujer, la irlandesa le dedicó un codazo en las costillas y una mirada de reproche. Cuando entraron en el despacho de ésta la princesa no tardó en presentarse y explicar lo que ella creía que debían saber. Cosa que era de agradecer, aunque, como bien dijo, ellos sabían muy bien a qué se exponían y los peligros que corrían. Aunque, si bien su hermano no había preguntado más que estupideces y nimiedades, le interesaba sobremanera lo que Akshara tuviera que responder a la pregunta de Sir Anthony. Y ella no se quedaría atrás a la hora de efectuar la suya propia - Encantada de conocerla - dijo realizando una inclinación realizando el saludo pertinente a su posición - Yo soy la Doctora Eilish McBride. Y sí que tengo una pregunta para usted. Imagino que en este lugar, ¿logia ha dicho, verdad?, habrá estratos. Desde el momento en que aceptemos formar parte de ella en pleno derecho, ¿tendremos acceso a cualquier información, libro, recurso o mecanismo disponible por esta organización? ¿O por el contrario veré mis pasos coartados por un superior?
Francis cerró la comitiva, avanzando tras los cuatro posibles aspirantes, quienes a su vez seguían a Lord Aidan. Observó interesado las expresiones de los nuevos al abrirse el hueco en la pared y recordó por un momento su propia reacción cuando le tocó a él pasar por aquella experiencia.
Tras abrirse la puerta al final del pasillo y entrar en las verdaderas estancias de la logia, el investigador saludó a aquellos allí presentes con los que tenía mayor trato e intercambió algunas palabras con algunos de ellos.
Akshara entró entonces en el gran salón y Francis sintió de nuevo, como cada vez que se encontraba con ella, el tremendo carisma que desprendía aquella mujer. Sabía de hombres que juraban estar dispuestos a lanzarse de cabeza a una misión mortal y sin posible salida, si ella se lo pidiera. Pero también sabía que ella nunca lo había hecho. Al menos consciente de ello.
La siguió con el resto cuando les invito a pasar a su despacho y cerró la puerta tras de sí. Asegurándose dos veces de que estaba bien cerrada.
PNJtizado
La princesa sonrió a Seamus cuando este hablo con ella de manera directa pero desmañada. Podría creerse que en presencia de Akshara el intrépido pistolero se había transformado en un adolescente con sobredosis de testosterona y la misma cantidad de inseguridad, oculta bajo una máscara de presunta masculinidad. Pero la sonrisa de la mujer era amable, de respeto, y no coqueta o burlona. No le estaba mostrando un posible interés. Más bien indicaba que ella no le seguiría por ese camino, si el pelirrojo pretendía flirtear.
Hizo un gesto a Lord Aidan cuando el irlandés pidió algo para beber y el casaca abrió la puerta, entrando de nuevo tras apenas un segundo.
– Nuestra agrupación es antigua, señor McBride, y, como suele suceder con muchas organizaciones, el paso del tiempo ha hecho que se creen fracciones. Grupos que persiguen el mismo objetivo, pero cada uno de ellos con sus propios puntos de vista sobre los modos de actuación contra nuestros enemigos comunes.
La puerta se abrió y el mayordomo que ya habían visto entró en la sala, portando una bandeja en la mano sobre la que reposaban siete vasos y una botella llena de un líquido dorado. Dejo la tableta sobre una mesilla y sirvió el contenido de la botella en las copas, repartiéndolas después entre los presentes. Seamus reconoció al momento el aroma que despedía aquella bebida.
– En nuestro caso nos hacemos llamar Exterminadores. Un nombre que, estará usted de acuerdo conmigo, despide fuerza, respeto y miedo. Características que dan valor a los nuestros e influyen pavor a nuestros enemigos.
>> Y le puedo asegurar que somos bastante permisivos con los métodos a usar en nuestra lucha. – terminó de explicarle al pistolero, creyendo que este se sentiría feliz al saber que tendría bastante mano libre cuando se enfrentara con esas criaturas.
El noble, acostumbrado a negociaciones, decidió asegurarse que no daba su palabra a algo que luego podría lamentar.
– Sir Sutton. Hay fuera ha podido usted comprobar una mínima parte de lo que nuestra organización es capaz de ofrecerles. Conocimientos ocultos, armas especializadas, la seguridad del grupo. Ustedes pueden ayudarnos en nuestra misión contra los monstruos que acechan ahí fuera. Hacerla suya, como nosotros lo hemos hecho, y ayudarnos a asegurar la paz y el orden.
>> Nadie les va a exigir que acudan a misiones, si creemos que van a correr un peligro mayor del que pueden ser capaces de controlar. Y procuraremos que tengan las armas adecuadas para la amenaza a la que suponemos se irán a enfrentar. Pero no podemos ni queremos darles acceso a todo este conocimiento sin asegurarnos de que nos serán fieles. Nuestros enemigos están a la espera de poder atacarnos en cuanto se les ofrezca la ocasión y un traidor que cambie de files puede hacernos mucho daño. Espero que comprenda los motivos.
La doctora Eilish estaba esperando su oportunidad para hacer la pregunta que estaba deseando hacer. Había descubierto un nuevo mundo de conocimientos y quería tener acceso ilimitado a todo él, saciar su curiosidad de sabiduría.
– Yo diría más bien que el acceso a esa información sería acompañado por alguien, con los suficientes conocimientos como para poder asesorarla y ayudarla, doctora McBride. Créame si le digo que me alegraría sobremanera poder contar con alguien con sus conocimientos y habilidades entre los nuestros. Sabios y eruditos, científicos e investigadores interesados en adentrarse en el mundo oculto al que nos enfrentamos, son perlas raras. Pero los conocimientos y experimentos de los que hablamos son también peligrosos. Es por ello que al principio no queremos correr riesgos y dispondría usted de un mentor, que le acompañaría.
Pero en la pregunta de Eilish se escondía además otro asunto. Asunto que Akshara quiso aclarar por si acaso.
– Pero tiene usted razón, doctora. Nuestra organización también dispone de estratos. Creemos que es necesario para el buen funcionamiento de un grupo. Si cada uno actuará por su cuenta, reinaría el caos y nuestros enemigos no tardarían en sacar provecho de ello. Es por eso que existe una jerarquía interna. Una jerarquía que también se da en los grupos de asalto que mandamos a nuestras misiones. Aunque solemos dejar que ellos mismos encuentren al cabecilla cuyas ordenes vayan a seguir. Pero créame si le digo que he visto morir a mucha gente por que alguien no tuvo la suficiente disciplina y no cumplió con las ordenes que le dieron.
La princesa hindú dio por cerrada la ronda de preguntas y, levantándose de su sillón de cuero, se acercó a una librería de la que tomó unos libros y los puso sobre la mesa. Sir Sutton y Eilish creyeron reconocer la Biblia, el Coran y la Torà entre otros.
– ¿Son ustedes religiosos? Ha llegado el momento de hacer su juramento, si mantienen su interés de acompañarnos en la cruzada por la que luchamos.– dijo con una sonrisa –. Les aseguro que no les dolera.
Las palabras de la princesa Akshara dejaban claro que aquello no eran un grupo de aficionados que se juntaban los domingos a tomar el té y jugar a perseguir gamusinos si no más bien un organismo con una estructura bien organizada, al parecer con suficientes fondos como para estar interesados en la fortuna Sutton y miembros suficientes como para formar una fuerza de choque contra los peligros a los que pretendían enfrentarse.
Y la princesa era una jerarca con el suficiente aplomo y saber estar como para plantar cara a Seamus a la vez que respondía a las dudas de cada uno y, como buena vendedora, solo mostraba una parte del negocio a la espera de que se interesaran más aún.
Anthony asentía, satisfecho por lo que escuchaba, hasta que Akshara formuló su última pregunta.
¿Son ustedes religiosos? Ha llegado el momento de hacer su juramento, si mantienen su interés de acompañarnos en la cruzada por la que luchamos.
No excesivamente pero, si lo llego a saber, poseo una cruz un tanto especial que ha sido restaurada y bendecida por el Obispo de Canterbury. - miró sonriente a sus compañeros, rememorando aquella lejana noche. - Una pena no haberlo sabido...
Apuró el whiskie y se puso en pie para seguir a la princesa a formalizar el siguiente paso en aquella organización..
Así que había facciones entre tipos que se dedicaban a perseguir brujas. Para el irlandés tenía sentido: si hasta la santísima Iglesia se había dividido en trozos por auténticas gilipolleces, que tipos que cazaban bichos por las noches y se escondían en habitaciones secretas tuvieran diferencias encajaba. Y según parecía, ellos eran de los que disparaban primero y preguntaban después. Joder, al menos no se andan con gilipolleces.
—Entonces, nos vais a dar acceso a mierdas ocultas, nos vais a dar armas y nos vais a enseñar a cazar brujas y bichos salidos del infierno. Y todo eso pagado. Con todo esto Dios Todopoderoso me va a abrir personalmente las puertas del Cielo de par en par y me va a dar un abrazo y un beso. ¿Has visto, Lissie? ¡Era una idea cojonuda! Pero no te pienso dejar sola —miró a su hermana con convicción— Si todo esto no te cuadra, nos volvemos a casa. Si te quieres quedar, le pedimos a la princesa una Biblia y que empiece la fiesta.
El joven investigador no pudo evitar sonreír ante la perplejidad del grupo al ver el poder que manaban los Rippers.
—Nos necesitan—. Recordo las palabras del boxeador que se repetían una y otra vez en su mente mientras Akshara hablaba. Estuvo tentado de hablarlo abiertamente en aquel momento, dejar todas las cartas sobre la mesa y despejar cualquier resquicio de orgullo del grupo.
La individualidad en aquella facción, la carencia de una mente "colmena" podía traer muchos problemas. A pesar de ello ninguna palabra salio de los labios de Francis, tan solo una sonrisa al ver como las filas de los Exterminadores se ensanchaban un poco mas aquella noche.
Cuando el joven irlandés hablo una mueca apenas perceptible surco el rostro del joven arcanista. Sin lugar a dudas, Seamus, aunque poco sutil guardaba una astucia afilada como una navaja. Esto unido a su carácter bravucon, su aparente rebeldía y sus casi faltas de respeto que no hacían mas que medir la paciencia de su interlocutor en cada momento, era algo que ponía nervioso en gran media al joven investigador.
Sin ninguna duda el señor Douglas debía observarle muy de cerca.
A la irlandesa le gustaba la soltura con la que Akshara iba respondiendo a cada una de las dudas que habían hecho entre todos en tropel. No parecía tener pelos en la lengua y era totalmente directa con cada uno de ellos. La sensación de que no les escondía nada resultaba gratificante, si bien la doctora sabía por experiencia que eso nunca era cierto.
De su pregunta esperaba la respuesta dada, lógicamente, en una organización como esa debía existir una estructura muy concreta pero para nada rígida, ya que la peligrosidad de formar parte de ella seguramente haría que hubiese que hacer reubicaciones de urgencia.
El hecho de tener un mentor que la guiase por los conocimientos de lo hasta ahora oculto le agradó sobremanera, y mucho más que no se le negase el acceso a ningún tipo de información. Tenía tantas preguntas... Se sintió alagada, llegando incluso a enrojecer, cuando... La había llamado "perla rara". Nunca nadie se había dirigido así a ella.
Armas, apoyo, ayuda, conocimientos. ¿Qué más podían pedir?
- Divirtámonos hermano - dijo mirando a Seam, sonriendo y nerviosa ante la idea de lo que vendría a continuación. Se adelantó dando unos pasos y sin dudar tomó la biblia entre sus manos - ¿Deberíamos decir algo concreto, o simplemente les juramos nuestra lealtad?
La princesa Akshara respondió todas y cada una de las preguntas que los aspirantes a exterminadores tenían y en estas respuestas hablo de criaturas de la noche, monstruos... y lo mas interesantes, armas con las que combatirlos, que aunque Alexander era un clásico, y los cuchillos que portaba en su cintura así lo manifestaban, las pocas armas que había visto en el salón principal tenían muy buena pinta
Cuando Eilish cogió la biblia echo un paso atras, intentando recuperase de la inercia del movimiento que ya había empeazdo
- No tendrá mas biblias ¿verdad? Por ir ahorrando tiempo -
Las posibles dudas que podían anidar aún en los corazones de las cuatro variopintas personas reunidas con los Rippers, fueron disueltas con precisión, pero también sinceridad, por parte de Akshara. La princesa sonrió feliz por las reacciones que siguieron, alguna de las cuales lograron que la sonrisa se ensanchara aún más, llenando de calidez su rostro.
– No nos apresuremos, señor Smith. Todos tendrán ocasión de jurar su lealtad a nuestra organización y su lucha contra esas criaturas.
Todos y cada uno de ellos se acercaron a la mujer y, colocando su mano derecha sobre el corazón y posando la izquierda sobre la Biblia, repitieron las palabras que les decía la líder de aquella fracción de los Rippers.
Hicieron su juramento, prometiendo salvaguardar los intereses de la organización, ser leales a esta y luchar con todas sus fuerzas contra las criaturas sobrenaturales que acechan en la oscuridad, respetando la vida humana siempre que fuera posible.
Esto último hizo que Seamus callara un segundo antes de continuar su juramento, como lo habían hecho los demás, aunque a regañadientes, y Akshara tuvo que recordarle que no eran asesinos. Pero de nuevos sus palabras, aunque firmes, no mostraron ningún tipo de amonestación.
Una vez todos hubieron cumplido con el protocolo. Akshara rellenó ella misma los vasos que ya habían sido vaciados en parte y levantó su copa, la cual había dejado hasta ahora a un lado, para brindar por los nuevos reclutas.
– Bienvenidos a vuestra nueva familia, Exterminadores.
Felices, todos se sumaron a su brindis, sin pensar en ese momento que aquel juramento, aquellas palabras, cambiarían su vida por completo.