¡Tu doble maléfico sucumbe ante ti!. ¡Te sientes libre de todas tus dudas y todos tus temores! Vuelves a subir la escalera que va a dar a una gigantesca biblioteca. Hasta una altura de más de tres metros, las paredes están cubiertas de estanterías llenas de libros mágicos, libros de sortilegios, pergaminos antiguos, prácticas de brujería, obras sagradas y otros escritos enigmáticos. En muchos casos no comprendes ni la escritura ni el significado y te sientes minúsculo ante la cantidad de sabiduría aquí encerrada. Has llegado agotado por tan duras pruebas, la mirada perdida, el cuerpo dolorido.
Sólo aspiras a una suculente comida y una larga noche de sueño reparador y, sin embargo, la contemplación de las estanterías atestadas por todo el saber del mundo te hacen olvidar el cansancio. Desde el fondo de la biblioteca una voz te habla:
─Salud, valeroso viajero. Soy Hasan Sabbah, a quien buscas...
Un anciano sale de la sombra y se dirige hacia ti. Viste una túnica amplia de terciopelo bordado en oro y adornada con un cuello de armiño y sobre sus hombros descansan largos mechonesde cabellos puros como los primeros copos de nieve. Su mirada penetrante se ilumina mientras te contempla:
─Has de saberque muy pocos han logrado llegar aquí... Mis poderes me han permitido seguir paso a paso tus aventuras y apreciar tu valor y tu rectitud. Tu carácter me gusta ─dice Hasan Sabbah ─pero debo asegurarme de que eres digno de llevar a cabo la búsqueda de la felicidad eterna. Responde a este enigma y veré lo que puedo hacer para ayudarte:
Un omne viejo, un antiguo rey, apunto de morir está. Manda a llamar a sus filios, grandes aficionados a los corceles, et les dice que heredará sus tierras quien demuestre que tiene la montura que tarde más en llegar a la frontera de sus tierras et tornar. Uno de los filios decide dejar pasar el tiempo sin fazer nada, et el otro, tras consultar al mago de la corte, toma una montura et sale en presta cabalgadura. Al final, aqueste es quien hereda las tierras, ¿Por qué?.
Mientras escuchas al Viejo de la Montaña plantear el enigma, ves a don Miguel, de pie, en un lateral de la estancia. Se mantiene inmovil y pensativo...
Mientras pensabas en una respuesta adecuada al enigma, irrumpió Goderico en la estancia. Parecía herido y cansado; probablemente también tuvo que luchar con un reflejo maligno de si mismo.
Hasan Sabbah lo recibe efusivamente, al igual que hizo contigo y, tras el recibimiento, le plantea el enigma.
Y así fue como se encontraron ambos caballeros, otrora inseparables compañeros hasta que Thalos apareció ante ellos.
Habían ya llegado a su destino; el Viejo de la Montaña, empero aún quedaba una última prueba, un enigma de ingenio...
─Bien, ahora que estáis juntos ─dijo el viejo ─podéis darme una respuesta conjunta o cada uno darme la suya propia. Y recordad, sólo con la respuesta correcta obtendréis lo que anheláis ─sentenció.
Señores....dije estaba algo sudoroso por todo lo acontecido, la cabeza me daba vueltas y el arrepentimiento vino a mi mente, lo siento Don Miguel. Es lo que se me vino primeramente en mente, segundo lo del acertijo empecé a pensar y viendo que cada uno había ganado su victoria sólo, hablé: Prefiero mi señor que cada uno haga su divagación sobre el asunto, no obstante si la mía es acertada, le encomiendo que entonces la de por validada como si Don Miguel la hubiese dicho, pues hemos cogido caminos separados para obtener la gloria, sigamos teniendo esta incertidumbre...
Miré a los ojos del viejo. Cuanto tiempo había pasado cuantas aventuras para poder conseguir encontrarle ahora tan de cerca todo estaba en un simple enigma, hablé: El primer hijo mi señor, pues obedeció el mandato de su padre. Ya que su padre dijo coged a uno de mis caballos y el que más tarde en ir a la frontera y llegar ese será el vencedor. El otro hijo al quedarse en casa se excluye así mismo de la prueba del padre. Y ellos sabiendo tanto de caballos deberían de haber cogido al caballo más robusto aunque no tan ágil, de esta forma hubiesen podido cada uno caminar varias jornadas...Aunque supongo que el padre podía probarlos para ver el grado de obediencia a sus órdenes sin lugar a dudas el primero fue el que obedeció pronto y veloz. En cambió el segundo hijo demostró falta de obediencia a su padre, y perder al no obedecer sus mandatos.
Después de escuchar las dos respuestas compartí la mía, comparto mi respuesta con Don Miguel aunque creo que su respuesta es igual de acertada y más concisa y clara. Hágase según vuestra voluntad Hasan Sabbah, y le pido por aquellos pobres leprosos que me encomendaron en la leprosería de la fortaleza, entre ellos un caballero que no pudo conseguir llegar hacia vos al ser contagiado al atacar a los enfermos de lepra, encomiendo a su sabiduría y misericordia para que pueda darles un buen trato, y tenerlos en consideración pues creo que ya han pagado bien su deuda mi señor aunque a vos cabe decidir y a mi obedecer.
Hice una reverencia a Hasan Sabbah y a Don Miguel, intentando demostrar que aun habiendo seguido un mal camino, estaba arrepentido y dispuesto a ponerme a su servicio.
El anciano acariciaba su barba de manera pausada, casi hipnótica, mientras os escuchaba.
─Habéis errado, ambos. ─Sentenció repentinamente. Su expresión era completamente neutra.
Miró entonces a Goderico: ─Non dije que los corceles fueran del rey. Dije que sus hijos eran aficionados a las monturas, et por ende, era de suponer que tenían sus propias cabalgaduras.
Luego miró a don Miguel, con una leve sonrisa en su rostro: ─La resolución del enigma es tan simple como la siguiente: El principe que sale al galope ha tomado un caballo de la cuadra de su hermano.
─Aún así, caballero ─dice a don Miguel ─vuestra respuesta non es del todo errada et demuestra que gastáis buenas entendederas. Et vos, novicio ─mira a Goderico ─vuestro fallo es compensado por vuestro buen corazón, et aquesto habéislo mostrado intercediendo por los desdichados que se hallan en la leprosería.
─Por tanto, ambos, a vuestra manera, habéis demostrado ser dignos merecedores de eso que tanto anheláis. Para ayudarvos en vuestras aventuras, de aquí en adelante, aceptad como regalo estas espadas encantadas y estas pociones vivificadoras. ─Sopesáis las espadas: sus hojas brillan a la luz de las velas, bien equilibradas y ligeras en vuestras manos. Luego bebéis el filtro que os ofrese Hasan. Un escalofrío revitalizador recorre viestros miembros, sube por la columna vertebral y baña vuestros torsos. Sentís como vuestro corazón late más fuerte y con más regularidad.
─El único problema es que ignoro completamente en qué región se encuentra la legendaria ciudad de Shangri-La ─prosigue Hasan Sabbah. ─todos los documentos existentes y los relatos de los viajeros llegados de allí han desaparecido a lo largo de los siglos, robados, perdidos o destruidos por manos ignorantes en el trasncurso de las numerosas invasiones salvajes que han asolado el mundo. Aquí tengo un texto antiguo que hace referencia a Antarsis, un sacerdote que vivió hace milenios, en los tiempos del esplendor del Egipto faraónico. Los escribas nos han transmitido un viaje fabuloso a una región tan lejana que ha sido necesario más de u n año de camino para llegar a ella. De acuerdo con la descripción no cabe la menor duda de que se trata de la región de Shangri-La, con la que vosotros soñáis...
¡Desgraciadamente, el manuscrito original ha desaparecido en el gigantesco incendio de la gran biblioteca de Alejandría! ¡Aunque si vuestro corazon os lo pide, puedo utilizar poderes ocultos para transportaros a Egipto y permitiros encontrar a Antarsis! ¡Pero cuidado! No toméis una decisión a la ligera, ya que vuestro periplo sólo acabará con la muerte o la victoria, si aceptáis. No podréis abandonar la aventura cuando haya comenzado; os encontraréis en un país desconocido, sin amigos y sin familia, sin tierra natal a la que volver. Mil peligros os acecharán a lo largo del camino que ningún otro ser humano se ha atrevido a recorrer antes que vosotros... No será desonroso para vosotros rechazar un viaje tan peligroso. Pero, si persistís en vuestros deseos, yo rogaré a Ala hasta el fin de mis días para que consigáis vuestra meta y halléis la velicidad...
No habéis llegado hasta aquí para ahora echaros atrás, así que aceptáis de buen grado el ofrecimiento del Viejo.
Afirmáis estar preparados para el viaje. Hassan Sabbah habla. Ejecuta un pase mágico: ─¡De este modo dominaréis todas las lenguas que encontréis en el transcurso de los siglos!.
Y seguidamente murmura encantamientos misteriosos para invocar los poderes del Más Allá. De repente la Biblioteca se oscurece. Los relámpagos surcan el cielo. Un viento furioso sopla en la Fortaleza de Alamüt. Lentamente, Hasan Sabbah levanta los brazos al cielo, gritando palabras ininteligibles. ¡Y la habitación desaparece! Estáis en el vacío más absoluto, sin luz, sin color, sin peso. ¡Y vosotros estáis ahí y os sentís deslizar a través del curso mismo del tiempo!... Vuestra verdadera aventura acaba de empezar.
Ahora si es posible que lleguéis a Shangri-La.