Halle aún no daba crédito a lo ocurrido a pesar de haberlo visto con sus propios ojos. ¿Cómo le iba a explicar eso a Sean? ¿Al FBI? Aturdida sacó otra pastilla y se la tomó sin mirar a nadie. Oía a sus compañeros hablar y recordó como Troy agarró su mano cuando más lo necesitaba. Entonces lo entendió todo. En su momento, aquel chico de diecisiete años le tendió la mano a Mercy Wells y ella la aceptó, solo que se dejó llevar por el corazón y se enamoró de Troy. No era tan fiero el león como lo pintaban en el instituto.
Eso le hizo recapacitar hasta que se dio cuenta de que no estaban los niños y Troy nuevamente la sorprendió diciendo que estaban con una vecina. Pobre mujer aguantando a Steven. - Sí, debemos irnos, pero no podemos dejarle aquí. - Dije mirando al sheriff. - Lo que le hice no le mantendrá vivo, solo podrán hacer algo por él en un hospital.
Luego miré a Charlie, sin duda la más castigada por Stark. - ¿Estás bien? ¿Alguna herida que pueda parchear mientras vienen los sanitarios? Hay que salir y llamarlos y llevarnos a Jonathan con nosotros. Si no le podemos sacar, me quedaré con él y haré lo que pueda hasta que volváis con la caballería.
Cogí mi móvil y se lo di a Troy. - Llama a Sean cuando estéis fuera, dile donde estamos, donde está Steve y que estoy bien. - Miré entonces en lo que se había convertido Stark y su mujer. - Deberían incinerar esos huesos y polvo y tirarlos por el bosque o a un río. Así nadie podrá levantarles jamás. O eso o traéis una escoba y los enterramos nosotros en el bosque cuando todo se calme un poco, donde nadie les encuentre nunca. Varias tumbas... - Les dije mirándoles seriamente.
- Y una polla. -dijo mientras le devolvía el teléfono a Halle.- Aquí no vuelve a separarse nadie hasta que salgamos de este agujero. Vamos, Seabert. -comenzó a coger a Jonathan por debajo del hombro para levantarlo.- Te dejo solo un rato y mira cómo acabas. Jim, échame un cable con él.
Lo de quemarlos y enterrarlos le parecían ideas geniales, pero en aquel momento Troy sólo podía pensar en sacar a Jonathan de allí y asegurarse de que Sid y los niños habían cumplido su parte del trabajo. Antes de avanzar más, Troy echó una mirada a Halle y sonrió.
- Si quieres luego volvemos con unas escobas y sacamos bien el polvo. -le hizo un gesto un gesto con la cabeza para que les siguiera.- Va, tu hijo te espera. Ayuda a Charlie, que bien se lo ha ganado.
Intentando no causar más daño aun, empezó a mover a Jonathan hacia la salida, en dirección al agujero por el que momentos antes había conseguido liberar a los niños.
Cuando Troy lo confirmó, las preocupaciones parecieron abandonarlo y asintió para si, sonriente. Estaba hecho, y los niños a salvo, todo había terminado bien. Por desgracia fue un instante efímero, un sentimiento fugaz, pues en seguida Halle se encargó de recordarle que no habían acabado; esos dos cadáveres ahora podían parecer inofensivos, pero tenían razón, debían asegurarse, que nunca jamás regresaran de entre los muertos, que nunca más se repitiera aquello.
Los nervios volvieron a amenazar su frágil paz y se sacó uno de los canutos ya liados, que encendió con dificultad mientras daba las primeras caladas para que quemara bien. La nube de humo que escapó por su boca lo envolvió todo, superponiendo el característico aroma de la hierba al de la descomposición de los dos cuerpos marchitos, incluso por encima del metálico olor a sangre. Eso le tranquilizó, le era familiar.
Al pedirle su amigo ayuda, lo hizo sin rechistar, como una autómata. Se levantó, se acercó al sheriff y se puso al otro lado para llevarse afuera; tenía razón, no había que separarse, era demasiado pronto.
Apenas se podían creer lo que habían logrado. Habían conseguido vencer a Erik Stark y a su esposa Hannah, rompiendo el hechizo que los había devuelto a la vida y ahora sus cadáveres yacían en el suelo del viejo pabellón, tan ajados como se supone que deberían haber estado tras los años transcurridos de sus respectivas muertes. La alegría les duró hasta que Charlie recordó que ahora tendrían que encontrar y salvar a los niños, pero Troy les informó de que ya lo había hecho. Ahora estaban a salvo junto al vecino de la casa más cercana al instituto. Jonathan había perdido la consciencia, y lo tuvieron que sacar en volandas entre Jim y Troy. Lograron salir por una pared medio rota, ya que Stark había puesto unas gruesas cadenas en todas las puertas con la intención de encerrarles dentro, con algo de dificultad pudieron sacar al shérif de allí.
Cuando salieron al exterior, observaron que la nieve había cubierto casi al completo el cuerpo de Tom Maslow, tiñéndose de rojo junto a su cabeza. Al atravesar las valles de obra que bordeaban el recinto del instituto vieron que junto a las primeras casas del cercano vecindario había un gran revuelo. Varios vecinos habían salido al exterior y hablaban con un par de agentes del sheriff bañados por las luces de un coche patrulla. Al verlos salir de esa guisa, los dos agentes corrieron hacia ellos para ayudarles. Uno de ellos era el ayudante Townsend, que al reconocer a su compañero y amigo Jonathan pidió de inmediato a su compañero que lo llevara al hospital a toda leche.
En aquella casa había muchísimos críos. No solo aquellos que estaban de una forma u otra relacionados con ellos, sino que por lo menos había quince más. Steven se balanceaba de un lado a otro al borde de un ataque, Halle pudo verlo de inmediato. Charlie no tenía manera de reconocer cuál era el crío que cuidaba Mary, pero esperaba que estuviera entre los presentes. Una muchacha de mirada avispada y con cierto parecido a Troy dejó de discutir con el ayudante del sheriff y corrió para saltar a los brazos de su padre. A Charlie, aquella muchacha le pareció vagamente familiar, y ella pareció tener el mismo presentimiento aunque le giró la cara rápidamente para centrarse en Troy. También pudieron saber más tarde que la hija de Jonathan estaba entre aquellos niños que, tal como les había dicho Troy, apestaban a gasolina.
Por mucho que no le gustara, ahora Adam estaba al cargo de la situación. Hubiera querido él mismo llevarse a su amigo al hospital pero sabía que había cosas que enterrar en aquel instituto antes de que llegaran los federales. La cría que le había arrebatado el teléfono al vecino que les había llamado había sido muy explícita: el puto gordo de la Navidad con un hacha, les había dicho.
-¿Qué ha ocurrido? ¿Estáis todos bien? ¿Dónde está ese cabrón?
Los niños estaban bien. Charlie no podía dar crédito a lo que había sucedido. Nunca tuvo demasiada confianza en acabar con los Stark, y mucho menos vivir para contarlo, y contemplar en esos momentos los cuerpos e ambos, tirados en el suelo, pero lo más importante era que su aspecto se ajustaba a lo que se esperaba de ellos después de años de putrefacción y desecho, despertando auténtico asco en la joven.
Pero no merecían que se perdiera más tiempo en ello, así que Charlie se agarró de los demás y salió instituto, dejando atrás lo que jamás debía haber sucedido.
En el exterior, todo estaba nevado, pero había ya actividad suficiente como para sentir que la vida había regresado a aquel lugar. Jonathan no estaba muy bien, pero al menos su hija sí, así que Charlie se acercó a él para tranquilizarlo.
-Jonathan, todo está bien. Solo procura recuperarte. Nosotros cuidaremos de tu pequeña -le dijo, antes de que Adam se lo llevase -. Adam, estamos todos a salvo. Llévate a Jonathan, deprisa.
Lo cierto era que no sabía quién era, ni tampoco el pequeño al que Mary estaba buscando. Pero estaban a salvo e identificarlos era solo cuestión menor.
Pero tras pasar por todo aquello, Charlie se sentía extraña, distante, como si toda la crisis que había supuesto en nuevo enfrentamiento con los Stark hubiese sido solo un oasis en medio del desierto y de nuevo se encontrase caminando por él. Tenía algunas heridas, pero no sentía que fuese tan grave así que simplemente se sentó en el bordillo más cercano, a esperar, y mientras eso ocurría, su mente parecía viajar por el vacío, como había estado haciendo antes de que Stark hubiese vuelto a actuar.
Y así, mientras le hacían las primeras curas allí mismo, contempló la reunión de los niños con algunos de sus padres, Charlie se sentía de nuevo fuera de todo, olvidada del mundo y de la vida, y encontrándose otra vez pensando en su bolsa de patatas fritas.
Arreglado, ya he quitado lo de los servicios de emergencia.
Halle acompañaba a Jonathan mientras era transportado por Jim y Troy y le dio una serie de instrucciones a quien se lo llevó antes de dejarle marchar así como así. Luego buscó a su hijo con la mirada. Estaba ido, como era natural en él, pero lo peor es que andaba al borde de una crisis al tener a tanta gente y desconocidos a su alrededor.
Halle corrió a su lado y le sostuvo por los hombros. Apestaba a gasolina. - Steven, cariño, soy yo, mamá. Ya ha terminado todo. Papá vendrá a buscarnos para llevarnos a casa, tesoro. - Sus ojos se llenaron de lágrimas, porque deseaba más que nunca abrazar a su hijo, pero sabía lo que ocurría cuando lo hacía. El ataque era inminente y de golpe se sintió sola y aislada, pensando que quizás lo mejor hubiese sido que Steven no hubiese sobrevivido a aquello, puesto que lo que había vivido, junto a su enfermedad... no sabía como le afectaría, pero sin duda alguna iría hacia atrás.
Lo siguiente que hizo, fue mirar la cobertura de su teléfono para llamar a Sean, aunque estaba segura de que si la policía estaba allí, el FBI no tardaría en llegar. - Ven, tesoro, hablemos con el agente. - Y cogió a Steven de la mano, que parecía algo más tranquilo con su madre cerca y al ver que se alejaba de la multitud y se acercaba a los coches con las luces, se relajó un poco más. - Halle Morrison. - Se presentó un tanto seca ante Adam, a quien no tardó de reconocer por la altura. Pero no era el mejor momento para ponerse al día con historias del pasado, sobre todo después de verle por última vez con aquella preciosidaad en el baile, donde empezó la pesadilla de todos.
- Están en el gimnasio. En aquella entrada... - Señaló con la cabeza. - El cuerpo sin vida del vigilante. Se voló la cabeza y dentro, en una habitación, la vidente del lugar... - Halle no pudo evitar soltar una lágrima en ese momento. - De no ser por ella, yo estaría ocupando su lugar ahora mismo... De no ser por ella, esos dos seguirían vivos... - No sabía si el agente la creería o no, pero por la pregunta supuso que algo sabía.
- Lo hemos hablado, no estaría de más deshacernos de los restos y distribuirlos por el bosque o que se los lleve el río. Así nadie más podrá volver a traerlos. - Dijo con lágrimas en los ojos y miró a Charlie, que estaba siendo atendida. - Creo que ellos podrán contarle más... - Dijo señalando a Jim y a Troy y se acercó a Charlie con Steven de la mano, que se quedó mirando las luces de las calles.
- Gracias por todo. De no ser por Allison y por ti, no lo hubiésemos logrado. Los has tenido bien puestos... para ser una mujer. - Sonrió a Charlie. - ¿Cómo estás? Yo... no sé cual es tu problema... - Dijo refiriéndose claramente al sobrepeso de Charlie, pero con la voluntad que había demostrado, no entendía que estuviese así. - Pero si necesitas ayuda, si necesitas hablar... aquí tienes a una amiga. - Y entonces abrazó a aquella enorme mujer quien había demostrado más valor que ella misma y Jim juntos.
Para Halle, Charlie era la verdadera heroína de aquella historia.
La multitud que les recibió en el exterior fue inesperada; hacía unos minutos había sentido que estaban solos, que nadie podría ayudarles, y resultaba que allí estaba la caballería, y posiblemente más en camino. Tarde, claro. La poli lo único que lograba era poner nervioso a Jim, que se quedó algo apartado fumándose el canuto, observando los reencuentros con los niños, las conversaciones, como se llevaban a Jonathan y como Adam tomaba el mando, reuniéndoles. A su pregunta, no vio motivo para responder más de lo que ya habían hecho las chicas: todos estaban a salvo y ya no había más que cadáveres en aquél instituto. Como un puto déjà vu, pensó, dando otra calada profunda, dejando que el humo se llevara sus pensamientos.
—¿Podemos irnos, Townsend? —preguntó, casi esperanzado porque dijera que si. Allí ya habían acabado, no quería saber nada más de Stark, de muertos, de nada. Solo quería pasar página y, si podía, disfrutar de algo de tiempo con su amigo y la mocosa.
El frío de Minnesota nunca le había resultado tan reconfortante a Troy como cuando lograron salir por el agujero. Le daba tres leches que las botas se le estuvieran empapando por la nieve o que empezara a perder sensibilidad en los dedos. Habían salido, y eso era lo que importaba en aquel momento. Tras entregar al pobre de Jonathan a uno de sus compañeros, Troy recibió el placaje de su hija, a quien abrazó con fuerza.
- No pensarías que te ibas a librar de mí tan fácilmente, ¿verdad? -se permitió bromear con ella.- Lo has hecho de puta madre, de verdad. -Le dió un beso en la frente y se dirigió a Adam.- Haced caso a la doctora, por raro que parezca. Entrad ahí con... -se puso a gesticular, intentando darle sentido a todo aquel embrollo sin lógica.- Con aspiradoras y hundid los restos de esos dos en el lago o lo que cojones podáis hacer. Enserio Townsend, preguntale a Seabert. Quemad el sitio si hace falta, pero no devolváis a los Stark al cementerio.
Con Sid bajo el brazo, se permitió echar un vistazo relajado a su alrededor. Las caras de los niños cambiaban de azul a rojo con las luces de los coches patrulla mientras Halle abrazaba a Charlie. Jim parecía aún algo nervioso, y Troy quiso tranquilizarlo un poco tomándole amistosamente del hombro.
- Joder tío, recuérdame que no vuelva a jugar a los bolos contigo, mira la que se lia. -rió mientras echaba una última mirada a los niños.- Oye, ¿qué te parece si llevamos al hijo de Sidney con ella? A ver si el guapo de su marido nos da un café caliente.
Salvo que Adam decidiera retenerles, Troy no tenía intención de quedarse allí mucho más. Sacó el teléfono para avisar a Sidney de que todo había pasado y que llevaba al pequeño Troy con ella. Y mientras esperaba, su mirada se posó en Halle y Charlie. Desde la distancia, les sonrió y alzó la mano a modo de saludo. Quizás era una despedida, quizás un "gracias". Quizás, ambos.
-Me encargaré de ello -dijo el ayudante del sheriff, que sabía perfectamente lo que era enfrentarse a Stark, él mismo había salido vivo de milagro en dos ocasiones.
Adam miró hacia Jim, ignorando el hecho de que se estuviera fumando un canuto enorme. Sabía que tras salir de algo como lo que debían haber vivido allí uno necesitaba agarrarse a sus vicios más que nunca. Miró también a Charlie, y asintió con la cabeza, al parecer se había ganado elogios con lo que había hecho, y se alegró por ella. Sin duda los merecía.
-Id a casa. El FBI no tardará en llegar, probablemente quieran preguntaros algo a vosotros, -dijo señalando a Halle y Troy, padres de dos de los chavales desaparecidos. -Mi consejo es que no les habléis de ese puto monstruo. Que ninguno de vosotros lo haga. No os van a creer una mierda de toda esa historia. - agachó la cabeza apesadumbrado, ya había tenido que hacer aquello antes cuando él y Seabert echaron la culpa de los últimos sucesos a un imitador. - Si os preguntan si visteis al secuestrador, decidle que su cara os sonaba, que guardaba algún parecido a Tom Maslow... Y si os ponen una fotografía suya delante, joder, reconocedle como si fuera vuestro primo del pueblo.
Pasaron un par de horas antes de que todo el pueblo se hiciera eco de lo ocurrido en el viejo instituto Highbrooke: otro imitador del asesino de Santa Claus que, para conmemorar los diez años de la primera masacre, se había afanado en secuestrar a menores en una furgoneta con la intención de quemarlos vivos. Tom Maslow, vigilante de las obras del instituto, se había disfrazado de Santa Claus para raptar a los niños y encerrarlos bajo llave en el sótano del edificio. De no ser por la heroica intervención del sheriff Jonathan Seabert, quien se encontraba herido y en estado crítico en el hospital de Bemidji tras recibir un hachazo de Maslow, los niños podrían haber sido quemados por las perturbadas acciones de aquel individuo. Los canales locales, y también los estatales, no tardaron en hacer un perfil psicológico de Maslow: padre divorciado con problemas con el alcohol, de carácter violento y que había fracasado en las pruebas de acceso al cuerpo del sheriff en más de una ocasión, según se decía su propia hija estaba entre los niños rescatados. Los medios elaboraron una intensa red de relaciones entre Maslow y todos los padres de los niños raptados. También se rumoreaba que algunos padres habían ayudado a Seabert a liberar a los pequeños, pero su identidad no había trascendido. Aunque los medios más rigurosos ni siquiera habían comentado esa posibilidad ante la dificultad para contrastarla. Todo había finalizado bien, aunque la vida del sheriff Seabert pendía de un hilo tras el golpe de hacha con el que Maslow le había atacado justo antes de que el sheriff lo abatiera de un disparo en la cabeza. A Maslow lo encontraron cubierto de sangre y con el disfraz de Santa Claus en la entrada del instituto. Las últimas informaciones apuntaban a que los laboratorios del sheriff habrían confirmado que el traje navideño contenía el mismo tipo de acelerante con el que se había rociado a los niños y otras evidencias que incriminaban al vigilante.
El FBI les tomó declaración pero no fueron muy exhaustivos. Más que con ellos, pretendían hablar con sus hijos para que les contaran lo ocurrido. Los pobres niños, a través de su imaginación infantil, apenas pudieron describir a un monstruoso Santa Claus que se asemejaba más a una pesadilla que a una persona real. De Steven no pudieron sacar mucha información, y tampoco insistieron, y Sid les mandó a la mierda, manteniéndose fiel a la actitud inculcada por su padre. Pero como tenían declaraciones de sobra, y dirigirse a ellos más bien era protocolario, tampoco insistieron demasiado. El caso se cerró y pasaron a otra cosa. Las obras para demoler el instituto Highbrooke se aceleraron y en poco más de una semana no quedó ni rastro de aquel lugar que tan malos recuerdos les traía a todos. Y con un final mucho más feliz en esta ocasión, Birchmont logró recuperarse bastante rápido de aquel susto.
Podéis darle a vuestros personajes el final que consideréis, y cierro la partida. Feliz año!
Como solía suceder en aquellos casos, el pueblo entero conocía todo lo sucedido unas pocas horas más tarde. La historia que trascendió fue finalmente la que Adam les había dicho que contasen, y que Charlie se había encargado de repetir también a la policía, porque la verdad era demasiado increíble como para que alguien pudiera tomarla como cierta.
Charlie se sentía extraña por todo lo sucedido, satisfecha por haber conseguido rescatar a los pequeños, devolviéndole a Halle la tranquilidad que se merecía, pues había llegado a apreciarla, mucho antes de que incluso le diese las gracias por todo, pero también por la hija de Jonathan y el pequeño del cual cuidaba Mary.
La propia Charlie en persona fue a ver a Jonathan y a saludar a su hija, prestándole la tranquilidad que necesitaba en aquellos momentos tan complicados. "Tu padre es un héroe", le dijo, antes de sentarse a su lado a esperar que el sheriff despertase de la operación. Había sufrido una herida importante pero esperaban que se recuperase.
Volvió a ver a Mary también el mismo día en el que fue atendida en el hospital, ya feliz de haber recuperado al pequeño. Verla otra vez le resultó muy extraño y durante unos segundos, no supo que decir. Finalmente, solo se dio la vuelta y la dejó, porque sabía que aquella parte de su vida había terminado ya, para siempre.
La joven profesora no sabía cómo se sentía en realidad. Llegó a la conclusión de que le hubiese gustado morir en aquel enfrentamiento con los Stark, porque no le quedaba mucho por lo que vivir. Su autocompasión estaba muy, pero que muy arraigada, y era difícil escapar de algo así. El episodio de Mary no le había marcado tanto como el hecho de verse como una fracasada en el amor, por mucho que sus experiencias para sobrevivir hubiesen demostrado de ella que valía mucho más. A pesar de todo, intentó salir del hoyo en el que se encontraba y empezó a marcarse pequeñas metas, como comer paquetes de patatas más pequeños y correr un poco cada día.
En un mes no solo se sentía mejor sino que logró bajar mucho más de los cien gramos que la última vez que lo había intentado.
Por ese motivo, cuando dos meses más tarde llamaron a su puerta procedente de una cadena de televisión, no se sintió tan mal como para no abrir.
-Eh, sí, qué desean -preguntó Charlie, al tiempo que abría la puerta.
-Buenos días. ¿Peyton Crookshanks? Somos del programa "Investigación Real" y....
Charlie se quedó sin habla. No estaba preparada para ver a una mujer tan hermosa como aquella en su puerta, sobre todo cuando se había vestido solo para comprar algunos suministros, no para que la viesen en la televisión.
-Yo... sí, soy... Peyton. Pero... no sé...
Y entonces, se le quedó mirando a los ojos a aquella rubia despampanante, al igual que esta, como si de pronto no hubiese nadie más. El gaydar estaba en marcha y había captado a un alma afín. La mujer rubia había hablado sin mirar, pero al ver a Charlie, se quedó embelesada sin saber qué más decir. Tardó unos segundos en poder reaccionar.
-Me llamo... CMS... y trabajo para la cadena Laura... Quiero decir que mi nombre es Laura Benmhan y trabajo para la cadena CMS. Estamos... estoy trabajando sobre los asesinatos de Highbrooke, y... usted es una de las supervivientes... ¿v-verdad?
Charlie, consiguió reaccionar.
-Eh, ¿si? Ah, sí, sí, soy yo. No sé, quizás... pudiera... ¿le apetece tomar algo?
Charlie sonrió, recibiendo por respuesta una gran sonrisa por parte de Laura.
-Me encantaría.
Laura no venía sola, sino que le acompañaban dos muchachos, uno llevando la cámara y el otro que actuaba a modo de productor. Al ver la reacción de las dos, se acercó al otro para decirle algo al oído.
-Diez a uno a que la invita a salir -le dijo. El cámara le miró y se acercó también para susurrarle al oído.
-¿Te pago ya?
Charlie y Laura se miraron durante unos segundos más, hasta que la periodista entró en la casa, seguida por su equipo. La entrevista con Charlie le permitiría completar algunas cosas que todavía no sabían, sin salirse demasiado de la información que ya tenía la policía, y para cuando acabaron de hablar, Charlie y Laura tenían una cita para cenar.
A Charlie todavía le quedaba mucha vida por delante.
Halle abrazó a su hijo con fuerza, aún sabiendo que este no se lo tomaría a bien, mientras que esperaba la llegada de Sean. A pesar de todo el miedo pasado, a pesar de lo vivido, se sentía feliz y dichosa por haber sobrevivido a aquella pesadilla. El gesto de Troy no le pasó desapercibido y su mano se levantó para decirle adiós.
Quizás no volviesen a verse jamás o puede que un día él apareciese en Nueva Jersey, necesitando un médico. No quería verle en esa situación pero quería que supiese al menos que si le ocurría, podía contar con ella. Así que antes de que él y Jim se esfumasen, logró darles alcance, las gracias por la ayuda y salvar a su hijo, así como aquella oferta de que la buscasen si un día necesitaban un médico para algo importante y serio.
Sobre todo porque ella contaba con el mejor como jefe.
Tras la llegada de Sean, todo se difuminó, se fundió en un abrazo con él y lo siguiente que recordó fue hablar con el FBI, siguiendo las instrucciones de Adam, para ir a ver al sheriff en cuanto pudo al hospital. Tenía claro que iba a pasar allí el resto de sus vacaciones, pero quería despedirse de todos y sobre todo saber como se encontraba Jonathan.
Puede que acabesen demasiado tarde esa noche, pero era una noche especial y de celebración y eso hicieron ambos, disfrutar por primera vez después de mucho tiempo de aquella Nochebuena. Pues esta vez supo a verdadera victoria. Realmente se les vio felices y como dos verdaderos enamorados.
Pero la resaca llegó al día siguiente, cuando a Halle se le acumuló todo de golpe. Si logró salir de la cama fue por el apoyo de Sean y de sus padres. Pero cuando logró espantar a los fantasmas de la noche anterior, tuvo la mejor Navidad con sus hijos en toda su vida.
El Año Nuevo la familia lo pasaron en Nueva Jersey. Halle tenía que volver a trabajar. Su adicción a los calmantes había aumentado, aunque también la frecuencia con la que mantenía relaciones con Sean. El cambio de año lo pasó trabajando, o eso le dijo a Sean, que tenía guardia en el hospital por un paciente grave, como solían ser todos los casos que diagnosticaba House y que la tocaba a ella pasar la noche pendiente del estado del paciente, más aún después de disfrutar de las vacaciones de Navidad.
Aunque la realidad era otra, porque... ¿cómo podía resistirse a un buen polvo y un enorme colocón en una noche como esa?
La vida de Halle siguió igual durante un mes más, hasta que se dio cuenta de que Stark y aquella noche realmente la habían consumido por dentro. Mentía a Sean con más frecuencia, las pesadillas habían vuelto, en el trabajo era inestable y peligrosa por ello. De hecho fue el mismo House quien le dijo que si no se encauzaba de nuevo, la despediría.
Así que Halle optó por tomarse unas vacaciones de todo y de todos, entrando en un Hospital Psiquiátrico Mayfield donde poder rehacer su vida... Donde alguien más no tardó en ingresar tiempo después.
Pero esa es otra historia...
Aquél día Jim acompañó a Troy a ver a Sidney, y se alegró de cada minuto que pasó con ellos, recordando viejos tiempos, acompañado por quienes habían sido sus amigos. Fue, en 10 años, la mejor tarde de su vida.
Cuando regresó a casa, su madre corrió a abrazarle; Birchmont podía ser muchas cosas, pero sobre todo era un pueblo, y las noticias corrían como la pólvora en boca de las chismosas. Esa vez, al contrario que otras, se dejó, e incluso devolvió el gesto. No le resultó pesada ni agobiante, sino un gesto reconfortante. Si, allí, en ese momento, intentando dejar atrás lo sucedido para pensar en lo que estaba por venir, creyó que las cosas mejorarían, que todo iría bien por fin.
Esa noche, cuando estaba ya solo en su habitación, tomó una decisión. Se fumó un canuto con calma, disfrutándolo, permitiéndose que el humo se llevara por última vez los pensamientos que le atormentaban, y cuando se lo acabó, tiró el resto a la basura, todo lo que tenía. Aquella fue la primera vez que durmió del tirón, y a partir de ese momento, aunque las pesadillas regresaron de vez en cuando, en general pudo descansar sin miedo.
El regreso de su mejor amigo, ahora con su hija, trajo una nueva a Jim, que empezó a pasar bastante tiempo con ellos. Se había propuesto ser el tío guay y malcriar a aquella cría, y vaya si lo hizo. Pizza, juegos, cine, lo que quisiera, y él mismo lo disfrutó, especialmente cuando se aliaban contra su padre por una u otra cosa.
En el trabajo le fue bien, se lo empezó a tomar más en serio y pronto se vio que la cabeza que había demostrado en el instituto no había sido una quimera. Era listo, avispado y atento a los detalles, así que subió rápido en cuanto se lo propuso. Más responsabilidad, más dinero y, finalmente, casa nueva. Pudo irse de aquél lugar que siempre había considerado un agujero, pero decidió que muchos se habían largado ya de allí, y aquél era su hogar, así que se quedó.
Ahora, y por siempre.
Iniciando ya la marcha hacia el coche, a Troy se sorprendió que Halle, de entre todas las personas presentes, fuese hasta ellos para darle las gracias. "El tiempo nos cambia a todos, supongo" pensó, pero después consiguió por un momento quitarse de encima todo lo vivido en el instituto y vió a la Halle madre que acababa de reencontrarse con su hijo. Troy sonrió y agradeció el gesto, quitándole importancia al asunto.
Unos minutos después llegaron a casa de Sidney, a quien pudieron ver a través de una de las ventanas dando vueltas de aquí a allá. Un timbrazo más tarde, madre e hijo estaban juntos de nuevo. Quiso darles algo de tiempo, pero por dentro se moría de ganas de abrazar a Sidney. Cuando el momento llegó, Troy tuvo que esforzarse para creer que era ella de verdad, pero aunque hubiese sido una ilusión, hubiese aceptado que el tiempo quedase congelado en aquel instante. Pasaron largo rato en casa de Sidney, donde los tres excompañeros pudieron hablar como hacía años que no lo hacían. Casi le pareció que todo el asunto de los Stark había sido poco más que un mal sueño.
Los días pasaron, y había poco sobre aquella noche que Troy compartiera con los agentes del FBI. "El puto Marlow" era un buen resumen de sus interacciones, y por suerte eso pareció bastar a los agentes. Y aunque el pueblo se vio durante un tiempo plagado de periodistas y curiosos, Troy se centró en recuperar el tiempo perdido. Encontrar trabajo no fue difícil, como tampoco lo fue encontrarse con algún gilipollas resentido del instituto y hacerles saber que, por lo que a él respecta, podían tratarse con normalidad o irse a tomar por culo. Había cosas mucho más importantes, como saber que su hija estaba bien y que tendría una oportunidad de no pasar por todo lo que él había tenido que vivir en su hogar. Las tardes en las que podía coincidir con Jim resultaron ser una suerte de viaje en el tiempo, aunque ambos eran ahora algo menos balas perdidas. Y cada vez que se le ocurría una excusa adecuada, se dejaba caer por casa de Sidney para pasar todo el tiempo que podía con ella hasta que reunió el valor suficiente para pedirle perdón por no haberla ayudado diez años atrás. Debía hacerlo, o aquel peso no desaparecería nunca de sus hombros. Como tampoco lo haría la carga que se disponía a quitarse el día que sentó a su hija frente a él y le habló con tono serio.
- Sid, quiero explicarte qué pasó aquí hace diez años.
Jonathan tardó un tiempo en recuperarse, pero tras una larga convalecencia en el hospital de Bemidji logró curar todas sus heridas. Las físicas al menos. Cuando salió del hospital pasó un tiempo en casa con su pequeña hasta que recibió el alta médica, y aún así dejó a Adam al cargo y se fue un mes a California con su hija, alejándose de todo el infernal recuerdo de Birchmont. Cuando regresó lo hizo con aires renovados y volvió a ponerse al frente de la oficina del sheriff con la misma fuerza y tenacidad de siempre.
Todos lograron retomar sus vidas durante un tiempo. Algunos lo hicieron en Birchmont y otros se fueron lejos de allí. Halle volvió a su ciudad, a su puesto de trabajo y a su vida cargada de adulterio y el constante abuso de un jefe cabrón que no dudó en darle la patada en cuanto su rendimiento comenzó a bajar. Al principio le fue bien, la relación con Sean había vuelto a sus inicios de pareja recién casa, pero poco a poco volvió a la rutina y ella volvió a entregarse a los brazos de su jefe. Hasta que fue él quien se deshizo de ella miserablemente. Las pesadillas no tardaron en conducir a Halle al psiquiátrico, donde estuvo de manera voluntaria durante una larga temporada.
Algo más feliz fue la cosa para Charlie, que tras no lograr retomar la relación con Mary pudo pasar página y comenzar a perder algo de peso y cuidarse algo más. Comida sana, algo de ejercicio y la llegada de una despampanante reportera a su vida que hizo que las cosas empezaran a mejorar para ella.
Troy optó por sincerarse con su hija y dejar de tratarla como una niña para tratarla como la adulta mental que era. Sid era más avispada que los niños de su edad, conocer lo que ocurrió en Birchmont diez años atrás y toda la negra historia que afrontaba su padre no fue nada que no pudiera asimilar. Su reacción fue sentirse orgullosa de su padre y decirle que era "un puto héroe". La otra Sid, dijo a Troy que no tenía nada que perdonarle, que las cosas que habían pasado entre ellos habían sido en otra vida. Y mantuvo una buena relación con él hasta que regresó a la ciudad.
Jim se encargó de malcriar a la hija de Troy, y ella, por su parte, tomó a Jim como el tío paterno que nunca había tenido y los tres pasaron juntos grandes momentos en aquel pueblo, que casi comenzó a ser aceptable y todo sin la sombra del viejo instituto tras su derribo. Jim dejó la hierba y se centró en el trabajo, logrando ascender de puesto en poco tiempo gracias a su inteligencia.
Durante un tiempo todo fue bien. Al menos hasta que la sombra de la Navidad volvió a acercarse al año siguiente...