Partida Rol por web

- Seguro que Razril te traerá recuerdos ¿no?- Te pregunta.

Así es Flick.
Contesto yo sin perder de vista las maniobras e la tripulación.
Al fin y al cabo, es algo mas que el lugar en el que nací. Allí me forje como guerrero y como marino. Y al servicio de sus caballeros, mas de una vez entable combate con los bajeles del imperio Kooluk.
Y una sonrisa de orgullo se extiende por mi rostro antes de continuar.
He contribuido a enviar al fondo a mas de uno de esos soldados imperiales. No negare que tienen valor. Pero carecen de la destreza y de la audacia necesarias para ser oponentes dignos ante cualquier nave de las naciones insulares.

- Sin duda hemos acudido al hombre indicado para esta misión.- Asegura.- Nosotros, debido a nuestra lucha en contra de las injusticias y de la maldad, hemos encontrado también a grandes enemigos y muchos peligros. Aún así prefiero a un hombre capaz como tú de aliado, que de enemigo...

Y tras escuchar a Flick, le miro de reojo antes de contestar.
Conceptos tales como el honor, la justicia y la verdad, son la piedra angular del servicio en los caballeros de Razril. Algo que nunca han acabado de comprender los gobernantes del Imperio Kooluk. Y si como dices, Flick, estos son los objetivos que se persiguen en Fortaleza Mercenario, el filo de mi acero servirá gustoso una vez mas a tales objetivos.
Entre tanto, el día avanza al igual que el Tiburón. El sol se halla ya alto aunque todavía es por la mañana. Y nuestro navío, avanza a buen ritmo hacia su destino.

- Siempre intentamos que sea así, pero en este mundo es difícil saber quién es bueno o quién es malo. Pero lo importante es no traicionar tus principios, ya que es la peor de las traiciones...¿No opinas lo mismo?

Así es. Opino exactamente igual. Y por mi experiencia, puedo asegurarte algo.
Si estos son os principios que defendemos en Fortaleza Mercenario, pronto veras aparecer a gentes de todo tipo clamando justicia.
Ten preparadas tus armas Flick. Pues son el mejor método para imponer ciertos conceptos éticos a nobles sin escrúpulos que solo buscan su propio poder.

Tras unas horas navegando, la voz del vigia retumba en el navío.

- ¡BARCO A ESTRIBOR! ¡BARCOS A ESTRIBOR!

- Capitán, aqui tiene el catalejo.- Dice mientras te da el objeto.

Al oír el aviso, me acerco rápidamente a Edgar y agarro el catalejo para echar una mirada desde la borda de estribor.
Y mientras miro, ordeno.
Preparaos para combatir. Espero que nuestro artillero sea hábil. Pues si hemos de luchar en inferioridad numérica, ante todo sera vital inmovilizar al enemigo disparando a sus mástiles.
Tras mis palabras, la tripulación no tarda en correr de un lado a otro preparando nuestro navío para la batalla.
Entretanto, yo trato de identificar los pabellones de las naves avistadas.

Al mirar por el catalejo observas como un barco pirata intenta huir tras asaltar un navío mercante, el cuál parece que ha sido atacado con gran ferocidad. Aún están demasiado juntos, pero parece que el saqueo ha terminado e intentan reanudar la navegación.

- ¡Sí capitán!- Exclama tu segundo mientras ordena a la tripulación que se prepare.

Nada mas ver la situación. Bajo el catalejo y resoplo evidentemente exasperado. Girándome hacia Flick y en voz alta, digo.
Son dos naves. Una de ellas es un mercante que acaba de ser asaltado. Y la otra, es un navio que parece pirata.
Miro el cielo y también, nuestras velas. No parece que vaya a haber un cambio en el viento y las velas del Tiburón, están hinchadas y firmes por la tensión.
Vuelvo a mirar a Flick y añado.
Si vamos a hacer algo, recomiendo que sea ahora. Podemos dar caza a ese navío pirata ya que ahora mismo, tendrán que perder unos instantes preciosos mientras intentan volver a estar en condiciones para navegar.
Vuelvo a mirar por el catalejo para comprobar la situación y lo que veo no me gusta.
Pues desde el barco atacado, comienza a salir una nube de humo.
¡Tendremos que darnos prisa!. Ese pobre mercante no va a aguantar mucho.

- En el mar eres tú el experto. Haz lo que creas más conveniente...- Explica el hombre, aunque no deja de mirar el barco mercante.

Muy bien Flick. Pues ya puedes adivinar cuales van a ser mis ordenes.
Arrojo el catalejo a Edgar que se halla por allí cerca, y, tras unos pasos, llego junto al timonel del Tiburón en la cubierta de popa.
Miro por unos instantes a la tripulación y asiento satisfecho por lo que veo.
Al parecer, hemos tenido suerte y contamos con un grupo de veteranos.
¡Proa al navío pirata!. ¡Que los artilleros ocupen sus puestos y que abran las troneras!. ¡Quiero empezar esto con una buena descarga antes de lanzarnos al abordaje!. ¡Esas ratas de mar van a recibir un poco de su propia medicina!.
Nuevamente la cubierta del Tiburón se convierte en un hervidero. Y mientras mis órdenes son acatadas, continuo.
¡Tened vuestras armas personales a mano. No quiero que ninguna de esas ratas sobreviva a este encuentro. Y por si tenéis dudas, dos cosas. La primera, pensad que ese barco humeante podríamos ser perfectamente nosotros.
Y la segunda, pensad en el botín que nos pertenecerá por derecho. ¡Habrá un reparto equitativo para todos!. Solo me reservare lo necesario para reparar el barco cuando lleguemos a puerto.
Por supuesto, una aclamacion surge tras mis palabras. Y yo, me vuelvo a aproximar a Flick para decirle.
Si vas a intervenir, te recomiendo que hagas lo mismo que les he ordenado. Ten prestas tus armas personales.
Y dicho esto, compruebo que Hayate se desliza perfectamente en su vaina.
Entre tanto, el Tiburon ya ha virado y se dirige, a toda vela, hacia el navío pirata.

- ¡Vamos escoria! ¡Moved el culo!- El pirata de aspecto fiero ordena a sus subordinados, incluso golpeándoles. Parece que no quiere entrar de nuevo en batalla.

No obstante, el Tiburón avanza veloz hacia ellos. Ambos barcos abren las troneras y los cañones asoman timidamente.

Mantengo firme el timón mientras el Tiburón se aproxima inexorable hacia su oponente.
Nuestras troneras ya se abren y ya los cañones asoman cargados y listos para escupir una lluvia de fuego y muerte sobre las ratas del mar.
Pero he aquí que detecto cierto nerviosismo entre los hombres del Tiburón. Y en voz alta, para que todos me oigan, digo.
¡Firme ese animo ahora!. ¡Pronto tendremos al enemigo a tiro!. ¡Y os aseguro, que estos miserables no gustan de un combate igualado!. Veremos ahora como se comportan frente a un oponente rápido y veloz tripulado por un grupo de hombres audaces.
La distancia se acorta, la tensión crece, y yo, no pierdo de vista el navío enemigo para así poder situar al Tiburón en la mejor posición posible para soltar una buena descarga.

- ¡Peck informa de que la artillería está preparada capitán!

A toda vela se aproxima el Tiburón hacia su presa. Todos a bordo, ya podemos distinguir tanto su bandera negra como a sus tripulantes correteando febriles tratando de sacar a su navío de nuestra trayectoria. Pero ya es demasiado tarde.
Nos acercamos por popa al navío enemigo y, cuando ya estamos lo suficientemente cerca, doy un golpe de timon y el Tiburón enseña su borda de babor erizada de cañones a la popa del navío enemigo.
Y yo, tras comprobar nuestra situación, solo tengo una orden que dar.
¡¡Fuego!!