Partida Rol por web

Al despertar de aquel extraño sueño, pude volver a ver a Tetras, pero no como yo quería, frente a mi, blandía la espada maestra contra ella y a mi lado Zelda junto a su arco. ¿Como era posible que estuvieramos haciendo aquello? Tetra ya llevaba unas cuantas heridas inflingidas por nuestras manos, pero ahora teniamos una oportunidad de detener el combate aquí.

Zelda y yo debiamos ser fuertes para no sucumbir al combatir, y por parte de Zelda estaba tranquilo, ya que era ella pura luz. - Tetra, esquiva nuestros golpes y... sigue hablandonos. - Mencioné a nuestra hija esperando que las palabras salieran de mi boca en el cuerpo que se movía cual automata, mientras la espada iba hacia arriba para atacar.

-Eres más fuerte que nosotros, resiste hija mia - Y cuando empezó mi espada a bajar cerré los ojos tratando de hacer que el ataque fallara, desviando esta espada hacia un lado. - NO DAÑARÉ A MI FAMILIA

Gracias a que una parte de ustedes todavía parecía influir en la jugada maestra de Ganon, vuestros movimientos fueron entorpecidos por la voluntad férrea de no dañar a vuestra hija.

Tetra evitó golpes que podrían haber sido fatales, mientras vuestros cuerpos "controlados" seguían moviéndose de manera arrítmica y caótica. ¿Estaba Ganon perdiendo el control?

- ¡Decidme qué hacer! ¡Habladme! - gritaba desesperada Tetra.

- Debe haber algo que me permita liberaros... por favor... - mientras sollozaba seguía moviéndose por la sala evitando vuestros ataques ¿pero cuánto tiempo duraría algo así?

Al ver que de nuevo la hería no pude evitar ponerme furioso conmigo mismo. Desde mi interior estaba gritandome a mi mismo, deseando volver a tener el control de mi cuerpo, pero una parte muy profunda de mi mismo sabía la realidad. Este combate no era sino uno de los muchos que Ganon preparaba según yo me aventuraba, lo que nos equivocamos Zelda y yo desde un principio, es que desde que nació Tetra, nosotros ya dejamos de ser los heroes

-BASTAAAAAAAAAAAA - Grité por fin, haciendo que mi voz saliera de mi cuerpo - Tetra, no llores. Soy yo, papa. No puedo controlar mi cuerpo, pero... puedo hablarte. - Mis ojos, si realmente podía decir que ella veia mis ojos y no los controlados por Ganon, la miraban seriamente y con preocupación al mismo tiempo - Tetra, eres muy fuerte, mucho más de lo que yo he sido jamás. Has llegado hasta aquí tu sola, evitando trampas y has recuperado la trifuerza, ya eres una heroina, pero entiendo como te sientes ahora. Las batallas contra Ganon, hija, nunca fueron fáciles. Siempre eran enigmas complejos que debía resolver mientras era dañado constantemente y esto no es diferente. Debes resolverlo Tetra, y solo puedes hacerlo tu. Tienes la inteligencia de tu madre y mi fuerza, eres pura luz hecha a través de aquellos que portan los simbolos de la luz. - Quería mirar a Zelda, pero sin el control de mi cuerpo, era imposible. - La espada Maestra, el arco de la luz, y la trifuerza, y ahora tu también, tu eres nuestra luz más poderosa y la que nos salvará, a toda Hyrule. Confio en ti Tetra, y que sabrás lo que tienes que hacer, y si tienes que atacarme, no dudes en hacerlo, puedes hacerlo.

Notaba como mi cuerpo empezaba a moverse para tratar de asestar de nuevo otro golpe a Tetra - Zelda, se que tu piensas lo mismo, pero tu tienes más voluntad que yo, si puedes controlar tu cuerpo aunque sea un segundo, dispara a la espada. - No quería hacerle daño a Tetra, si lo hacía, era peor que matarme a mi mismo, pero allí estaba, y esta vez no era como uno de esos tantos entrenamientos que haciamos Tetra y yo, en donde a veces le dejaba ganar. Esta vez no llevaba yo una espada de madera como ella... esta vez, tenía que ganar ella por su propia cuenta, pero siempre demostró dar todo de sí y por ello sabía que podía hacerlo.

Sentía que tenía que dosificar mis fuerzas, si quería proteger a Tetra de mis flechas debía concentrarme en no herirla, puse todos mis sentidos en intentar fallar en mi siguiente ataque, no iba a dejar que el mal ganara, eso lo tenía claro.

De fondo podía oír como Link siendo más fuerte que yo se comunicaba con ella y la daba instrucciones así que por ahora podía estar tranquila y concentrarme en no hacer daño a mi querida hija.

Aunque me resistí todo lo que pude mi cuerpo seguía sin responder y mis manos alcanzaron la siguiente flecha y apunté a Tetra, fue entonces cuando intenté redirigir la dirección del arco para intentar fallar, creo que Tetra puede darse cuenta también de que estamos intentando resistirnos, de que no somos nosotros, ¡por favor Tetra! veníamos a salvarla y ahora va a ser ella la que nos salve a nosotros.

Tetra no desistía. Escuchar la voz de su padre la impulsó a seguir luchando. Ahora tenía un objetivo: buscar la Trifuerza, sin embargo el artefacto estaba lejos de su alcance, el fragor de la batalla lo había arrojado a otro lado de la habitación.

Poco a poco, las heridas en el cuerpo de la descendiente de los héroes más aclamados de Hyrule hacían mella. Tetra estaba cubierta en sangre y lágrimas, pero dejaba de intentarlo.

Estaba moviéndose de manera torpe, casi ebria, mientras vuestros cuerpos dominados seguían atacándola. La jovencita no podría aguantar mucho más tiempo ese ritmo.

- Puedo lograrlo... sé que puedo hacerlo... - se repetía para ella misma en voz alta mientras esquivaba solo unos pocos de vuestros ataques.

- Padre... madre... no os sintáis culpables... yo... yo... no me he rendido aún - llegó un momento en el que Tetra se encontraba avanzando a gatas, sus fuerzas flaqueaban como para mantenerse en pie ¿había aún esperanza?

-Ahora tengo que concentrarme y apoyarte desde dentro Tetra... Tu puedes hija mia - Pensé mientras dedicaba ahora todas mis fuerzas a tratar de impedir que el embrujo de Ganon volviera a dar a nuestra hija. Tetra ya dijo lo que debía, y ahora debía ser yo el fuerte, pero ¿como librarme de este parasito?

-Ganon, te juro que cuando salgas de mi cuerpo te voy a torturar de la forma más sanguinaria posible. Podías hacerme lo peor a mi si quisieras, pero tocar a mi familia... ESO NO TE LO CONSIENTO. Se un hombre, cerdo, y combate conmigo cara a cara. ¿O acaso tienes miedo y eres solo un cobarde pusilanime? - Esperaba que pudiera oirme de alguna manera, y esperaba que provocandole, cesara este combate involuntario contra Tetra, pues verla cada vez más y más herida, me hería a mi más y más.

Y lo peor, no es solo ver como mis propias manos la atacaban, sino ver también como Zelda no podía hacer otra cosa más que concentrarse para no herir a nuestra hija. - GANON, SE UN HOMBRE - Estaba ya desesperado.

Las palabras de Tetra me llenaron el alma de esperanza, no se si ella pudo notarlo en mi, pero me sentía más fuerte. -¡Ganon no va a poder con nosotros!.

Qué orgullosa estoy de nuestra hija, de su fortaleza, de sus ganas de conocimiento y fuerza, es toda una heroína. Debo concentrarme para dejar que Tetra llegue hasta la trifuerza y acabe con todo esto.

Cerré los ojos, aspiré profundamente y concentré todos mis sentidos como pude: -¡Ganon MANIFIESTATE!. Podía notar la rabia en Link, y yo también la sentía, sentía que quería encontrarlo y ser a él a quien dirigir mis flechas y no a Tetra.

Tetra siguió gateando tan rápido como pudo mientras observaba incrédula como su "madre" había errado el tiro, aquello le dio un respiro de alivio y más aún cuando comprobó que la Trifuerza estaba al alcance de su mano.

Con un alarido de impotencia y adrenalina, la hija de los reyes alzó la mano para alcanzar con todas sus fuerzas la Trifuerza, el contacto de la yema de sus dedos con la reliquia fue acompañado de un ruido seco provocado por el tajo de la espada de Link, la cual había atravesado la pierna de la joven aventurera.

- ¡AAAAAAAAAAAAH! - gritó de dolor Tetra mientras se refugiaba y adoptaba una postura casi fetal. Entre sollozos y lamentaciones, la niña empezó a murmurar algo, algo que su cuerpo hecho un ovillo apenas dejaba escuchar.

- No les defraudaré -

- No les defraudaré -

- NO LES DEFRAUDARÉ -

- ¡¡¡NO LES DEFRAUDARÉ!!! -

Junto aquel grito, un haz de luz dorado resurgió de los brazos de Tetra, que cobijaban nerviosamente la Trifuerza.

Dicho haz de luz cubrió toda la habitación, cegando a los allí presentes. El resplandor ardía, podíais sentirlo. Era como si os expiase, como si quisiera arrancaros desde dentro.

Finalmente la luz se disipó, todo volvía a un lugar oscuro, pero la oscuridad era cálida, acogedora, vibrante ¿el motivo? el poder abrir los ojos por voluntad propia y mover vuestro cuerpo sin influjo de ningún poder oscuro. Lo sabíais porque mirasteis a vuestro alrededor y permanecíais juntos, ambos reyes con los cuerpos agotados frente a su malherida hija la cual aún sostenía la Trifuerza parpadeante.

Pero todo no había acabado, habíais recuperado el control de vuestro cuerpo y vuestra mente gracias a la Trifuerza pero ¿qué era aquello que había al fondo de la habitación? Apareció una criatura que parecía débil y escuálida ¿era... Ganon?

El rey demonio no era más que una sombra de lo que antaño fue, estaba casi pegado a la pared, sin fuerzas, claramente afectado por el poder de la reliquia ¿qué deberíais hacer ahora? Ganon no era rival ¿era el momento de darle el golpe final de una vez por todas? Los reyes tienen la última palabra.

Ese fulgor de luz, cubrió toda la habitación, y yo solo podía esperar a que hubiera funcionado.

Así fue, tras abrir los ojos, mi acción fue caer de rodillas al suelo quitando la espada maestra de donde estaba clavada. Dejé que Zelda cogiera a nuestra hija pues ni yo, después de tanto sufrimiento por mi culpa, era capaz de hacerlo. Me acerqué sin embargo a ella para comprobar que aúne estuviera con vida. Así era, por suerte, Zelda, Tetra y la trifuerza, estaban al fin a salvo, solo quedaba Ganon en un estado ridiculamente debil.

A pesar de verlo y sentir que debiamos volver al castillo por nuestra hija, lo pensé friamente... - Para que Ganon no vuelva a asolar nuestro mundo... tenemos que acabar con el... tengo que acabar con el. - Miré a Zelda por un momento y entonces lo propuse - Vuelve al castillo, con nuestra hija. Yo me quedaré a matar a Ganon y buscaré la forma de regresar a casa. Tetra dudo que aguante otro asalto así, y tu... - no quería mencionarlo pero era cierto, ni siquiera yo lo aguantaría - Poneos a salvo y yo daré fin a los males que asolan a nuestra familia y al reino. - Fue entonces cuando puse la espada maestra sobre Tetra, para que se la llevaran con ella y yo en cambio cogí la de madera de Tetra.

Aún Zelda podía hacer lo que quisiera, aunque esperaba que volviera, si me detenía o quería quedarse a combatir el final conmigo, no la culparía, pero por otro lado me ocuparía en protegerla todo el tiempo, pues eso era lo que más deseaba.

Un haz de luz me cegó durante unos segundos, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo y al abrir los ojos me cercioré de que Tetra estuviera con vida y así era.

Corrí hacia ella para comprobar las lesiones y heridas que podía tener, la pierna no tenía muy buena pinta, y la verdad es que yo tampoco estaba en muy buenas condiciones.

-Tienes razón. Le dediqué una sonrisa tranquilizadora, de confianza. Aunque no me gustaba nada la idea de separarme de Link era una idea muy sensata teniendo en cuenta el estado en el que nos encontrábamos las dos. 

Cogí en brazos a Tetra como pude y cargué parcialmente de ella, cogiéndola por el hombro para que andara apoyada en mi.

-Volvemos a casa cariño. ¿Puedes andar así?.

Me dispuse a continuar, no sin antes dirigirme hacia Link.

-Te quiero.

-Prométeme que volverás sano y salvo.

-Usad la flauta - Le dije antes de que se marcharan, y entonces fue cuando Zelda me hizo prometer aquello ante lo cual sonreí asintiendo. - Lo prometo. Tengo un lugar al que regresar después de esto. - entonces me puse en posición de defensa, escudo por delante y espada preparada para afrontar a Ganon en su forma más debil, de la cual, no subestimaba nada.

-Te quiero Zelda, y a ti también Tetra. Hasta dentro de muy poco. No lo olvideis...

¿Había acabado todo? La sensación era tan extraña que pensar que la paz volvería a Hyrule parecía una utopía.

Dejaste atrás a Link para escapar con tu hija, la cual todavía malherida, gritó de alegría al saber que todo había concluido.

- ¡Mamá! - gritó de nuevo entre lágrimas mientras intentaba a gatas, acercarse a ti para abrazarte. La TriFuerza estaba en el suelo junto a Tetra, ahora con menos brillo debido a que su poder había sido utilizado de manera intensa.

- Yo... confié en vosotros hasta el final... sabía que no me ibais a dejar sola... - gimoteó.

Me mantuve en la posición defensiva un momento, acercandome mientras miraba como la criatura que quedaba, no era nada. No hacía practicamente nada, estaba indefensa y si fuera verdad diría que a punto de morir. No lo entendía, como el poder de la trifuerza, antaño, no acabó con Ganon, y ahora que la usó Tetra, había hecho esto. Me mantuve en guardia, pero bajé las armas, no lo subestimaría.

Me acerqué a el... o a eso, y lo agarré con la mano para mirarle, como si se tratara de una persona más - No puedo creer que seas ahora tan debil. - Mencioné fijandome bien en la criatura - Tu que antaño querías arruinarnos a todos, ahora no eres nada. Debería matarte de la manera más ruin posible... pero entonces no sería mejor tu. - Me senté en el suelo, me pareció lo mejor, y continué con aquella conversación en una sola dirección. - ¿Sabes? Debería odiarte por todo, y creeme que te odio, pero por lo que nos has hecho pasar a mi familia. Sin embargo, también debo agradecerte algo... Sin ti, sin tu oscuridad, y sin tus ganas de fastidiar el mundo y yo de contraatacarte, jamás habría conocido a Zelda, ni jamás habria formado la familia a la que tu has intentado matar.

Lo miré de nuevo por un par de sengundos antes de volverme a levantar. Entonces extendí la mano y volví a mirar a Ganon - No te mataré como la sucia criatura que eres, te mataré como un guerrero oscuro que ha atormentado hyrule y a la familia real y cuyo reino de terror, llega a su final. Ha sido un placer porder luchar contra ti. - Acto seguido lancé a la criatura al aire, para realizarle un tajo antes de que tocara suelo, para matar a Ganon de una vez por todas y para siempre.

Una vez eliminado este último obstaculo, ya no quedaba nada. Ahora solo había silencio. Recogí mi escudo sin más y me dispuse a salir de allí, para volver junto a Zelda y Tetra y poder volver a demostrar mi amor por ambas.

Con la adrenalina apoderándose de tu cuerpo, observaste como el demacrado cuerpo del Rey Demonio Ganon cayó al suelo presa del ataque.

¿Había acabado todo? La sensación era tan extraña que pensar que la paz volvería a Hyrule parecía una utopía.

El cuerpo inerte del enemigo no dio respuesta, no se deshizo en una sombra maléfica ni se teletransportó, simplemente estaba ahí, cadente de vida, indefenso, marcando el final de una etapa para el reino.

Había llegado la hora de volver a casa.