Partida Rol por web

Drenas mira a la diosa helada con sus grandes ojos lánguidos por la confusión.

No lo sé. El cosmos... nada me ha revelado. Estoy... perdida. Y sé que debo hacer algo, pero es que... no quiero fallar a la creación. Necesito algo. Necesito una idea. Una chispa.

Solloza.

La miré con aire confundido, bastante tenía con mi cansancio pero bueno, algo había que hacer por una hermana. Me acerqué a ella y tomé sus manos, era lo más que podía hacer, la miré a los ojos y le dije:

-Para empezar debes estar tranquila o no podrás y para terminar, quizás quieras ayuda pero debes decirme básicamente qué te gustaría, ¿entiendes?

Melenunde relfexiona un segundo sobre la raza de su hermano, sin duda es una raza con muy buenas cualidades para la batalla, utilizados bien, y dotados de una fuerza y una habilidad para fojar armas y blandirlas....

- Esta bien, tu raza tendra lo que quieres, seran fuertes y la habilidad para crear armas y luchar ferzomente con ellas, seran valientes, asta limites insospechados, asta el limite aveces, de la tozudez, pero no importara, porque su fuerza, su resistencia y su habilidad para cerar armas y armaduras les ayudara a superar muchas de las adversidades que los demas dioses pudieran ponerles por delante...

pero.. hermano mio, todo tiene un precio, y aunque sabes que mi aprecio hacia ti, es quizas uno de los aprecios mas altos que pueda tener hacia otro dios, tengo que pedirte, un favor... - Melenunde sonrie, no con ternura, si no mas bien con malicia - se que tu raza vive en las entrañas de la tierra, y no te voy a pedir que la saques de alli, pero, quiero, la zona mas profunda de la creacion, donde no existe ningun tipo de luz, quiero, una zona en las entrañas de la tierra donde ni la luz ni el calor lleguen, para mi raza, que me dices hermano mio? - camina lentamente alrededor de Durmeg, sin dejar de mirarle, mientras pide su parte del trato.

-Lo que mi hermana desee, lo tendrá, no me cabe duda. Prefiero cederlo por las buenas... esta vez -sonrie maliciosamente de vuelta el señor de la roca- Sólo recuerda que aunque serán los dominios de tu raza, no por ello dejan de estar bajo mi vigilancia y protección... -por un momento parece que Durmeg casi se arrepiente de haber cedido tan rápidamente y pone pegas a su propia generosidad, tratando de que no lo parezca tanto, tornar menos atractivo lo que se quería para que, tal vez, la diosa de la guerra prefiera otra cosa, otro regalo. No obstante, la concesión ya está hecha y sólo ella puede negarse o cambiar de opinión. Durmeg no da su palabra a la ligera. 

Melenunde sonrie satisfecha, se detiene detras de su hermano, la zona que a elegido para su raza es sencillamente perfecta para sus planes, y Durmeg, es quizas, el dios en el que mas puede confiar, asi que, que pueda vigilar a su raza no seria ningun problema.

- Necesito que crees a un ultimo ser de tu raza, y lo dejes cerca del resto, este llegara con nuevas ideas para las armas y armaduras, mientras, que con el paso de generaciones venideras, tu raza sera mas fuerte y valiente, pero recuerda, mi raza vivira en lo mas profundo de la tierra, mas vale que su valentia no les lleve alli, no respondere de la bienvenida que pueda darles la raza de la guerra-

Camina de nuevo, situandose de frente a su hermano. -la raza mas fiera que existira... no deseo que te ocurra nada malo hermano, lo sabes, ni a ti ni a tu raza, pero tambien sabes, que nosotros no podemos governar a nuestra raza libremente, no podemos mostrarnos ante nuestra raza.

Me da igual que a Melenunde no le guste.

Responde tranquila, dirigiendo la mirada hacia otro lado, sin poder evitar sonrojarse por las primeras palabras de Arezos... aunque sería mentira si negaba que estaba un poco asustada, realmente no era consciente de lo capaz que podía ser la Diosa de la Guerra, o quizás sí lo sabía y le era igual.

Mira a Arezos... pero no añade nada más.

Agita los cascabeles de su cabeza alegremente escuchando a Asura, sin ningun motivo aparente. Mas cuando el tilineo termina Arezos ya no esta enfrente de ella sino detras, rodeandola con sus brazos.

-No tiene que preocuparte Melenunde.... Al menos aun no... -Se queda un instante paralizado como en blanco tras lo que continua- De todas maneras. ¿Has pensado lo que le diras a Adelphos? Despues de todo, si vas al gran lider y le cuentas todo eso, te cree a la primera sin ninguna prueba y su ira recaee sobre nosotros... No seria tan buen lider si por solo la palabra de un dios empieza a desconfiar de varios... De todas maneras el hecho de que me lo hallas dicho antes de hacerlo quiere decir que aun no estas segura de lo que vas a hacer y eso me deja dos opciones...

De nuevo desaparece, y la diosa deja de sentir su contacto, aunque pronto aparece frente a ella tomandola por los hombros con delicadeza.

-O bien inconscientemente deseas que te detenga... O bien piensas que Adelphos no le sentara nada bien la noticia y entrara en colera y quieres que este precabido. Sea como sea el caso. ¿Estas segura de que has pensado bien lo que le vas a decir? ¿O como le sentara al resto de Dioses que no estan en sobreaviso?

Drenas niega con la cabeza...

No... no puedo. No sé porqué estoy bloqueada. Debería de ser más fácil, supongo, pero... me siento al margen de todo.

Respira hondo, y toma una decisión.

Dormiré. Sí; dormiré y, cuando despierte, sabré lo que hacer.

Se acerca tímidamente a la diosa helada y abraza el frío adormecedor que emana. pronto, sentada allí, mayestáticamente, su cuerpo pierde vida como un árbol en invierno, aunque sin poder morir. Cientos de hojas otoñales surgen de la nada para velar su cuerpo, y se unen al silbido del viento para añorar su creadora calidez en danza sobrenatural.

Finalmente, planean en lento torbellino para sepultar su desesperanzadora imagen.

Una triste conmoción recorre el templo del infinito. Drenas se ha sumido en un invernal letargo, acompañada de la gélida diosa Ereymos, y los pocos tallos espontáneos que habían florecido en la Creación se adormecen... y mueren.

Adelphos no dejó de notar el tono de las palabras de su hermano.

- Nerfedos, aunque pocas veces estemos de acuerdo en nuestros puntos de vista, respeto en gran medida tu opinión como mi segundo hermano, sin embargo, ni tu visión ni la mía alcanzan a ver lo que Arezos sí puede. - Hizo una pausa mientras ordenaba sus pensamientos - nuestro hermano representa el Caos, y es obvio que no podemos confiar en él para realizar ningún acto ordenado o perdurable, pero el Cosmos le ha dado conocimientos que nadie más posee. Si le presiono ahora se revolverá como una de las criaturas venenosas que habitan en el desierto.

El líder de los Dioses se agachó, dejando la roca con cuidado en el suelo.

- Arezos no es nuestro enemigo, como tampoco es nuestro aliado. Simplemente es impredecible. Le vigilo de cerca. Más me preocupa nuestro hermano Nerhu, que tan sensato había parecido hasta ahora. Su aguda mente sí es capaz de traicionar.

En ese momento, la hierba comenzó a amarillear, las hojas de los árboles se desprendieron, navegando en los vientos helados. Un silencio ominoso cubrió el rostro de Adelphos.

- Ahora que el tiempo no cesa de correr, los problemas se suceden unos a otros. Drenas nos ha dejado... - agachó la cabeza, negando con tristeza. - A veces casi desearía...

La luz pareció perder intensidad durante un segundo, antes de que Adelphos se recuperara. Alzando el rostro, fijó sus ojos dorados en los azules eléctricos de su hermano.

- Necesito tu ayuda para hacer algo, pero no voy a obligarte. Durmeg me ha sorprendido con su reacción, y estoy casi seguro de la tuya.

A cada palabra de Arezos, y a cada movimiento, sobre todo cuando la toca, Asura se va encogiendo... sobre todo ante lo segundo que dice, y lo que pregunta... se va ruborizando.

¡Juegas con trampas! - exclama sin más, medio enfadada, medio en broma, luego suspira... - Lo sé... Sé que a Adelphos no le va a hacer ninguna gracia, y... últimamente a mí tampoco me gusta cómo se comporta, pero... me parece injusto lo que quieren hacer... - sabía que Arezos también "quería" hacerlo, pero no era capaz de meterlo dentro del mismo saco. 

Se apartó un poco de él, levantando la mirada para observarlo, triste. 

Yo... me gustaría que no os peleárais así... quizás si hablárais con él se comportaría de otra forma... 

Al sentir aquella tristeza, que no viene de ella, mira hacia atrás, girándose... casi adivinando qué ha pasado.

Drenas... 

Tras unos momentos, esperando, quizá alguna respuesta de su impetuoso hermano, Adelphos continuó:

- Estoy seguro de que ya sospecharás lo que representa esta roca - posó la palma de su mano sobre la superfice negra, acariciándola suavemente. - En el norte ardiente he creado la especie que será mi descendiente en La Creación. Tardarán todavía un tiempo en moverse por la superficie, mientras se desarrollan dentro de sus cascarones.

Hasta que el Cosmos le envió el sueño de La Creación, Adelphos no había tenido que pedir un favor tan importante para él a sus hermanos. Estaba casi seguro de lo que su hermano respondería, pero, como dios del fuego, la llama de la esperanza no se apagaba en su interior.

- Cuando madure, la superficie rocosa se resquebrajará, y de su interior surgirá un Dragón. Poderosos, majestuosos, son criaturas de pura luz y llama. Sólo en el norte pueden sobrevivir. El Cosmos nos dijo que no debíamos intervenir en este plano una vez lo dominaran nuestros hijos, pero todos les estamos dejando una guía, un instinto que les sirva de camino. - Adelphos se irguió en toda su estatura, irradiaba calor conforme hablaba con Nerfedos - La motivación de mis hijos será la protección y el equilibrio. Serán los guardianes de los elementos que representamos los cuatro hermanos que no se aliaron con Nerhu. Pero sólo podrán hacerlo si se lo permitís.

Adelphos bajó la mirada un segundo, inseguro. Llegaba el momento que tanto había temido.

- Nerfedos, sé que no soy el líder que quisieras para los Dioses, pero sé que comprendes que todo lo que hago es por el bien de La Creación... necesito que les des una piel a mis hijos, que les proteja del agua de los océanos y puedan morar en los mares que deben proteger.

Nerfedos permanece en profundo silencio mientras la atmósfera se va haciendo cada vez mas pesada a su alrededor. Estaba tan inmerso en sus pensamientos, que el aire comenzaba a ondularse en torno al dios de los mares como si este se encontrara sumergido en uno de sus océanos a una profundidad insondable. Incluso la luz de Adelphos parecía ser incapaz de llegar hasta él.

Sus pensamientos eran oscuros... Y aventuraban la guerra entre dioses. Quizá no ahora, por supuesto... Pero si en un futuro. Arezos había creado ese concepto que los ataba a todos, el tiempo. Y pensar en aquellos términos era demasiado extraño para el dios de las tormentas. Lo que podría haber sido un pensamiento fugaz, se convertía ahora en minutos de mutismo.

Solo cuando Adelphos cejó en su conversación, Nerfedos regresó a la normalidad para mirarlo con expresión ceñuda.
- Hermano... Eres un buen líder. - Esas fueron sus primeras palabras tras el largo silencio anterior. Si pensaba aquello o solo lo decía para mantener la fachada con la que creía engañar a todos los demás, era algo imposible de discernir, pues sus ojos se mostraban imperturbables, como un mar en calma chicha. - Aunque nuestros hermanos poco a poco se vayan separando de la Visión para abandonarnos en profundos letargos o viajes... O se unan a la causa de Nerhu, que nos es totalmente desconocida, tu te debes mantener fuerte. Debes ser la luz que nos guíe, que nos inspire, que nos lleve por el camino correcto. Y, en el caso de que nos veamos obligados a entablar batalla con nuestros hermanos, deberás ser el faro de esperanza que combata en primera linea contra las fuerzas rebeldes que se opongan a tu Visión del Cosmos. A la Visión Correcta - "Y el primero en caer en la batalla"

Nerfedos calla por unos instantes y desvía la mirada hacia la roca negra que contenía la esencia de los hijos de Adelphos. Aún no había comenzado su obra, no había dado vida a sus hijos... Aunque ya los sentía bullir en las profundidades de los océanos, clamando por ver la luz de la existencia. También sentía como la vida vegetal que Drenas había concedido a sus mares perdía fuerza, enviada al exilio por su protectora, dejada de la mano de su diosa, condenada a sobrevivir por sí misma. Eso entristecía al dios, que amaba sus mares y todo lo que ellos contenían.

- Te ayudaré, hermano. Dotaré a tus hijos de la capacidad de habitar mis reinos. Respirarán agua como mi propia descendencia, su piel será impermeable y el mar no los destruirá, permitiendo que el fuego que mora en su interior no se consuma. Serán tan poderosos y gallardos como la mas poderosa y gallarda de mis criaturas y podrán así proteger los océanos, mares y lagos de sus enemigos. - Reflexiona durante unos instantes y termina por negar con la cabeza, rechazando el pensamiento que había estado a punto de surgir en su interior. Había estado a punto de ser generoso con Adelphos. - Pero te concederé tal don con una sola condición. En momentos de gran necesidad para mis hijos, tus... dragones... deberán ayudarles, se enfrenten a la amenaza que se enfrenten. Y ellos quedarán siempre libres de la ira de tus creaciones. No voy a permitir que unas criaturas de semejante poder campen a sus anchas por mis dominios sin un seguro que garantice el bienestar de mis hijos. - De nuevo guarda silencio y clava una penetrante mirada en los siempre luminosos ojos de su hermano mayor, esperando que aceptara su condición.

Un escalofrio recorre su cuerpo y el bufon no sabe si reir o llorar.

-Drenas... ¿Ya ha empezado? Empezo...

Arezos miro a Asura, se permitio perderse un momento en sus ojos antes de continuar.

-Adelphos ahora esta ocupado, pero si lo vas a buscar para hablar con el... Ummm... Bueno pues hazlo, pero antes de hablar con el, llamame por que quisiera estar presente y poder dar mi opinion al respecto. Tu solo llamame y yo, pues... Aparecere claro.

Da unos pasos hacia delante y luego retrocede hasta donde estaba Asura, como si se le olvidase algo.

-Tengo que irme, tengo que hablar con... Alguien, ya te contare mas, pero es importante, antes de hablar con Adelphos, recuerda que yo... Soy el Caos necesito que halla cambio, decir que conspiro contra el es feo, yo solo necesito movimiento, diversion, decirme que no hiciera nada seria como pedirte a ti que dejaras de ser hermosa... Recuerdalo.

Le da un rapido pero calido beso en los labios, y antes de que pueda darse cuenta el dios ya no esta.

bueno hermano, cuando lo crees yo le infundire los conocimientos, ahora, tengo que hacer otras cosas... nos volveremos a ver mas pronto, me retiro al nuevo reino de mi futura creacion....

Dicho esto Melenunde camina despacio asta desaparecer de la vista de Durmeg, camino a la Infraoscuridad que este le a regalado, para admirar las extensas galerias que se extienden en las profundidades de la tierra, donde su raza prosperara.

Melenunde llega porfin al centro de la infraoscuridad, donde todo es oscuro y solo la vision de un dios, puede admirar que se esconde tras tan espesa sombra, alli espera impacientemente, a que Arezos aparezca, tiene planes para con el y quizas el ya lo sepa, o quizas solo quiera decirle alguna estupidez, sea lo que sea, mas vale que aparezca pronto.

Durante un instante la infraoscuridad vibra solo por un instante practicamente inapreciable, justo antes de que Arezos se manifieste alli.

Observa a su alrededor hasta posar la vista sobre Melenunde.

-No sabia que te gustasen estos sitios tan..... Oscuros.

Aezos caminaba lentamente hacia Melenunde aveces parecia que se alejaba y otras que ya estaba demasiado cerca, incluso un par de veces dio la impresion de que se habia pasado de largo, pero finalmente su cuerpo se estabilizo a una distancia "prudencial" de la Diosa.

-Esto ya ha empezado, se esta moviendo carta, se supone que tu debias hablar conmigo antes, aunque si lo haces despues supongo que tampoco cambiara mucho la cosa.... En resumen.... ¿Que querias decirme?

Pregunta el dios, como si no fuese es quien habia citado a su hermana.