Partida Rol por web

Tributo de Sangre (III)

Heraldos de Paz

Cargando editor
Cargando editor
12/01/2009, 11:42
Director

Las tierras de Imledyr abarcan desde las Montañas Grises hasta donde el Mar de los Espíritus delimita su inestable silueta. Están compuestas por un ir y venir de colinas y bosques cuyo clima es agradable en verano pero extremadamente duro en invierno. Se encuentran divididas en una gran variedad de condados, ducados y baronías sobre los que sus respectivos nobles ejercen un férreo control feudal. La rivalidad entre ellos es continua y los enfrentamientos tan habituales como las nevadas, sin embargo ninguno consiguió nunca unificar bajo su dominio las tierras de Imledyr y alzarse ante sus rivales como rey, estableciendo una monarquía. Varios de ellos, los más poderosos, ejercen como soberanos sobre otros, quienes les juraron vasallaje a cambio de más tierras, hombres o simplemente obligados bajo coacción o amenaza. Sin embargo, cada uno de esos frentes, cada uno de esos señores, se considera a sí mismo como el mejor candidato para ostentar una ilusoria corona y unificar las tierras de Imledyr.

Si que existe, sin embargo, algo que todos ellos comparten y tienen en común: el yugo de la Torre Negra de Ybress. En lo más recóndito del Pantano de las Pesadillas se alza la construcción más temida y a la vez odiada de estas tierras. Desde la Torre Negra, Sarcess, una temible hechicera, una bruja que domina los poderes oscuros, siembra el terror entre nobles y vasallos por igual. Sus sirvientes, malignas criaturas que se asemejan a los Trolls de las leyendas y cuentos populares, y que le profesan una lealtad que roza el fanatismo, se encargan de cobrar a los nobles el diezmo estipulado. Éste pago, tres mil escudos de oro anuales, es lo único que les garantiza verse libres de las maldiciones, plagas y enfermedades que cuentan que Sarcess es capaz de crear.

Vuestro deambular nómada por el mundo os condujo hasta el Paso de las Nieves Eternas, donde tras un más que entretenido regateo, acabasteis aceptando el que pensabais sería un lucrativo acuerdo con un comerciante de marfil que se dirigía a Imledyr. Su caravana, compuesta por tres carros y sus respectivos conductores de mulas, necesitaba protección, gente valiente y con experiencia como vosotros. Atravesar aquellas montañas era siempre un viaje peligroso y Dalherin, que así se llamaba el supuesto comerciante, no quería correr ningún riesgo con tan valiosa mercancía. Sin embargo, el que parecía un trabajo más que interesante, acabó convirtiéndose en un gran fiasco. Al llegar a vuestro destino, la ciudad costera de Nausias, Dalherin desapareció utilizando ardides de la más baja calaña, dejándoos en una posada con las habitaciones a cuenta y sin entregaros la segunda parte del pago acordado. Las bolsas de monedas que formaban la primera parte de vuestro pago y que os fueron entregadas al inicio del viaje, resultaron ser dinero falso. Así, sin apenas recursos económicos, con unas habitaciones pendientes de cubrir y acusados como falsificadores y ladrones, tuvisteis que utilizar las últimas monedas reales que os quedaban en hacer frente a tales deudas y, de paso, en un pírrico plato de sopa aguada, fría como la noche, y un trozo de carne reseca.

Tras varias semanas recorriendo los caminos y aldeas de Imledyr siguiendo la pista del bribón de Dalherin os encontrabais en una situación bastante apurada. Necesitabais que algo ocurriera, un golpe de suerte u os veríais en serios apuros. Y éste llegó a través de un anuncio público, en la forma de un bando del Conde Nesvind de Riaghul. En él se solicitaban hombres valientes para un servicio al Conde que sería recompensado con diez escudos de oro por cabeza. Una situación complicada y un pago demasiado bueno como para pasarlo por alto se unieron, dando lugar a una decisión que no podía ser ni discutida. Antes incluso de tener tiempo de pensarlo os encontrabais ya en el castillo del Conde hablando con su secretario... y hechicero.

Cargando editor
12/01/2009, 11:42
Ashadir

El secretario del Conde era un hombre de corta estatura y complexión delgada, vestido con ropas demasiado gruesas para aquella época del año y cuyo embriagador olor a perfume podía percibirse desde varias salas de distancia. Tenía un acento extraño en el habla, de pronunciación ruda y basta, pero en cambio haciendo uso de un vocabulario noble, aristocrático y extenso.

-El trabajo es sencillo. Debéis proteger y transportar un cofre hasta su destino. Éste ha sido un año de malas cosechas y el Conde ha tenido problemas para reunir el diezmo acordado con la Torre Negra de Ybress. No teníamos el pago listo cuando aquellas asquerosas criaturas vinieron por él. Finalmente lo hemos logrado, aunque con algo de retraso, ¡tres mil Escudos de Oro no es cifra fácil de juntar! Lo que se precisa de vosotros es que llevéis el cofre a la Torre Negra y lo entreguéis a Sarcess en nombre del Conde Nesvind de Rhiagul. ¡Los hombres del Conde son demasiado cobardes! - aquellas palabras pronunciadas en voz demasiado alta eran una pulla hacia los soldados que os escoltaban frente a Ashadir. Éstos miraron hacia otra parte y bajaron la cabeza incómodos-. Demasiado cobardes y supersticiosos como para una tarea así, ¡malditos bufones de taberna! Hoy en día ya no se puede confiar en nadie. No es de esperar que encontréis problemas de ningún tipo, tan sólo debéis aseguraros de mantener el cofre alejado de bandidos y ladrones. Una vez allí, entregarlo será tan sólo un trámite. Por el servicio se os pagará diez Escudos de Oro por cabeza, cinco en este momento y cinco cuando regreséis.

Cargando editor
12/01/2009, 14:44
Antor PielGris

Antor escucha con atención todo lo que aquel hombre hablaba, prestando a cada letra el tiempo necesario e intentando memorizar cada una de ellas. A Antor le inspiraba cierto respeto, aunque realmente la palabra "respeto" no aparecía en su diccionario, más bien pensaba en el como un hombre del que podría sacar probecho a largo plazo.

El silencio se hizo en la sala cuando Ashadir termino de hablar. Antor miro a sus compañeros, y parecía que todos estaban de acuerdo con sus palabras, o al menos eso daba la impresión, pues ninguno de ellos se atrevió a decir palabra alguna. Clavó su mirada en todos y cada uno de sus ayudantes y porfín, en un arrebato de valor se adelanto un paso dirigiendose al secretario del Conde.

- Pido disculpas señor, pero déjeme decirle unas palabras. En primer lugar me gustaría hablar del precio convenido: Desde mi modesta opinión, 10 galeones de Oro por el portaje de semejante valor monetario me parece un tanto...como decirlo...un tanto escaso. Nos pide que protejamos una fortuna de 3.000 escudos de oro recibiendo a cambio una ínfima parte de su valor.

Hizo una pequeña pausa mientras notaba como el sudor de su frente descendía rápidamente por su tez hasta perderse más allá de su mentón.

- Por otra parte, creo que a mis compañeros y a mi, nos gustaría saber cual es el precio que deberíamos pagar si fracasamos en la misión. Tenga en cuenta su señoría, que aprecio mucho mi vida, y mucho más aún de 10 galeones. Además esta tierra está infestada de bandidos en esta época del año, y el hambre hace estragos en ellos, tanto que algunos matarían por una simple y llana moneda.

Cargando editor
12/01/2009, 16:19
Ailara Sotobosque

Mientras Antor aprovechaba la oportunidad de un nuevo regateo, algo que resultaba obvio que le encantaba,la joven que se hallaba detrás del resto de mercenarios,algo apartada,se dedicó a rascar la cabeza de la enorme loba que tenía por acompañante.

Ailara,como se llamaba la joven,rebullía inquieta.No gustaba de permanecer demasiado tiempo en una ciudad,y el encargo de transportar el cofre se le antojaba como la excusa perfecta para salir por fin de allí.

Como si pecibiese la inquietud de su ama, Mazgul emitía un leve aunque cosntante gruñido.La loba deseaba tanto como la joven salir a campo abierto,correr y disfrutar de los dones de la Madre Naturaleza.Ailara,se agachó para acariciar el morro del cánido,y susurrarle palabras tranquilizadoras al oído,lo cual pareció calmar algo al animal.

Finalmente,Antor acabó su diatriba con el consejero,que no ponía demasiada cara de alegría tras escuchar las peticiones del anciano.Para romper el tenso silencio,y aunque no le gustaba demasiado hablar en público,la joven se adelantó para ser vista.

Disculpad señor,pero tengo una pregunta diferente.  dijo la joven pelirroja tímidamente Conociendo la fama de la Torre Negra...¿no tomaron medidas por el retraso?¿bastará con enviarles los 3000 escudos como si no hubiera ocurrido nada?

Notas de juego

 

 

Cargando editor
12/01/2009, 17:51
Bathalias de Emdelis

los duros rasgos del elfo apenas se inmutaban ante aquel relato, pero sus ojos podian ver como sus compañeros se inquietaban.

la muerte y los peligros no hacian mella en el valor de aquel nomada, pero la probabilidad de que alguno de sus compañeros cayera, despertaba su corazon marchito

- si me permite... - su voz era grave y profunda - secretario.... - con tono pausado y elegante se dirigia al representante del conde

- creo que aca lo mas importante son las vidas, y ademas de un justo pago por esta mision, deberian aprovisionarnos de las armas, provisiones y demas herramientas que nos posibiliten mantenernos con vida con total seguridad en el viaje de ida y vuelta - hizo especial incapie en la ultima palabra

los dedos de sus manos se entrelazaron para espera pacientemente una respuesta favorable

Cargando editor
12/01/2009, 19:00
Moravius

Apoyado en su largo bastón y manteniéndose erguido mira al grupo y al peculiar secretario.
Sonrió ante la exposición del mismo y la respuesta de sus compañeros, era una sonrisa blanca sin maldad ni ironía.

En todo caso, tenéis razón dice calmado abriendo sus brazos lentamente No es una tarea tan sencilla como quiere que nos parezca, pero la sencillez quitaría interés y tan solo debemos asegurarnos de estar en forma de completarla...sanos y salvos.

Su mirada se mantuvo unos segundos en la joven druida, casi sin poder evitarlo, antes de mirar fijamente al secretario.

¿Amagas algun detalle, milord? No quisiera sentirme decepcionado de esta tarea una vez hayamos cerrado el trato...sería una pena para vuestra integridad física. su voz sonaba penetrante, directa al receptor y con expresividad nula. No hacía falta mostrar la seriedad en sus sílabas.

 

Cargando editor
12/01/2009, 20:08
Ashadir

El secretario miró a Moravius sin disimular el desprecio en su contestación:

- Deberíais ser cauteloso cuando amenazáis a alguien. Entiendo que los aventureros estéis acostumbrados, en vuestras reyertas de taberna a lanzar bravuconadas al aire a cualquier hijo de vecino, pero no me gustaría tener que recordaros con quien estáis hablando. Dejad vuestra palabrería para los de vuestra clase y centraos en la misión, como bien hace con su pregunta la druída.- dijo mirando a Ailara e ignorando por completo a Moravius :- En el cofre va una carta sellada del Conde que contiene las medidas compensatorias por el retraso. A buen seguro tengo que Sarcess la encontrará satisfactoria.

Se aproximó a una de las ventanas, como si considerase tedioso continuar aquella conversación más allá de lo estrictamente necesario:

- El pago de 10 Escudos de Oro lo considero mucho más que suficiente para la labor encomendada pero el Conde es un hombre generoso. Estoy seguro de que si realizáis la misión sin causar ningún problema adicional os recompensará con algún pago adicional. Es de todos conocida su magnanimidad. En cuanto a la posibilidad de fracaso ¿qué posibilidad es esa? Si tan solo se os ocurriese robar el tesoro encomendado entonces está claro que no llegaríais a disfrutar de esas 3000 coronas. Protegeréis ese cofre con vuestras vidas pues ¿acaso no es lo acostumbrado a pedir a unos guardianes? Lo demás suenan a excusas antes de empezar la misión, y ese sonido no agrada mis oídos.

Volvió sobre sus pasos hacia el grupo:

- En cuanto al equipo... ¿qué consideráis necesario para la tarea? Sed breves y concretos, por favor, se trata tan solo de trasladar un cofre de un lugar a otro, no de planear la conquista de un reino.

Cargando editor
12/01/2009, 20:42
Ailara Sotobosque

La joven pelirroja se temía que el diganatario encontrase ofensivas las palabras de Moravius.Bien sabía ella cuanto necesitaba cambiar el pobre, transtornado como estaba por el maldito poder arcano que corroía su alma y su mente.Sin embargo,el secretario parecía acostumbrado a soportar peores talantes,pues con suma elegancia despachó el tema casi sin darle importancia.

Ailara,se acercó al oído de Bathalias, el autonombrado líder del grupo que la muchacha encontró perdidos en el bosque,para susurrarle:

Recordad que necesitamos el dinero.Y quizá nos encontremos ante una buena fuente de trabajo si hacemos esta sencilla tarea. murmuró,permitiendo que el resto de sus compañeros también lo escucharan.

En todo caso, al menos deberíamos pedir un carromato para el cofre,debe pesar muchísimo... sugirió al elfo, que solía ser el más razonable del grupo,dada su amplia experiencia.

Cargando editor
12/01/2009, 22:14
Alfren Niubar

Alfren había quedado en silencio, y atenta a las palabras del secretario del conde, que no le habían gustado para nada. Ya le habían engañado una vez, y ahora ningún hombre iba a volver a intentarlo.

Estaba con las manos apoyadas en su cintura, sin tocar casi la vaina de su espada, cuyo mango brillaba más que su cota de mallas, perfectamente limpia y conservada.

.- ¡Ja! Deja de contarnos chistes, viejo. Aquí nadie va a empeñar su vida por 10 míseras monedas. Si no nos subes el precio, puede que tu cofre se pierda por el camino-.

Era respetuosa con los suyos, y con los que se lo merecían,  pero odiaba a los tramposos y a los cobardes.

.- Y  tú lo has dicho. No hay que fiarse de nadie-.

Siguió con esa mirada de fuego  hacia los ojos del secretario, esperando una respuesta a todo lo que había dicho. Mientras observaba de reojo que los hombres del conde la miraban.

.- Mirar como me miran estos condeandos que teneis como caballeros. ¡DIRIGIR LA CABEZA A OTRA PARTE, NO TENEIS NI EL DERECHO DE OBSERVARME!-.

No temía a ningún hombre, y algunos le daban asco.

Cargando editor
13/01/2009, 08:30
Bathalias de Emdelis

Las susurrantes palabras de la druida eran sensatas, a veces los jovenes tenian la practicidad que uno perdia con los años... años de experiencias que sumian a bathalias en intrincadas especulaciones mentales...

asintiendo con la cabeza el lider del grupo alzo un poco la voz por sobre ensima de las demas

- un carro fuerte para cargar con el cofre, caballos fuerets para tirar del carro, y para nosotros. provisiones para 3 o 4 dias.

hizo una pausa y miro uno a uno a al dispar grupo que le seguia

- no se si alguno de mis compañeros necesite algo mas..., de no ser asi, eso seria todo, y aceptaremos el pago inicial con la esperanza de recibir un premio adicional al regresar

Cargando editor
13/01/2009, 19:32
Moravius

La contestación del secretario pareció clavarse en el pecho del mago, que baja su cabeza levemente mientras escucha a los demás compañeros.
A decir verdad no tenía buenas vibraciones sobre aquel trabajo encomendado, pero el maná de sus venas le causaba tales remordimientos y dolores de cabeza que en ocasiones no quería tan solo echar cuenta de ello.

Haciendo un paso adelante, se acerca a la conversación sobre el material necesario. Prefiere callar, pero escucha atentamente.

Cargando editor
13/01/2009, 19:48
Alfren Niubar

Suelta sus manos , suavemente de su cintura, y mira al suelo. Luego mira a su espada, y la desenfunda con cuidado. como si quisiese que ese momento hubiese durado toda una eternidad. Su espada, hace un ruído en la sala que hace vibrar la sangre de los presentes, y al desenfundarla de la vaina, la pone a la altura de sus ojos.

.- Toda mi vida, me he planteado cosas, a las que aún no he encontrado sentido.  No siempre he tenido suerte, y no soy quien he querido ser. Pero lo que se, es que no voy a hacer trabajos para gente,por la que mientras estás dando la vida, estén viviendo como si nada les afectara. Bebiendo y comiendo hasta la saciedad, y robando el dinero de los que han trabajado por ello. Si quieren que hagamos eso, por esa  cantidad de monedas... que nos acompañen. Así, sabremos que lo que dice es cierto, y que no nos engaña-.

Y cogiendo la espada con la mano derecha y volviéndola a meter en la vaina, volvió a mirar al secretario.

.- Seguro que tus hombres y tú, estais hechos de la misma calaña-.

Y se queda mirando fija a los ojos del secretario, esperando una respuesta.

 

Cargando editor
13/01/2009, 19:58
Ailara Sotobosque

Ailara suspiró,resignada. Bien conocía el temperamento de sus compañeros de viake,a pesar del poco tiempo que llevaban juntos. Sabía que las pasiones encendidas de algunos de ellos les volvían vehementes,pero no esperaba que se pusieran a proferir amenzas veladas y a regatear como si estuvieran en el mercado.Sin embargo,las palabras ya estaban dichas...

 

La joven miró hacia Bethalias,esperando que dijera algo para calmar los ánimos.No obstante,se sentía impelida a decir algo ella también,antes de que fuera tarde.

 

Chicos  susurró con voz trémula,mientras se apretaba una mano con la otra,sin saber muy bien qué podría cambiar la opinión de la espadachina  necesitamos el trabajo...

Cargando editor
13/01/2009, 20:15
Ashadir

Ashdir contempló la escena de la guerrera sin disimular un bostezo:

- ¿Habéis acabado señora? ¿Podemos continuar los hombres discutiendo de cosas que, al parecer, están más allá de vuestro sentido común?

Como si Alfren nunca hubiera estado allí e ignorando completamente sus peticiones el secretario del Conde contestó a Bathalias:

- Un carro y unos buenos caballos. Se os entregarán como pedís y partiréis de inmediato, me producen un hartazgo terrible escuchar bravatas procedentes de unos sintecho errantes.

Cargando editor
13/01/2009, 20:22
Conde Nesvind de Riaghul

En ese mismo instante se abrió una de las enormes y majestuosas puertas laterales. Media docena de soldados armados con espadones y cubiertos por corazas se situaron a ambos lados del umbral para dejar entrar a su protegido: el conde Nesvind de Riaghul en persona. Se trataba de un hombre de gran estatura y porte noble que lucía vestimentas de gran calidad, en tonos azules, navegadas por hilos de oro. Se adornaba con numerosas joyas, así como con un enorme broche de oro que le sujeta la capa. Su cabello largo y rubio caía sobre sus hombres, mientras que sus ojos eran apenas dos rendijas blancas sobre un rostro marcado y bien definido.

Lanzó una mirada breve a los presentes y acto seguido los ignoró, como si de mobiliario se tratase:

- ¿Está todo listo Ashadir? Espero que el envío del cofre no se retrase más. ¿Son estos los que han de llevarlo? Excelente.- sin esperar la respuesta de su secretario dijo con voz firme, del que está acostumbrado a ser escuchado y temido :- Parecéis un grupo valiente y con recursos, espero que no me defraudeis y podamos brindar por vosotros dentro de un par de días al calor de un buen fuego, por el éxito de la entrega. Si es así sabed que soy generoso con quienes lo merece.

Hizo una pausa antes de añadir:

-Espero que no se os ocurra siquiera la baladí idea de robar el oro. El año pasado lo intentaron ocho de mis mejores hombres. Ocho poderosos guerreros que se creyeron más listos que nosotros. Me costó mucho aceptar su traición porque no pensé que fueran tan estúpidos. Pero una vez confirmadas las sospechas no tardé demasiado en dar con ellos. Ahora cada uno de ellos languidece en un pozo en lo más profundo de las mazmorras. Se les da la comida suficiente para que sigan vivos y puedan enloquecer en la más absoluta oscuridad. Si alguno intenta quitarse la vida hay un guardia siempre pendiente para evitarlo. No hay piedad para los traidores.

Las bravatas del conde podrían sonar vacías si las dijera otra persona, pero por su porte y la autoridad que irradiaba estaba claro que era el tipo de persona capaz de llevar la venganza hasta los extremos más insospechados. Y además tenía los medios necesarios para hacerlo.

Tras decir esto el Conde se volvió hacia la puerta por la que había venido, como si tan solo tuviera la intención de examinar personalmente a quienes llevarían el tesoro hasta la torre negra.

Cargando editor
13/01/2009, 22:41
Antor PielGris

El conde lucía majestuoso, Antor, al verlo le gustó hablar dirigirse a él con unas palabras, puesto que, suponía que comprendería el riesgo al que estaban condenandose y si realmente era tan piadoso como dicen posiblemente aumentara la ganancia.

-Señor, me gustaria... - Dijo Antor mientras realizaba una maravillosa reverencia.

Aunque las palabras resonaron en toda la sala, pero al parecer el Conde no quiso hacer el más mínimo caso. Su figura se perdió tan rápido como llegó sin desviar en ningún momento su mirada hacia atrás. Antor, se giro hacia sus compañeros al tiempo que le dirigía una mirada furtiva al secretario.

- Compañeros, la actitud del señor secretario, como su porte y arrogancia, no despiertan en mí salvo raros pensamientos. Algo me dice que ese hombre nos traicionará, andad con pies de plomo.

Dicho lo cual y tras ver que sus compañeros le dirigian extrañas miradas, decidió guardar silencio, pues temía volver a meter la pata si hablaba de nuevo con el secretario.

Aunque receloso, al final, Antor decide que las 10 monedas pueden ser un buen pellizco, e incluso, que podría conseguir algunas más...

Cargando editor
13/01/2009, 23:25
Merkus

Merkus había estado desde el principio al fondo del grupo, con los brazos cruzados y prácticamente inmutable. Sabía por experiencia que era mejor que sus compañeros se ocuparan de las negociaciones.

No hizo ningún comentario ni apenas hizo ningún gesto, por temor a meter la pata. Sólo un leve asentimiento con la cabeza mientras Pielgrís regateaba el sueldo, un fruncimiento del ceño por la desabrida respuesta del secretario. Finalmente y como de costumbre, su atención acabó distrayéndose y se puso a catalogar en su imaginación todo objeto de valor presente en la sala pensando en cuánto podría sacar por ello si lo robara.

Cargando editor
14/01/2009, 06:58
Bathalias de Emdelis

algunos de mis compañeros tenian la lengua mas larga que la espada... pero no era momento de ni lugar de mostrarles su imprudencia

con voz segura y tranquila, el elfo asintio con la cabeza a las palabras del secretario y agrego

- bien, entonces partiremos al amanecer

en ese momento irrumpio en le recinto, el conde y sus escolta privada. el tipo era soberbio y arrogante... y seguramente no merecian nuestra ayuda.. pero como bien dijo la druida.. necesitabamos el dinero

una vez que se marcho el conde, me gire hacia mis compañeros, dandole la espalda al secretario, y con una mirada a cada uno, busque la aprobacion de los mismos

Cargando editor
14/01/2009, 18:07
Ailara Sotobosque

Ailara asintió en silencio ante la mirada del elfo.A pesar del breve tiempo que llevaba con el grupo,no le cabía duda de la valía de todos ellos,sabía que llevarían a buen término la misión.

Sin embargo,el destino al que debían dirigirse le llenaba de incertidumbre.La Torre Negra era famosa y no precisamente por la amabilidad de su soberana.Y para colomo de males, se trataba de una poderosa hechicera.

Diosa,como detesto la magia...

La joven suspiró,perdida en sus pensamientos,hasta que Mazul la sacó de su ensoñación a base de lametones en la mano.Ailara sonrió a su amiga.Compartían tal vínculo que si una estaba nerviosa,la otra se resentía.Pero no renunciaría jamás a esa empatía.Eran hermanas.

 

Una vez el Conde Nesvind hubo salido de la estancia,la muchacha se acercó al mago

 

Moravius,¿has estado alguna vez en ese lugar? ¿conoces a esa malvada hechicera?