Partida Rol por web

Entonces, cuando Goda volvió a hablar para decirles que vieran en su mente a aquel líder, aquel al que prefería llamar simplemente Luke, sintió esa agradable sensación... una que creyó ya haber sentido antes pero no recordaba cuando, y con esa sensación el pelo de su cuerpo se erizó un poco. La encontraba parecida a la sensación de una suave caricia con la punta de los dedos entre los cabellos, pero a la vez era muy distinta... mucho más sutil. Wistie de pronto se concentró en esa sensación, haciendo caso a lo que les pedía el guerrero jedi que les enseñaba, de vez en cuando casi se le escapaba pero entonces volvía a hacer el truco de visualizar y conseguía retomarla, casi se pregunta a si mismo por qué sentía aquello pensando en aquel líder jedi Luke pero se dio cuenta de que si se distraía aun solo con eso perdía la sensasión.

Escuchó las instrucciones del maestro Uksun e inmediatamente empezó a visualizar el rostro y las facciones del Maestro Skywalker. No le resultó difícil — apenas si habían pasado unos minutos desde que se hubiera dirigido a ellos — pero aunque podía recordar sus ropajes y tono de voz sin complicaciones, tenía problemas para fijar la imagen de su cara mentalmente. Y mucho menos ir más allá, como su sintonía con la Fuerza y su equilibrio. 

Kanuth empezó a ponerse nervioso y sus manos temblaban, hasta que finalmente abrió los ojos, inquieto.

—No... no puedo.

La chica sigue con su ardua tarea, consigue silenciar las voces de su cabeza, la imagen del maestro Skywalker se hace en su mente y suspira. La retiene...siente el hormigueo...es agradable...parece que la va a perder pero finalmente logra retenerla y una sonrisa de satisfacción se dibuja en su cara.

-Tranquiliza tu mente Kanuth. Te veo agitado, turbado por algo de tu pasado. concéntrate en el presente y a dónde quieres llegar en tu futuro, no en el futuro que los demás esperan de ti.-

Mientras el maestro Uksun aleccionaba a vuestro compañero, una energía recorría vuestro ser. Wistie y Sena sentían también esa energía en el maestro Skywalker, grande... no, más que grande enorme, serena, en calma. Como un océano que pudiera desatar una furia terrible en un momento dado. ¿Puede que fuera ese el lado oscuro del que habló el maestro Uksun antes?. 

Sin duda se podría hacer mucho daño con ese poder. Pero sentíais su calma y sosiego, su control.

Las palabras del maestro Uksun sólo empeoraron la situación. De un solo vistazo, vio que tanto Aohozal como Wistie siguen con los ojos cerrados y relajados, lo que le pone más nervioso y es incapaz de concentrarse. Intenta volver a acompasar la respiración, a poner la mente en blanco primero y luego a pensar en el Maestro Skywalker. Pero su cuerpo está temblando de rabia y cada segundo se pone más y más nervioso.

Al balcón de sus ojos se empiezan a asomar las lágrimas, aunque bien sabe que no debería llorar. Un Kesk se muestra firme siempre, decía su padre.

Comprendíais la naturaleza de eso que llamaban Fuerza, o por lo menos la sentíais dentro de vosotros. El vínculo de sensaciones se extendió poco a poco. Primero sentisteis al maestro Uksun, después la habitación en la que os encontrábais era tan clara como si la vierais con los ojos abiertos, más aún, pues ese extraño poder seguía incrementándose hasta alcanzar el exterior, los compañeros en la sala de al lado e incluso un pequeño lagarto que reposaba en la pared exterior del templo buscando los últimos rayos de sol que calentaran su fría sangre.

No podríais describir esa sensación. Sentir la vida, la brisa, la luz que entra por la ventana, sentir a los demás y como todos estáis conectados, incluso el lagarto que hay en la pared por fuera del templo. Estábais maravillados.

-De acuerdo, ya es suficiente. Sin duda necesitáis descansar de un viaje tan largo. Mañana proseguiremos mas calmados y descansados.- El maestro rompió vuestra concentración al dar por terminada la clase y se levantó del suelo.

-Venid, os acompañaré a vuestras habitaciones.-

— ¡Dee fratta azar! — Exclamó Wistie emocionado cuando Goda dio por concluido el ejercicio. — ¡Azar kla Kna Naa!

— Esto es magia. — Tradujo. — Magia del Kna Naa.

Kanuth se quedó callado y cabizbajo. Los puños tan apretados que se clavaba las uñas con fuerza en las palmas. Todo para no romper a llorar y gritar de pura rabia. Era un hijo de su padre, y no podía montar un espectáculo. ¿Cómo no sentirse mal? Se suponía que era un estudiante aventajado, un chico con un brillante futuro. ¡Y no había sido capaz de acertar con el primer ejercicio! Y ver que sus compañeros se levantaban satisfechos — llegando incluso a gritar y festejar, como Wistie — le molestó aún más. Ahora sólo quería estar solo.

Wistie miró un momento a la criatura brillante mientras él se incorporaba, parecía que iba a decirle algo pero parece que cambia de idea.

Entonces mira a Sena... y se detiene un momento a mirar a su otro compañero azul. Se percató que no estaba pasandolo tan bien, así que fue hacia él.

— ¿Toma toto "Kanuth"? — Le dijo, en tono inquisitivo. — ¿Toma toto "Keskanut Usdo"? — Enseguida, presentandose ante este formalmente, tocó con uno de sus dedos su pecho y le dijo. — Meechoo Wistie. — Entonces coloca la mano con la que se señaló a si mismo sobre el hombro de su compañero. — ¿Toma toto acha?

— ¿Tu eres "Kanuth"? — El droide siguió a Wistie manteniendose cerca de este. — ¿Tu eres "Keskanut Usdo"? Yo Wistie. ¿Tu estas bien?

Sena sale de su maravilloso trance y mira alrededor, dándose cuenta ahora de lo que ha pasado. Se entristece por Kanuth y piensa en palabras de ánimo que sean adecuadas...claro que en su sociedad no había muchas expresiones de consuelo. Sena se levanta y se va junto a Wistie y ofrece una gran sonrisa. Eso estaba bien, su sonrisa hacía sentir mejor a la gente, o eso le decían en su casa.

-Está bien Kanuth. Mañana lo harás mejor. Seguro que sólo estas cansado.- expresa de la manera más suave posible, aunque si es sincera.

Tras recorrer algunos pasillos el maestro os lleva a los dormitorios. Un pasillo con una serie de puertas metálicas bastante grandes a ambos lados siseaban cada vez que se abrían para dejar entrar o salir gente. Cada puerta daba a un recibidor cuadrado donde a su vez había cuatro puertas más pequeñas. 

-Ya se han traído vuestros equipajes a las habitaciones. Dentro encontraréis ropas nuevas de aprendiz, mañana debéis ponéroslas. Personalmente os he dejado una tarjeta de información con la historia de los jedi para que podáis leerla en el computador que tenéis en la habitación. Descansad, lo necesitáis. Mañana...- dijo mirando a Kanuth -lo haréis mucho mejor, sin duda alguna.- Una sonrisa amable asomó a los labios del maestro.  

Sus compañeros intentaban animarle de buen corazón, pero Kanuth estaba con un pie en equilibrio sobre la cuerda que impedía que rompiera a llorar de un momento a otro. ¡No podía permitir que nadie le viera así! ¡Y menos el primer día! Estaba seguro de que si nada más llegar montaba un escándalo así, todo el mundo hablaría de él a sus espalda. O aún peor, ¡avisarían a sus padres para que le recogieran!

No podía permitirlo.

Contuvo las lágrimas todo lo que pudo por el pasillo y apenas si prestó atención a las palabras del Maestro Uksun para meterse rápidamente en el que sería su dormitorio las próximas semanas. Un refugio donde poder liberar la tensión y llorar a gusto.

Y empezar de cero al día siguiente.

Sena se queda un tanto alicaída por Kanuth, sabía que sin duda se exigía mucho a sí mismo pues en eso se basaba la vida de los Chiss...nunca quedarse atrás, nunca fallar...tenían que ser los mejores en todo. Si tan solo él hubiera sido superado por la chica Chiss no hubiera sido tan malo, pero haber fallado en algo que una criatura de menor categoría (para los estándares de su raza) era algo imperdonable...al menos si en su planeta se enteraban. Eso era bueno, sus padres nunca se sentirían decepcionados...pero si lo hacía él mismo.

Suspira sin encontrar las palabras adecuadas para su compañero y se deja conducir hasta su habitación, la idea de tener una información que estudiar allí le gustaba y no podía esperar a ponerse delante del ordenador para empezar a leer y aprender.

Sena también se acercó pero su compañero pareció enfadarse y simplemente se limitó a reusarse a responder. A Wistie le fue suficiente con ver el lenguaje corporal que les estaba mostrando, aunque no podía saber si la frustración y enojo lo dirigía hacía si mismo o hacia ellos.
A Wistie le estaba empezando a molestar la actitud de este. Antes ese "piel azul" se reusó a hablar con él o siquiera presentarse, a diferencia de Sena, y ahora por más enojado que estuviese al menos podría haberles dicho que le dejaran solo. Así que le dedicó una cara enojada, aunque probablemente aquel ni siquiera se molestó en seguir mirandoló a él y a Sena, y optó por devolverle el favor de ignorarle.

Poco después fueron presentadas las habitaciones, o según el modo de entender de Wistie, su casa. Él se dirigió al interior, y le sorprendió que incluso allí el droide lo sigió, simplemente entrando allí como si ya fuese una obviedad. A Wistie pareció resultarle un tanto extraño esto pero no dijo nada.

Y tras eso su puerta se cerró.

Una vez en soledad Wistie inspeccionó su nueva "casa", encontrando especialmente llamativo lo que probablemente era su nuevo lecho. Aquello era más suave y mullido que cualquier montón de hojas secas en el que se hubiese acostado antes, tuvo tal impresión que rasgó el suave y fino cuero que guardaba el contenido de aquel lecho. Para su sorpresa en el interior no reconoció ningún tipo de hoja, era algo que nunca había visto antes... mirandola muy de cerca se veían pequeños huecos en toda la superficie de aquello, probablemente incluso dentro. Wistie arrancó un pedazo del tamaño de su mano y lo apretó en ella varias veces. Luego lo mordió, pero enseguida lo sacó de su boca por el desagradable sabor que le hizo escupir.

Luego decidió quitarse la ropa. Aun no estaba acostumbrado a aquellos adornos tribales, y no estaba seguro de si llegaría a estarlo, le resultaba incomodo el roce de su pelaje con aquello y además sentía que le restringía un poco el movimiento. Una vez estando desnudo se sintió mucho más cómodo.

La mañana siguiente trajo consigo un nuevo y deslumbrante sol. El maestro Uksun acudió pronto a despertaros. Os apremió a que os vistierais con los ropajes de aprendices para enseñaros el camino al comedor, donde se servía el desayuno y todas las demás comidas del día. Ese camino debíais aprenderlo bien.

El comedor era una sala grande, más que el salón donde estaba el maestro Skywalker esperándoos, y estaba dividido en varias zonas;

La zona mas alejada es donde comían los maestros. Sus mesas alargadas de madera con patas de metal y sillas a juego eran mucho menos numerosas que en las otras zonas. En el medio se encontraban aquellos que ya eran padawan, tenían un maestro que los llevaba de misión de vez en cuando y eran mayores en edad y en poder de la fuerza. Todos llevaban sables de luz.
La zona más cercana a la comida, donde un alienígena con muchos brazos la servía, estaba compuesta por mesas largas algo mas bajas que las otras y sillas también algo mas bajas adecuadas a los aprendices. Cuando llegasteis la niña humana de pelo amarillo os saludó junto a Jesper, el rodiano de color verde, para que os sentarais en su mesa. 

Kanuth se despertó sobresaltado y tardó unos valiosos segundos en recordar dónde estaba. Tampoco recordaba cuándo se había quedado dormido, y teniendo en cuenta lo irritada que tenía la garganta, seguramente llorara hasta caer rendido.

Estaba furioso consigo mismo.

Se duchó y se vistió para dar una apariencia impecable, repitiéndose palabras de aliento. Era el primer día. Era una prueba. Un borrador. Ahora empieza en serio y ahora es cuando voy a demostrar que soy el mejor. Peinó sus cabellos hacia atrás aunque sabía bien que cuando se secaran empezarían a rebelarse como hacían siempre. Era entonces cuando su madre peinaba disimuladamente algún cabello cuando su padre no miraba. Ese recuerdo le provocó una punzada de dolor en el pecho que no desapareció hasta que salió al pasillo, donde se reunió con su Maestro y compañeros.

Les dedicó un saludo con un cabeceo distinguido. Era un saludo, una disculpa y un agradecimiento, todo al mismo tiempo, sin extenderse en palabras carentes de valor. Entre los suyos, era más que suficiente y no dudaba que Aohozal lo entendería perfectamente.

Cogió su ración de comida, de un aspecto que no supo describir como apetitoso o repugnante y se sentó junto a la niña rubia y alejado del rodiano. Por si volvía a vomitar, no quería que manchara su túnica nueva.

—Espero que hayáis dormido bien —deseó y afirmó al mismo tiempo, a modo de saludo.