En el lugar más seguro y profundo del Destructor Estelar Imperial Implacable, el Almirante Trigit contemplaba los daños que un escuadrón rebelde había ocasionado a su nave.
No necesitaba que nadie se lo dijera, podía verlos en la pantalla, pero un oficial, el de más rango que había quedado después de la destrucción del puente, los recitaba lacónicamente:
—Cinco baterías Turboláser pesadas destruidas, cuatro que necesitarán reparación en astillero y dos dañadas ligeramente . Ocho baterías de Iones destruidas, y cuatro dañadas ligeramente. Los dos Generadores de escudo están destruidos y el puente...
—Ya se lo de el puente —interrumpió el Almirante— Ni con los escudos extra evitamos su pérdida. El Señor de la Guerra no estará contento con lo sucedido. Le prometí una victoria y no tengo nada... destruir una base vacía no es una victoria...—reparó en el Teniente— active el Proyecto Emption. Y que las Naves de Escolta estén preparadas. La mitad que se concentren aquí y la mitad en misión de caza.
—¿El proyecto Emption, señor? Todavía no tenemos desplegadas todas las...
—Los daños han sido graves, pero puedo tener el Implacable plenamente operativo en dos semanas, los Astilleros de Commenor tienen justo el material requerido. El problema es que necesito una victoria ya, y justo la victoria definitiva está a nuestro alcance.
Ante la mirada atónita del teniente, Trigit se explayó —Borleias, Coruscant, el Directorio de Inteligencia Imperial... Ysard... Thyrferra... —Trigit recitó algunas de las más importantes victorias recientes de la Rebelión, tanto contra planetas como contra Oficiales y espías imperiales que se les habían opuesto—. Necesito una victoria ya. Y ese era el Escuadrón de Antilles. Son sus tácticas. Desde la Lanzadera para recoger pilotos hasta el uso de los torpedos. La Rebelión habla mucho de la Fuerza y otras majaderías... pero desde Yavin, todas las derrotas Imperiales relevante en estos años han sido culpa de ese rebelde y sus pilotos. Si acabamos con ellos la guerra cambiará de dirección y la Galaxia caerá en nuestras manos...