Hacía 8 decanas que había llegado a Gross, llevaba más de un año de viaje, de taberna en taberna, ganando lo justo para subsistir pero estaba contento. El hecho de que le acogieran gratamente en todas las tabernas en las que no había un trovador y permitirle expresar su arte a los habitantes de cada localidad era todo un regalo para él, ya que le permitía probar nuevos acordes, añadir algo de magia a sus espectáculos y aumentar su experiencia como actor novel. Por si aquella gratificante situación no fuera poco, la interacción que luego tenía con los parroquianos y además el lograr alojamiento y comida a cambio de la actuación, hacía de su desarrollo personal muy provechoso.
Tenía la intención de visitar tantos lugares como pudiera y aprender de la cultura de cada región. Siempre trataba de viajar con caravanas o barcos mercantes, ofrecía sus servicios musicales a cambio de protección en el camino y en raras ocasiones ayudaba a los comerciantes a negociar con los asaltantes. El don de la palabra le acompañaba por fortuna y sus ilusiones ayudaban a disuadir algunos ataques. Hasta el momento había evitado entrar en combate y había dejado a los profesionales hacer su trabajo, si bien, en alguna ocasión había usado sus habilidades para favorecer el combate hacia los defensores y en rara ocasión utilizado sus dardos o algún hechizo dañino. Prefería evitar ese tipo de conflictos si era posible, pero tampoco se quedaría de brazos cruzados si había vidas inocentes en juego y los mercaderes muchas veces viajaban con sus familias. En el último viaje había llegado en barco a la tierra de Gisea y se había unido a los comerciantes en su ruta desde Dhyr hasta Gravua.
En Gross había encontrado un lugar muy tranquilo que le invitó a abandonar la caravana que seguiría hacia el noroeste y ha quedarse una temporada en el lugar y disfrutar de aquellos parajes tan bellos. Había conocido a Salomón, el dueño de la taberna y le había sugerido el poder tocar en su taberna para amenizar los anocheceres a cambio de comida y alojamiento. Al principio Salomón estuvo receloso al principio de ofrecer una estancia larga, pero Nivoir fue capaz de ofrecerle una parte de sus capacidades artísticas que lo dejó convencido y, además, le contó que era descendiente de un gran trovador por lo que sabía de música y cuando le dijo el nombre el joven se quedó alucinado. Sacó su violín y se lo puso al hombro para tocar una de las canciones que conocía de Phil. Movía con suavidad el arco sobre las cuerdas y su voz melodiosa hizo que se dejara llevar por las letras y notas de la canción. Incluso la camarera que estaba muy atareada cuando empezaron a entrevistarse, se asomó para escuchar mejor los acordes y la voz.
Nivoir notó la emoción de Salomón y le aseguró que cada noche tocaría dos canciones de Phil, y si Salomón tuviera más canciones anotadas sobre Phil, el joven no dudaría en aprenderlas. Y así, comenzó la amistad de Nivoir con Phil y Marian, la amable camarera de la taberna.
No tardó mucho en ser reconocido por todo el pueblo y participar en las actividades diarias del pueblo. Acudir al templo regentado por Adiv, que incluso tras su llegada le había curado una enfermedad que al parecer había contraído durante el viaje en barco, o de pasearse por el Mercado.
Cada noche se reunía gran parte de Gross en la taberna y de aquellos comerciantes y aventureros que habían decidido pasar la noche en el lugar mientras el joven bardo les deleitaba cada día con una actuación diferente. Música popular, arte dramático, comedia e incluso interacción con el público, pero siempre hacía su entrada y finalizaba con una canción del legendario Phil.
Dejó la introducción de Nivoir, situando el cómo ha llegado y su interacción con la población local a través de la música, haciéndose conocido en la zona gracias a su rasgo de artista "Por petición popular".