Amposta, Corona de Aragón, septiembre de 1422.
Una noche de finales de verano, tres encapuchados montados en mulas solicitan que se les abra las puertas del castillo. Se identifican como el diácono Charles de Lupo y dos servidores, clérigos menores. Afirman ser representantes del Papa Luna y portan documentos que así lo atestiguan.
Solicitan y obtienen licencia para hablar a solas con el señor del castillo, y éste acepta de grado, pues es grande el respeto que siente por el viejo Papa de Peñíscola.
Os encontráis al servicio del Barón Ricardo, un gentilhombre un tanto excéntrico cuyo nombre completo es barón Richard MacCormak. Procede de la lejana Escocia, y es un gigante pelirrojo, ya cincuentón, que vino hace más de treinta años a tierras mediterráneas a defender a su Papa, Benedicto XIII, de los herejes de Roma.
Vuestro turno
Me quedo un tanto extrañado ante la presencia de estos hombres y las noticias que puedan portar. Aunque tampoco me importa mucho, si nos necesita ya nos llamará el barón.
De modo que voy a la cocina con intención de coger un cacho de pan, un poco de queso y si se tercia tocarle el culo a la cocinera. Mientras pienso en ello me sonrio con aire libidinoso y voy canturreando una canción para mi mismo pensando en el trasero de la cocinera
A las mozas de este castillo
las gusta mucho el rin-rán:
ellas ponen el tomate
y el pepino se lo dan.
*Cuando veo entrar por la puerta a esos hombres respiro hondo para tranquilizarme, no debo perder la compostura en estas situaciones si quiero honrar mi nombrar y el de mi familia, me sitio al lado de mi señor como de escolta, con las manos entrelazada detrás de la espalda con el pecho firme y esperando que mi señor reciban a los invitados...Quien sera esos encapuchados, estoy intrigado... que asuntos le traerán con mi señor, espero que no traigan malas noticias
"Con la eclesia femos nos topado..." Piensa Grabiel.
Apartando la vista durante unos momentos del tratado sobre medicina árabe que estaba ojeando (¡Vaya barbaridad, esos moros reniegan de la sabiduría del gran galeno!), se toma un tiempo para examinar a los visitantes que llegan a la torre del homenaje.
Es cierto que su señor es un tanto inusual por aquellas tierras, y no faltan visitantes y pedigüeños a las puertas; Pero sí que es bastante extraño que hayan venido aquellos legados del Papa.
La natural curiosidad por los asuntos de los opulentos nobles de la corte, mueve a Grabiel a prestar atención a los movimientos de los recién llegados. No quiere llamar la atención ni ponerse en evidencia delante de su señor, pero, al fin y al cabo, nunca se sabe...
Nunca ha visto las entrañas de un hombre santo, y sonríe imaginando si serían iguales que las de un pobre pecador. El Barón Ricardo lo ha tratado bien y no le desea mal alguno, pero de haber cualquier oportunidad para encerrar en las mazmorras a esos hombres, él estaría encantado de examinarlos... Por la ciencia.
¡Válgame Dios! Padre Sebastián ¿ya trajinando vino a estas horas de la noche? Pero si debería de estar durmiendo vuestra merced, no sé qué hace por aquí a esta hora ¿Es que le ha despertado el ruido de los visitantes? si es así deje de tocarme el trasero padre y mire hacia dios ¡oso pecador! Que más le vale respetarme que mi marido no quiere problema con vos ni yo con usted, hágase buena floritura con la comida y no haga más manadas de esas padre.
¡Ay,niña ay!¡Que es el demonio que me tienta a través del vino mas yo non quiero fazer semejantes cosas! digo mientras me limpio la boca de vino y aparto la mano de la cocinera. ¿Y qué tiene que ver vuestro marido en todo aquesto? que yo non quiero lios con nadie, ¿que no dijo el mesías: Amaros los unos a los otros? Ea, pues bien claro queda que non hago otra cosa que amar a mi prójimo , que eres tu. Agora con esto aclarado voy a ver si echo una cabezadita, ale, con Dios. Y marcheme a buscar sitio donde dormir como si tal cosa.
Vaya con dios vuestra merced, y no tome mucho vino que luego le da vueltas la cabeza y no puede dormir, y ya el demonio anda por ahí...
Tiene un pandero que tampoco no es de mucho tocar, se nota que la sirvienta es joven y a falta de pan, que ya el fraile ha visto mejores...más la joven poco más le da la pimienta que el pan, lo único que quiere es terminar para poder acostar, que el marido campesino cómo no, seguro que quiere descansar que mimar a la cocinera que mañana tiene que madrugar.
El castillo es frío, y pronto os adolece los huesos sobre todo a Rafael y a Grabriel, ya que el padre ha consumido bastante vino para estar lo suficiente caliente para no sentirlo. No obstante hay una chimenea que arde en lo que es el salón con una gran piel de oso cerca y dos sillas de buen hacer, cuya madera es buena y sus patas onduladas se balancean en el caso de que alguien quiera sentarse, es un buen remedio para dormir si la cama no es suficiente confortable o no se tiene sueño o se espera a alguien.
Un sirviente de andar ligero delgado y de poca fuerza se acostumbra a pasar de vez en cuando por el salón, para ver si la chimenea sigue encendida en caso de haber poco fuego la aviva...
Teniendo ya el estómago lleno y el gaznate refrescado, busco la cama donde me echo a dormir plácidamente. Ya mañana será otro día y mandará el barón lo que tenga que mandar. Et sobre los visitantes ya se verá que ocurre, mas no tengo yo la cabeza para pensar en ellos ,con un poco de suerte han marchado por la mañana et non dejan ningún desaguisado que nos toque a nos solucionar.
"Viva Dios ca aqui face una elada de espantos..." Piensa Grabiel, sintiendo escalofríos en el cuerpo.
Con su tratado medicinal completamente ignorado, pues el cansancio y el frío en los huesos minan cualquier tentativa que suponga un esfuerzo intelectual prolongado, el galeno se dirige con rápidos y cortos pasos hacia una chimenea de tentador aspecto y acogedor murmullo.
Siente su cuerpo calmarse y los escalofríos cesar mientras se sienta en una de las sillas, y cierra los ojos con los párpados pesados, que ya duelen tras pasarse el día leyendo. Así, arrullado por el crepitar de las llamas y con los eventos del día desvaneciéndose lentamente de su cerebro, así como la conciencia de la realidad a su alrededor, Grabiel va sumergiéndose en un profundo sueño.
Os dormís en ese profundo sueño que solo llega a las altas horas de la noche, de ahí que hayáis estado deambulando hasta que sentíais que los párpados se os cerraban.
Os levantáis algunos mejor que otros dependiendo de donde hayáis conciliado el sueño, a la mañana siguiente os espera el desayuno en el salón, un manjar que solo provee una gran casa como la del Barón. Éste no está solo lo acompañan la comitiva que solicitó entrar a tan altas horas de la noche en la casa del Barón. En el salón os esperan estando la mesa bien surtida, en cuanto estáis todos el barón os mira con gesto serio y os dice:
- Tengo tarea para vosotros mis servidores, escoltaréis a estos hombres de dios y vestiréis su librea y los protegeréis, tanto al diácono Charles de Lupo como a sus acompañantes.
Los comensales asienten ante la orden de vuestro barón Ricardo, haciendo con ello constancia de que os notan de buen ver para esta tarea.
*Estaba medio dormido intentando guardar la compostura ya que compartía la mesa con el barón, con mi pieza de fruta en la mano de pronto escucho las palabras del barón y parece que me atraganto un poco y corriendo cojo el vaso de agua para tragar mas rápido y calmar la garganta, rápidamente me doy cuenta me limpio los labios y me pongo recto y tenso y le hago una pequeña reverencia al barón mientras le digo...
Mi señor es... es un honor que confiéis en un servidor mi señor para tal tarea...*Trago saliva y a continuación le digo..No le defraudaré mi señor, como mi padre lo hizo en el pasado yo le serviré con el mismo honor, en cuanto dispongáis cogeré mis cosas y partiré con estos servidores de dios.
Vaya, no pensaba que se me pondría a prueba mis habilidades tan pronto, no puedo fallar sino ha de venir padre del otro mundo y darme con la fusta, con lo rápido que golpeaba y con la dureza que lo hacia, tendré que cumplir no hay otra...
*Vuelvo a coger el vaso de agua y me bebo todo el vaso y me vuelvo a rellenar el vaso para seguir bebiendo después y sigo cogiendo mas fruta para saciarme...
Me levanto con la cabeza un poco embotada por el vino, pero sin duda las he tenido peores. Voy al salón a desayunar, espero que los invitados bendigan la mesa, et cuando lo hacen empiezo a comer como si no hubiera mañana.
Cuando el barón habla ocurre lo que temía, nos ecomienda una misión et tiene que ver con los visitantes. Asiento a su orden et por lo bajo suelto un ea et penso que se le va a fazer, se acabó la buena vida.
Escucho a Rafael, el entusiasmo que muestra et no puedo evitar cabecear hacia los lados con gesto negativo.Tanto entusiasmo para partirnos el lomo por estos desconocidos,con lo bien que se está aquí metido .
"Aquis conpieça la gesta del cojo... Ya non valgo para la lid..." Piensa Grabiel, resignado, mientras observa su pierna herida con un gesto de añoranza.
Así que se acabó. Finalmente su señor decide librarse de él. Al fin y al cabo, sólo destacaba por su valía como médico de campaña, ahora los Señores en sus cortes buscan la medicina de los moros y judíos infieles, ya no hay sitio para los buenos cristianos como él.
Asiente con la cabeza, piensa aprovechar la ocasión como mejor pueda para sacar partido de ella. Hace tiempo que no abre a nadie.
—Hyo irie con aquestos omes si vos caye en sabor, señor, plazme de coraçon, e si oviese menester, sanar les ie de grado— Lo dice con un tono solemne, como si fuera la última vez que tuviese oportunidad de comer en aquella mesa—. ¡Ninguno dessos non morira tanto quanto fuere con los!
Finalmente, da un trago de vino y se limpia la boca con el dorso de la mano.
"Albriçia, Grabiel... Ca echado eres de tierra..."
¡Ja! Fiel servidor sois de la orden de santiago y mío, y confío en vuestro brazo para que estos hombres lleguen a buen término en su caminar, eres el más apto en el combate por si algunos rufianes os asaltan. Confío en ti Rafael como confié en vuestro padre más es hora también que aproveches vuestros votos de castidad atenuados de la orden para buscar buena esposa, estoy seguro de que el padre conocerá buenas mozas y os podrá aconsejar en estas lides ¿Verdad padre?
Después de estas palabras que dejan un poco desencajado al diácono que mira a sus servidores como preguntándose ¿qué coño es esto? El barón hombre de mirada perspicaz se da cuenta del gesto y os mira para hablaros.
- (Sebastían,Grabiel) Deberéis también vosotros llevar armas la vida de estos hombres no debe de peligrar, y no escatiméis en vuestro esfuerzo tenéis la ayuda divina de vuestra parte, y Grabiel buen médico que me habéis servido con holgura más ahora os necesito para esta misión, y también necesito que utilicéis las armas apropiadas para apoyar la seguridad en el camino.
- (Todos) Id con dios y con mi beneplácito mis sirvientes os proporcionarán caballos para aquellos que sepan los que no mulas, así como el equipo que pidáis y una cantidad de dinero suficiente para no tener que dormir al raso y hacer frente a imprevistos. El viaje hasta Barcelona, siguiendo la ruta de la costa, puede durar entre tres y cinco días, según la prisa que os deis. Ahora debo de ocuparme de que todo esté en orden para vuestra salida, os despediré desde la ventana. Dicho esto se encamina hacia afuera del salón quedando vosotros los invitados y los criados.
Si permiten......digo excusándome para preparar mis cosas. Lo primero buscar mi saco, luego acercarme a la cocina a buscar viandas para el viaje.Cojo un queso, un buen cacho de cecina, algo de pan y una ristra de chorizos que bien vendran para el viaje. Cuando me acerco al vino,¡ay! que no puedo resistir el impulso et empiezo a refrescar el gaznate. En mi devenir etílico echo una bota de vino llena al saco para el camino, je,je.
Sigo dando tumbos por la cocina y dejando mas estropicio que otra cosa tirando, cacharros por el suelo, mientras busco cosas que llevarme. Encuentro un cazo que buen uso podremos darle por el camino.
Agora dejo la cocina et visito la armeria. Non busco nada que tape mi hábito, busco unos brazales et grebas de cuero et un capacete para la testa, encuentro también una pelliza de piel que bien me vendrá para protegerme del frio. COn esto et mis pertenencias ya debería estar listo para el camino. Recojo pues el saco, con lo que ya tenía et lo nuevo, me ajusto las protecciones , me coloco las dos mazas et cuando paso cerca de una cama, echo un trago a la bota de vino et me tumbo a roncar hasta que den aviso de salir camino a Barcelona.
Motivo: no enmoñarme mucho
Tirada: 1d100
Dificultad: 50+
Resultado: 95 (Exito)
Motivo: no enmoñarme mucho
Tirada: 1d100
Dificultad: 50-
Resultado: 64 (Fracaso)
Tiro templanza para no enmoñarme (la primera tirada está mal) fallo como un condenado.
Recojo: Provisiones de viaje+ queso+pan +bota de vino+cazo
grebas y brazales de cuero y un capacete . Pelliza de piel.
Si me disculpáis señores, tengo que recoger mi equipo para poder partir con vosotros...
*Hago una leve inclinación en modo de cortesía y me retiro a mis aposentos, por el camino intento encontrar a una doncella para que me ayude a recoger mis cosas, mientras por la ventana aviso a alguno de los hombres del conde para que preparen mi caballo lo antes posible para mi salida...
Grabiel se encoge de hombros. Ciertamente, siempre ha tenido curiosidad por manejar un arma, pero es verdad que su padre jamás le había permitido empuñar ninguna. Así que, ante la marcha de los otros dos encomendados a la empresa, él, sin decir nada, dirige leves inclinaciones de cabeza al prelado y a sus hombres como signo de respeto y se marcha para prepararse.
De las cocinas, evitando en tanto es posible el desastre del sacerdote, se hace con lo que él considera que necesitará para sobrevivir cinco días, procurando que sean alimentos secos o salados para que puedan durar, así como un odre de vino bien lleno.
También decide llevar el viejo gambesón reforzado que siempre viste en las batallas, en sus aposentos. De allí, también coge los útiles medicinales que necesita para realizar pequeñas cirugías y purgantes, así como su fiel cuchillo y... sus venenos, pues nunca se sabe.
Una vez empacado todo, se da cuenta de que le va a ser difícil cargarlo todo, por lo que se dirige a los establos con la intención de pedir cualquier montura que pueda cargar las alforjas.