Partida Rol por web

Página 1

Eric está sentado en la terraza del hotel Lucerne a medianoche, disfrutando de la brisa que recorre la Avenida Amsterdam proveniente del río Hudson. Un día de calor insoportable ha dado paso a una noche fresca y agradable, que él ha aprovechado para ver a unos amigos. Acaban de marcharse, así que apura su copa bajo una bandera francesa que cuelga de la pared, antes de que el camarero lo largue de allí. Ya están cerrando, ha sido un día largo y tiene ganas de volver a casa a descansar.

Se levanta, se estira con indolencia y se pone a pasear por la calle iluminada por las farolas, las muchas luces de las ventanas y los rótulos luminosos. En esta zona de la ciudad brilla lo suficiente como para ver de noche tan bien como de día, en todas partes excepto en los oscuros callejones entre los edificios.

En su paseo circula junto a la sede de Laboratorios STAR, un edificio vanguardista que choca bastante con el clasicismo de la zona, construida con grandes bloques de ladrillo llenos de ventanas a las que asoman máquinas de aire acondicionado. Los laboratorios ocupan una construcción cóncava de acero y espejos, que ahora reflejan las luces de un montón de coches de policía aparcados frente a él, en la carretera.

Eric se acerca curioso, pero han cortado la vía con barreras y un agente le impide el paso. Frente a la puerta principal del edificio hay una veintena de coches patrulla y un par de furgonetas, y casi un centenar de agentes corren de aquí para allá, despejan el lugar y se cubren tras las puertas de los vehículos apuntando al edificio. ¿Qué ha pasado allí?.

Eric nota algo extraño, que sin embargo no le supone una sorpresa. Encogiéndose, se dirige hacia una callejuela ensombrecida, un camino cortado al que nadie presta atención. Cuando entra en él, tambaleándose, dos gatos salen corriendo con un maullido enfadado. Después Eric cae al suelo y se deshace en una nube de humo, desapareciendo.

Cuando el humo comienza a despejarse, un borracho en una segunda planta observa con los ojos abiertos como platos una figura femenina, agachada, que se levanta lentamente arrastrando hebras de extraña niebla que no parece provenir de este mundo. Es Arcadia.

Casualmente Cloud y Future están cerca, aunque bajo sus identidades civiles de Lucy y Carol. Se están terminando unas cheeseburguers en Chirping Chicken cuando uno de los aparatos de la heroína del futuro comienza a zumbar y a dar botes en su bolsillo, llamando la atención de unos chicos negros bastante monos que no han dejado de mirarlas con interés desde la mesa de al lado.

Discretamente, Future saca del bolsillo su "Analizador de energía electromagnética de longitud de onda supra-infarroja", que básicamente es un cacharrito del tamaño de un Nokia antiguo que capta y estudia las frecuencias de la policía para detectar emergencias importantes. Lo inventó esta tarde cuando se aburría en casa mientras veía la enésima reposición de "Anatomía de Grey", y ahora su pantallita está zumbando con un montón de colores y de mensajes que la surcan de abajo a arriba. Con un movimiento de su dedo, (la pantallita es táctil), descubre que la alarma silenciosa de los Laboratorios STAR de Manhattan se ha disparado, y que según las cámaras de seguridad hay un pequeño ejército de delincuentes armados en su interior, probablemente rebuscando tecnología que robar y que vender.

La verdad es que el edificio de STAR está muy cerquita. Lo suficiente como para que Lucy vea las luces azules intermitentes de los muchísimos coches de policía que están parando frente al edificio, que desde la esquina del local pueden ver a unas tres manzanas de distancia. Varios clientes dejan sus platos y se acercan al escaparate, extrañados. Dos de ellos son los chicos que se estaban fijando en la pareja, que se ponen "casualmente" junto a Lucy, sonriéndole con las manos en los bolsillos. La joven se da cuenta de que están siendo respetuosos, intentando que sea ella la que inicie una conversación.

Regresé del limbo infernal, emergiendo en ese callejón oscuro como una sombra etérea. Mi sudario me envolvía, su capucha enmarcando mi palidez marmórea, iluminada por el brillo azulado de mis ojos en blanco. El limbo del que terminaba de volver, a donde había viajado el pobre Eric para sustituirme, era un lugar de oscuridad insondable, donde el tiempo y el espacio parecían distorsionarse. Allí, la sensación de pérdida y confusión era abrumadora, y la única compañía eran los susurros de almas atrapadas en la eternidad.

La noche sobre la ciudad era de los colores de la grisalla soplada por los ángeles sobre una lámina de pan de oro cubierta de pegamento barato. Las luces de neón de los letreros publicitarios parpadeaban en tonos eléctricos, incapaces de atraer mi atención ante el tumulto que olía calle arriba, contrastando con la oscuridad de los callejones entre los edificios, eternos laberintos de ladrillos de todos los colores y tamaños, cubiertos con nuevos pellejos trazados con pintura en espray, susurrando súplicas, nombres e insultos . Los olores de la ciudad, una mezcla de comida callejera, humo de tubos de escape y la brisa fresca del río Hudson, inundaban mis sentidos, recordándome lo que significaba estar en este lado. Hasta el olor de la basura pudriéndose en la esquina era como un buen augurio.

A medida que me acercaba al teléfono de mi hermano, que él mismo había dejado a un lado para que lo usase, antes de volatilizarse, no pude evitar preguntarme cómo le estaría yendo en ese limbo extraño al que era desterrado cada vez que yo volvía. Era un misterio inquietante que había afectado nuestras vidas de maneras que aún no comprendíamos por completo. Era afortunada por tenerlo, ninguna otra persona se habría doblegado para dejarme volver de esta forma. Después podría revisar la carpeta en que me solía dejar audios y textos en caso de que necesitase contarme algo o ponerme al corriente sobre nuestra familia y amigos. Aquella era la única manera en que podía saber de aquel mundo cotidiano al que ya nunca regresaría, pero ahora, la emergencia estaba ante mis ojos, bajo la forma de aquella aberración brutalista que era el edificio de los laboratorios S.T.A.R., fruto de tantas leyendas urbanas sobre experimentos genéticos y tecnológicos con cobayas humanos, o sobre formas de energía vivientes invocadas para alimentar sus instalaciones. Hasta decían que habían abierto postales a otros mundos, como aquel por el que me había escapado de la vida ultraterrena tres años antes...

Aquello pintaba mal ¿Por qué tanta policía? ¿Qué habían hecho esta vez? El edificio parecía ser un polvorín a punto de estallar.

Activé la aplicación de móvil que indicaba a mis compañeras, Cloud y Future, que estaba allí, indicando también, por defecto, que su ayuda era requerida, mientras recorría las inmediaciones del edificio, tratando de encontrar una zona poco transitada desde la que tal vez podría ascender hasta la azotea, tratando de acceder al edificio tratando de no sembrar el caos o ser retenida.

Uff... creo que empiezo a entender porque en esta época los índices de obesidad eran tan altos... Esta buena la reconozco, pero... ¿Es necesario que tenga tanta grasa?- pregunté a Lucy discretamente mientras trataba de terminarme esa cheeseburguer, siendo la primera que probaba. Los sabores eran completamente diferentes a los de mi época... pero Dios, podía pasar por una hoja de papel esa hamburguesa y transparentarla.

Realmente aún estaba adaptándome a todo esto... No llevaba ni un año desde que llegué y cambió tantísimo mi vida. De buscar trabajo salida de la universidad... a tener que disfrazarme para hacer de superheroína. Acostumbrarme a todo lo que me faltaba de mi época, como las máquinas, herramientas, métodos de viaje... familia, amigos. Ahora mis amigas eran... Muy diferentes, como Lucy, Chell o Arcadia. También debía acostumbrarme a que la gente me mirara, como los chicos de aquí... aunque eso también pasaba en mi época, solo que aquí las técnicas para ligar eran distintas.

Entonces mientras comía y hablaba con ella, sentiría la vibración de mi "Analizador de energía electromagnética de longitud de onda supra-infrarroja"... O simplemente escáner. Discretamente lo examinaría debajo de la mesa, como si estuviera mirando un móvil como los de la época. Aparte de mi escáner, también pudimos ver las luces de policía... Y Arcadia usó la app que le instalé para avisarnos que estaba... "viva"... Dios, pero que raras de verdad eran mis amigas ahora.

A Lucy se le habían acercado los chicos... así que de alguna forma teníamos que poder irnos. Me iría guardando el escáner mientras pensaba... Hasta que se me ocurrió algo -Es la jefa, ha dicho que nos necesita ahora y que ya luego continuemos comiendo... Disculpad chicos- le diría a Lucy y me disculparía con los chicos, siendo la mejor excusa que se me ocurrió para irnos de allí -Así que eso, a poner pies en polvorosa- aún intentaba usar frases de esas que leí en los libros y demás... Aunque nunca sabía si las frases eran de esta época o no, pero bueno.

"Pies en polvorosa". A Cloud se le dibuja una sonrisa distraída y se le escapa una ligera risa. ¿De dónde sacaría esas frases su amiga? Y mira que ya la conocía desde hacía… como nueve o diez meses atrás. Era un caso, no lograba adaptarse a este presente.

-Es una lata. Siempre nos fastidia. En fin, hay que moverse.- lo dijo con calma, aunque en realidad ya estaba inquieta con lo que veía en la distancia y en el escáner. 

Se apartó de las ventanas, con aire tímido. Lucy siente la necesidad de decirles algo a los dos jóvenes, no tiene porqué, pero ella es así, se nota mucho que ellos querían entrar en conversación.

-Otro día será, chicos. Ciao. -se despide con una sonrisa afable.

Ya fuera del local, estalló en risas. 

-Chica, no se qué libros lees. A veces pienso que vienes del pasado y no del futuro. ¿Seguro que no nos has metido una bola? ¡Recórcholis! , eso sí sería gracioso - se burló.

-Vamos, corre, que parece que se va a montar un buen lío.