Partida Rol por web

La ofensiva cada vez va perdiendo más y más efectivos, con lo que el peligro que entrañan va siendo cada vez menor. La pila de cadáveres a mis pies hace pensarse a los jinetes por dónde atacar, desviándose la mayoría al llegar a mi altura. Sabiéndo que la batalla está ganada en mi frente salgo corriendo hacia uno de los enemigos que pasaba a mi lado, saltando sobre su montura y derribándole.

Encontrándome montado en el caballo enemigo me dirijo hacia donde la caballería enemiga había conseguido romper nuestra formación, sorprendiendo por la retaguardia a los insensatos que habían cometido tal estupidez. La lanza atraviesa con facilidad los cuerpos de los enemigos, pues sus armaduras tan solo les cubren el torso. Una vez eliminada la resistencia me giro para encarar a los persas gritando.

-¡Por Esparta!

Los caballos azotan las formaciones Espartanas pero pagan caro cada ataque. Las lanzas y algunas espadas herian a los caballos y jinetes. El viejo espartano era la punta de la formacion y aunque una y otra vez los pergas golpeaban y golpeaban pero Cleomenes resistia y aprovechaba la situacion para matarlos.

Un sonrisa de satifacción surcaba el rostro del joven espartano, los gritos de jinetes y los relinchos agonizantes de sus monturas sonaban como un arpa tocada por las manos más virtuosas de doncella griega que jamas pisara la tierra.

Desperdigados, sin moral, atemorizados, los jinetes persas son presa fácil para la falange espartana, tan solo les quedaba morir encomendando sus débiles almas a sus dioses, unos dioses que habían vuelto su vista hacía otro lugar avergonzados.Solo los griegos podrían tenerse por verdaderos hombres, lo habían demostrado una y otra vez sobre el campo de batalla, y sobre todos los griegos los espartanos eran la elite, Hercules, Aquiles y Ajax echos carne y espiritu en cada uno de los orgullosos soldados que luchaban espalda contra espalda,no, los persas no luchaban contra hombres, luchaban contra lo mejor de Grecia, hombres que emulaban a los mismisimos heroes de la antiguedad, pequeños destellos de divinidad, no en vano eran descendientes del mismisimo Hercules.

Entre todos ellos, en la masa de la compacta falange un hombre se hacía escuchar sobre los demas.

Hermanos ya son nuestros, demosles a estos pobres desgraciados un poco de piedad espartana, acabemos con ellos rápida e inmesicordemente - dice mientras clava su lanza en el cuello de un caballo, haciendo que la montura aplaste a su jinete en su caida. Un hilo de sangre surca la boca del desgraciado persa, quien está muriendo lentamente encharcado en su propia sangre sus pulmones.

Las lanzas espartanas comienzan a escasear y muchos de ellos se defienden a escudo y espada, es el momento de ejecutar la segunda parte del plan, las bajas espartanas deben de ser mínimas, si bien cada soldado espartano vale por 100 persas, tambien es cierto que por cada persa que cae hay 100 para ocupar su puesto, Jerjes cuenta con ello pero ha menospreciado la superioridad táctica espartana.

Cleomenes, Patroclo dadnos unos minutos - dice mientras corre a toda prisa.

-¡Ahora! , romped la formación y reformaos en fila de a dos, los que aún portais lanza situaros en la fila posterior, proteged al compañero de adelante con vuestro escudo de los golpes diriguidos desde arriba por el jinete y apoyad a vuestro compañero con vuestras lanzas, la primera fila matad al caballo si no podeis alcanzar al jinete, la hora del escudo y la espada ha llegado grita con todas sus fuerzas.

No son guerreros, pero cumplen con su cometido, corren ladera abajo, lanzando las pequeñas vasijas por delante de las filas espartanas, el fuego se esparce consumiendo a los persas que intentan cargar contra la formación dividada que se reagrupa a toda prisa, muchos de ellos mueren al caer de sus asustadas monturas partiendose el cuello o la espalda durante la caida, otros paran en seco su carga ante el infierno que se abre camino ladera abajo.

*Suficiente , eso nos dará tiempo, antes que las llamas se extingan, mis compañeros habrán acabado con el trabajo* piensa el joven mientras vuelve para ocupar su posición en primera fila, cediendole su lanza a un compañero herido.

-Cuidala en tanto recuperes la tuya, ¿podrás mantener tu escudo en alto? el hombre asiente con la cabeza, pese a la herida de su costado arropa a Tindaréo con su escudo como si de una madre espartana se tratará arropando a su hijo ante el frio estival.

Parece que la caballería persa no va a poder romper las lineas enemigas, los últimos jinetes se afanan por causar alguna baja más antes de sucumbir a las espadas griegas, si los espartanos no cometen fallos graves estas últimas oleadas de caballería no habrán sino alimentado la sed de muerte de estos.

Cada vez la caballería persa era menor, y su derrota ya estaba firmada, ellos así lo sabían, ya no buscaban la victoria, si no poder causar alguna baja entre las filas espartanas, pero Achilles no se lo iba a permitir.

Son pocos y están tocados... no creo que duren mucho mas.

Tras darme cuenta de que mi propio ensimismamiento me había jugado la mala pasada de aislarme totalmente de mi exterior y de lo que en él ocurría, corro a apoyar a mis compañeros esperando que no sea demasiado tarde para unirme a la lucha, y que ninguno de ellos haya salido malparado por mi mala cabeza.

Con la lanza por delante me doy cuenta de la magnitud de nuestra preparación cómo guerreros, pues con otro tiopo de tropa que no fueramos nosotros, sería descabellado hacer una carga de infantería contra tropas montadaas.

Enseguida me doy cuenta del peligro que he corrido por estar aislado estos primeros instantes del combate, pero observo también que para estar combatiendo contra jinetes no estamops adoptando una formación nada rígida que sería lo propio.

Me pregunto porque los persas que tenemos enfrente están tan mal preparados y donde estarán las tropas de élite con las que nios enfrentaremos, pues no me creo que un gran ejército cómo aquel al que pertenecemos, se haya formadop para un simple paseo.

La oleada de Persas montados a caballo fue extremadamente facil. No cabia posibilidad que tan debiles ejercitos hiciesen mella en los fuertes y veteranos Espartanos.
Tan solo quedaban cadaveres y cuerpos mutilados. Los que quedaban aun con vida, eran rematados sin piedad. A lo lejos, sonidos de tambores se podian escuchar...