Partida Rol por web

Sabia que en el fondo Shell tenia razon para estar mosqueada ... sin acercarme un centimetro mas a ella para no volver a ser rechazado le digo ...

-Vamos nena ... sabes que nunca dejaria que os pasara nada ... este puto tiro que tengo en el hombro es por intentar salvaros el culo ... ¿acaso no lo recuerdas?

Me dirijo hacia el otro lado del coche de donde esta Shell y me quedo mirando a traves de la ventanilla el paisaje nocturno ... al cabo de un rato de estar pensando ... sin apenas obtener una palabra de Shell digo a regañadientes ...

-Lo siento ...

Las luces de Tulare van quedando atrás y volveis a la solitaria oscuridad de la interestatal.

Las horas van transcurriendo de manera monótona y somnolienta en la carretera mientras Fresno y otras localidades van quedando atrás como islas de luz. Muy de vez en cuando, los faros de algún vehículo se cruzan con los vuestros e iluminan el interior del Camaro por un fugaz instante. El grave ronroneo del motor es un sonido al que vuestros oidos se han acostumbrado y han aprendido a ignorar.

Engañais el hambre con las pocas bolsas de patatas y chocolatinas que, pese a todo lo ocurrido, tuviesteis la precaución de coger en la gasolinera. El viaje se hace largo, sobre todo para quien va sentado en el reducido espacio de los asientos posteriores, pero las escasas paradas que haceis para aliviar las vejigas permiten también que estireis las piernas y difruteis del fresco aire nocturno y de la incansable serenata de los grillos.

Tan solo teneis que repostar combustible una vez más. Hubiera sido estadísticamente imposible coincidir con otro atraco, pero al dejar atrás la gasolinera con el depósito lleno sentís un extraño alivio.

Cuando W-Ray no puede más, Shellby toma el relevo. La recta y llana carretera que discurre por el valle no supone ningún reto para sus habilidades de conducción. Sacarse la licencia, cuando tenga edad, va a ser pan comido.

Luego llega el turno de Tony, a quien le toca desviarse para tomar la carretera que cruza las montañas que bordean San Francisco por el este. Curvas y más curvas obligan a centrarse en la conducción, por lo que casi son bien recibidas. Comienza a amanecer y el cansancio y el sueño se hacen más presentes. Ha sido una noche muy larga.

Cuando el sol ya empieza su ascenso, terminais de cruzar las montañas y podeis contemplar la bahía de San Francisco y la ciudad de la que toma nombre. La rojiza mole del Golden Gate es la protagonista indiscutible del paisaje que ha surgido ante vosotros.

Habeis llegado al final del trayecto y casi podeis oler el dinero...