Partida Rol por web

El coche se pone en marcha y Susanne conduce con cuidado por las mal iluminadas calles de los suburbios de Union City.

En el hermético interior del vehículo las preguntas se amontonan y entre los tensos silencios no se escucha una sola respiración ni ningún falso movimiento. Solo el rugir del motor y las ruedas deslizándose entre los charcos del asfalto.

¿Quiénes sois?

De nuevo aquella pregunta que le recordó el principio del encuentro, justo antes de la salida del grandullón y le provocó una seductora carcajada susurrada.

- Te lo dije, tus ángeles guardianes.- Repitió la misma respuesta aunque esta vez había notado que la paciencia o la agresividad del neonato crecían por momentos, posiblemente confuso por la situación en la que se encontraba. Sin embargo no estaba preocupada, al menos no lo hacía denotar.

Cruzó las piernas, dejando que el vestido enseñara parte de sus muslos por su posición, y dejó las manos descansando en su regazo mientras se acomodaba mejor apoyando la espalda en el asiento.

- ¿No crees que si hubiéramos querido hacerte algo ya lo habríamos hecho? Relájate cielo, admira la belleza del paisaje.- Dejó caer el rostro hacia atrás mientras le miraba, intentando meterse en la cabeza del hombre.- Dime, ¿qué es lo que te preocupa?

Torció el gesto, irónico. La primera pregunta -retórica-, estaba cargada de certeza, y la agradecía sinceramente. Es cierto que de haber querido acabar con él podrían haberlo hecho desde el principio, así que aunque fuera una pieza más del juego (y no entendía qué valor podría tener él, que desconocía la situación) al menos era una que no querían borrar del mapa. Y habida cuenta de la limpieza con la que habían trabajado en los cadáveres tampoco lo necesitaban, como el 'reo que cava su propia tumba a punta de pistola para no cansar al asesino'

Inspiró, tratando de ordenar sus ideas. El humillo del amoníaco, cuya botella sostenía entre las piernas, rezumaba levemente sobre sus fosas nasales, tranquilizando su hambre
-He despertado en un cuarto a oscuras, con cadáveres mutilados y un negro gigantesco tan asustado como yo -la ironía, de nuevo, cruzó sus pensamientos. ¿Que qué le preocupaba? ¡Las guerras, y el hambre en el mundo, y los animales en peligro de extinción!
-No sé quiénes sois, ni por qué me ayudáis, si es lo que hacéis. Ni quiénes son los inquilinos de vuestro maletero. Y sobre todo me preocupa que estoy en mitad de un asesinato múltiple sin saber ni cómo he llegado allí -hizo una corta pausa. No quería alterarse, pues sentía que perdía la razón. -Dejadme aquí mismo, me iré a mi casa y no diré nada a nadie. No os conozco, y no supongo ningún peligro, podéis creerme -finalizó, buscando una salida simple ahora que el tiempo les permitía dialogar sin sangre ni trozos de personas esparcidos por ahí

El escarceo entre las curvas de Sheeva había hecho que Susanne bajara peligrosamente la guardia. Después de varias horas a su lado, era capaz de intuir que bajo la piel de aquel tipo se ocultaba algo brutal que, teniendo en cuenta la situación, no era recomendable alterar. Dispuesta a no volver a cometer errores, decidió centrarse en la conducción y, aunque en ocasiones le costara, a escuchar la conversación del asiento de atrás sin abrir la boca. No obstante, su mutismo no duró mucho. El coche se aproximaba a un parque solitario cuando el hombre pidió ser liberado. Entonces la joven no pudo reprimirse más. Acercó el automóvil a la acera y lo detuvo.

"Quizás no nos veas como las personas más adecuadas para ofrecerte un consejo, pero créeme si te digo que haces muy bien en permanecer a nuestro lado. "

Seria, Susanne miraba fijamente al hombre por el retrovisor.                                     

"Podríamos contestar ahora mismo muchas de tus preguntas, pero ninguna de las dos tenemos la potestad para hacerlo. Si quieres respuestas, tendrás que esperar un poco más. "

Haciendo uso del cierre centralizado, la chica liberó el seguro de las puertas traseras.

"Pero si consideras que no puedes esperar, no impediremos que sigas los pasos del gigante. De hecho, si no me equivoco" – dijo mirando a Sheeva- "nuestra tarea está realizada y ya no nos queda más compromiso que deshacernos de los cadáveres del maletero."

Sheeva estaba en dos lugares a la vez.

Por un lado su mente viaja en aquella extraña llamada que tan poca información le había proporcionado pero, a su vez, le había abierto nuevos horizontes. Su misión estaba clara y la había cumplido con la eficacia y rapidez que la caracterizaba, pero había puntos que la escamaban demasiado como para dejarlo pasar, más al saber que podría estar en medio de aquella tela de araña que era el supuesto trabajo.

Por otro permanecía en el coche escuchando las evidentes dudas de Wyatt, quien todavía desconocía qué era y pensaba con la mentalidad de un humano corriente.

Susanne se adelantó, parando el coche a un lado y abriendo el seguro invitándole a abandonar el lugar, justo como ella misma había hecho hace poco. Sonrió ante la similitud pero, en esta ocasión, creía que el rubio tenía respuestas que quería y no podía dejarle escapar.

Mientras ellos hablaban se quitó el cinturón, dejándolo con cuidado en un lateral para arrimarse a Wyatt, deslizándose sobre el asiento trasero mientras ladeaba el cuerpo hacia el suyo.

- Ya hicimos una vez esto, Wyatt.- Su voz era un dulce hilo, un susurro aireado de sus labios. Su diestra se acercó al hombre lentamente, una petición muda como si pidiera permiso antes de tocarle o, simplemente, que viera todos sus movimientos sin miedo.- Nosotras vamos a protegerte de lo que hay fuera.- Acarició el pómulo con las yemas de los dedos, deleitándose con el tacto de su piel mientras mantenía su mirada clavada en los penetrantes ojos del rubio*.- Te responderé a todas las preguntas cuando estés completamente a salvo, pero antes tengo que estar segura de que confías en mí.