Mis peques, mirad a ver si ahora podéis postear :P
Sep! Tal y como te dije faltaba tu post. :P
A ver, os dejo aqui lo que llevo hecho y me decis que tal.
" Rymund nació en el pico del Grifo un lluvioso día otoñal del año 284, dos años después de la coronación del rey Aerys II Targaryen. Como primogénito de Lord Roland Brasfort y Lady Alerie Rowan (segunda hermana del señor), fue muy mimado desde temprana edad, pero también se le comenzaron a inculcar desde que tuvo fuerzas para tenerse en pié y capacidad para atender los valores que debían regir su conducta. Recién cumplidos los 5 años empuñó por primera vez una espada de madera. A los 7 ya daba órdenes a todo el castillo, criadas y soldados le reían las gracias... pero, sin darse cuenta, comenzaron a procurar cumplirlas cuanto antes, buscando satisfacer los deseos del muchacho, que nunca eran los caprichosos deseos que podrían esperarse en un niño de su edad.
Al haber crecido rodeado de las historias de los caballeros de antaño, héroes de leyenda, y de las no tan fantásticas historias de Ser Brynden el Pez Negro y su hazaña en los Peldaños de Piedra, o las muchas hazañas de Ser Barristan Selmy (frente a Maelys el Monstruoso, el heroico rescate del rey Aerys de manos de Lord Denys Darklin...) y los caballeros de la guardia real, no es de extrañar que el muchacho mostrase tal devoción por la espada... y mucho menos lo entusiasmado que se sintió cuando su padre le invitó a acompañarlo al gran torneo que se celebraba en Altojardín, donde el muchacho tuvo la inmensa alegría de ver a sus héroes en persona, e incluso pudo estrechar la mano de Ser Barristan y felicitarle con gran seriedad y compostura por su victoria en el torneo. Cuando eso sucedió Rymund tenía 9 años. El suceso lo animó tanto que a los 10 años su padre vio que era urgente conseguir que el muchacho, a pesar de querer tanto a sus hermanas (o puede que debido a eso), marchase a otro lugar donde tuviese chicos de su edad con los que practicar.
La decisión acerca de la casa a la que enviar a Rymund fue difícil. Había muchos buenos candidatos dentro del Dominio, sin embargo, finalmente, su padre se decidió por una lejana casa norteña. Rymund tardó mucho tiempo en comprender por qué su padre había escogido una casa a sus ojos tan pobre e insignificante, comparada con las ricas e influyentes candidatas del sur que habían barajado su padre y su primer maestro de armas, y al principio se mostró taciturno e intratable, ganándose la enemistad de los hijos de Lord Aletered, y sobre todo una gran rivalidad con su heredero, Roland, un año menor que Rymund. La gran revelación de que estaba exactamente donde debía estar y que tenía mucho que aprender de esas gentes la tuvo el día que finalmente se midió con Roland espada contra espada en el patio de armas, bajo los atentos ojos del maestre. Había contemplado muchas veces a su rival, y sabía que su técnica con la espada era muy superior y más depurada, asique saltó al enfrentamiento y no tardó en golpearle no una, sino dos veces... pero le sorprendió la resistencia y tenacidad del muchacho. No conseguía una rendición clara, aunque dominaba el combate no lograba cansarle, no lograba desmoralizarle, Roland seguía enfrentándole una y otra vez... y, finalmente, se impuso. Rymund se dio cuenta de que carecía de la tenacidad de esas gentes norteñas, tan sobrias y aburridas en apariencia, descubrió finalmente en ellos unas gentes honorables, valerosas y con una fuerza de voluntad admirable... vivir en un entorno tan hostil había marcado su carácter, haciéndoles ser tan duros y sobrios, pero eso no les convertía en unos bárbaros como había pensado al principio... todo lo contrario.
Tras el revelador enfrentamiento con Roland, Rymund no tardó en disculparse con el por haberse mostrado tan equivocadamente prejuicioso y estúpido, y pronto los dos jóvenes se convirtieron en inseparables. Compartieron durante muchos años juegos, estudios e ilusiones, y alguna que otra de las últimas travesuras infantiles de ambos muchachos. El año de diferencia apenas se notaba, pues al crecer en un entorno más duro Roland había madurado con mayor rapidez, y el hecho de que ambos compartiesen aficiones y aspiraciones les unió con mayor fuerza que cualquier otra cosa... no era raro encontrarles en algún rincón, organizando "en secreto" sus planes privados para mejorar la posición de sus casa cuando ambos tuviesen algo que decir al respecto, siendo sus mayores obsesiones el matrimonio de Roland con la hermana de Rymund, por parte de este último, y la organización y mando del ejército de Roland, por parte de este, ambas ideas desarrolladas muy temprano que mantuvieron durante toda su relación.
3. Joven: Tórrida aventura amorosa"
Viendo la parte que falta, entendereis que necesito info sobre las damitas de la zona, hermanas, primas... xD
Roland Aeltered es el primogénito de los dos hijos del legítimo Señor de la casa Aeltered, cuyo hermano se alzó en armas en una revelón por el poder. Dicha guerra ha marcado seriamente la infancia de Roland y le hizo madurar a pasos agigantados.
Nacido tras la desaparición de los últimos vestigios de la gran peste que asoló las tierras de su familia, el chico nunca pudo ver el esplendor que su padre le contaba que una vez tuvo tiempo atrás su familia. A donde él miraba solo había miseria, guerra, hambre y muerte. Esto, sumado a la guerra civil que vivió le obligó desde crío a encargarse de los deberes de su padre cuando este se ausentaba para hacer la guerra. Entre sus obligaciones nunca descuidó su aprendizaje, y siempre persiguió el mismo sueño desde pequeño: convertirse en un gran gobernante que devolviera el esplendor a su casa.
Debido a la situación de su familia no pudieron conseguir un maestre de la ciudadela para que se encargase de la educación de Roland, así que fueron el mayordomo de la casa y la experiencia sus maestros. Desde crío destacó en los números, la gestión de bienes y poseía un sentido del deber muy desarrollado, por lo que los criados le llamaban "el Pequeño Señor" cuando se quedaba a cargo del castillo. El maestro de armas del castillo fue quien le enseñó a comportarse como un norteño y a combatir como tal, y pronto sobresalió en el manejo de la espada a pesar de que sus dotes como jinete y arquero no eran nada del otro mundo.
Ocurrió cuando acababa de cumplir 6 años que un chico una año mayor que él vino del sur como pupilo de su padre. El hecho de que su padre se permitiera el lujo de enviar un muchacho a una casa pobre para que esta cargara con su educación y el arrogante comportamiento de este al principio sentaron a Roland peor que una patada en los cojones, pero por orden de su padre tuvo que aguantar al nuevo y tratarlo como uno más de la familia. No fue fácil, y cuando una vez Rymund insistió en pelear contra él con la espada Roland aceptó sin vacilar. Era hora de desmotrarle un norteño valía por diez sureños.
Sin embargo por ese entonces Rymund le sacaba una cabeza a Roland, además de un año más de experiencia. El chico intentó mantener a raya al pupilo, pero siempre que creía que estaba empezando a ganar terreno la espada de Rymund encontraba una abertura en su guardia y le alcanzaba de refilón. Por suerte, Roland era mucho más resistente que su oponente, y cuando el cansancio comenzó a hacer mella en el sureño contraatacó con todo. Casi había dado la vuelta al combate cuando con un rápido movimiento Rymund rompió su guardia y le colocó la espada sobre el pecho. Había perdido, y el seguro que el arrogante niño del sur hincharía aún más su ego tras su victoria.
Pero para su sorpresa eso no ocurrió. En los días después del combate la actitud de Rymund cambió radicalmente: de pronto era amable con la gente del castillo, dejó de quejarse por todo y de compararla con su antiguo hogar e incluso comenzó a tratar a Roland y a su hermano pequeño como sus iguales. Solo hicieron falta un par de semanas para que Roland olvidara todo su resentimiento hacia Rymund y se convirtieran en inseparables. Llegaron a unirse tanto que Roland comezó a incluir a su nuevo amigo en sus planes para el futuro, e incluso llegó a comentarle algunos mientras que a él le comía la cabeza con casarse con su hermana.
Pasaron así los años hasta la llegada del décimo día del nombre de Roland. Todo el mundo comenzó a preparar una gran fiesta para el chico, pero esa fiesta nunca llegó a realizarse. Roland se presentó ante su padre y le dijo seriamente que no podía tirar tanto dinero en algo como una fiesta estando en guerra desde hacía más de 15 años. Sorprendido, el señor le preguntó qué hacer con el dinero que habían ahorrado para el evento, y su hijo contestó:
-Compra comida y repártela entre tus súbditos; recluta a más hombres para la causa; da hogar a un par de huérfanos; o úsalo para construir un nuevo molino.
Sin poder creerse las palabras de su hijo, le contestó:
-Hijo mío, no voy a hacer ninguna de esas cosas. Ya te he comprado unos cuantos regalos y comprado las cosas. No puedo cancelar el acuerdo ahora y no queda apenas más que un poco de dinero para comprar la comida y bebida de la fiesta. Pero si ese es tu deseo, te daré el dinero a tí.
-Y me dejarás hablar con los mercaderes. Seguro que puedo llegar a un acuerdo con ellos.
Así consiguió Roland sus primeros ingresos y fue presentado a un rico comerciante braavosí. Con la esperanza de recuperar el dinero que su padre le había prometido, él quiso hacer una contraoferta: juraba por su honor concederle derechos especiales de comercio cuando él llegara al poder a cambio de la cancelación de la deuda. El comerciante se mostró curioso ante la proposición de un niño de 10 años y negoció con él un rato por diversión, sin ninguan gana de aceptar pero sí de evaluar al chico. Al final, el braavosí pidió quedarse unos días para proseguir la negociaciones y acabó considerando una salida: Roland se convertiría en socio de su negocio aportando el dinero que había sobrado de su fiesta del día del nombre y a cambio él devolvería parte del dinero que había cobrado a su padre. Sin embargo el braavosí era un comerciante experto y añadió una pequeña cláusula al final: dado que su nuevo "socio" era inexperto en las relaciones comerciales, dejaría a una de sus hijas de la misma edad con él para que le enseñase y cuidase de sus inversiones en el continente hasta que él fuera competente. Y posíblemente también incluyera alguna intención más pero no la dejó por escrito. Bien es sabido que más de un rico comerciante ha intentado ganar títulos nobiliarios en los siete reinos mediante matrimonio con sus hijos...
Así se incorporó a la familia un nuevo miembro una niña braavosí que apenas hablaba su idioma y que se llamaba
Continuará
(A la espera del personaje de heinex para continuar)