Partida Rol por web

 Miré a mi alrededor:

 - Pues destruyamos esos huesos, ¿como lo hacemos?.

 No debía de olvidarme que debía de devolver el abanico a su sitio, en cuando salieran de aquí.

Conseguía golpear al Maestro, esa pequeña distracción había servido para que Melissa consiguiera librarse del Maestro, después todo pasó muy rápido, los demás fueron atacando, Cordelia le atraveso con la estaca el corazón al Maestro, a pesar de eso, hizo falta la ayuda de Darla para acabar completamente con el Maestro. Ángel dijo que había que quemar sus huesos, así lo hicieron.

Una vez todo había acabado, miré a todos, lo habíamos conseguido, nunca lo imagine, un grupo tan dispar, pero en la hora de la verdad, en la hora en la que debían estar unidos lo habían conseguido

- Bueno, tengo que volver al trabajo- dije para no revelar que en realidad estaba cansada, en otra época eso no le habría supuesto ningun esfuerzo, en otra época...- Volveremos a vernos

Darla volvió a la normalidad. Sus ojos recuperaron su color normal y ella volvió a respirar con tranquilidad, aunque el uso de la magia sintió que la consumía otra vez.

Se arregló la blusa y la falda que llevaba, y vio que los restos del Maestro habían caído en sus botas de marca.

¡Oh, por favor! ¡Y eso cómo se quita! Oh, Dios, Cordy, ahora voy a tener que tirarlos a la basura estaba horrorizada. ¡Unos zapatos tan caros a la basura! Y todo por jugar a ser mejor que nadie... ¡Ni que ella lo necesitara!

Andrew Fullen comenzó a aplaudir en cuanto vio el final del maestro. Él estaba en el suelo junto a su cuerpo, miró a Ángel, era inminente el hecho de acabar con sus huesos, pero en su interior sentía que debía decir unas últimas palabras antes de separarse para terminar de destruir al maestro.

Muchas gracias a todos. Dijo poniéndose en pie y tomando la mano de Melissa. Sin vuestra ayuda está claro que jamás lo hubiéramos conseguido. Ambos somos unos novatos en todo esto, y está claro que vosotros no, y si era así lo habéis disimulado muy bien. Tú, Cordelia, has hecho un trabajo brillante, quizá podrían entrenar con nosotros para prepararte para ser una gran compañera de la cazadora. En cuanto a vuestra magia, dijo mirando ahora a los amantes, estaba claro que entre aquellos dos brujos había algo, los jóvenes tenían tendencia a pelearse cuando estaban uno enamorado del otro, me gustaría que me enseñarais algunos trucos. Melissa y yo seguiremos protegiendo a SunnyDale de lo que pueda venir del inframundo, es nuestro deber. Pero a vosotros no os puedo pedir lo mismo. Ayudarnos o no es cosa vuestra, pero si queréis ayudarme a aprender esos hechizos que hacéis, sería muy de agradecer.

Finalmente miró a Anya. En cuanto a ti, ha sido un placer que nos ayudases, cuando quieras puedes venir a tomar café a mi casa. Puede ser divertido y necesito una amiga aquí, alguien con quien compartir todo este mundo de locos. No tengo nadie en esta ciudad, soy nuevo y tú eres lo más parecido a una amiga. Luego miró al resto. Bueno, en realidad, todos los sois.

       Todos estaba contentos con el descenlace pero de pronto se acordaron de Xander. Mientras Andrew explicaba a Gabriel que la mejor manera de destruir los huesos era pulverizándolos, con un martillo o arma contundente, Melissa se apoyó, para descansar un poco, en una de las paredes y movió, sin querer, un candelabro. Éste, al correrse, descubrió una pared oculta tras la cual se hallaba Xander. Cordy fue a desamordazarlo, no por cariño sino que le daba asco el pañuelo que habían usado, que era de color amarillo limón.

      -Hola chicos, sabía que no me olvidarían. Pufff... estoy mareado. ¿Alguien tiene una menta? Me debe de haber bajado la presión. De hecho, no recuerdo cómo vine a parar aquí. ¡Hey, chavales! Que hay un vampiro blanco muerto ahí! ¿Y por qué no se ha desintegrado como todos los vampiros? Yo creo que Mpppffff!!!

      Darla lo volvió a amordazar con el pañuelo, diciendo.

      -Misión cumplida, no tengo por qué escucharlo, ¿no?

      Anya se río de la broma, aunque no auxilió al pobre Xander. La cuestión es que, amordazado o no, ya estaba a salvo.