Race Against the Machine - No Shelter
Cuervo se tambaleó fuera del local. Menuda mierda llevaba, tuvo que reconocer. Miró a su alrededor, aquel barrio de la periferia del Ensanche. El Ensanche era su hogar, sus calles una extensión de su cuerpo, su cielo de canal muerto de televisor su cobijo cada noche.
Su comlog pestañeó. Un aviso. Curro, sin duda. Saxon Security. Tenía los otros avisos muteados. Mierda, debía pasar por casa, pensó. Aún duraban los efectos del octógono. Tanteó la pantalla, como en un sueño de objetos que se enfocaban y desenfocaban. Su equipo: Peterson y dos agentes externos. Conocía a Peterson, uno de "mantenimiento". Un irrelevante. Los otros dos parecían dos hijos de puta: una de aquellas samuráis corporativas de Arasaka y un exsoldado que venía de Petrochem. Contrato temporal de un zaibatsu: Kiiroshin. Cuánta mierda junta, no podía salir nada bueno. Una dirección en Denver, Colorado. Un temporizador: 33 horas.
Tropezó con basura y cayó de rodillas. Si no se sostenía con las manos a último momento tendría que haber hecho una llamada de urgencia a Roger el veneciano. Le decían así por aquello de las máscaras de carnaval. Era un cirujano plástico de primera, que había tenido la mala suerte de estar colocado durante una operación de urgencia. El otro tenía un hermano abogado que le hizo perder la licencia. Desde ese momento tenía que manejarse con clientes menos "legales", si se podía llamar con ese eufemismo a narcotraficantes, cafiolos, asesinos, fugitivos y otras lacras.
El ruido de una música estridente abofeteó el silencio de la calle cuando se abrió la puerta de Neón De Fleux, el bar del que había salido Cuervo hacía apenas un instante. Se escuchó desde adentro una voz femenina.
- ¿Estás bien, cariño?
El mercenario se incorporó como pudo, aunque se abstuvo de voltear su cabeza. En el estado en que estaba no podía hacerlo.
- ¿Tú que crees, Lucille? - respondió con vos pastosa.
- Veo que sigues siendo el mismo encanto de siempre - se escuchó desde adentro mientras la puerta se cerraba nuevamente, devolviendo el silencio a la manzana.
A lo lejos se escuchó una sirena, y lo que bien podían ser disparos. Tratándose del Ensanche, no sería nada raro.
Observó la notificación de su comlog. Saxon era una fuente segura de ingresos. Si te contrataban y hacías el trabajo, pagaban. No pedían cosas fáciles, no. Si no, se ocuparían sus guardias de nómina, claro. Pero pagaban. Esas conexiones eran las que más había que cuidar.
33 horas. Mas valía ponerse a ello. No les gustaba que sus operativos llegaran tarde.
Camino a casa, aunque llamar casa a ese apartamento diminuto que era mas de las ratas que de él era ya tenerle mucho cariño, repasó mentalmente a sus asociados del caso. El trato con Peterson era cordial, nada especial. ¿Por qué enviarían al campo a ese ratón de oficina?
Y lo poco que sabía del currículum de los otros dos ya presagiaba tiros y katanazos. No, seguramente no irían a tomar el té ni nada parecido. Mejor ir preparado.
Cuando llegó empacó ropa para tres o cuatro días, y corroboró el estado de sus cuchillos ocultos, comlog de emergencia, y revisó sus contactos en Denver. Había dos o tres hijos de puta amigables ahí. La bola de grasa de Chester vivía ahí. No habían terminado en las mejores relaciones la última vez, pero le seguía debiendo favores. Además, si alguien tenía buenas conexiones allí era ese mamotreto que no salía de casa ni para hacer las compras.
En fin, un trabajo es un trabajo, a ver cuanta es la paga esta vez. Así de jodida será la cosa, esa era una fórmula que no fallaba.
Buen tema, no conocía mucho de la banda, sólo el nombre, y ahora me pregunto por que no empecé a escucharla antes. =)