Y salgo a la carrera con todos los líos que koharu tiene en medio, si es que se despista fácilmente. Lo curioso es que me sorprendo cuando soy parecida a él. Aunque jamás lo admitiría, obvio. Nos encaminamos juntos hacia la escuela, pero de nuevo se va no sé a dónde y me exaspera. Joooderrrr.
Pero de repente aparece con algo, una flor y la cojo con mi mano para mirarla detenidamente un rato. Incluso la huelo y cierro mis ojos con dulzura, me encantan. Aunque me gusten más verlas en la maceta y no cortadas, no puedo evitar el que me toque el kokoro aquello. Jur, maldito. ¿Cómo ser la misma de siempre con este detalle?
Me quedo callada...
- Hm, gracias. - digo tímida y pienso. - Que eres medio bobo y despistado. jiji. - respondo entre risas.
Sé que me hará caritas, así que lo cojo con la mano libre de la camisa y acerco mi rostro peligrosamente al suyo, así nos miramos muy muy de cerca.
- Que quieres tenerme cerca, pero ya lo estoy Koharu-chan. Ya lo estoy... - confieso.
Y le doy un beso en la mejilla, aunque salgo corriendo después.
"¿Que el que la compra es medio bobo y despistado? Hummm..." me llevé la mano a la barbilla en actitud pensativa de detective. "Qué raro, la vendedora no me dijo eso... Así que la camelia rosa es el epítome en el lenguaje de las flores del clásico: tonto el que lo lea..." asentí fingiendo estar muy convencido de ello. Menos mal que habiamos parado la carrera un segundito porque correr con los ojos cerrados se hace difícil. Uno podría preguntarse por qué no me había reescrito todavía para poder correr con los ojos cerrados, pero si lo hiciera ya nunca podría dejar de ver al taparme los ojos. ¡Y eso arruinaría como el 80% de las sorpresas, y el 20% restante seria el disfrutar de la noche como las personas normales! Y así, con los ojos cerrados, mientras mi mente se iba por las ramas, noté de repente que Kaori me agarraba del cuello de la camisa, y abri los ojos y vi que pegaba mucho su rostro al mio como una matona. ¡Adorable! "Uhhh... lo siento señorita, pero no llevo dinero encima..." fue la frase aleatoria que se me ocurrió decir ante esa situación. ¡Así en plan, como si fuera a robarme el dinero del almuerzo! Bueno, técnicamente ya lo había hecho, prometí invitarla a un parfait. Me explicó el significado de la flor (que yo ya lo sabía gracias a Google, había planeado esto de la flor desde ayer... aunque no lo del parfait, eso fue más bien pura suerte...) y luego para mi sorpresa me dio otro besito en la mejilla, justo antes de escaparse otra vez.
Me quedé ahi de pie, palpándome el rostro, mirándola huir. Me arrancó una sonrisa, esta vez, lo reconozco, de medio bobo enamorado. "...No siempre, Kaori-chan, no siempre..." murmuré mientras la observaba por unos segundos antes de reanudar la carrera raudo y ponerme otra vez a su lado. "Pareces un conejito adorable pausándose para ser adorable y luego corriendo y huyendo del mundo como si no hubiera un mañana... ...¿Qué sería yo? ¡Oh! ¡Hohoho! ¡Me pido ser un perrete rosa! ¡Como Chibimoth! Nadie puede escapar de Chibimoth, ni siquiera yo, que soy genial..."
- Ji, solo yo veo eso. - digo divertida.
Luego cuando habla sobre el dinero, me quedo allí mirándolo y pienso en las diversas formas para robarle. Pero me contengo, más tarde seguro me apetece y lo hago, me agrada que sea por sorpresa. Luego ante el susurro y su cara de enamorado, suelto un soplido a mi flequillo y pongo los ojos en blanco.
Es tannnnn cursi, tan pero tannnn cursi.
Pienso y me dispongo a correr, que se nos hace tarde. No es momento de perder el tiempo que nos cierran el colegio y yo me muero, bueno no tanto ya que podría ir al Bosque y estar horas allí. Cuando escucho lo del conejo, suelto una melodiosa sonrisa y doy algunos saltitos, haciendo que la falda se levante un poquito y revele tímidamente mi ropa interior, como así también las largas piernas que tengo.
- Snif snif, soy el conejito Kaori. - bromeo haciendo el mono. - Hm... ¿Así que mi mascota? ¡Me interesa! ¡Negociemos términos Koharu- chan!
Y no digo nada más, salgo corriendo de nuevo.
- ¿Tú genial? ¡No lo seeeee! - grito entre risas.
Sonreí feliz, observándola dar saltitos. Procurando evitar uh... mirar más abajo. Sí que estaba alegre hoy, sí. Era como si fuéramos un pinball, y ella pulsara los botones para que yo hiciera ¡PLIN! ¡PLON! Parecía que esa táctica de desaparecer por casi todas las vacaciones me había funcionado bien... s-salvo que en realidad no había sido una táctica, sino que sencillamente había ocurrido. Eso era bueno, significaba que al menos, como amigo, Kaori me había echado de menos. Una batalla ganada, pero aún quedaba la guerra... Y hablando de guerra, eché un vistazo al reloj. Sí que se nos estaba quedando el tiempo muy justo. A este paso no ibamos a llegar... así que tuve una idea. UNA IDEA BRILLANTE. ¡Ahora sería yo el que la haría sonrojarse! ¡Y además ayudaría a que llegaramos a tiempo a las clases! ¡MUAHAHA! Volví a correr hacia ella y...
"¡Con permiso!" exclamé levantándola y echando a correr llevándola en brazos.
Y me lleva entre sus brazos. Pero pero pero pero pero ¡PEROOOOOO!
Estoy roja como tomate e intento no mirarlo a los ojos, perdería todo mi intento de fastidiarlo y cortarle la ilusión. Yo Kaori Kiyoshi soy una chica dura, este tipo de cosas no me ablandan y las toma desde otro sentido. Nada amoroso, eso es de niñas aburridas, yo... Yo no lo veo igual.
- Vaya vaya, ahora tengo alguien que me lleve. ¡Venga Koharu! Sé mi sirviente. - bromeo.
Buscando reprimir la vergüenza, así que me meto con su cabello. Uh, lo tiene largo. Pienso y con mis manos lo cojo mientras va corriendo así compruebo lo bien que le quedaría una coleta.
- ¿Me dejas ser tu estilista? - pregunto y sonrío.
Es una bonita forma de evadir, de no mirarlo y entretenerme con algo. Además así puede perder la concentración, sólo espero que no se caiga porque será duro el golpe. Y mi vestido, oh... Eso da igual, vive sucio por dormir en el bosque, así que... No importa, me entretengo con ese cabello y no hago conexión visual. Tengo que divertirme, fastidiarlo es una. SIEMPRE.
Ahora llevaba a Kaori a mis brazos así que tenía que asegurarme de que no nos chocaramos contra... yo que sé, un coche, un árbol, un semáforo, un perro, un carrito de bebé, un agujero en el suelo, un lago... ¡De haber ido yo solo, seguro me habría chocado con al menos dos de esos obstáculos! Pero tenía a una adorable señorita que cuidar. Ahí estaba ella, jugueteando con mi pelo, tras pedirme ser mi estilista. Durante el resto de la carrera estuve concentrado asi que no dije nada... así que ella se quedó callada acariciándome los cabellos. No sé si lo hacía queriendo o sin darse cuenta, pero era un gesto cariñoso muy agradable. ¡Ay, me moría de amor! Tenía muchas ganas de estrujarla en un abrazo de oso, pero ya estaba tentando demasiado a la suerte...
Finalmente llegamos al portal del instituto, una enorme verja metálica abierta justo delante del muro. Allí la dejé sobre el suelo cuidadosamente, justo a la sombra de un árbol de cerezo. "¡El expresso Kazue ha llegado a su destino!"