-me llamas bruja, como si me tubiera que ofender, pero por tu tono, es mas un halago.
Sin desprenderse de la sonrisa en sus labios,, mientras su paso, como si la niebla que se aparta ante ella, la transportase, la hece continuar, dejando de lado a la joven.
-No necesito murallas de oro, con lo que me habeis de entregar, me dare por satisfecha, por los momentos. Pero no demoremos mas nuestro breve pero intenso intercambio. Una vez me hagais la entrega, no volveremos a cruzar nuestros caminos, solo sois los mercaderes de ese viejo, que no osa aparecer ante mi.
Tras esas palabras, la niebla continua abriendo el camino a traves de las fangosas arenas, rodeadas de putrefacta e inmunda agua. Caminaban rodeados por aquellas criaturas que le marcaban el ritmo y el camino. A pesar de la anarquía y brutalidad que cabría esperar su aspecto mantenían una formación bastante ordenada alrededor del grupo según las órdenes de su señora.
Durante varias momentos hundieron sus botas sobre el fango, pisoteando malas hierbas y cruzando cenagales de agua putrefacta. La niebla era su único acompañante, en ningún momento se cruzaron con un animal u otro ser vivo. El ritmo era lento, el terreno superado penoso.
Por fin, se comenzaron a escuchar voces, provenian de un claro a la entrada del pantano,un lugar que la densa niebla cubria, abriendose para que la joven druida pudiera observar como el lugar donde moraban sus compañeros de viaje, el horrendo lugar donde su mente quedo atrapada en aquella pesadilla, que la obligo a levantar la mano contra sus amigos.
Morávius, hundido ya en el lodazal hasta el cuello, viendose ya muerto y sin ganas de vivir se dió cuenta de que había producido su desgracia.
Seguramente sus compañeros habían descubierto su más temible secreto, aquel que había guardado desde aquella tarde ya tan lejana en la torre-estudio de su padre.
Sí, era eso, quizás lo había dicho en sueños, quizás al ser un equipo tan unido habían accecido de alguna manera a su más oscuro rincón del subconciente.
Siendo así comprendía el acto de sus compañeros, de hecho incluso en su situación, al borde de la muerte, aplaudía su determinación: Se había merecido ese final, de hecho tras sus actos aquella fría tarde de invierno se merecía sufrir todas las peores muertes existentes unas detrás de otras.
El lodo ya le llegaba casi a la boca, dentro de nada jamás palabra alguna volvería a salir de su boca o ningún resquicio de aire a entrar por su nariz. Ese era el momento de hacer un último acópio de valentía y sinceridad.
Compañeros, tengo que contaros mi más oscuro secreto.
Dijo un Moravius aparentemente totalmente asalvo de peligro, recostado en tierra firme. Aún así en su mente el lodo solo le dejó acabar de decir:
Me merezco este destino porque yo...
Antor, en su afán por calmar a la joven druida, recibió el bastonazo de ésta, aunque haciendo un nuevo alarde de destreza logró esquivarlo.
- Pero..., ¡Ailara!, ¿a dónde vas? - preguntó atónito ante la carrera de ésta.
Su cabeza empiezó a darle vueltas. La tensión de las arenas, el sobreesfuerzo por intentar salvar a sus amigos, el ataque de locura de Ailara, parecían hacer mella en el pobre Antor que empiezaba a notar la pesadez de sus años como una losa sobre su cuerpo.
- No... puedo más - comentó mientras se clavaba de rodillas en el pestilente lodo - ¡MAZGUL, CUIDALA! - acertó a decir, aunque sabía que no hacía falta. Una lágrima solitaria recorrió su mejilla, aunque rápidamente la borró de la existencia con un movimiento de su mano - ¿por qué intentaría ayudar a aquellos soldados? ¿por qué aceptaría una misión tan peligrosa? ¿por qué me dejé convencer por aquel mercader que nos la jugó? - las fuerzas flaqueaban y el cansancio empezaba a hacer estragos en el grupo.
- Ailara
Tirada: 1d8(+5)
Motivo: Defensa
Dificultad: 10+
Resultado: 7(+5)=12 (Exito)
Al cabo de poco de haberse ido, Ailara volvió al lado del pantano, con la vista al suelo llena de verguenza y la tez pálida de terror, que ahora, después del encuentro, ya se atrevía a aflorar.
-Chicos, nuestra misión ha terminado, vayámonos de aquí.-
Levantó lo justo la cabeza para mirar a sus compañeros, y les comunicó la nueva situación.
-La misma Sarcces recogerá el cofre del pantano y nos invita a salir de sus dominios antes de que sea demasiado tarde. Volvamos a Imledyr y cobremos lo que nos falta.-
Y dió media vuelta dispuesta a deshacer el camino.
-¿Vamos?-
El arcano parecia divagar, hablando de secretos, mientras el resto parecian confundidos, sin entender lo que ocurria, Ailara se habia vuelto contra ellos, el hechicero parecia rendirse, como si la muerte lo estubiera abrazando, la joven guerrera lloraba, sumida de dolor, con tristeza en sus ojos, oraba, nombrando a Merkus en sus rezos, como si este hubiese partido al mundo de los no vivos, Antor, tras haber conseguido esquivar la arremetida de la joven, junto con Bathalias contemplaban, perplejos el estado de sus compañeros, cuando de repente la joven druida, cabizbaja, llena de verguenza hizo su aparicion de nuevo. Tras ella unos extraños seres, tienen la piel de un color ceniciento y con un aspecto húmedo, son altos y fibrosos, carecen de pelo y nariz (respiran por dos
orificios entre los ojos) y tienen las orejas puntiagudas. Sus manos acaban en unas horribles y afiladas uñas metálicas.Sus ojos rojos, brillan en la noche, amenadores ante ti, mientras de sus extrañas bocas, relucen dos colmillos, y la baba resbala por ellos. Tras ellos una presencia, ante la cual, la densa niebla comienza a recogerse, abriendo paso a los recien llegados, una figura femenina, Un sinuoso cuerpo, sus ojos, dos ascuas rojo sangre, sin pupila, denotan su pacto infernal. El resto de ella ejerce una maligna seducción. Su cuerpo vestido de ricos brocados negros, su largo cabello ala de cuervo, su tez pálida... uno puede sentir que es perversa, malévola, pero ninguno puede ocultar su fascinación por la hermosa dama..
-Observo que no fuistes la unica en caer bajo el maleficio del pantano.
Mientras sonrie, avanzando hacia el lugar donde se encuentra el arcano divagando.
-No es momento de desvelar tus secretos aun, aunque es raro que un mago de tu categoria, sufra ante la desesperacion de no creerse apto, de quedarse solo. Vosotros que os creeis por encima de cualquier otra criatura,. Es fascinante, pero no tengo tiempo de juegos, vuestra presencia solo me esta impidiendo disfritar de aquello que portais.
Entonces de sus carnosos labios surgen unas palabras, a la vez que la palma de sus manos parecen brillar.
-Despierta mago, vuelve a la realidad, ya has sufrido bastante.
Las mismas palabras que salieron de su boca, eran ahora dirigidas hacia la joven guerrera, sumida en rezos.
-Tu tambien, que hasta la muerte, eres capaz de sentir piedad y dolor por la perdida de un compañero, algo digno de ti, que en vez de preocuparte por ti, hubieses preferido dar tu vida por el. Pero regresa, todo paso.
Tras ello, su sinuosa figura, se volvio hacia los otros compañeros de viaje.
-Vosotros tubisteis suerte, vuestra preocupacion por ellos, evito que os inundaran pesadillas, que habrian evitado que les pudieseis ayudar, muy noble por vosotros, pero de haber ocurrido algo asi, lo que portais nunca me habria sido entregado, y eso si que hubiese sido una perdida irremplazable, a la vez que imperdonable.
Su voz se torno dura, fria, amenazadora.
-Enseguida estaran bien, asi que no demoremos mas vuestra salida de mis dominios. ¿donde esta aquello que portais para entregarme?
tu mente vuelve a la realidad, despertando de un horrendo sueño.
tu mente vuelve a la realidad, despertando de un horrendo sueño.
La tristeza y la desesperación del mago desaparecieron de su mente con la misma rapidez que un ave retoma el vuelo.
Abrio los ojos y la boca con tanta fuerza que durante un momento creyó que le iba a estallar la cabeza, pero sus ojos estaban sedientos de realidad y su boca de tomar un aire que nunca le había llegado a faltar.
Observó desde el suelo la poderosa figura de la bruja, luego, mientras se ponía en pié limpiándose la túnica con manotazos dirigió su vista alrededor, observando la situación.
Una intensa alegría recorría su cuerpo, pues había vuelto a nacer.
Se había visto privado de la vida y esta nunca lo había abandonado.
Se había visto alejado de sus compañeros y todos seguían allí.
Inclinó la cabeza levemente ante la bruja, dandole las gracias sin entender demasiado bien porque lo había hecho. Fuera por lo que fuera no iba a darle razones por las que cambiase de parecer.
Sobre su secreto, pensó para sí mismo que habría muchos lugares mucho mejores que ese para desvelarlo a sus compañeros. Así que ese asunto esperaría al menos hasta volver al poblado.
Ailara, dale el cofre y marchemos todos de este infesto lugar.
Dijo a la vez que sacaba su cayado -que ya había vuelto a la normalidad- de la orilla del lodazal y lo limpiaba con algunos rastrojos de hierba.
Bueno, al fin y al cabo hemos cumplido nuestra misión. Creo que nos merecemos esa recompensa, y descansar en una buena cama.
He podido postear un último post ;)
Ailara se acercó al caballo dónde había atado el cofre antes. Lo tomó con facilidad, pues el hechizo todavía lo mantenía a tamaño reducido. La druida dudó por un instante, era el poder de esa bruja la que le había hecho pasar ese horrible momento otra vez, era su poder el que la había separado de sus amigos. Dudó en darle a Sarcces algo con lo que seguramente haría más mal todavía. Pero se percató que los superaban en número, y seguramente en poder. Sus compañeros estaban agotados, y tenían más ganas de volver a una posada que en discutir si lo que hacían estaba bien o no.
-Aquí lo tenéis, lo hemos encogido para esconderlo de los ladrones, pero os aseguro que és el mismo.-
Lo dejó caer con desprecio, esa Sarcces no era más que otra sirviente de esa magia pérfida y antinatural, pero encima ella se jactaba de usarla en su provecho. Ailara aborrecía a esos seres, aunque se congratuló de imaginar la muerte de la bruja mientras sus bosques seguirían creciendo pese a todo el poder mágico del mundo.
-Nosotros no lo hemos abierto, pues estaba sellada mágicamente. Imagino que a una hechicera- Ailara escupió esas palabras- no le costará reabrirlo.-
Se giró hacia sus compañeros y les espetó.
-Salgamos ahora mismo de aquí y celebremos nuestra suerte en una buena posada. ¡Andando!-
Supongo que ya hasta mañana por la tarde no podré postear, así que espero que lleguemos bien a Imledyr sanos y salvos. Un placer jugar esta partida, felicidades a jugadores y directores, nos vemos en otras ambientaciones !
El guerrero estaba comom loco, como un animal enjaulado presa de un grave ataque de ansiedad. Se movia como si la mismisima tierra templara bajo sus pies.
La joven volvio, el espada en mano esperaba otro extraño comportamiento, pero esta vez no fue asi. Sus palabras eran como una maldicion, describian un momento aciago que no tardo en llegar.
Las criaturas del pantano eran tan horrendas como se las habia imaginado, bestias listas para el combate, preparadas para la guerra y el mal.
Les apunto con la espada, frente a el. No pensaba dejar espacio para la duda.
Finalmente hacia su entrada el poder maligno de ese lugar, parecia que queria parlamento, pero el no bajo la espada. La miraba entre iracundo y preocupado. Era un ser de poder inigualable. Estaba convencido de que podria ordenar matarlos si mojarse los pies con el putrido lodo en el que estaban.
Dio un discursito, cosas que no le importaban lo mas minimo, en un momento parecio que le estaba piropeando por salvar la vida a sus compañeros y no caer en embrujos, pero tan pronto sus palabras venenosas dejaron su boca, el las mato en su mente.
No queria nada de aquella mujer, y mucho menos sus cumplidos. El cofre estaba donde debia estar. Habian echo la entrega. Y el seguia con la espada delante del cuerpo apuntando a sus enemigos.
No iva a atacar, pero tampoco iva a bajar la guardia. Era poco problable que se sintiera alguien amenzado por su actitud, pero poco o nada le importaba, pues el habia nacido para la guerra y nunca parlamenteria con los demonios sin un arma en las manos.
No decia palabra. Esperaba que sus compadres se levantaran y estuvieran en posicion de marcharse del averno en el que se encontraban.
Fin. Gracias.
Bathalias se levantó junto a Moravius, ya recuperado de su febril estado. Clavó sus ojos en Sarcces y lo se los quitó de encima. Así que esta es la poderosa Sarcces, la bruja negra. La que tiene aterrorizada a toda Imledyr... -pensó el elfo al encontrarse cara a cara con ella. Por un momento, tuvo la gran tentación de levantar su arco y atravesar a la vil bruja que se atrevía a dominar su querido país. Pero no pudo. Algo en ella, rebosante de poder, pareció domeñar los impulsos de Bathalias. Meneó la cabeza para sacarse de su cabeza esos pensamientos. Sarcces le recordaba demasiado a su esposa. Aunque fuesen polos opuestos, la magia que rodeaba a la bruja le resultó vagamente familiar.
Este es vuestro tributo, Sarcces. -se dirigió a la bruja, señalando el cofre que Ailara lanzó tan imprudentemente a sus pies- Nuestro mago lo empequeñeció para mejorar su transporte, pero seguro que esto no resulta un problema para vos.
Y sin alcanzar a decir nada más, antes que los ojos de Sarcces se convirtiesen en los de su difunta esposa, Bathalias desvió la vista y se acercó a su caballo, dispuesto a marcharse junto a sus compañeros. No evitó el darle la espalda a la bruja negra, pues si ella deseaba acabar con ellos, no tendrían nada que hacer contra sus poderes. Lo que si que no pudo evitar fue una punzada en su corazón. Sarcces...
Un placer jugar con vosotros! ^^
Antor levantó la mirada y vio aparecer a la pequeña druida seguida de la famosa bruja - así que ésta es la causa de tanta conmoción
El viejo pícaro no podía evitar mirar a la bruja. Su figura insinuante y provocadora ejercía en el experto truhán un efecto de atracción que le atraía como un imán - mi señora, espero que todo esté a su gusto - dijo antes de volver a su ser - peros, ¿qué estoy haciendo? Si es el mal en persona
Después de recobrar su autoestima y su confianza, al ver como la bruja les felicitaba por su trabajo, Antor se montó a caballo y se dirigió presto a colocarse junto a su amigo Bathalias.
- Creo que podremos volvernos a por un merecido descanso - comentó mientras esperaba que sus compañeros les siguieran y la hechicera les diera licencia para partir.
Me lo he pasado muy bien, con ganas de volver a la ciudad y gastarme el oro en diversión para el pobre y viejo Antor.
Muy conseguida la partida por parte de todos. Los jueces lo van a tener muy difícil si el resto se han involucrado tanto como mis compis.
Nos veremos en otra, seguro o, al menos, por Umbría.
Poco a poco las migrañas y el mundo de sueños que se cernía sobre Alfren fue mitigando hasta desaparecer. En sus sueños ella luchaba desesperadamente por sobrevivir mientras sus compañeros morían uno a uno, pues eso es lo que ella se pensaba que estaba ocurriendo.
Cuando pudo abrir los ojos y se encontró con la sonrisa de la malvada Sarcess en persona sintió una punzada muy dolorsa en su corazón, nuevamente había vuelto a fallar, otra vez más y ya había perdido la cuenta de estas ocasiones.
Se sentó tentada de tomar su espada e intentar clavarsela a ella, esa criatura de la obscuridad de retorcido poder pero un gesto apenas perceptible en la cabeza de ella le indico que no era buena idea. Ella le volvió a mirar y a sonréir como si supiera en lo que estaba pensando.
Idiota, seguro que ya se ha encontrado antes en esta misma situación. Un estúpido caballero con ideas nobles pero demasiado tonto como para hacer las cosas bien. Ve en ti lo que ya ha vivido en el pasado.
Por esa razón Alfren se puso en pie y recupero su espada. Se quedó observando la montura que hasta hace poco le había traído hasta aquí y que encerrada en el barro no podía salir de allí así que se acerco hasta la posición de sus compañeros y empezó a andar por el camino por el que habían venido cerca de merkus a quien debía decirle algunas palabras de agradecimiento, pero no aquí en este maloliente e infectado lugar de corrupción sino en el calor de un hogar y en la intimidad.
Una sonrisa se escapo de su rostro ante su último pensamiento...
Un placer, para variar mi participación llego tarde y mal ;)
El grupo deposita el cOfre, que ante la mirada de Sarcces, empieza a recuperar su tamaño. Ella espera a que los viajeros continuen su camino, mientras sus extrañas y horrendas criaturas rodean el tesoro entregado,. El camino se hace visible, levantandose la niebla para que los guerreros puedan partir. Ninguno decide echar la vista atras, solo desean salir de ese infecto lugar. La niebla les va mostrando un camino diferente, a traves de las lodosas y putrefactas aguas pantanales. El viento parece transportar una malevola risa, que se mezcla con el ulular de las ramas, alejandose, hasta hacerse casi imperceptible en el avance de los aventureros. cada uno lleva sus pensamientos en oculto, caminando en silencio, llevando las monturas a su lado. Unos avergonzados, otros satisfechos pues el trabajo se ha cumplido. En la lejania se observa el bosque, la salida de ese lugar, y el humo que proviene de alguna chimenea. Un lugar habitado esta cercano, donde seguramente podran descansar.
De repente, un grito, sacudiendo los alrededores del pantano, indicando que algo no esperado ha sorprendido a una melevola dama. Pasos acercandose, a la carrera, susurros de viles criaturas acercandose. Los aventureros sonrien, desenvainando sus espadas, tensando arcos. Tal vez aun les quede una batalla. Cascos de caballo al galope, acercandose por el lado opuesto, armaduras sonando en el ocaso de la noche.....Una nueva batalla se cierne, pero es otra historia, que tal vez algun pueda contaros.
¿¿¿FIN???