La nave carguero en la que has viajado hasta Nar Shaddaa aterriza lenta y parsimoniosamente. Miras a tu alrededor y sólo ves a comerciantes y algún que otro sujeto sospechoso.
En resumen, nada fuera de lo común en este ambiente en el que has decidido aventurarte. Sabes que tu vida correrá peligro haya donde vayas aunque, dicho sea de paso, la de tu primer objetivo te preocupa mucho más.
Todavía no terminas de asimilar haber aceptado el trabajo, pero ahí estás.
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