Partida Rol por web

01 de Noviembre de 2016, Domingo. 00:00 AM.

Las campanas comenzaron a resonar como un eco lejano en el cementerio. El calor del verano invernadero gracias a la necrosis paulatina del mundo se hacía palpable en cada rincón del páramo. En lugar de frío, aquella muerte era cálida como las playas de Tenerife e Ibiza. Aquello significaba que los disfraces eran, como ya era tradición ancestral, de putilla, pero los hombres también actuaban en consecuencia, y Víctor no era muy distinto en eso a los demás.

Mientras las doce campanadas de medianoche resonaban en el hotel de los muertos, Víctor vestía una sencilla camisa negra, algo desgastada y estirada, pero aún usable. Había teñido el lado izquierdo de la misma con pintura, a brochazos, pasando incluso por encima de los botones en algunos puntos. Nada muy refinado, pero sí medio desabrochada, dejando ver parte de un torso superior afeitado y ligeramente en forma. Sus vaqueros iban a juego, con algún roto del tiempo, no del diseño. Otrora negros, ahora su pierna izquierda era blanca como la luna. En los pies, sencillamente, una zapatilla negra y otra blanca, de la misma marca. Eran nuevos, pero cada par le debía de haber costado cinco euros. Era un buen disfraz, pero no se había roto la cabeza.

Sin embargo, su maquilladora había hecho un trabajo relativamente decente. De un gris claro se había pintado la parte izquierda de la cara y del labio, en degradado, nada muy abrupto que separase un lado del otro — al contrario que la ropa, de la que se habría encargado él —. Además, líneas negras y una herida de sangre seca, por abrasión, descansaban en lado maquillado del rostro.

Estaba ahí, en mitad de los grupos, hablando con unos y con otros con total naturalidad. No te costó mucho reparar en aquella pequeña que la seguía — una vulgar peluquera y esteticien con aspiraciones de fisioterapeuta, con familia de clase media alta y no toda la capacidad de memorización necesaria —. No sabías si Víctor se había acostado con ella o no, pero poco importaba. Sabías que estaba fuera de vuestra liga como para perder siquiera el tiempo dedicándole tus pensamientos. Al menos, si en cuanto a "pertenencias" se trataba. Víctor parecía estar ignorándola sin demasiados esfuerzos.

Tanto así que, cuando reparó en ti, te miró directamente y dejó lo que estaba haciendo para acercarse a ti.

— Cámbiame por algún amigo tuyo— dijo antes de que llegase su acosadora número uno.

Estabas seguro de que alguien conocido de los alrededores estaría encantado de hacerle compañía en la noche de Halloween. Y sabías bien, pues Víctor te había recogido de camino — como le dijiste — que él sólo estaba ahí para divertirse. Sino no había estado hablando con todo el mundo por igual... sin preocuparse por nadie en concreto.

- Sabes que no tienes que decirlo dos veces. - Le miró de arriba abajo registrando cada centímetro de su cuerpo. - Nada mal. Nada, nada mal.

Y entonces observó su alrededor. De forma activa, sin pararse el tiempo suficiente en ninguno de los presentes, dejando claro que ella estaba por encima de todas las demás. En especial, de esas putillas que decoraban el cementerio. Ninguna le llegaba a la suela de los zapatos. En cuestión de zorras, ella era la reina.

- ¿Quién es tu nueva groupi? - señaló con la mirada a la niñata en cuestión, poniendo los ojos en blanco y parpadeando en exceso, en una de esas expresiones de 'me da exactamente igual' tu respuesta. Se acercó hacia Victor, rodeándole del brazo y estirando de él para empezar a andar sin un destino concreto. Con poder hacerse un buen cubata cargado en el trayecto.

- ¿Cómo es que Alexa todavía no te ha entrado? - La buscó con la mirada sin ningún disimulo. También a Raquel. La había dejado tirada en el momento en el que se habían encontrado con él. No le preocupaba. Sabía que no le quitaría el ojo de encima. - ¿Un cubata? - Cogió los ingredientes sin esperar su respuesta. Dos vasos, cuatro hielos para cada uno, excesivos niveles de vozka y un par de red bulls. Se lo tendió con fuerza sin darle opción a que no lo aceptara.

Víctor se dejó conducir con la dignidad que le caracterizaba, adoptando una actitud muy similar a la tuya. A simple vista, la única diferencia entre tú y él en aquel momento, más allá de las físicas, era que tú guiabas y él permanecía expectante. Sin embargo, reparabas en que él, discretamente observaba a todo el mundo a su alrededor, mientras que tú tendías a ignorarlos, soberbia y magnánima. Pese a todo, el hombre parecía relamerse en el ambiente que aquella noche le ofrecía.

— Pertenece al grupo de teatro donde está un amigo mío— se limitó a responder sin darle más importancia, referenciando a su anterior acompañante—. Lleva una semana intentando que yo me ponga a actuar. Yo— se rió por lo bajo, a sabiendas de que era un intento de persuasión interesado, parcialista y absurdo—. Sólo sé fingir cuando estoy contigo.

Sonrió, dedicándote una mirada de refilón, más afilada que los cuchillos de un carnicero. Eso era un golpe bajo.

Estrechó tu brazo con el suyo, enmendando sus palabras con gestos.

Por su lado, pese a aquellas muestras de comunicación, tú no recordabas que Víctor tuviese ningún amigo actor. Aquello explicaba de dónde podía había sacado el maquillaje y a su autora, fuese ella o cualquier otro de dicho grupo artístico. Uno con el que debía de haber comenzado a juntarse recientemente, probablemente a partir de ese hombre.

— Creo que Alexa no se esperaba encontrarse con según qué gentes esta noche— dijo sin más—. Creo que está intentando darme celos con mi amigo— por su tono de voz, estaba dejando de mostrarse cínico y superficial para simplemente criticar aquello—. Deben de estar por ahí, enrollándose sobre alguna tumba.

Aferró las bebidas, dando un trago al cubata, sediento al principio y frenando hasta parar.

— Gracias— dijo sin más—. Personalmente, quizás no rechazaría Alexa esta noche. Pero no va por buen camino.

- Hhm... - no le interesaba en absoluto la información sobre aquella estúpida ilusa. Mantenía las palabras de Víctor en un segundo plano mientras su cabeza seguía funcionando a mil por hora. Como siempre. Hasta que escuchó su último comentario. Se paró en seco mientras sus ojos iban directos en busca de los suyos. Le miraba con los ojos entrecerrados, con una sonrisa que entremezclaba diversión y desafío. - Tan gracioso como siempre, Sanz.

Dejó que le cogiera por el brazo sin oponer mucha resistencia, aunque asegurándose de mantener las distancias de rigor. 

- Vaya, esto si que no me lo esperaba - No pudo evitar decirlo en voz alta. Esa actitud resultaba patética hasta par Alexa. Por otro lado, si quería metérsela doblada esa noche,el escenario mejoraba por momentos. Se acercó un poco hacia Victor, agarrándole del mismo brazo que él le había sujetado antes de servir las bebidas. - Vas a tener que presentármelo. Ser el foco de los celos de Víctor Sanz hace que merezca lo suficiente. - Sabía que su comentario le molestaría lo suficiente como para sacarlo de su zona de confort. Observó su alrededor intentando ubicar a Raquel entre la multitud. Ya tenía una misión que asignarle. Mientras, se llevó de nuevo el vaso a los labios, saboreando sin ninguna prisa su contenido. No tenía intención de alcoholizarse... por el momento.