Partida Rol por web

Mientras Fingerjim trae la madera y Marteg intenta encender la hoguera, el anciano los observa con preocupación.
-Siento haberos puesto en peligro, muchachos- les dice-. Quizás no haya sido buena idea haberos traído...

Mientras trata de encender el fuego responde al mago. Es nuestro trabajo, el chico prácticamente no conoce otra rutina de vida y yo casi ni me acuerdo. No será ni el trabajo mas peligroso ni el que menos, eso se lo aseguro.

-No se preocupe señor-le dice Fingerjim al anciano mientras se acerca a él sonriente-Marteg y yo conseguiremos su libro, ya lo verá. Siempre cumplimos nuestro contrato... bueno, o casi siempre... -pronuncia estas últimas palabras casi en un susurro, como un pensamiento en voz alta.

Seguidamente, el pequeño toma asiento cerca de la inminente fogata para calentarse.

La hoguera se encendió sin mucho esfuerzo y alumbró la oscura espesura que os rodeaba. Fingerjim hizo la primera guardia, y Martej hizo la segunda. No hubo muchos problemas, ni siquiera se escucharon los siniestros sonidos que habitan en las profundidades de los bosques a esas horas de la noche. Fue una noche tranquila, quizás demasiado.
Pero cuando llegó el alba y la luz del día reemplazó al calor de la lumbre, todos os despertásteis agotados. Visiones de muerte, sombras y destrucción habían irrumpido en vuestros sueños. La desazón y la desesperanza abatían vuestros corazones. Apenas recordáis nada, pero la imagen de una calavera astada permanecía en vuestra mente.

Y sin embargo, el aroma del té caliente os devolvió a la realidad. Timofei estaba encorvado sobre las aún humeantes brasas. En un pequeño bol de cerámica hervía una onza de agua en la que se calentaban la infusión. Las pesadillas desaparecieron de vuestra mente y la mañana pareció de pronto y de nuevo tan llena de posibilidades como cualquier otra.

El despertar fue desagradable pero el te le estaba haciendo recuperarse a buen rítmo. No era la primera vez que tenia malas experiencias en sueños, al fin y al cabo todo lo que había vivido en su pasado se reflejaba a veces en sueños. Sin embargo la imagen de la cabeza astada le preocupa aunque no comenta nada para no darle miedo a su compañero sabe que no es miedoso pero prefiere guardarse estas cosas para si mismo. Después del te continuaremos la marcha. Termina la bebida de un trago muy grande y se pone a despellejar al animal que los ataco un poco apartado para no molestar a los demas mientras desayunan.

Fingerjim se despierta con un sobresalto. En cuanto se percata de que todo ha sido un sueño, rápidamente comprueba si está mojado. Hace mucho desde la última vez que mojó las sábanas como consecuencia de una pesadilla, pero todavía tiene la costumbre de comprobarlo. Se tranquiliza al asegurar que está seco, y el dulce aroma del té terminan por relajarlo, aunque la imagen de la calavera astada sigue presente en sus pensamientos.

El pequeño se estira y bosteza sonoramente, se arregla las ropas, se coloca la gorra y finalmente se aproxima al anciano, el cual le acerca una taza de té.

-Gracias señor-sonríe Fingerjim, y coloca ambas manos alrededor del recipiente para calentarse.

Aunque el mal sueño le ha incomodado, su cuerpo se siente descansado y está listo para seguir con la búsqueda.
 

El té reconforta y el sueño, pese a todo también. Timofei sonrié ante vuestros agradecimientos y recoje su equipaje. Cuando llega el momento, os marcháis.

Marteg retoma el camino y con entusiasmo por su nueva manta que le será útil a las noches emprende la marcha.

Fingerjim otea en los alrededores mientras sigue a Marteg, y no puede evitar pensar que casi con toda seguridad se perdería entre la densa jungla si tuviese que andar solo por ahí.

Encontráis de nuevo la senda y pronto os ponéis en marcha. Durante la siguiente hora andáis con brío hasta lo alto de una colina. Allí, escondido en un frondoso valle se discernía una torre de piedra devorada por la salvaje e indomable foresta.
Se había acabado el camino en la jungla. Ahora comenzaba lo realmente difícil. Os miráis y sonreís ante la excitante visión de vuestro destino. Pero el sonido de un disparo quiebra el ambiente en millares de cristales rotos, como un espejo al romperse. No estáis sólos en aquel lugar.