Los chicos jóvenes se recuperaron, la mayoría presentaban malnutrición y estaban débiles. Una buena comida y ejercicio fue suficiente para que poco a poco fueran mejorando. Aquellos niños debían su vida a la Resistance y, a partir de ese momento, la darían por ella si era necesario. Y años después así fue.
Kumiko, Aletha y Scarface pudieron seguir resistiéndose, durante años. Del núcleo de la Resistance no llegaba mucho, solo que estaban escondidos en Europa. Al parecer el líder era un erudito que tenía una solución, o eso creía. Hasta entonces tendrían que resistir. Lo que nunca sabrían es que un grupo suicida de voluntarios había acabado buscando entre los mitos más retorcidos de la humanidad para dar con la solución. Un mal que a la larga podría ser peor que la enfermedad que asolaba a la tierra, pero en este caso iba a ser un mal menor.
La luz de todos aquellos años de oscurantismo estaba cada vez más cerca. Mientras, las almas que nunca se sometirían, seguirían ardiendo como brillantes velas en la oscuridad. Pues era lo único que le quedaba a la humanidad: resistir o apagarse en las tinieblas.