Un nuevo día comienza, como todos los días rezáis para que la pesadilla se haya acabado, y aparentemente ha sido así, no habéis encontrado ningún muerto en la caseta, pero rápidamente os dais cuenta de que Nala no esta entre vosotros.
El cuidador como todos los días os saca al patio para que podáis pasear y jugar hasta la noche y una vez allí encontrais a Nala, está tirada en el suelo, parece que está durmiendo tranquilamente pero las setas venenosas de alrededor y los pedazos de seta en su boca así como los mordiscos en su espalda os indican que sin duda los rabiosos la han atacado y obligado a comer esas setas... o tal vez las comió para morir rápido y con un sufrimiento mínimo en lugar de morir devorada
Sin duda entre vosotros se esconde un lobo con piel de cordero.
Al marcharos tristes del lado del cuerpo de Nala podeís ver como a Hela le dan unas extrañas convulsiones y cae al suelo muerta en la puerta del patio
En fin... por fin continúe la partida, entre la mudanza de mi madre, la de un amigo que se va a Valladolid y alguna que otra cosa más no tuve mucho tiempo para esto.
Jimbo el Dingo lo tienen claro, hay que correr, así que pasa del cadáver y se pone a correr por el patio.
Y aquello si era correr, y saltar, casi había espacio para una maratón, en unos pocos días, los rabiosos habían hecho que la población activa de aquel lugar mermara drásticamente, ahora había espacio para todo.
Y eso que los humanos iban a hacer lo mismo, liquidarlos uno a uno, pero, ellos eran más lentos.
Cuando vio caer a Hela se dio cuenta de algo, tenía que mear, se acerco, la olio, que apestaba, y decidió que para rebajar aquel olor infernal a muerto, lo mejor sería mearle encima.
Y así era Dingo, no tenía respeto por nada. Y sinceramente, no estaba seguro de saber que significaba respeto.
Cuando vio las miradas sobre el dijo.
Venga, pero si es justo lo que queríais todos, que alguien le meara encima a esta perra.
Aun así, no espero respuestas, se aparto a un lado y empezó jugar con su cosa. Su rabo, bueno. Ya se entiende.
Al ver caer a las dos perras, Paquita se estremece, mirando a los tres que quedan con ella, uno al menos es un rabioso, y siguen sin dar datos con algún razonamiento, Paquita les miraba a los tres con bastante miedo, y al ver la reacción de Jimbo, sobre el cadaver de Hela, Paquita no se atreve a decir nada, la dálmata no le daba confianza, pero esto le ha dejado helada.
Centella observa con miedo lo ocurrido, solo quedaban cuatro animales y uno de ellos era un depredador sangriento.
Esto no es normal, ¡vamos a morir a manos de los rabiosos! Esto ya se pasa de castaño oscuro.
Me temo que no me dejáis otra opción. Os obligaré a que elijais al mismo que yo. Si no decís de lo que sois capaces de hacer, moriremos hoy los que no seamos rabiosos. Y, al menos, intentaré llevarme a uno a la tumba conmigo
Paquita asiente ante las palabras de Mico, tenia toda la razón
Yo no soy nada especial, sólo te aseguro que no soy un rabioso, de verdad
Paquita sabia que se arriesgaba a que no la crean, pero como quedaban ya tan pocos tenía que arriesgarse.
Yo soy un animal normal y corriente. Mico, si puedes forzar las votaciones a tu favor entonces tienes un tercio de posibilidades de aceptar y que hoy muera un rabioso. ¿De quien sospechas tú?
Por desgracia, no sospecho de ninguno de los tres. ¡Pero algo especial podréis hacer! ¡Vais a dejar todo en mis manos sin ningún tipo de ayuda!
Mico respiró lentamente para tranquilizarse
Pues yo soy un oscuro, y me meo en vuestras patas.
Esa fue la declaracion politica del Dingo mas Jimbo de todos los tiempos.
Para que mas.
La pobre Paquita, no se lo podia creer, los humanos venian hacia ella, voy a correr lo más rápido que pueda, asi tardaran en cogerme; Paquita empezó a correr como una loca en su ruedecita y sin saber como en cuestión de segundos, uno de los humanos la cogio dulcemente Dios debe ser un campeón de atletismo y la dijo
Schhh preciosa no duele y son sólo unos segundos
Paquita miró a los presentes y les dijo
Os habeis equivocado, esta noche habrá más muertes, espero no veros en el más allá
El cuidador interpreto sus grititos y la repitio
Tranquila pequeña mientras la mimaba, ya saliendo por la puertecita, Paquita sólo podia pensar en su dueña, en lo bien que la trato, en todo lo que la daba de comer, fueron sus últimos pensamientos.