Partida Rol por web

Usando tus conocimientos de lucha callejera, lograste montarte encima de la criatura que se antojaba muy molesta por tenerte encima de su lomo. No sabías cuanto tiempo ibas a durar en esa posición puesto que la criatura se movía muy rápidamente.

Como si se tratara de un concurso de manta de Sloorrz, Lock cabalgo la criatura, pero en un momento fue consciente de un hecho irreflutable. 

Si se hundia bajo el agua. Estaba muerto. 

Quizas por eso, perdio control de una de las manos sobre ella, quedando suspendido momentaneamente en el aire antes de ir a parar de nuevo a las gelidas aguas.

La criatura, después de haberse desprendido de ti, no dudó en tomar impulso de nuevo para ir directamente a impactar contra tu cuerpo y así sumergirte bajo el agua a gran presión. Tu estabas ya demasiado cansado para este tipo de proezas, estabas aguantando más de lo normal y no pudiste resistir aquella embestida que te sumergió un par de metros con toda la fuerza de aquella criatura sobre tu pecho. Si aquello hubiera transcurrido fuera del agua sería otro cantar, pero allí eras muy vulnerable.

De manera desesperada, el felino, se estira, se menea se retuerce mientras el aire escapa de sus pulmones, y sus músculos se entumecen.

La perspectiva de la muerte es tal, que logra en un alarde de fuerza inusitada salir airoso del forcejeo.

Como antes, está en el agua, y solo sabe donde es abajo, porque es a donde la bestia lo estaba llevando.

Empezó a patalear como podía en busca del preciado halito de la vida que había más allá de la barrera de  la superficie.

Pero no resistiría otra embestida, no podría escapar una segunda vez, y empezaba a preguntarse si no sería mejor simplemente dejarse morir.

Algo en su subconsciente tiro de él, con nuevas fuerzas. No iba a morir, no al menos sin luchar, estaría atento, y en cuento asomara aquella bestia, con aire o sin él, le clavaria las garras hasta hacerlo rodajas.

Ahora te encontrabas de nuevo en la superficie, mareado por la falta de oxígeno y la tensión del momento. La criatura no cesaba en su interés por acabar contigo, llegaste a pensar incluso que el Acklay sería más inofensivo.

Entre la vida y la muerte, desorientado, solo había una cosa que hacer, nadar hasta una orilla. El problema era el mismo de antes. ¿Dónde estaba esa orilla milagrosa?

Se movía muy lentamente, porque nadar rápido solo hacía que fuera una presa más fácil, y más cansada. Y guardaba una parte de su ingenio para intentar adivinar cuando seria el próximo ataque de la criatura.

Sin embargo, no se privo de decirle lo que pensaba.

Sabes, pensé que serias mucho más amable que tu vecino de arriba. Sin duda me equivoque, tu quieres comerme, y yo no pienso dejarme comer, creo que tenemos un problema.

Tenía que haber alguna alternativa. Sin duda tenía que haberla. No podía morir ahogado para ser comida de peces.

Isseriol giró la cabeza por unos instantes, era insensible a las heridas, traumas y escenarios sangrientos en general, pues su profesión le había preparado para cosas como aquellas. Pero no era inmune a las injusticias, vejaciones y barbaridades que tan habitualmente veía desde que había comenzado a viajar.

Que fuese un criminal no da derecho a tratar así a alguien, y mucho menos dejar aquí su cadaver para que se pudra, eso además de ser una falta total de "humanidad" es un vector de enfermedades.

Se levantó despacio y lentamente fue recorriendo las otras celdas, para ver que encontraba, casi olvidándose ya de que probablemente estaba en un lugar prohibido.

La criatura no dudó en volver a atacarte, esta vez intentó de nuevo clavar su mandíbula en tu mojada piel. Para ti era ya una proeza evitar su mordisco, estuviste aguantando el máximo tiempo posible sus ataque pero llegó el momento en el que el cansancio tuvo más protagonismo que tu determinación.

Los dientes de la criatura se clavaron con fuerza sobre tu abdomen, el dolor punzante consiguió que tus sentidos despertaran presa del agotamiento, sabías que estabas acabado, aquel lugar, abandonado a tu suerte en busca de un artefacto desconocido, Naiana... la Mesopotamia ¿todo para qué? ¿cual había sido tu papel en todo esto? fue entonces cuando tu visión comenzó a nublarse y perdías la sensación de movimiento en todas tus extremidades... en cuestión de segundos tan solo quedó el silencio, ya no había dolor, no había angustia, ni siquiera había cansancio.

Tan solo escuchaste una voz, la misma voz grotesca que anteriormente habías visto en tus pesadillas, una voz que repetía en un eco místico

- ¿Por qué te has rendido? -

Lo que encontraste en las otras celdas no fue tan dantesco como el cadáver, pero si que viste rastros de sangre que manchaban las paredes y alguna huella quemada, posiblemente de disparos de blaster. No había indicios de nada más salvo del grado de salvajismo al que podían llegar las fuerzas de la autoridad en aquella colonia, si es que realmente aquello fue producto de esas personas...

La pregunta, tonta, y sencilla se repetía una y otra vez en su cabeza, como si de un alfiler bajo la uña se tratara.

Como una tortura lenta y repetitiva, la voz solo había hablado una vez, pero ahora era él quien se lo preguntaba.

No había nadie ante quien Lock diera explicaciones de lo que hacía o decía, nadie vivo, desde la muerte de su esposa.

Y sin embargo, respondía siempre ante su propia consciencia.

Y esta lo amartillaba con aquella pregunta. Porque, como podía haber dejado de luchar.

Y reconoció algo que le asustaba tanto como lo disculpaba.

No pude más, encontré mi límite, y por eso he muerto.

La propia claridad de la respuesta asombro al Cathar. Había encontrado sus límites, había usado toda su fuerza física, había buscado alternativas con su mente, había usado todo cuando tuvo en sus manos, todo..

… o no…

Ahora te encontrabas en paz, sosegado, tranquilo, pero aquella voz seguía retumbante

- Los límites no existen para alguien como tu, me has decepcionado, te di todo lo que tengo y has dejado que se disipe como la bruma en la mañana... - no sabías quién era la persona que hablaba realmente, pero había alguien muy molesto por la situación ¿como podía ser posible?

No entendía con quien hablaba. Eso era la muerte, un recordatorio de todos sus fallos.

No hablaba consigo mismo eso estaba claro, hablaba con algo, su alma quizá, pero lo dudaba. Solo había una manera de proceder. Entender. Que estaba viviendo, o muriendo.

¿Quién eres, y que crees que me has dado?

Eran preguntas sencillas, pero de gran valor, su respuesta tenía que ser directa. Pero quizás tampoco quisiera saber la respuesta después de todo.

- Insolente - comentó mientras una forma se iba materializando poco a poco.

- Tú tienes dentro de tu cuerpo parte de mi, al igual que muchos otros, sin embargo no has demostrado ser lo suficientemente fuerte para servir a mi propósito - ahora parecía como si aquel hombre con una extraña armadura estuviera frente a ti y fuese real

- Ahora es demasiado tarde, he fracaso y tu lo has hecho conmigo, ¿y sabes porqué? porque en tu interior aún no supiste aceptar la oscuridad que te rodeaba... tan solo había un vacío infinito que no te atreviste a rellenar -