Partida Rol por web

Asintió quedamente, y apoyó ambas manos sobre la punta de la fregona observando a las dos mujeres en silencio. Como ya sabía, estaba en sus manos, así que optó por no plantearse nada más y limpiar. A fin de cuentas, ya que él mismo había salido -sin saber cómo- de aquella habitación, el hecho de dejarla como una patena no iba a perjudicarle

La sangre llamaba con fuerza sus instintos más primarios. Creía que lo haría con desagrado, pues el espectáculo era llanamente vomitivo, y tuvo que contener las arcadas varias veces, pero exceptuando esas entendibles veleidades sobre recoger las partes de cuerpos descuartizados, el rojo ígneo seguía pulsando sus venas. Se agacharía y lamería el mismo suelo, si no fuera porque aún conservaba algo parecido a la dignidad...
Se concentró en su tarea. Demasiado. La prisa por querer salir de allí le llevó a que de nuevo se liberara el poder (desconocido) de su sangre, y comenzó a moverse a mucha más velocidad de la habitual, sin que ello le supusiera molestia alguna. De hecho ni tan siquiera era plenamente consciente

Encontráis fregonas y todos los enseres necesarios para poneros manos a la obra con la limpieza. Entonces Susanne invita a Sheeva a acompañarla a un rincón para hablar en privado, mientras Wyatt comienza a hacer el trabajo que le han encomendado en la sala contigua.

La tarea no resulta fácil, hay restos de pelo y sangre incrustada por los rincones más desagradables; sin embargo consigues moverte cada vez con una presteza mayor y con el mínimo esfuerzo, algo que adelanta un montón el trabajo.

No era agradable, pero podía hacerse.

Ahora bien, cuando finalmente logras desencallar la puerta de una de las lavadoras que parecía haber interrumpido su ciclo a la mitad, una incomoda sorpresa te aguarda: los restos de agua, burbujas y sangre que se desbordan y te salpican al abrir la puerta revelan un cuerpo (o partes del mismo) entaforado en su interior.

-Joder -un reniego involuntario, al mismo tiempo que se llevaba el dorso de la mano a la nariz y retrocedía un paso, brotó de su garganta. Además parte del espumoso y sanguinolento contenido había manchado sus ropas, de las cuales obviamente se desharía en cuanto tuviera unos segundos de respiro

Comprobó si las dos mujeres habían terminado de hablar, pero al no saberlo se decidió a agacharse ante el bombo de la lavadora y examinar su interior. Lógicamente no tocaría nada, pero quizá pudiera averiguar algo simplemente con echar un vistazo. Giró la fregona y utilizó la punta del palo donde hiciera falta para poder ver mejor su interior. Ignoraba quién había hecho esto, pero sin duda tenía sangre fría y un instinto psicópata muy agudizado. No estaba especializado en psicología, pero sus nociones básicas le alertaban de que no estaba ante un asesino corriente...
El negro no había sido. Había despertado en aquella habitación con él, y o era un actor de primera o estaba tan asustado como él. Las dos mujeres, por muy frías y calculadoras que fuesen -y no dudaba por un instante de que eran mucho más letales de lo que aparentaban- tampoco; de serlo, habrían acabado con ellos dos con la misma facilidad y al instante. Además, un sociópata capaz de matar a alguien y hacerle dar vueltas en una lavadora es de los que actúan en solitario

Por ahora, de sus nociones básicas y de capítulos de CSI que veía para quedarse dormido, poco más podía sacar. Esperó a que las mujeres volvieran antes de continuar

- Gracias, cielo. Eres la mejor.- Cogió uno de los cubos y la fregona para colocarlo al lado de la puerta, junto a la máquina de tabaco. Le tendió otra de las fregonas a Wyatt con una sonrisa y señaló la zona de la mesa, donde antes había estado ella sentada.- ¿Puedes fregar esa parte? – Justo en ese momento escuchó la llamada de Susanne, pestañeando extrañada un par de veces a la vez que asentía.- Claro. Si me disculpas un momento, Wyatt, ahora estoy contigo.

Se marchó junto a la chica con la otra fregona en mano, cuchicheando en voz baja. A los pocos minutos volvió a su anterior posición, al lado de la máquina de tabaco.

- Bien, Wyatt, ¿te encargas tú de la parte derecha y yo de la izquierda? Así nos dividimos el trabajo.- Mientras respondía a no aprovechó para limpiar las manchas de sangre que hubiera por su zona, restando trabajo.- Ya verás que esto no es tan malo. El mundo de la noche también tiene sus cosas buenas.- Acercó un poco el cubo, mojándolo primero con la fregona y luego pasándola por el suelo, quitando las manchas de sangre.- Oh, si necesitas más agua pídeselo a Susy, y si el olor te molesta, te recomiendo que eches más producto. No queremos que entres en Frenesí.

Cogió una de las fregonas y la usó a modo de bastón, apoyando ambas manos en el extremo del palo y encima el rostro en perfecto equilibrio, analizando la pregunta de Susanne.

- Supongo que habrá que informar en el Eliseo al príncipe. Querrá saber qué pasa en su ciudad, los nuevos cainitas que entran y salen…- Desde la distancia observó a Wyatt, viéndolo ahora más como una carga a la que pasar a otro que un neonato desamparado.- Primero terminemos con esto, luego le explicamos la situación al jefe y que él se ocupe de él.

Le guiñó un ojo mientras pasaba la fregona de una mano a otra y volvía hacia la zona de entrada.

Al examinar el interior de la lavadora te percatas de algo que requería un análisis detallado del contenido. Faltan piezas. Es decir: en el bombo del electrodoméstico distingues brazos, dedos, la cabeza, varias visceras... pero ahí no hay un cuerpo entero. 

Cuando Sheeva y Susanne volvéis a entrar en la sala principal veis como Wyatt se mueve a una velocidad vertiginosa de un lado a otro*. Tal diligencia le ha permitido avanzar gran parte del trabajo quitando por completo las salpicaduras de la mayoría de paredes y electrodomésticos cercanos.

Ahora el chico resta frente la lavadora encallada que había apagado Susanne al llegar al establecimiento.

Wyatt se las ha ingeniado para abrir la puerta de la maquina, y observa su interior sobre un charco de sangre y espuma.

- ¡Mierda! - exclamo al ver la inhumana velocidad de la Wyatt hace gala - Sheeva, nuestro amigo rubio ha estado malgastando sangre mientras hablábamos - informo a la hermosa cainita de pelo rizado, sin dejar de mirar al muchacho, sin pensar siquiera en si ella también se ha dado cuenta de ello - No sé cuánta vitae le quedará, pero, en caso de no ser demasiada, estando todavía rodeados de sangre, la noche puede volver a complicarse -

Guardo silencio, mientras sopeso las opciones que tenemos.

Sí, la habitación estaba ya casi limpia. Sin embargo ahora que su velocidad era de nuevo 'normal', sentía la extraña sensación de que el tiempo pasaba demasiado lento y pausado. Además la sangre, sin saberlo, lo llamaba con más intensidad que nunca y su visión comenzaba a nublarse. Sacudió la cabeza, absorto en el interior de la lavadora, y observó a Sheeva

Apenas oyó sus palabras, que eran ecos inaudibles rebotando en sus oídos. Como cuando una bomba impacta cerca de uno y se pierde la capacidad auditiva por unos instantes. Simplemente señaló el interior del bombo con un dedo: -Ahí no hay un cuerpo completo
Una arcada brotó de su garganta. Las tremendas experiencias vividas en esta última hora comenzaban a pasarle factura, física y mentalmente. Intuyó que se debía al clásico 'bajón' de la droga. Sea como fuere, no se sentía bien, y era palpable en la palidez de su rostro

Chasqueó la lengua al comprobar la velocidad a la que trabajaba Wyatt, más cuando Susanne mencionó en voz alta lo que ella misma pensaba sin pronunciar.- Joder, por eso quería limpiar primero la sangre.- Sabía que tarde o temprano la sangre le afectaría de una manera u otra al neonato, por lo que quería quitar el elemento primordial que movía el motor de la Bestia, la sangre, tapando incluso su deliciosa fragancia con fuertes productos.- Mierda
- Quieto. No te muevas.- Señaló la mesa, ahora limpia, en una esquina.- Siéntate ahí y no actives nada, rubio.- Era mejor alejarlo de las tentaciones o acabaría explotando, involucrándolas de lleno en otra nueva carnicería.- Has consumido demasiada sangre, será mejor que te quedes quieto.- Suspiró, esperando que obedeciera y no tener que recurrir a la fuerza. Después cogió un bote de limpieza y lo dejó a su lado.- Si tienes hambre, o notas un olor dulce.- Levantó el bote, agitándolo levemente.- Huele esto. Esnífalo si lo ves necesario.
Al dejarlo a su lado le miró unos segundos, esta vez con una punzada de dulzura y una sonrisa, dándole un toquecito en la nariz con el índice.
- Recuerda, lo hacemos por tu bien.- Le guiñó un ojo y se alejó, colocando las manos en las caderas.- ¿Tenemos bolsas de basura para los restos? Es hora de mancharnos.

Obedeció, embotado del aroma dulzón que impregnaba el ambiente, sí, tal y como la mujer había dicho. Embotado del tiempo, los pausados movimientos a cámara lenta y las palabras que se alargaban como si nunca alcanzaran su final, y embotado de todo lo que había ocurrido esa noche de la que ni siquiera conocía el comienzo. Por estar, estaba hasta embotado de sí mismo. Agarró el bote, se lo colocó entre las piernas y observó un punto invisible en el horizonte...

Estaba agotado. No ya por el uso de la sangre, que de por sí traía reminiscencias del propio agotamiento físico, sino porque una vez la situación había escapado a su control era imposible que volviera a sus manos. Ignoraba por qué, pero sentía que si hacía lo que las dos mujeres le decían, podría salvar el pescuezo
Y ahora mismo, por razones obvias, era lo único que le importaba

A pesar de no poder distinguir con claridad qué disciplina estaba usando, Susanne se había dado cuenta del uso sobrenatural de la sangre que había estado haciendo Wyatt y avisa rápidamente a su compañera, quien a pesar de no haber notado nada*, cree a Susanne e intenta un viejo truco para alejar los instintos más primarios.

Wyatt coge el bote y cuando se lo acerca a la nariz siente como se difuminan el resto de olores. La sequedad del fondo de tu garganta no ha desaparecido, sigues teniendo esa maldita sed, pero es cierto que tus pensamientos ahora fluyen con más naturalidad y no están constantemente regresando al hambre y al sabor de la sangre que resulta tan apetecible.

En cuanto a las bolsas de basura, encontráis varios rollos en una de las estanterías de la sala de limpieza, pero a pesar de tener una gran capacidad, como mucho pueden cubrir medio cuerpo de los cadaveres que todavía están enteros. Podríais meter el cuerpo que está trozeado dentro de la lavadora, pero los demás no caben dentro de las bolsas.